jueves, 31 de diciembre de 2009

Los espacios cultuales.

Los espacios eclesiales de reunión y su “necesaria” parafernalia

Evidentemente necesitamos espacios de encuentro donde celebrar nuestras actividades comunitarias y nuestro servicios diacónicos. No hay ninguna duda al respecto. Sin embargo el dispendio económico que supone el alquiler, compra o edificación de un espacio cultual y diáconico lleva a muchas comunidades a destinar buena parte del presupuesto a sufragar su gasto. Si a ese dato le añadimos el hecho de que la mayoría de nuestras comunidades evangélicas son pequeñas en número, la cuestión se complica todavía más.

Ha llegado el momento de introducir de nuevo el “principio de las cuatro partes” que nos sugirió Calvino recordando a los antiguos cristianos: El 25% del presupuesto es lo que debiera ser destinado al mantenimiento del espacio cúltico o diacónico, ni más, y si acaso menos. En ese 25% incluiríamos el gasto de alquiler, compra o edificación del lugar físico de reunión y trabajo social. No deberíamos obviar que el 50% del presupuesto, según los antiguos, iría a parar al combate contra la pobreza y la carencia de recursos de los que nos rodean, dentro y fuera de la comunidad cristiana.
Llegado a este punto nos es necesario atender a la pluma del reformador cuando escribe: “Lo que se dedicaba al adorno de los templos, al principio era bien poco. Incluso después que la Iglesia se enriqueció bastante, no se dejó de observar cierta moderación. Sin embargo, todo el dinero que se destinaba a este fin, se depositaba y dedicaba a los pobres, cuando la necesidad lo requería” (IRC, IV,IV,8). A continuación, Calvino, nos narra diferentes casos en los que se vendieron todos los ornamentos litúrgicos para atender a los pobres en sus necesidades. Es más, cita, entre otras, la acción de Cirilo, obispo de Jerusalén, que viendo el sufrimiento de los pobres en un tiempo de hambruna, y considerando su incapacidad económica para socorrerles, vendió todos los vasos y ornamentos sagrados de la Iglesia para paliar el hambre de los excluidos. El reformador protestante concluirá, coincidiendo con los antiguos, diciendo que “todo cuanto la Iglesia tiene es para socorrer a los pobres”.

¿Adónde queremos llegar? Muy sencillo: a la luz de lo dicho y recordado hasta aquí, las iglesias debieran optimizar y compartir sus recursos, no para ahorrar, sino para dar (tal vez, devolver) a los empobrecidos lo que en justicia les pertenece: una existencia digna.

Ello implica que las comunidades debieran plantearse, con seriedad evangélica, si mantener cientos de locales de culto para unas decenas de personas responde a una lógica de vida o a una lógica de muerte. Si comprar o construir un vistoso templo responde a una lógica de vida o a una lógica de muerte. A la hora de tomar decisiones al respecto debiéramos utilizar como criterio de actuación la situación de miles y miles de seres humanos que no disponen de lo necesario para construir una existencia digna. No puede ser de otro modo si todavía nos confesamos como seguidores de Jesús de Nazaret, aquel que siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos a todos... y no a unos pocos.

Es curioso que sea Juan Calvino, precursor del capitalismo según algunos, el que nos tenga que recordar, muchos siglos después de muerto, que las posesiones y los dineros de las iglesias son patrimonio de los empobrecidos... Todavía nos queda a los cristianos y cristianas del siglo XXI un largo camino que recorrer. Os aseguro que si nos tomáramos en serio el Evangelio y las palabras que de Calvino hemos recordado, toda nuestra vida, a nivel personal y comunitario, experimentaría una auténtica conversión. Una conversión que necesariamente cambiaría radicalmente el rostro de las iglesias tal y como lo conocemos. Y entonces, solamente entonces, el Reino de Dios se haría presente en medio de la historia humana.

Ignacio Simal

Poema para el Año Nuevo

Otra vez Dios!...
De nuevo la mañana,
de nuevo su pureza conseguida,
de nuevo en mi tarea,
la encendida propuesta de una estrofa soberana.

Florece el corazón.
Cunde la sana canción de lo que nace.
Todo se olvida.
la luz cae sobre el alma esclarecida
y el alma la acrecienta en su campana.

Naciendo está el amor,
¡oh dulce instante!
Posible es la bondad,
y Dios es posible,
la muerte y el dolor ahora son mudos despojos.

Hay un silencio nuevo.
Una fragante promesa de ventura preferible
Sólo recuerdo el valle de tus ojos.
Sólo.

A. Azkoaga

miércoles, 30 de diciembre de 2009

¿A quién tenemos aquí?

Juan 1:1-18
Que Dios está aquí! Eso es lo que Juan quiere decirnos con este precioso texto que, bien es verdad, a primera vista parece complicado.
Se trata, con probabilidad, de parte de un himno cristológico de la Iglesia apostólica. Al texto del himno, ciertamente, el evangelista le ha añadido matices importantes. Resulta de esta manera un texto propio del estilo de Juan: teológico y profundo, síntesis meditativa del misterio de la Navidad porque todo el evangelio de Juan es una reflexión.
Los textos paralelos se remontan a la creación (Gen 1), cuando la Palabra de Dios hizo salir del caos el cosmos, la vida, el mundo y al hombre, varón y mujer. Juan nos sitúa ‘en el principio' la palabra con que se abre la Escritura sagrada para afirmar la creación de todo lo que existe.
En ese ‘principio' ya existía la Palabra, el Verbo de Dios ya estaba porque el Verbo, la Palabra, "era Dios". En este primer versículo del Prólogo de Juan se condensa la profunda teología del cuarto evangelio.
La Palabra orientada hacia el Padre desde la eternidad, mirando hacia él, al encarnarse, ‘se vuelve' y ‘mira' hacia la humanidad, hacia nosotros e irrumpe ya para siempre en nuestra historia.
El poder de la Palabra del Padre creador se manifiesta aquí en la Palabra engendrada del Padre: Cristo Jesús. Su existencia es anterior al tiempo, es eterna, existía en el principio, estaba junto a Dios, era Dios. Porque todo ha sido creado por él y para él.
Del misterio trinitario, del ‘cielo' Juan desciende a nuestro mundo, desciende hasta el hombre, con aquellas palabras que constituyen el núcleo del mensaje evangélico y del misterio que celebramos hoy: "la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros". No se puede expresar de forma más realista el misterio del Dios que entra en la historia del hombre y del mundo creado.
La Palabra que llamó todo a la existencia es Jesús, el Verbo, la Palabra que se hizo carne y estableció su morada, su tienda, su vida, sus alegrías y frustraciones en medio de nosotros, hombre entre los hombres, semejante en todo a nosotros menos en el pecado. Él, la Palabra poderosa y cariñosa es hoy un hombre, nos habla como hombre, en el lenguaje de los humanos, con nuestro mismo lenguaje.
Las palabras y nosotros. No sé si llegamos a ser conscientes de la profundidad que tiene nuestra capacidad de hablar. La cantidad de bien o de mal que podemos llegar a hacer con una simple palabra es, simplemente, infinita.
Con las palabras saludamos, intercambiamos comunicación, animamos, insultamos, contamos cuentos e historias, amamos, nos despedimos, hacemos juegos de palabras, crucigramas... En muchas de ellas no hay nada de nosotros porque son simples fórmulas hechas pero en otras va todo, o por lo menos mucho de cada uno de nosotros.
Si la Palabra se volvió hacia nosotros, volvámonos nosotros en cada una de nuestras palabras hacia los demás. Que quien recuerde nuestras palabras, un día, las recuerde con un profundo contenido de aquello que necesitó en ese momento. Que quien recuerde nuestras palabras, un día, las recuerde como lo hacemos con una poesía a la que siempre le encontramos nuevos matices, nuevas reminiscencias, nuevo sentido.
Dejémonos abrazar por la Palabra para que así aprendamos, siempre, a construir con un mundo mejor con nuestras palabras.

Cristina Inogés

jueves, 24 de diciembre de 2009

Mensajeros que el mundo necesita.

Lc. 2: 1-7
Viernes 25 de Diciembre 2009

Los pastores, eran aquellos que pertenecían al grupo de los despreciados, marginados, considerados deshonestos. No tenían ningún motivo para considerarse importantes, porque efectivamente no tenían nada. Como ya se dijera de Jesús: no tenían donde recostar su cabeza. Vivían a la intemperie, al aire libre, bajo los árboles.

Pero los pastores no perdieron tiempo y se pusieron en camino. Querían verificar que aquella noticia que era demasiado buena como para no darle importancia, era realidad. No un sueño. Porque en el fondo sabían o tenían la esperanza de que aquel Salvador los libraría de la opresión y dominación extranjera. Eso los impulsaba a seguir adelante. A pesar del miedo que siempre les rondaba, especialmente en las oscuras noches de invierno. A pesar de todo, confiaron en aquel mensajero que les traía una buena noticia que los llenaba de alegría. La alegría de la fe y la esperanza, la alegría de saber que aquel Salvador revertiría todo dolor, tristeza, miseria, pobreza, soledad y desprecio.

Qué simpleza emanaba aquella primera Navidad. Qué paz tan profunda se podía sentir. No había brillo ni colorido. No había pan dulce, ni garrapiñadas, ni sidra, ni adornos. Nada de eso tiene fundamento bíblico.

Decía el pastor metodista Roberto Ríos que la Biblia nos ofrece un solo símbolo, que nadie menciona, que no ha trascendido. Y son los pañales. Porque con los pañales no se puede comerciar; porque a nadie se le ocurriría colgar del arbolito un pañal. "Como señal encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre..."

¿Qué símbolo más adecuado para mostrar lo desvalido y desprovisto que vino el salvador al mundo? Quizás para mostrarnos lo humano que era, lo indefenso. Como cualquier niño que todavía hoy nace en condiciones inhumanas y con menos chance de vida. Pero era imprescindible que aquel bebé frágil, manso, indefenso sobreviviera para convertirse finalmente en el tan esperado Príncipe de Paz. Que, como dice Isaías "Juzgará con justicia a los débiles y defenderá los derechos de los pobres del país".

Y esta sí que es una Buena Noticia! ¿Escuchamos buenas noticias hoy día? Casi que no, al menos si miramos la pantalla chica. ¿Será que no hay buenas noticias? ¿Será que faltan mensajeros? ¿O no queremos ver, ni oír? ¿Será que no hay nada bueno para anunciar? ¿Que los cristianos no tenemos nada bueno para decir? ¿Será que hemos perdido las esperanzas en aquel que vino para transformar nuestras vidas con la suya propia? Espero que no.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Dialogando.

