Tengo un amigo que cultiva cebollas. Es de esa gente que viene poco a la ciudad y que no tiene título universitario ni entiende los sermones academicistas; pero que siembra las plántulas, abona la tierra, riega los surcos y recoge la cosecha bajo un sol de justicia. Y como si esto fuera poco, en un arranque de acción de gracias, ofrece los frutos de su trabajo a los familiares y a los amigos que le visitan.
Le explico a mi amigo el significado de las palabras de Jesús: Yo soy el pan de vida que descendió del cielo. Le explico que estas palabras son la última parte del discurso pronunciado en Cafarnaún. Que Jesús es repetitivo en cuestiones de alimentos y que lo que ahora dice ya lo había dicho antes: él se propone como comida para sus seguidores. Y que en el lenguaje semítico comer la carne de algo conllevaba a estar unido a ello. De ahí la referencia que hacía que su carne fuera el verdadero alimento. Haciéndose un paralelismo donde la vida eterna esta asociada a estar en Jesús. Y para el que no le quede claro, Jesús hace la diferencia entre el comer maná y su propuesta.
Mi amigo se queda en silencio. Se quita el sombrero y se arrasca la cabeza. Me dice que hablo como en cantones. Que doy demasiadas vueltas. Y me explica, sin previo aviso, la diferencia que hay entre ser dar y darse. Me comenta, como si yo tuviera siete años, que no es lo mismo hacer cosas para que los demás vean lo bueno que somos; que hacer cosas para que los demás vivan mejor. Y esta diferencia es tan aplicable a las relaciones entre personas como a los vínculos empresariales.
Yo vuelvo a la carga. Le comento que las palabras de Jesús nos animan a revisar nuestra adhesión a su proyecto. Que en el camino del seguimiento de Jesús el alimento verdadero es su Palabra. Ella nos acerca al Dios de la Vida y nos ayudan a permanecer unidos a El, y El habitando en nosotros.
Mi amigo, el que cultiva cebollas, me sonríe con jovialidad. Me mira con misericordia. Me dice que mis palabras son bonitas, pero que solo son palabras, que les falta poesía y pasión. Que un mensaje sin pasión es sólo un proyecto sin ejecutar. Entonces me explica porque hay hombres y mujeres que tienen fe y otros simplemente practican ritos.. Me muestra los sinsabores de la humildad y los de la incapacidad de quererse un poco a uno mismo.
Regreso a la ciudad con un papel manchado de tierra en el bolsillo y una caja de cebollas como equipaje.
Tengo un amigo que cultiva cebollas que me pone por escrito para que lo memorice el concepto de perdón y el de dejarse avasallar. Jesús no se dejó avasallar, por eso perdona y muere. Por eso se hace pan. Por eso es Vida.
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