Hombre: Padre Nuestro que estás en los cielos
Dios: Si.. Aquí estoy..
H: Por favor ... no me interrumpa. ¡Estoy orando!
D: ¡Pero tu me llamaste!..
H: ¿Llamé? No llamé a nadie. Estoy orando.... Padre Nuestro que estas en los cielos...
D: N¡¡Ah!!! Eres tú nuevamente.
H: ¿Cómo?
D: ¡Me llamaste! Tú dijiste: Padre Nuestro que estás en los Cielos. Estoy aquí. ¿En que te puedo ayudar?
H: Pero no quise decir eso. Estoy orando. Oro el Padrenuestro todos los días, me siento bien orando así. Es como cumplir con un deber. Y no me siento bien hasta cumplirlo.
D: Pero ¿cómo puedes decir Padre Nuestro sin pensar que todos son tus Hermanos, ¿Cómo puedes decir que estás en los cielos, si no sabes que el cielo es paz, que el cielo es amor a todos...
H: Es que realmente no había pensado en eso.
D: Pero... prosigue tu oración.
H: Santificado sea tu nombre...
D: ¡Espera ahí! ¿Qué quieres decir con eso?
H: Quiero decir... quiero decir... lo que significa. ¿Cómo lo voy a saber? Es parte de la oración. ¡Solo eso!
D: Santificado significa digno de respeto, santo, sagrado.
H: Ahora entendí. Pero nunca había pensado en el sentido de la palabra SANTIFICADO. 'Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo...'
D: ¿Estás hablando en serio?
H: Claro! ¿Por qué no?
D: ¿Y que haces tú para que eso suceda?
H: ¿Cómo qué hago? ¡Nada! Es que es parte de la oración, hablando de eso... sería bueno que el Señor tuviera un control de todo lo que acontece en el cielo y en la tierra también.
D: ¿Tengo control sobre ti?
H: Bueno... ¡Yo voy a la Iglesia!
D: ¡No fue eso lo que te pregunté! ¿Qué tal el modo en que tratas a tus hermanos, la forma en que gastas tu dinero, el mucho tiempo que das a la televisión, las propagandas por las que corres detrás, y el poco tiempo que me dedicas a Mi?
H: Por favor, ¡Para de criticar!
D: Disculpa. Pensé que estabas pidiendo que se haga mi voluntad. Si eso fuera a acontecer.. ¿Qué hacer con aquellos que rezan y aceptan mi voluntad, el frío, el calor, la lluvia, la naturaleza, la comunidad....
H: Es cierto, tienes razón. Nunca acepto tu voluntad, pues reclamo por todo. Si mandas lluvia, pido sol.. si mandas sol me quejo del calor, si mandas frío, continuo reclamando; pido salud, pero no cuido de ella, dejo de alimentarme o como mucho.
D: Excelente que reconozcas todo eso. Vamos a trabajar juntos tú y yo. Vamos a tener victorias y derrotas. Me está gustando mucho tu nueva actitud.
H: Oye Señor, preciso terminar ahora, esta oración está demorando mucho más de lo acostumbrado. Continúo...'el pan nuestro de cada día dánoslo hoy'...
D: ¡Para ahí! ¿Me estas pidiendo pan material? No solo de pan vive el hombre sino también de Mi Palabra. Cuando Me pidas el pan, acuérdate de aquellos que no lo tienen. ¡Puedes pedirme lo que quieras, deja que me vea como un Padre amoroso! Estoy interesado en la última parte de tu oración, continúa...
H: 'Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden....'
D: ¿Y tu hermano despreciado?
H: ¿Ves? Oye Señor, él me criticó muchas veces y no era verdad lo que decía. Ahora no consigo perdonarlo. Necesito vengarme.
D: Pero.. ¿Y tu oración? ¿qué quieres decir con tu oración? Tú me llamaste y estoy aquí, quiero que salgas de aquí transformado, me gusta que seas honesto. Pero no es bueno cargar con el peso de la ira dentro de tí! ¿Entiendes?
H: Entiendo que me sentiría mejor si me vengara.
D: ¡No! Te vas a sentir peor. La venganza no es buena como parece.. Piensa en la tristeza que me causarías, piensa en tu tristeza ahora. Yo puedo cambiar todo para ti. Basta que tú lo quieras.
H: ¿Puedes? ¿Pero cómo?
D: Perdona a tu hermano, y Yo te perdonaré a ti y te aliviaré.
H: Pero Señor.. no puedo perdonarlo.
D: ¡Entonces no me pidas perdón tampoco!
H: ¡Estás acertado! Pero solo quería vengarme, quiero la paz Señor.. Está bien, está bien: perdono a todos, pero ayúdame Señor!. Muéstrame el camino a seguir.
D: Esto que pides es maravilloso, estoy muy feliz contigo. Y tú... ¿Cómo te estas sintiendo?
H: ¡Bien, muy bien! A decir verdad, nunca me había sentido así. Es muy bueno hablar con Dios.
D: Ahora terminemos la oración.. prosigue...
H: 'No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal...'
D: Excelente, voy a hacer justamente eso, pero no te pongas en situaciones donde puedas ser tentado.
H: y ahora... ¿Qué quieres decir con eso?
D: Deja de andar en compañía de personas que te llevan a participar de cosas sucias, secretas. Abandona la maldad, el odio. Todo eso te lleva al camino errado. No uses todo eso como salida de emergencia.
H: ¡No te entiendo!
D: ¡Claro que entiendes! Has hecho conmigo eso varias veces. Vas por el camino equivocado y luego corres a pedirme socorro.
H: Tengo mucha vergüenza, perdóname Señor.
D: ¡Claro que te perdono! Siempre perdono a quien está dispuesto a perdonar también. Pero cuando me vuelvas a llamar acuérdate de nuestra conversación, medita cada palabra que dices. Termina tu oración.
H: ¿Terminar? Ah, sí, 'AMEN!'
D: ¿Y qué quiere decir 'Amén'?
H: No lo sé. Es el final de la oración.
D: Debes decir AMEN cuando aceptas todo lo que quiero, cuando concuerdas con mi voluntad, cuando sigues mis mandamientos, porque AMEN quiere decir ASÍ SEA , estoy de acuerdo con todo lo que oré.
H: Señor, gracias por enseñarme esta oración, y ahora gracias también por hacérmela entender.
D: Yo amo a todos mis hijos, pero amo más a aquellos que quieren salir del error, a aquellos que quieren ser libres del pecado. ¡Te bendigo, y permanece en mi paz!
H: ¡Gracias Señor! ¡Estoy feliz de saber que eres mi amigo!

Autor desconocido.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Lloramos de maneras diferentes

Confesiones de un cristiano dolorido
Tema 9
Jn.11:35

I. Introducción.
Llorar una pérdida o una muerte de un ser querido es algo muy personal. Y lo hacemos de muy diferentes maneras. Algunas personan encuentran consuelo dejando todas las cosas en la casa tal como estaban cuando ocurrió la pérdida. Otros cambian todas las cosas que les recuerda al ser querido.

II. Lo que conforta a unos puede causar dolor a otros.
Hay personas dentro de una misma familia que muestran diferentes actitudes frente a la muerte de un ser querido. La actitud frente a las fotos de esa persona es una muestra de ello.
Tras la muerte de mi madre, mi padre, por ejemplo, lleva una foto de ella en su cartera siempre. Mi hermana, Edna, ha colgado una foto de mis padres en el día de su boda en el salón. En el principio a mi me resultaba muy doloroso ver fotos de mi madre.
En varias ocasiones las fotos me han entristecido. Y la razón es que me hacen presente el hecho de que extraño a las personas que ya no están. ¿Por qué será?

III. No esperes que el dolor sea lógico.

Muchas personas quieren visitar con frecuencia el lugar donde fue sepultado la persona que amaban. Otros no sienten la necesidad de hacerlo. Algunos se sienten reconfortados al visitar el cementerio. Otros sienten más dolor al hacerlo.
Hay personas que necesitan hacer cosas para expresar su dolor. Trabajan y trabajan. Limpian y limpian. Cocinan y cocinan. Caminan y caminan. Ya sabemos que esto no es lógico. ¡Pero el dolor no es lógico! Tenemos que admitir esta realidad cuando otros a nuestro alrededor están sufriendo. Tenemos que esperar que su dolor sea ilógico.

IV. Admitiendo las contradicciones.

No podemos alarmarnos si la manera de expresar el dolor es contradictoria. Si cambia con el tiempo. El consuelo que viene de Dios opera de manera diferente en cada uno de nosotros. No hay una manera de expresar el dolor mejor que otra. Tampoco hay una peor que otra. Cada dolor es único. Personal. Nuestro y de nadie más. Nadie puede indicarnos cuál es la mejor manera de sufrir o reaccionar ante una pérdida de alguien que amamos.
Tras el funeral de mi madre, mi padre invitó a los amigos y los miembros de la iglesia a compartir algunos alimentos y bebidas. Algunos miembros de la familia se sintieron extrañados. Pero mi padre conocía a mi madre muy bien. Estaba seguro que ella hubiera sugerido que las risas y la reunión dominaran cualquier circunstancia de la vida por triste que esta fuera.

V. No hay que controlar el llanto de los demás.

Si no hay una única manera de llorar y el dolor es ilógico, entonces, ¿Qué se puede decir al respecto?
Primero, debemos admitir que sentimos dolor. No hay que negarlo o posponerlo. Podemos decir que somos cristianos doloridos y el mundo no se romperá en pedazos. Podemos decir que tenemos el corazón hecho pedazos; pero que se lo hemos dado a Cristo para que nos lo componga.
Segundo, hay que dejar que el proceso de dolor siga su curso. Los terapeutas afirman que el duelo puede durar hasta dos años y que nunca nos repondremos totalmente de él. Si lo negamos o tratamos de acortarlo estaremos prolongando el sufrimiento personal.

VI. Conclusiones.

El dolor lleva su tiempo. No tiene atajos. También requiere la compañía y la comprensión. El tiempo que una persona requiere para superarlo no ha de ser el mismo que requieran otros.
¿Cuanto dura el dolor? No tengo la más mínima idea. Cada uno de nosotros lo pasa de una manera diferente. Palabras como: ¡Ya basta de llorar! ¡Contrólate! Las dicen personas que no tienen idea de cuanto puede sufrirse tras una pérdida.
Pero hay otra verdad rondando. Jesús está cerca. Guiando y dirigiendo nuestro camino. El te comprende por lo que estás pasando y por eso está cerca, aunque no lo notes, todo el tiempo. Mientras te duré la tristeza estará, no importa cuan largo e intenso sea el camino.

lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Resignación cristiana?

Eso que dice el título es una falsedad. No conozco ninguna resignación cristiana. Resignación y cristiana no pueden jamás ir juntas. Son totalmente antagónicas. Si te resignas, no eres cristiano. Si eres cristiano, no te resignas. Para esto, para evitar toda tentación a la resignación, vino Cristo.
Lo que hace incompatible el ser cristiano con la resignación es que, cuando nos resignamos, nos cerramos todas las puertas y todas las posibilidades de futuro. Es el fin. Delante de nosotros ya no hay nada. Es la derrota total. Hemos perdido, y la vida es solamente el campo desierto, la debacle que queda después de la batalla, si la ha habido. Resignarse es conformarse. Ya no hay nada que hacer. Ya no hay un futuro digno por el que luchar. Pablo expresa este tipo de actitudes con la frase: Comamos y bebamos que mañana moriremos (1 Co 15,32). Otros dicen: total, por dos días que vivimos…! Toda resignación es una invitación a la pasividad, a la inacción. Es dar por bueno, o aceptable, lo malo. Significa afirmar que ni para el mundo ni para la vida hay remedio.
Por la resignación nos encerramos en nosotros mismos en una vida sin sentido y sin proyección. La resignación es la palabra de los perdedores. Y el mundo, este mundo, está lleno de perdedores. Algunos porque nunca han intentado transformar la realidad. Otros, porque los golpes que han recibido de la vida –y algunos, hay que reconocerlo, son muy duros- los han llevado a la desesperación y, de allí, a la resignación. Ya no esperan nada digno de ser esperado.
La palabra que sí se aviene con cristiana es paciencia. Hay una paciencia cristiana. La diferencia fundamental con la resignación es que la paciencia implica esperanza. Esperanza para la vida y para el mundo. Esperanza de renovación y de transformación. Y no me refiero solamente a la esperanza cristiana, sino a todo tipo de esperanza, aunque sea laica o formalmente atea. Los cristianos tenemos esperanza para esta vida y para la eternidad. Pero, con nosotros, hay muchos no cristianos que, gracias a Dios, tienen todavía esperanza para este mundo. No han tirado la toalla. Pienso, por ejemplo, en estos cooperantes secuestrados que, con muchos otros, en otras partes del mundo, no han perdido la esperanza para el tercer mundo y han dedicado su vida a transformar la realidad. Pienso en los misioneros de todas las confesiones que han luchado y sufrido para aportar la fe y la esperanza a los que estaban lejos. Los resultados no han sido inmediatos ni totalmente satisfactorios, pero lo importante es luchar y persistir con paciencia, sabiendo que al final, aunque jamás lo veamos nosotros, habrá una victoria sobre la injusticia, sobre el hambre, sobre la corrupción, sobre el nihilismo de una parte tan grande de nuestra humanidad.
Pero, ¡cuidado!, entendamos bien qué significa paciencia. No es la espera pasiva ni el optimismo nefasto que se dedica a esperar que las cosas se arreglen por si solas, o que otros lo hagan. Se trata de una paciencia activa, de una actitud de lucha y, muy a menudo, de sacrificio para hacer nuestra aportación a la transformación de nuestra realidad física, moral y espiritual. Se trata de la actitud de los vencedores, o, en palabras de Pablo, de los más que vencedores que, a pesar de la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, o la espada (Ro 8,35) están seguros de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo provenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá apartar del amor de Dios (Ro 8,38), es decir, de la voluntad salvadora de Dios para este mundo que es el fundamento de nuestra esperanza y la razón de nuestra paciencia

Enric Capó.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Programa Navidad 2009

17 Diciembre 7.30 pm
Vigilia de Adviento
Iglesia Ortodoxa Rumana
c/ Florentino Ballesteros, 23

20 Diciembre 11.00 am
4º Domingo Adviento
“La primera Navidad”
Teatro infantil

25 Diciembre 12.00 m
Culto de Navidad
“La música que oye el Mesías”

27 Diciembre 11.00 am
Culto de Acción de Gracias

29 Diciembre 7.00 pm
Reunión de matrimonios.



¡Feliz Año Nuevo!

Vigilia Ecuménica de Adviento

17 de Diciembre 2009
7.30 pm
Iglesia Ortodoxa Rumana
c/ Florentino ballesteros, 23

El problema del consuelo.

Confesiones de un cristiano dolorido
Tema 8
Salmo 23

I. Introducción.

A la mañana siguiente de la muerte de mi madre, después de tomar un desayuno muy ligero, mi padre, mi hermana y yo conversamos, lloramos e hicimos todo lo posible por consolarnos. Luego salí a caminar hacia las afueras del pueblo. Por el mismo camino que meses antes había paseado con mi madre.

Mientras caminaba me sentía perdido. Así que le pedí a Dios que se hiciera presente, que me consolara. Yo creía, entonces, que la presencia de Dios sería el indicativo de que mi madre estaba bien. Aunque eso yo lo creía mentalmente, necesitaba sentirlo. Quería tener la garantía de Dios consolándome.

II. ¿Cómo consolar?
Como personas sensibles y solidarias, siempre tratamos de hacer lo correcto. Sin embargo, hay veces que al tratar de hacer lo correcto y no tener éxito, podemos hacer más daño que bien. Tal es el caso, al intentar consolar a las personas que se encuentran de duelo. En esas situaciones, una de las peores cosas que se pueden hacer es recurrir a frases que no sólo han sido repetidas en exceso, si no que además están completamente fuera de lugar.
Una típica frase que se dice es: "Él está ahora en un mejor lugar". ¿Cómo puede saber alguien tal cosa? Esta declaración no es de ayuda para ningún doliente. Lo que sabemos, es que este mundo es un buen lugar, ya que es un lugar para hacer el bien. La muerte, por lo tanto, es una tragedia.
Otra frase que no es de ninguna ayuda para los dolientes es decir, que Dios necesitaba más al difunto de lo que los vivos lo necesitaban. De nuevo preguntamos, ¿Cómo alguien puede saber eso? Además, hace quedar a Dios como si fuera una entidad completamente egoísta, que causa tragedias en este mundo con el propósito de unir más personas a Su equipo en el cielo.
Otra frase, no recomendable para decir, después de la muerte de alguna persona que haya vivido hasta los ochenta o noventa años es: "por lo menos él vivió una vida completa". No importa que tan bien intencionadas eran esas palabras, son una cruel invasión hacia las emociones del doliente. Este tipo de frases trivializan el dolor del deudo y lo hacen sentir como si estuviera sufriendo por algo innecesario. Esto desconecta al doliente del que intenta reconfortarlo, cuando el propósito de consolar es conectarse al doliente.
Muchas personas que han estado de luto por tragedias familiares, me han expresado sus molestias sobre comentarios como este que acabamos de mencionar. Ellos afirman que razonamientos como estos son degradantes y banalizan sus sentimientos. Contrariamente a lo que piensa la gente, ellos creen que la experiencia de vivir tanto tiempo junto a los padres hace más difícil la separación que acarrea la muerte.
III. Se necesita más que buenas intenciones.
El problema es que se necesita algo más que buenas intenciones para poder consolar a una persona que ha sufrido una pérdida. El buscar el "lado bueno" de la tragedia y comentarlo a los familiares, puede ser muy perjudicial para todos. Sin sumergirnos tanto en otros ejemplos, podemos agregar a nuestra lista de frases para no decir, algunas como: "Yo sé cómo te sientes", "La vida sigue", "Pronto te vas a sobreponer", "Tienes otros hijos", "Tu pena pasará rápidamente", y "Tienes toda una vida por delante". Todos estos comentarios banalizan el dolor, en vez de respetar la gravedad del sufrimiento.
Las visitas a dolientes, nos desafían a ser excesivamente sensibles y cuidadosos con lo que sale de nuestros labios. Una vez que las palabras salieron, no pueden ser anuladas. Es bonito cuando los dolientes entienden y aprecian nuestras buenas intenciones, pero no deberíamos confiar en esto.
IV. Consolar sin palabras.
¿Cómo puede uno consolar sin decir palabra alguna? Consolar a alguien puede lograrse simplemente acompañando al doliente, incluso en silencio. Todos estaríamos de acuerdo que ir y no decir nada es mejor que ir y decir algún comentario molesto o desagradable. Claro está, el mejor resultado puede lograrse al visitar y compartir pensamientos y reflexiones inteligentes.
¿Pero cómo puede alguien saber que es apropiado si cada doliente piensa distinto? La respuesta es a través del silencio, acercándonos con los labios sellados y con los oídos completamente abiertos. Este es el protocolo judío, un protocolo comúnmente ignorado, para las visitas a dolientes. Ve, siéntate y escucha. El doliente empezará a hablar, y ahí sabrás que es lo que necesita. Después puedes responderle. Esta es la forma segura y sensible para confortar a los que han perdido a ser querido.
Ten siempre en mente que no importa que tan raro puedas sentirte al ir a visitar a alguien de duelo, no se trata de ti, se trata del deudo. ¿Qué cosas van a causar que el doliente se sienta mejor?, ¿Qué le va a provocar una sonrisa? La respuesta puede ser difícil de hallar, o quizá puedes tener muchas respuestas. Mientras más esfuerzo pongas en resolver esas preguntas, es más probable que puedas verdaderamente cumplir con las obligaciones religiosas y sociales de consolar a dolientes. Y a su vez es más probable, que el doliente sea ayudado a transitar el camino que va desde el dolor hacia el agradecimiento, agradecimiento por la vida que tuvo su ser querido.

Audición musical del Mesías

Por problemas de agenda del conferenciante que dirigiría la Audición musical del Mesías, esta actividad queda suspendida el día de hoy hasta nuevo aviso.

Foto de familia

El domingo 6 de Diciembre se procedió a realizar la foto de familia de la Iglesia una vez finalizada la Celebración dominical.

La posesiones y dineros de las iglesias, patrimonio de los pobres (2). El salario de los pastores

Los pastores y pastoras no cobran grandes sueldos por su trabajo. Esa es la verdad. Y lo afirmo a pesar de la dificultad de no conocer el sueldo medio de un pastor evangélico en nuestro país, no existen estudios al respecto. Sólo conozco con certeza lo que cobra el que aquí escribe. Por otra parte, bien es verdad que la mayoría de las iglesias evangélicas estipularán el sueldo de su pastor en base a su membresía y a las cualificaciones del pastor seleccionado. Un pastor cobrará una cantidad, mientras otro recibirá otra. La desigualdad económica se ha hecho un hueco en el espacio ministerial evangélico. Cosas del libre mercado... Pero eso es harina de otro costal.
En primer lugar, me gustaría decir que, en mi opinión, la tarea ministerial tiene que ver con vocación y no con remuneración. Mal empieza el que se plantea el ministerio cristiano con criterios económicos. Calvino tiene mucho que enseñarnos al respecto. Ya hemos escrito sobre el “principio de las cuatro partes”. Decíamos, en la anterior entrega , que el 50% por cierto de las rentas y los dineros de la Iglesia deberían ir directamente a solventar las situaciones de pobreza y necesidad, mientras que sólo -pensarán algunos- un 25% se destinaba al sueldo del ministro eclesiástico.
Calvino escribe que los “antiguos” ponían mucho cuidado en que “los ministros, que deben servir de ejemplo a los demás de sobriedad y templanza, no tuviesen salarios excesivos de los cuales pudieran abusar para lujo y delicadezas, sino que simplemente proveyesen a sus necesidades” (IRC, IV,IV,6). Más adelante escribe el reformador que “si alguno comenzaba a excederse y se pasaba de la raya en la abundancia, la suntuosidad y la pompa, al momento era amonestado” por sus colegas, “y si no se corregía era depuesto” de su ministerio pastoral (IRC, IV,IV,7).
¡Cómo han cambiado los tiempos! Desde mis inicios en el camino de Jesús de Nazaret, siempre me sorprendió -y me sigue sorprendiendo- la imagen de algunos “ministros eclesiásticos” que, más que parecer seguidores de Jesús de Nazaret, se asemejan a hombres de éxito, cuasi ejecutivos de alto standing, auténticos figurines...
Los pastores y pastoras del pueblo de Dios debemos tener en cuenta que las posesiones y los dineros de la Iglesia son patrimonio de los pobres y ello debe iluminar nuestros apetitos económicos y estilos de vida. Me explicaré, el sueldo de los pastores subirá en estrecha relación a lo que ascienda el 50% de lo que, según el principio de las cuatro partes, corresponde a los pobres. Más claro todavía, si una iglesia quiere pagar a su pastor o pastora, por poner una cantidad redonda, mil euros brutos debe considerar que para combatir la pobreza debería dedicar dos mil euros. Os aseguro que, de ser así, las iglesias cambiarían su rostro y mostrarían, sin necesidad de discursos, que están -junto a sus pastores- al lado de los pobres.
Concluyo con el recuerdo de lo que enseñaba a mis estudiantes de teología: la situación de los levitas, en el texto canónico, estaba unida de forma indisoluble al destino y situación de los pobres del pueblo de Dios. Vienen a mi memoria dos versículos del libro de Deuteronomio en el que aparecen los levitas (¿pastores del pueblo de Dios?) insertos en el grupo de los extranjeros, huérfanos y viudas (Deut. 26:12,13). Lo que, en mi opinión, implica que su destino estaba ligado a los que podríamos calificar como grupos en peligro de exclusión social. Si el pueblo de Dios era pobre, los levitas eran pobres. Si los levitas eran pobres, el pueblo de Dios era pobre. Si los levitas era “ricos”, y el pueblo de Dios era pobre, algo no funcionaba. Y viceversa.

Uno de los puntos por los que pasa la renovación de la Iglesia, sin duda, tiene que ver con el aspecto económico y especialmente con la opción que pastores y pastoras, en compañía del pueblo de Dios, hagan por los pobres “ad intra” y “ad extra”.

Ignacio Simal

jueves, 3 de diciembre de 2009

El principio de las cuatro partes. I

Estamos finalizando 2009. Las iglesias e instituciones cristianas ya llevan tiempo trabajando en la tarea de preparar sus presupuestos. Es, pues, un buen momento para hablar de dinero.

Algunos, espero que los menos, pensarán al leer el título de mi columna que ha salido de un teólogo de la liberación o de un pertinaz izquierdista. Nada más lejos de la realidad. Fue Calvino, el reformador de origen francés, que en su deseo de regresar a las fuentes del cristianismo escribió: “Los obispos antiguos han formulado muchos cánones y reglas con los cuales les parecía que exponían las cosas más por extenso de lo que están en la Escritura, sin embargo acomodaron toda su disciplina a la regla de la Palabra de Dios, de tal modo que se puede ver fácilmente que no ordenaron nada contrario a aquella” (IRC, IV, capítulo IV, 1). De ahí que dijera, en concordancia con esos cánones, “que todo cuanto la Iglesia tenía en posesiones, o en dinero, era patrimonio de los pobres” (IRC, IV, IV,6).

Nuestro reformador recupera para nosotros, cristianos del siglo XXI, la forma en que “los antiguos” diseñaban las líneas generales de su presupuesto económico. Reconocían la necesidad de sostener a sus pastores, de mantener sus “templos”, pero sobre todo tenían la convicción de que el centro de todo su presupuesto debía tener unos protagonistas principales: los pobres y los extranjeros.

Escribe Calvino que en la antigüedad se distribuía “la renta de la Iglesia en cuatro partes: la primera para los ministros; la segunda, para los pobres; la tercera, para reparación de las iglesias y cosas similares; y la cuarta para los extranjeros y pobres accidentales”. Cualquier lector, o lectora, adivinará que el 50% de las posesiones y los dineros de la Iglesia iban destinadas íntegramente a los desposeídos y necesitados. ¿Alguien imagina una iglesia que destine el 50% de su presupuesto a combatir la pobreza “ad intra” y “ad extra”..?

Y ahí está el meollo de la cuestión. No conozco iglesias, ni instituciones -esas que denominamos, infelizmente, “para-eclesiales”, que destinen la mitad de su presupuesto a proyectos que logren que los pobres y excluidos dejen de serlo.

Tal vez, en el inicio del calendario cristiano (tiempo de adviento), las iglesias, y sus instituciones, deben comenzar a caminar por senderos nuevos, distintos a los acostumbrados. Senderos que hablen, en voz más que alta, de solidaridad y compromiso con la realidad de la pobreza y la exclusión social.

¿Qué sucedería si el 50% de nuestros presupuestos fueran destinados a luchar contra la pobreza..? Posiblemente, y ante la respuesta a esa pregunta, comprobaremos que el patrimonio de los pobres, al contrario de lo que nos sugiere Calvino, son las migajas que caen de la mesa de nuestras iglesias. Ellos son actores secundarios en nuestros presupuestos eclesiales. ¡Lástima!

Ignacio Simal

Se hace camino al andar.

2º Domingo de Adviento.

Tengo algunos recuerdos de mi infancia que en estos días han vuelto. Recuerdo cuando salíamos de viaje hacía la costa sur en las vacaciones que la carretera entre las montañas me parecía infinita. Que nunca se acababa. Que nunca llegaríamos al final. Siempre la carretera. Siempre la carretera. Yo quería ver el mar, pero el mar demoraba en verse en el horizonte.

Les invito a que veamos lo que nos cuenta Lucas 3: 1-6:

1En el año quincea del gobierno del emperador Tiberio, Poncio Pilato era gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo gobernaba en Iturea y Traconítide, y Lisanias gobernaba en Abilene. 2 Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo habló Dios en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías, 3 y Juan pasó por toda la región del río Jordán diciendo a la gente que debían convertirse a Dios y ser bautizados,i para que Dios les perdonara sus pecados. 4 Esto sucedió como el profeta Isaías había escrito:
“Se oye la voz de alguien que grita en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor;
abridle un camino recto! 5 Todo valle será rellenado, todo monte y colina será nivelado, los caminos torcidos serán enderezados y allanados los caminos escabrosos.
6 Todo el mundo verá la salvación que Dios envía.


Este es el texto indicado para esta mañana y me recuerda que, a veces, nosotros somos como los que hacen un viaje, no nos importa el paisaje, sino llegar. Nos impacienta la demora, queremos ver el final ya.

Vivimos días agitados. Andamos en estos días sin esperarnos unos a otros y luego nos quejamos de que vamos solos. Incluso nos quejamos de que no encontramos a Dios. ¿Será que Dios se ha enfadado con nosotros?

Tenemos algunas certezas teológicas. Una de ellas es la sensación de que creemos que Dios anda siempre escondido. Que se esconde de nosotros. Pero no, no está escondido. Lo que pasa es que no sabemos donde encontrarlo. Y la realidad es que Dios no está donde nosotros quisiéramos que estuviera.

Según las Escrituras Dios se manifiesta donde quiere y cuando él quiera. Acudirá a nuestro encuentro pero no de la forma que nosotros deseamos, no de la forma que nosotros queremos oírle. Dios está en el nuestro mundo, en nuestra historia personal y sólo ahí, en el mundo y en la historia, lo vamos a encontrar.

Y para encontrarle debemos andar el camino de nuestra vida pero no de forma repetitiva ni de manera solitaria. Los caminos se hacen andando. Y en los caminos nos tropezamos con gentes. En los caminos podemos facilitar que la gente se encuentre con Dios.

Ya no somos niños, aunque haya días que nos comportamos como ellos. Nosotros esperamos con ilusión y esperanza. Eso es también Adviento.

Nuestra vida está llena de niños- Algunos son pequeños y otros son grandes. Pero todos necesitan de nuestro cuidado. A veces somos nosotros esos niños que requieren que nos quieran y nos cuiden, porque estamos perdidos. Por mucho que algunos se empeñen en decirnos malos augurios, el amor siempre es posible. Nuestra vida está relaciona con la manera que pensamos y decidimos. Si has decidido pensar que la gente te engaña, entonces todos a tu alrededor serán engañadores. Si crees que el camino es duro antes de salir de casa, pues lo será y nadie podrá demostrarte lo contrario. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

El mensaje paulino de adviento es: cambia tu manera de pensar, para que cambie tu manera de vivir.

Tengan paz.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La comunión de los santos.

Vigilia ecuménica en Sabiñánigo
Efesios 2: 14-22

Adviento entra en nuestras vidas con sus dramas de fe. Adviento nos recuerda que hoy somos libres. Y somos libres precisamente por el encuentro liberador con la Palabra.

Estamos ante uno de dos de los cuadros en los que Pablo que define al cristianismo y en ambos se os fijáis bien Jesús tienen un papel principal: Jesús es el pacificador y la Iglesia es una comunidad de gentes.

Jesús es el pacificador (v.14). Cristo es nuestra paz por lo que hizo: derramó su sangre en la cruz y se ofreció para estar unido a su pueblo; ¿pero que hizo? Ha echado abajo una pared de separación que existía entre los judíos y los gentiles. Una pared anticuada. Fuera de época. ¿Y por qué lo hizo? Para crear algo nuevo, podría ser la respuesta más teológica. Para reconciliar, podría ser la respuesta más espiritual. Una reconciliación que pasa por abolir la enemistad y la Ley de los mandamientos expresada en ordenanzas (v.15).

Es imposible dejar de ver la manera paulina de pasar de algo viejo a algo nuevo. No podemos pasarlo por alto. Si la Ley había abierto una brecha en la humanidad, por ejemplo entre judíos y gentiles (v.16), Cristo une lo que estaba separado, creando algo novísimo con la gente. Pero no de cualquier tipo de gente, sino una comunidad de gente nueva: una nueva humanidad que tiene en el centro de su vida al propio Jesucristo (v.19).

Y esa nueva humanidad se conoce por tres cosas: es el Reino de Dios, es la familia de Dios, es el templo de Dios.

Me pregunto si hoy hay algo más urgente en la extensión del evangelio que la iglesia sea lo que debe de ser y se le vea como tal, por la obra de Cristo: una comunidad modélica, una humanidad nueva, una familia de hermanos y hermanas reconciliados que aman al Padre y se aman unos a otros, sin duda se trata de la morada del Espíritu.

Cuando esto ocurra el mundo creerá que Cristo es el pacificador. Sólo entonces Dios recibirá la gloria.

Decía Ireneo de Lyón: La gloria de Dios es la vida del hombre, pero Dios es la vida del hombre.

Tengan paz.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Vigilia por Adviento

Jueves 17 de Diciembre 7.30 pm

Iglesia Ortodoxa Rumana
c/ Florentino Ballesteros, 23

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Un poco de historia. Solo un poco.

En el año 1870 comenzó el trabajo evangélico en Zaragoza. Antonio Carrasco inauguró los cultos el 20 de Marzo en una planta baja situada en Coso, 135, cerca de la universidad y esquina a la calle San Jorge. Este edificio fue con el paso de los años cuartel de la Guardia Civil. A esta iglesia zaragozana se le dio el nombre de Iglesia del Espíritu Santo.

A la partida de A. Carrasco, la iglesia quedó en manos del José Eximeno, pastor gaditano, el cual trabajó por el crecimiento de esta comunidad. La primera de las iglesias protestantes en la ciudad. La asistencia a los primeros cultos celebrados fueron muy concurridos. La gente tenía curiosidad d a los protestantes, de los cuales se sabía que habían sufrido cárceles y destierros por su fe. En el año 1871 la Iglesia tenía 81 miembros comulgantes.
El 23 de Junio de 1876 se inaugura la nueva capilla en la calle San Pablo, 85. Y ofrece estudios bíblicos, reuniones de señoras, dos cultos dominicales y jornadas de predicación.

En 1882 se encuentra de pastor de la Iglesia, Manuel Carrasco.

En 1885 viene como pastor a Zaragoza, Carlos Araujo Carretero. Llegó en una época en que la epidemia de cólera y crisis económica hizo estragos en España. La iglesia en Zaragoza estaba reducida a 65 personas. Sin embargo Araujo hizo de Zaragoza el centro de su obra evangelizadora por los pueblos de Aragón. Creando pequeñas comunidades en Tauste, Lalueza, Ejea, Villamayor, Pinseque, Alfocea, Pedrola, Cervera, Utebo, Brea y Zuera.

Del 4 al 16 e Agosto de 1910 se celebra en la ciudad un gran mitin y campaña en pro de la libertad religiosa. El Ayuntamiento concedió a la Iglesia el uso del Salón Consistorial y hubo una asistencia de más de tres mil personas.

El 6 de marzo de 1923 se hace cargo de la Iglesia el pastor Mauricio Lusa y estará hasta 1930. Y a pesar de la dictadura de Primo de Rivera donde no se tolera la propaganda religiosa, la iglesia de Zaragoza cuenta con un grupo de jóvenes de jóvenes de 32 personas.
En 1930 asume el pastorado de la Iglesia José Maria Gorría, quien tras en un accidente automovilístico muere un año después. Le sucede en la Iglesia el pastor Antonio J. Díaz. Quien tras dos años de servicio es sustituido por Benjamín Heras el 1 de agosto de 1933.

Llega la guerra civil y el 18 de Agosto de 1936 la capilla es asaltada por fuerzas políticas franquistas y clericales. Los muebles son destrozados, las Biblias y los himnarios quemados. El pastor Heras es detenido y encerrados con otros tantos de zaragozanos en la plaza de toros. La vida congregacional queda rota y dispersa.

En 1951 asume el pastor Daniel Vidal la labor evangélica en Zaragoza, pero situación de represión y acoso se mantuvo más allá de 1956. Caracterizándose, no sólo por el cierre de capillas y lugares de culto en Zaragoza, sino en toda España.

En 1958 es pastor de la iglesia Sebastián Rodríguez que estará en Zaragoza hasta 1964. Le sustituye Vicente Medina hasta 1970.
En 1970 llega a Zaragoza el pastor Moisés Moreno y con él el proyecto de hacerse de un nuevo local para reuniones y casa pastoral. En el año 1971 comienza la construcción del edificio que sirve de cede a la Iglesia Reformada de Aragón en la actualidad. La labor y entusiasmo del pastor Moreno ayudó a que la Iglesia creciera hasta contar en sus libros de membresía de más de 150 personas.

En 1977 asume el pastorado de la Iglesia Julio Roberto Asencio y lo estará hasta 1991. Estos años se caracterizan por actividades de índole ecuménica e intercambio de visitas con Iglesias Reformadas del sur de Francia. Ya en 1980 habían comenzado conversaciones entre el Estado y las iglesias protestantes. En la Constitución se imprime el derecho de cada ciudadano a elegir el tipo de creencias religiosas a practicar.

Entre 1991 y 1996 es pastor de la Iglesia Pablo García. El cual no sólo investigó y escribió la historia de la iglesia en Zaragoza, sino que lo hizo con la vida misma de la Iglesia Evangélica Española (IEE).
Entre 1996 y 2000 es pastor de la Iglesia Daniel Vergara, quien conjuntamente con el ministerios pastoral de Zaragoza, atiende las comunidades de Jaca y Pradejón, un pueblo de La Rioja. En el verano del 2000 es designado Carnot Roque, obrero fraternal de la Iglesia Presbiteriana de Brasil, como encargado de la pastoración de la Iglesia.

Es a partir de agosto del 2001, que el estudiante del Seminario Evangélico Unido de Teología(SEUT), en Madrid, Augusto G. Milián, asume la pastoración. Para esa fecha la Iglesia cuenta con 23 miembros comulgantes.

Pablo Garcia Rubio.
La Iglesia Evangélica Española.

Programa de ecumenismo. Trimestre 2009

Octubre
7 Presentación del Encuentro
20.00 h Ig. San Miguel

15 Diferencias entre Verdad y opinión
19.00 h. Ig. Reformada

21 Volviendo a leer Ro.8: 31-32
20.00 h. Ig. San Miguel

28 ¿Cómo explicar nuestra verdad?
19.00 h Ig. Reformada

Noviembre

4 Pablo: Debate de la película
20.00 h Ig. San Miguel

11 No somos dueños de la Verdad
19.00 h Ig. Reformada

18 Cena cultural
21.00 h Ig. San Miguel

25 La búsqueda de la Verdad
19.00 h Ig. Reformada

Diciembre

2 Mesías: Audición musical
20.00 h Ig. San Miguel

9 ¿Podemos alcanzar la Verdad?
19.00 h Ig. Reformada

16 Oración Ecuménica
20.00 h Ig. San Miguel

Colaboran
Delegación Ecumenismo
Iglesia San Miguel
Iglesia Ortodoxa Rusa
Iglesia Reformada de Aragón

Valorando los momentos vividos.

Taller de oración.
Tema 9

I. Introducción.

La vida nos demuestra cada día que el modo en que nos sentimos con respecto a nosotros mismos afecta en forma decisiva todos los aspectos de nuestra experiencia. Los problemas revelan la visión íntima que poseemos de nosotros mismos, por lo tanto, la autoestima es la clave del éxito o del fracaso.

Asimismo, sostienen que la angustia, la depresión, el abuso del alcohol o de las drogas, el bajo rendimiento en el estudio o en el trabajo, entre otros problemas pueden atribuirse a una estima deficiente. De todos los calificativos que recibimos a diario, ninguno es tan importante como el nuestro propio. La autoestima positiva es el requisito fundamental para una vida plena.

II. Hay que hacerse preguntas.

Hacerse preguntas del tipo: ¿Qué pasaría con tu seguridad en ti mismo si sigues en lo mismo? ¿Cómo seria tu futuro si decidieras resistirte o posponer más aún los cambios que sabes que necesitas? Mirando la vida de otras personas a tu alrededor que en algún momento también hubieran necesitado cambiar situaciones similares a las que enfrentas ahora y decidieron no hacerlo ¿Qué piensas de cómo las ves hoy? ¿Como seria para ti llegar a vivir como los ves hoy?¿Es este el futuro que deseas?

Es más fácil no pensar, distraerse en otras cosas y perderse en la inconsciencia de lo que estamos construyendo con las decisiones que tomamos cada día.
Abrir el lente con el que miramos puede darnos nuevas perspectivas y reconsiderar y revalorar lo que estamos haciendo con nuestras vidas.

III. Valorando a los demás.

La Biblia enseña que nuestro amor a Dios es manifestado cuando amamos y honramos unos a otros. Como nos tratamos los unos a los otros afecta directamente nuestro cristianismo. Juan en su primera epístola a la iglesia dice que cualquier persona que odia su hermano todavía está en oscuridad. Recordemos el mandamiento del Jesús:

"Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros." Juan 13:34-35.

IV. Elementos necesarios para lazos cariñosos.

1. Compromiso: tenemos que mostrar nuestro compromiso. El amor requiere de evidencias. De recordatorios verbales y no verbales.

2. Conversaciones significativas: hay que interactuar verbalmente. También se interactúa de manera no verba. Por ejemplo: una mirada alegre.

3. Actividades: Convivencia. Hay que averiguar que le gusta a la otra persona. E involucrarse.

4. Necesidades físicas. Hay que ser cariñoso. Tocar con las manos. Abrazar. Aprovisionar.

V. ¿Y yo cuando?

Pero no sólo hemos de valorar a los demás. ¿Cuándo pensamos en nosotros? La respuesta está en nuestras manos. La decisión que asumamos depende del valor que le concedamos al tiempo para pensar en nosotros: para estar con nosotros mismos, reflexionando acerca de la existencia que estamos llevando. A solas.
Preguntarnos por nuestros ideales, sueños y verdaderos intereses, comparándolos con lo real. ¿Cuán grande es la brecha que nos separa de nosotros mismos? ¿Qué es lo que más apreciamos de la vida? ¿Estamos dispuestos a cambiar lo que nos disgusta? Reflexión basada en la acción que tenemos aquí y ahora. No en lo que ya vivimos o en lo que nos gustaría vivir. Vivimos el presente. El pasado ya pasó. Y en futuro aún no ha llegado. De nada sirve la lamentación, el reproche, ni el reclamo propio. La cuestión es hacer lo mejor que podemos con lo que tenemos.

VI. Poema

Debo aflojarme más, rompiendo el velo
que ciega muchas veces tu figura,
y avanzar hacia ti, con fe segura,
superando mi angustia y mis desvelos.

Debo aflojarme más en la ternura,
En oler el aroma de tu pelo,
En arder al influjo de tu celo,
En vivir cada instante con premura.

Debo, me digo, debo y debo
Y de tanto deber, siento acero,
Que se clava, tenaz, en mis entrañas.

martes, 24 de noviembre de 2009

Tengo un amigo que cultiva cebollas.

Tengo un amigo que cultiva cebollas. Es de esa gente que viene poco a la ciudad y que no tiene título universitario ni entiende los sermones academicistas; pero que siembra las plántulas, abona la tierra, riega los surcos y recoge la cosecha bajo un sol de justicia. Y como si esto fuera poco, en un arranque de acción de gracias, ofrece los frutos de su trabajo a los familiares y a los amigos que le visitan.

Le explico a mi amigo el significado de las palabras de Jesús: Yo soy el pan de vida que descendió del cielo. Le explico que estas palabras son la última parte del discurso pronunciado en Cafarnaún. Que Jesús es repetitivo en cuestiones de alimentos y que lo que ahora dice ya lo había dicho antes: él se propone como comida para sus seguidores. Y que en el lenguaje semítico comer la carne de algo conllevaba a estar unido a ello. De ahí la referencia que hacía que su carne fuera el verdadero alimento. Haciéndose un paralelismo donde la vida eterna esta asociada a estar en Jesús. Y para el que no le quede claro, Jesús hace la diferencia entre el comer maná y su propuesta.

Mi amigo se queda en silencio. Se quita el sombrero y se arrasca la cabeza. Me dice que hablo como en cantones. Que doy demasiadas vueltas. Y me explica, sin previo aviso, la diferencia que hay entre ser dar y darse. Me comenta, como si yo tuviera siete años, que no es lo mismo hacer cosas para que los demás vean lo bueno que somos; que hacer cosas para que los demás vivan mejor. Y esta diferencia es tan aplicable a las relaciones entre personas como a los vínculos empresariales.

Yo vuelvo a la carga. Le comento que las palabras de Jesús nos animan a revisar nuestra adhesión a su proyecto. Que en el camino del seguimiento de Jesús el alimento verdadero es su Palabra. Ella nos acerca al Dios de la Vida y nos ayudan a permanecer unidos a El, y El habitando en nosotros.

Mi amigo, el que cultiva cebollas, me sonríe con jovialidad. Me mira con misericordia. Me dice que mis palabras son bonitas, pero que solo son palabras, que les falta poesía y pasión. Que un mensaje sin pasión es sólo un proyecto sin ejecutar. Entonces me explica porque hay hombres y mujeres que tienen fe y otros simplemente practican ritos.. Me muestra los sinsabores de la humildad y los de la incapacidad de quererse un poco a uno mismo.

Regreso a la ciudad con un papel manchado de tierra en el bolsillo y una caja de cebollas como equipaje.

Tengo un amigo que cultiva cebollas que me pone por escrito para que lo memorice el concepto de perdón y el de dejarse avasallar. Jesús no se dejó avasallar, por eso perdona y muere. Por eso se hace pan. Por eso es Vida.

Somos los elegidos por Dios.

Mc. 13. 24-32

Querida iglesia:

Una de las doctrinas que distinguen nuestra fe como reformados es la de la elección incondicional. Y lo que viene a decir esta doctrina es que Dios escoge, desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-8) a aquellos que de los cuales Dios le place, a fin de traerlos al conocimiento de sí mismo. Y esto no está basado en ningún mérito de los elegidos.
Pero hay una tensión en las Sagradas Escrituras entre la soberanía de Dios en la salvación y la responsabilidad del hombre para creer, la cual esta doctrina no trata de resolver. Ambas son verdad, el negar la responsabilidad del hombre es afirmar un híper-calvinismo (no bíblico); y el negar la soberanía de Dios es afirmar un arminianismo, el cual tampoco es bíblico.
Yo espero que la palabra elegido pueda significar algo para Uds. pero quiero compartir algunas impresiones en esta mañana al respecto.

Cuando sabes que has sido elegido, comienzas a ser consciente de que eres una persona especial. Alguien se ha fijado en ti y ha expresado el deseo de conocerte. De amarte. Mirando así el asunto entonces puedo decirles que Uds. han sido vistos por Dios desde la eternidad. Y Dios les ha encontrado especiales. Desde antes que comenzarán a caminar, desde antes que fueran sostenidos por los brazos de vuestros padres, ya Dios les había acariciado.

Pero esto nos hace enfrentarnos a un misterio de categoría espiritual. Ser elegido no significa que las demás personas son rechazadas. Ya se que vivimos en un mundo muy competitivo. Un mundo donde los elegidos son tratados de manera especial, se publican revistas dedicadas a ellos, salen en la televisión y hacen publicidad de artículos de consumo.

Pero ser elegido por Dios es algo radicalmente diferente. Es todo lo contrario a lo que mencioné con anterioridad. En vez de excluir a los demás, los incluye. En vez de rechazarlos como personas no valiosas, los acepta tal como son.

No podemos darnos permiso a renunciar al uso de la palabra elegidos. Debemos mantenernos firmes en saber que hemos sido elegidos por Dios, y es que si perdemos de vista esta condición podemos caer en el autodesprecio.

Cuando alguna que otra vez hecho una mirada en mi interior o en la de mis amigos y familiares oigo algunas voces que nos dicen: No eres nada especial, eres como los demás. Estas voces a veces son muy poderosas, especialmente en estos tiempos sin esperanzas y fríos. Es precisamente en medio de estas realidades que nos preguntamos: ¿Realmente alguien me quiere? Y a pesar de que el mundo no nos haya escogido tenemos que atrevernos a afirmar que somos los elegidos de Dios. A pesar de que nuestras familias, amigas o hermanos en la fe quieran darnos o no importancia, tenemos que atrevernos a creer que hemos sido elegidos. Y es que mucho antes de que alguna persona nos hablara en este mundo, Dios se dirigió a nosotros con una voz de amor.

Uds. me preguntarán: ¿Cómo puedo creerme que he sido elegido si cada día soy rechazado? Yo creo que tenemos algunos medios a nuestro alcance para encontrar respuestas.

Primeramente hemos de saber que nuestro mundo es muy manipulador. Sobre quienes somos se nos dice mucha mentira. Se nos dice, por ejemplo, que si somos guapos, tendremos éxito. Se nos dice que si somos delgados, seremos elegantes. Se nos dice que si tenemos tal coche, podremos ir más rápido. Pero esto no es verdad. Fuimos elegidos por Dios.

En segundo lugar tenemos que rodearnos de personas y de lugares donde se nos recuerde nuestra identidad como elegidos de Dios. Nuestra iglesia no es un club donde venimos a pasarlo bien. Es más bien el sitio donde personas como tú y como yo nos encontramos. Y somos personas rotas como los demás seres humanos.

Y la tercera cosa que podrías hacer es celebrar tu condición de elegido cada día. Y eso significa dar gracias a Dios. Ser agradecidos es el camino que te llevará a la convicción más profunda de que Dios te ha elegido.

Yo sé que algunos días no son fáciles. Yo sé que nos gusta quejarnos. Yo sé que hay días que añoramos a nuestros seres queridos que ya no están o al lugar donde nacimos. Yo sé que hay días en que somos rechazados. Yo sé que hay días que queremos vengarnos. Pero cuando pasen estos días podremos ver la luz de Dios a nuestro alrededor. Y veremos que somos los hijos y las hijas de Dios.

Si quieren saber algo personal de mí les puedo decir que me siento muy a gusto con Uds. Con cada uno de Uds. Y es que sé que me aprecian por lo que soy y no, por lo que puedas darle solamente. Pero también sé que Uds. se sienten contentos cuando les visito en vuestras cosas. Cuando les tomo de la mano para orar. Cuando cada domingo nos despedimos como una familia. Nuestras vidas son únicas. Cada uno de nosotros tiene algo importante que decir y aportar.

Sentirnos acogidos es la base para sentirnos amados. Y esto nos lo tenemos que creer para poder vivir esta vida. Nadie puede vivir nuestra vida por nosotros. Solo cuando entendamos que hemos sido elegidos podremos ver cómo somos bendecidos.

En el nombre de Jesús. Amén.

Del otro lado del velo.

Taller de Oración
Tema 6.

I. Introducción

¿Hay vida después de la muerte? La existencia de la vida después de la muerte es una pregunta universalmente hecha por la humanidad. Job habló por todos nosotros cuando preguntó, “El hombre nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece...si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” (Job 14:1-2, 14).

Como Job, casi todos nosotros hemos sido desafiados por esta pregunta. ¿Qué exactamente nos sucede después de morir? ¿Dejamos de existir simplemente? ¿Es la vida una puerta giratoria de la que se sale y se regresa a la tierra a fin de alcanzar la grandeza personal? ¿Van todos al mismo lugar, o vamos a diferentes lugares? ¿Hay realmente un cielo y un infierno?

II. ¿Qué nos dice la Biblia?

La Biblia nos dice que no solamente hay vida después de la muerte, sino que hay una vida eterna tan gloriosa que “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9). Jesucristo, Dios encarnado, vino a la tierra para darnos este don de la vida eterna. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

Jesús asumió el castigo que cada uno de nosotros merecemos, y sacrificó su vida misma. Tres días más tarde, Él se mostró victorioso sobre la muerte al levantarse de la tumba. Permaneció sobre la tierra por cuarenta días y fue visto por miles de personas antes de ascender al cielo. Romanos 4:25 dice, “El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”

La resurrección de Cristo fue un evento bien documentado. El Apóstol Pablo desafió a la gente a cuestionar a los testigos oculares de la validez de la resurrección, y nadie fue capaz de impugnar esta verdad. La resurrección es la piedra angular de la fe Cristiana; porque Cristo resucitó de la muerte, podemos tener fe de que también seremos resucitados.

III. Nuestro destino.
Aunque eventualmente todos resucitaremos, no todos irán al cielo. En esta vida, cada persona debe tomar una decisión, y esto determinará su destino eterno. La Biblia dice que está establecido para nosotros morir una sola vez, y después de eso viene el juicio (Hebreos 9:27). Aquellos que han sido hechos justos por la fe en Cristo irán a la vida eterna en el cielo, pero los que rechazan a Cristo como su Salvador serán enviados al castigo eterno del infierno (Mateo 25:46).

IV. El problema de la libertad.

Dios no quiere la muerte del impío, sino que se vuelva de su camino malvado para que viva (Ezequiel 33:11). Pero Él no va a forzarnos a la sumisión. Si escogemos rechazarlo, Él acepta nuestra decisión de vivir apartados de Él eternamente. La vida sobre la tierra es una etapa – una preparación para lo que ha de venir.

Entonces, ¿cómo podemos recibir la vida eterna y evitar una eternidad en el lago de fuego? Hay solamente una manera – a través de la fe y confianza en Jesucristo. Jesús dijo, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente…” (Juan 11: 25-26).

V. ¿Cómo es el cielo?

El cielo es una de las opciones que el ser humano tiene para la otra vida. En realidad es la opción para la cual fuimos creados, pues Dios desea comunicarnos Su completa y perfecta felicidad, que además es eterna - es decir, para siempre- llevándonos al Cielo, la patria hacia la cual caminamos, nuestro verdadero hogar, el sitio de la felicidad perfecta y total.

Así es el cielo: indescriptible, inimaginable, insondable, inexplicable, para el ser humano, pues somos limitados para comprender y describir lo ilimitado de Dios y el cielo es básicamente la presencia de Dios en forma clara, "le veremos tal cual El es" (1 Jn. 3,2).

Puntos fundamentales.

Queridos amigos:

Gracias por la invitación a la comida. Pero si he de ser sincero lo mejor fue la sobremesa. He regresado a casa pensando en todo lo que hablamos. Y vuestras reflexiones sobre los rasgos distintivos del calvinismo que vivimos me han hecho pensar en lo que creo y enseño.

Como mis palabras a veces salen atropelladas y acentuadas, prefiero poneros por escrito lo que antes os dije de manera conversativa. Los cinco puntos principales del calvinismo desde mi experiencia y lectura que hago de las Escrituras pueden parecernos arduos y difíciles, pero en ellos encontramos los soportes de nuestras creencias. Y digo creencias porque la fe la tenemos en Jesús.

No todo lo que se ha dicho de Calvino es cierto. No todo lo que de él se ha escrito es falso. Por eso nada como leerle e interpretarlo como un hombre de su tiempo. Ya sabemos que nuestras creencias no se las debemos a Calvino en un cien por ciento. Todos los siglos posteriores de teología y experiencias nos han hecho reformar incluso sus tesis.

Este sistema de teología calvinista fue reafirmado por reformadores en el Sínodo de Dort en 1619, y se erigió como la doctrina de salvación contenida en las Santas Escrituras. En esa época el sistema fue formulado en "cinco puntos" en respuesta a cinco puntos no escritúrales, sometidos por seguidores de Jacobus Arminius a la Iglesia de Holanda en 1610.

De acuerdo al calvinismo, la salvación es llevada a cabo por el poder de la Santa Trinidad. El Padre es quien elije, el Hijo muere por ellos, y el Espíritu Santo hace la muerte de Cristo efectiva, al traer a los elegidos a la fe y al arrepentimiento, por lo tanto causando en ellos, el obedecer de buena gana el Evangelio. El proceso entero (elección, redención, regeneración) es la obra de Dios sólo por su gracia. Es a sí que es Dios, y no el hombre, quien determina quienes serán los recipientes del regalo de la salvación.

Puntos esenciales de la formulación calvinista:

1º. Depravación o inhabilidad total: La depravación total es probablemente una de las doctrinas más desentendidas del calvinismo. Cuando los calvinistas hablan de la raza humana como "totalmente depravados", ellos están haciendo una declaración extensiva en lugar de intensiva. El efecto de la caída en el hombre es que el pecado se ha extendido a cada parte de su personalidad, sus pensamientos, emociones y su voluntad. No necesariamente que ellos sean intensamente pecaminosos, sino mas bien que el pecado se ha extendido a todo su ser.
El hombre no regenerado esta muerto en sus pecados (Ro 5:12). Sin el poder del Espíritu Santo, el hombre natural esta ciego y sordo al mensaje del Evangelio (Mc. 4:11ss.). Esta es la razón del porque la depravación total ha sido llamada inhabilitad total. El hombre sin el conocimiento de Dios nunca vendrá a reconocer esta doctrina a no ser que Dios le dé vida a través de Cristo (Ef. 2:1-5).

2º. Elección incondicional: La elección incondicional es la doctrina que declara que Dios escoge, desde antes de la fundación del mundo, (Ef. 1:4-8) a aquellos que de los cuales Dios le place, a fin de traerlos al conocimiento de sí mismo, esto no esta basado en ningún mérito de los elegidos, ni basado en el pre-conocimiento de Dios para descubrir quien va aceptar su oferta del Evangelio.
Dios ha elegido, basado única y solamente por el consejo de su propia voluntad, algunos para vida eterna y otros para condenación (Ro. 9:15,21). Sin embargo esta doctrina no deja de lado la responsabilidad del hombre para creer en la obra redentora de Dios El Hijo (Jn. 3:16-18).
Hay una tensión en las Sagradas Escrituras entre la soberanía de Dios en la salvación y la responsabilidad del hombre para creer, la cual esta doctrina no trata de resolver. Ambas son verdad, el negar la responsabilidad del hombre es afirmar un híper-calvinismo (no bíblico); y el negar la soberanía de Dios es afirmar un arminianismo, el cual tampoco es bíblico.
Los elegidos son salvados para buenas obras (Ef. 2:10), y estas son resultado de la gracia salvadora de Dios, la cual es iniciada en el proceso de salvación, primero la fe proclamada por Pablo y seguida por la fe proclamada por Santiago; es lo que Pedro trata de decir cuando exhorta al cristiano a hacer su "llamado" y "elección" segura, (2 Pedro 1:10); llevar el fruto de las buenas obras es una indicación que Dios ha sembrado las semillas de su gracia en tierra fértil.

3º. Expiación limitada (redención particular). La expiación limitada es una doctrina que responde a la pregunta, ¿por los pecados de quién murió Cristo?, la Biblia enseña que Cristo murió por los pecados de aquellos que Dios le dio a salvar (Jn. 17:9). Cristo murió, en verdad por mucha gente, pero no por todos (Mt. 26:28). Específicamente, Cristo murió por la Iglesia Invisible de todos los tiempos, (pasados, presentes, y futuros); es decir la suma total de todos aquellos quienes han sido elegidos, han nacido de nuevo espiritualmente y llevan con justicia el nombre "cristiano". (Ef. 5:25).
A menudo esta doctrina encuentra algunas objeciones, principalmente de parte de aquellos que piensan que la expiación limitada, obstruye el evangelismo. Cristo no va perder a ninguno que el Padre le dio, (Jn. 6:37).
La muerte de Cristo no fue una muerte de expiación potencial o simbólica; por si acaso, alguien no elegido posiblemente pudiese creer en el futuro... esto en verdad trivializaría la muerte del Señor Jesús en la expiación.
Cristo expió pecados específicos de pecadores específicos; para hacer su iglesia santa. El no expió los pecados de todos los hombres, ya que obviamente no todos los hombres son salvos. Cristo murió por los pecadores, y de seguro él no va ha perder ninguno por los cuales el murió; la expiación de Cristo es suficiente para todas las generaciones, pero eficiente solamente en los elegidos de Dios. La Gran Comisión debe de continuar hasta que El Señor Jesús venga.

4º. La gracia irresistible: El resultado de la gracia irresistible de Dios es la respuesta positiva del elegido al llamado interno del Espíritu Santo, cuando el llamado externo es hecho por medio de las Escrituras.
Cristo enseña que todos los que Dios ha elegido, vendrán al conocimiento de El, (Jn. 6:37). Los hombres vienen a Cristo para salvación cuando el Padre los llama, (Jn. 6:44), y el mismo Espíritu de Dios guía a sus amados al arrepentimiento, (Ro. 8:14).
Que consuelo es saber que el Evangelio de Cristo penetrara nuestros duros y pecaminosos corazones y maravillosamente nos salva a través del llamado interno del Espíritu Santo, (I Pedro 5:10).ç

5º. La perseverancia de los santos: La perseverancia de los santos es una doctrina que enseña que los santos (aquellos que Dios ha salvado) permanecerán en las manos de Dios hasta que ellos sean glorificados y llevados con El al cielo. Ro. 8:28-29, establece que cuando una persona ha sido verdaderamente regenerada por Dios, permanecerá con Dios.
La obra de santificación la cual Dios genera, continuará en el elegido hasta que alcance su consumación en el cielo, (Filipenses 1:6). Cristo asegura que no perderá a ninguno de los elegidos y que serán glorificados en el "día postrero", (Jn. 6:39).
La posición calvinista se nutre con la palabra de Dios, y confía en la promesa de Cristo, que El cumplirá perfectamente la voluntad del Padre al preservar a todos los elegidos. El elegido persevera porque Dios lo preserva.

Confío en qué me invitéis otra vez. En la paz y en la gracia.

Augusto Zaragoza, Noviembre 3, 2009

La ética como retorno o el don de hacernos preguntas

En el trascurso de los últimos años, tanto en plano económico como en el de la filosofía europea, se pueden escuchar discursos que promueven la ética como herramienta y como homilía para cambiar costumbres y tipicidades. Y es que a la ética se le redescubierto como la ciencia de la conducta. No nos extrañemos entonces si estos aires golpean nuestras ventanas y nos despiertan en medio de la noche.

Pero no podemos perder la calma por un ruido, ni aquí ni en ninguna otra parte, como nos alertaba Lévinas sobre la diferenciación en las categorías de moral y ética. La moral hace por la ética, lo que hablando en términos de fe; las iglesias cristianas por la teología.

Quizás algunos tengan muy clara la respuesta a ¿Existe una ética cristiana? Otros, confío en que no tanto. Quizás algunos estén en condiciones de formar parte de esas comisiones que dictaminan de manera tribunalistica qué es lo correcto o lo incorrecto en estos días de gripes y de incendios. Pero seguiré confiando que otros no estén preparados para tales menesteres.

Vivimos en una cultura no sólo pluralista en concepto de creencias, sino también en las descreencias. Las cosas no son como antes. Ni volverán a ser. El mundo en que nacimos ya no existe. La Iglesia que conocimos ya no es. Y eso es obvio. Ahora hay oraciones gramaticales que no podemos construir. No podemos escribir p.e. que los presbiterianos son heterodoxos en sus enfoques. No, y es que hay presbiterianos ortodoxos también. Tampoco podemos afirmar que los católicos romanos son tradicionalistas litúrgicamente. No, y es que hay congregaciones católicas romanas más reformadas que la Iglesia Reformada en Aragón. Y es que la realidad nuestra, la de todos los días, ha hecho que algunos presupuestos cambien. Sobre todo los relacionados con la ética, asumiendo que esta es la parte de la filosofía que trata de la moral y las obligaciones del hombre: el derecho al trabajo, la sexualidad, la justicia en el salario, el aborto, las guerras, la emigración, el comercio, etc.

Decía Brown allá por los años ochenta, y que aún es lectura obligada para los estudiantes del SEUT , en su análisis sobre los desafíos seculares de la Iglesia contemporánea que no debemos llevarnos las manos a la cabeza si muchos cristianos no saben qué creer o qué decir respecto a muchas cuestiones éticas. ¿Es este nuestro caso? Quizás en alguna de los apacibles atardeceres de Barcelona durante el puente de la Hispanidad el Sínodo General de la IEE pueda hacerse alguna pregunta al respecto. Y es que, nuestro particular viaje hacia Ítaca no es por lo que decimos sobre cuestiones éticas, sino en el momento que lo decimos y sobre que base lo argumentamos. O peor aun; que la mayoría de las oportunidades no decimos nada y nos mantenemos en una especie de silencio sui generis mientras la Conferencia Episcopal Española y la Alianza Evangélica Española realizan sus dictados para comprobar nuestra ortografía.

Para los que afirman que hay una ética cristiana. Habría que responder que si, que tienen razón. Hay una ética cristiana en medida que hay una ética musulmana, que hay una ética judía, que hay una ética budista e incluso que subsiste una ética agnóstica. Y como hay una ética cristiana, entonces los peligros del legalismo y del antinominalismo están tocándonos a las puertas de las capillas cada domingo en las mañanas.

En el día a día nadie pierde el sueño por la existencia o no de una ética ideológica. Este no es un problema real. Esto es una especie de cortina de humo para travestir el dolor y las injusticias sociales. La dolor primario, al menos en el ámbito cristiano, es que la Iglesia ha dejado a un lado la Ética para ocuparse se su supervivencia o supremacía mediante las éticas. Ha dejado de asumir la responsabilidad por el otro como manera de testimonio. Y como resultante nos encontramos con la dicotomía de que no practicamos lo que confesamos. No somos referenciales. Y nuestros bancos están vacíos. Eso sí, tenemos una historia. Tenemos un pasado glorioso. Tenemos una teoría de la ética o de sus cuestiones muy equilibrada y teologizada; pero sin trascendencia ni inspiración.

Los hombres y mujeres que conozco aspiran a vivir sin dolores; o al menos con menos dolores que los actuales y quieren ser tratados con justicia. Nuestra espada de Democles es más bien cultural y radica en que la ética nuestra, tan occidental y a veces tan poco evangélica, tan legalista y con tan poca gracia; está atenazada entre la trascendencia de la condición humana y la responsabilidad por el otro. Es el “yo quisiera; pero no puedo” ¿La razón? Una simple; nos movemos entre las lamentaciones proféticas de un judío nombrado Job y las meditaciones reflexivas de un griego llamado Platón. Hemos comenzado un viaje y ahora queremos regresar a casa; pero no sabemos qué camino transitar. Necesitamos pues la ética del retorno. La pregunta.

¿Donde estamos éticamente? Esta es una pregunta ardua. Pero que debemos hacernos como personas y como institución. Como personas porque nuestro significado se manifiesta con nuestra finalidad y nuestro lenguaje. Como institución porque la Iglesia ha de hacerse preguntas si es que aspira a ser Iglesia. ¿Es ético que la Iglesia guarde silencio ante los programas de reducción de plantillas y la obtención de beneficios millonarios por parte de las empresas? ¿Sobre qué conversamos con los homosexuales que están en nuestras comunidades una vez finalizada la celebración dominical? ¿Por qué engalanamos los templos y capillas para festejar un matrimonio y cuando hay un divorcio se conmemora con un desacompañamiento apabullante?¿Qué dice la Iglesia sobre los miembros que pagan a sus trabajadores domésticos entre 6 o 7 euros por hora? ¿Cómo es posible que haya entre nosotros comunidades con una solvente cuenta bancaria y haya personas que forman parte de esas comunidades que no tienen que comer después del día veinte de cada mes? ¿Qué es lo más ético: dedicar dinero a estar presente en eventos internacionales y formar parte de instituciones reconocidas o apoyar económicamente a una iglesia que recién comienza su andadura en alguna geografía de la península? ¿Por qué en los órganos de administración y ejecutivos de la Iglesia están representados de manera dilatada sólo aquellos territorios más ricos o más populares? ¿Cuál es el patrón que se sigue para hacer denuncias políticas desde la Iglesia por unas causas y no por otras? Y si nos cuesta preguntarnos estas cosas y ciertas mas, más nos duele dar una respuesta. Con los años hemos aprendido a caminar y caminar. Muchas veces sin rumbo. Por inercia. Pero sin detenernos a levantar a los heridos ni a enterrar a los muertos en el campo de batalla. A no preguntarnos cosas.

Las discusiones éticas están entre nosotros. Ya no lo podemos evitar. Ahora somos nosotros quienes hemos de decidir si participamos de ellas con responsabilidad y bondad o nos mantenemos con la cabeza escondida en la cuneta con la filosofía como argumento de que lo que no se habla no existe. Pero hay otra certeza entre nosotros: las filosofías no consuelan. Lo que consuela es la fe.

Augusto G. Milián
Zaragoza 2009

Cuando somos esclavos de los que decimos.

Jueces 11

Hay palabras que pronunciamos y nos liberan. Otras nos encadenan y nos entristecen el resto de nuestras vidas. Jefté es un ejemplo de ello.

1. ¿Quién es este persona?

1Jefté era un valiente guerrero de la región de Galaad. Era hijo de una prostituta y de un hombre llamado Galaad, 2 pero como la propia esposa de Galaad le había dado otros hijos, cuando estos crecieron echaron de casa a Jefté y le dijeron que no heredaría nada de su padre, por ser hijo de otra mujer. 3 Entonces Jefté huyó de sus hermanos y se fue a vivir a la región de Tob, donde reunió una banda de desalmados que salían con él a hacer correrías.

2. ¿Cómo pasó de ser un bandido a ser jefe de una comunidad?

4 Pasado algún tiempo, los amonitas atacaron a Israel. 5 Entonces los jefes de Galaad mandaron traer a Jefté de la región de Tob 6 y le dijeron:
–Ven, queremos que seas nuestro jefe en la guerra contra los amonitas.
7 Jefté les contestó:
–¿Pues no me odiabais vosotros, y hasta me obligasteis a irme de la casa de mi padre? ¿Por qué venís a buscarme ahora que estáis en apuros?
8 –Precisamente porque estamos en apuros venimos a buscarte –dijeron ellos–. Queremos que vengas con nosotros y pelees contra los amonitas, y que seas el jefe de todos los que vivimos en Galaad.
9 –Pues si queréis que yo regrese para pelear contra los amonitas, y si el Señor me da la victoria, seré vuestro jefe –respondió Jefté.

3. La promesa.

29 Entonces el espíritu del Señor vino sobre Jefté,l y este recorrió Galaad y Manasés, pasando por Mispá de Galaad, para invadir el territorio de los amonitas. 30 Y Jefté le hizo esta promesa al Señor: “Si me das la victoria sobre los amonitas, 31 yo te ofreceré en holocausto a quien primero salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese de la batalla.

5. Algunas veces Dios responde nuestras oraciones.

32 Jefté invadió el territorio de los amonitas, los atacó y el Señor le dio la victoria. 33 Mató Jefté a muchos enemigos, y conquistó veinte ciudades entre Aroer, Minit y Abel-queramim. De este modo los israelitas dominaron a los amonitas.
34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mispá, la única hija que tenía salió a recibirle bailando y tocando panderetas. Aparte de ella no tenía otros hijos, 35 así que, al verla, se rasgó la ropa en señal de desesperación y le dijo:
–¡Ay, hija mía, qué gran dolor me causas! ¡Y eres tú misma el motivo de mi desgracia, pues he hecho una promesa al Señor y ahora tengo que cumplirla.

6. Entendiendo el pasaje.

No podemos admitir que Jefté sacrificara la vida de su hija para quemarla en holocausto a Jehová. Esto es inconcebible dentro del marco de la ley mosaica y de las tradicionales de Israel como nación. Jehová no era un Moloc al cual los padres sacrificaran sus hijos sobre un altar. Hay abundantes puntos en la historia misma, tal como nos la narra la Biblia para que podamos interpretar el sacrificio de la hija como un apartamiento y renuncia a conocer varón, o sea al matrimonio. En otras palabras, que como consecuencia del voto de su padre, Jefté, la hija fue dedicada al servicio del tabernáculo, y allí pasó el resto de sus días, segregada de sus amigas y su familia.

7. Somos responsable de lo que decimos.

Estas palabras, dichas de manera precipitadas fueron la causa de que se viera privado de la compañía de alguien muy querido el resto de su vida: su hija.
Las palabras del padre caerían como un mazazo sobre su mente: «Ay, hija mía!, en verdad que me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor.». Jefté mismo es el primero en sufrir el impacto de la tragedia, pues esta era su única descendencia, no tenía otra hija ni hijo alguno.

8. Nuestras palabras pueden condenar a otros.

La hija de Jefté habría querido casarse y gozar de la vida de modo pleno. Pero le fue negado este derecho. El curso de sus años transcurrió separada de los suyos, ocupada probablemente en tareas monótonas y rutinarias. Esto fue el mayor sacrificio que podía hacer, el de su vida como algo propio y personal.

Te deseo.

Te deseo primero que ames y que,
Amando, también seas amado.

Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
Y que después de olvidar no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
Sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos y que,
Incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles,
Y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas
Enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta para que,
Algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.

Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo,
Para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, más no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más,
Esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente te deseo que seas tolerante;
No con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
Sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
Y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
Sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa,
Y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
Y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
Y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste,
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
Que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima,
Por encima y a pesar de todo, que existen
Y que te rodean seres oprimidos
Tratados con injusticia, y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro
Y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
Porque de esta manera te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
Por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento,
Para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
Porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo
De ese dinero enfrente de ti y digas: 'Esto es mío',
Sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera
Pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte
Y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer,
Y que, siendo mujer, tengas un buen hombre
Mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos
Y sonrientes, aún sobre amor para empezar de nuevo.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
No tengo nada más que desearte.

Atribuido a Victor Hugo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Se acerca nuestra liberación.

Lucas 21: 25-36

Querida familia:

La tradición nos dijo que el Adviento marcaba el inicio del año litúrgico en casi todas las confesiones cristianas. Y que durante este periodo nos deberíamos preparar para celebrar la conmemoración del nacimiento de Jesucristo y renovar la esperanza en la segunda venida de Cristo al final de los tiempos.

La tradición nos colocó delante los símbolos del Adviento: la corona y los personajes.

La tradición nos narró que la corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Las cuatro velas nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios, y como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos.

La tradición nos presentó a los personajes bíblicos recomendados para recordar en este tiempo. Son: Isaías; el que anuncia la llegada del Salvador, Juan el Bautista; la figura de la preparación y María; la mujer que porta la esperanza.

La tradición nos confirmó que había una teología litúrgica para el Adviento. Una teología que tiene dos líneas enunciadas por el calendario: la espera de la Parusía, revivida con los textos mesiánicos escatológicos del Antiguo Testamento y la perspectiva de Navidad que renueva la memoria de alguna de estas promesas que hace Lucas en su evangelio. Promesas ya cumplidas aunque si bien no definitivamente.

Esto publicita la tradición, ¿pero que digo yo del Adviento?

Yo creo que Adviento es un drama. Un drama de la fe. Un drama con su introito, su interludio y su postludio.

Yo creo que hay preguntas que nos hacemos en vísperas de Adviento y que no dejan de martillear a la puerta de nuestro corazón cada día: ¿Soy digno del amor o del odio? ¿Soy digno de Dios? ¿Y si no soy capaz de ver las señales que me anuncia Jesús? ¿Si no logro ver el cambio en el color de las hojas? ¿Se enfadará Dios conmigo? Yo creo que Dios no se enfada conmigo ni con nadie a estas alturas de la historia. Más bien soy yo el que suele acabar enfadado con Dios cuando Dios no es o no hace las cosas como yo me imaginaba.

Yo creo que debo en Adviento replantearme mi relación con Dios. Y es que a fin de cuentas mi fe es más exegética que sistemática. Y por ello debo atreverme a hacerme ciertas preguntas que he dado por respondidas en el catecismo. ¿Qué imagen de Dios tengo? ¿Es ese Dios una amenaza para que yo viva bien? ¿Puedo contar con su perdón?

Yo creo que Adviento no me quitará el sueño. Como tampoco me lo quitará el saber cómo otros vieron a Jesús. Y no me lo quita porque lo trascendente es cómo le veo yo. Lo importante es que Jesús me sea contemporáneo.

Yo creo que Adviento es un buen tiempo para limpiar la casa y vaciarse los bolsillos. Y es que los hombres necesitamos ser liberado de las falsas imágenes de Dios que nos han legado las tradiciones. Pero junto con la libertad necesitamos ser salvados también. Y para ser salvados no hemos de hacer mucho. De hecho no podemos hacer nada ni para que nos amen ni para que nos acojan. La realidad es que en Adviento ya hemos sido acogidos por Dios. Y somos acogidos tal como somos y en la situación que estamos.

La tradición no lo dice; pero yo lo creo. Con el Adviento se acerca nuestra liberación.