lunes, 30 de agosto de 2010

¿Qué es un calvinista?

Si alguno me pregunta qué es un Calvinista, respondería: Es aquel que dice, la Salvación es del Señor.” No puedo encontrar en las Escrituras otra doctrina. Es la esencia de la Biblia. “Solo El es mi roca y mi salvación.” Decidme algo contrario a esta verdad, y será una herejía; decidme una herejía, y econtraré su esencia aquí, que se ha apartado de esta verdad de roca fundamental, “Dios es mi roca y mi salvación.” ¿Cuál es la herejía de Roma, sino el haber añadido algo a los méritos perfectos de Cristo Jesús en las obras de la carne, para asistir en nuestra justificación? Y ¿Cuál es la herejía del Arminianismo sino el agregar algo a la obra del Redentor? Cada herejía, traída a análisis, se descubrirá aquí.

Tengo mi propia opinión de que no hay cosa tal como predicar a Cristo y a este crucificado, a menos que prediquemos lo que ahora llaman “calvinismo”. Es un sobrenombre llamarlo Calvinismo; Calvinismo es el evangelio, y nada más. No creo que podamos predicar el evangelio, si no predicamos la justificación por fe, sin obras; a menos que prediquemos la soberanía de Dios en su dispensación de gracia; a menos que exaltemos el inmutable, eterno y elector amor de Jehová; ni creo que podamos predicar el evangelio, a menos que lo basemos en la especial y particular redención de Su pueblo elegido y escogido que Cristo cargó sobre la cruz, ni puedo abrazar un evangelio que deje a los santos caer después de ser llamados, y que permite a los hijos de Dios quemarse en el fuego de la condenación después de haber creído en Jesús. Tal evangelio repudio.”

“Para mí, el “calvinismo” es poner al Dios eterno al principio de todas las cosas. Miro todas las cosas desde la perspectiva de la gloria de Dios. Veo a Dios primero, y al hombre después… Hermanos si vivimos en amistad con Dios, sí nos place escucharle decir, “Yo soy Dios, y no hay más”

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Jesús de Nazaret o el precio de la disidencia.

"Si eres un disidente, normalmente te ignoran.
Si no pueden ignorarte, y no pueden responderte,
te desacreditan." Noam Chomsky

Tenía razón Chomsky cuando escribía que si eres un disidente y no pueden ignorarte, ni responderte, te desacreditan. El caso de Jesús de Nazaret es paradigmático de lo que el respetado lingüista estadounidense afirma en su “Chomsky: Obra Esencial”.

A Jesús nadie le podía ignorar (Mt. 4:24), ni nadie le podía responder (Mc.. 12:13-17; 34.).... y el pueblo le seguía (Mc. 12:37). Su disidencia de una teología y praxis religiosa pervertida era meridianamente clara, sus palabras no dejaban ningún resquicio que pudiera provocar malos entendidos (Mt. 23 es un buen ejemplo de ello). De ahí que los que ostentaban el poder religioso de su tiempo pasaran directamente a desacreditarlo delante del pueblo y de sus seguidores y seguidoras.

Según el Evangelio de Marcos, los escribas procedentes de Jerusalén -centro del poder religioso- le desacreditaron afirmando “que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera demonios” (Mc. 3:22). Anteriormente “los suyos” pensaban de él que “estaba fuera de sí” ((Mc. 3:21).

En otra ocasión, según el Evangelio de Juan, le vuelven a desacreditar intimando que él es un hijo nacido de fornicación (Jn. 8:41). Le acusan públicamente de blasfemo (Mt. 26:65), de ser un rebelde frente al poder del Imperio (Jn. 19:12-16), y finalmente le muestran en público en un estado lamentable, resultado de las torturas a las que había sido sometido. Y el pueblo, que otrora le había seguido, clama a una voz contra el Nazareno: ¡Sea cruficado! ¡Sea crucificado! ¡Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos! (Mt 27:22-25). Todo acabó con una crucifixión pública donde las chanzas y el descrédito continuaron (Lc.23). El objetivo había sido alcanzado... Jesús, por fin, desacreditado y muerto, y el pueblo manipulado por el vértice de las estructuras, religiosas en este caso, de poder (Mt. 27:20)

Y eso es lo que sucede con los que disienten, los sospechosos y sospechosas de no ser incondicionales con las estructuras de poder con las que muchas de nuestras instituciones sociales y religiosas se dotan. Ellos, ellas, disienten -por ejemplo- de la lógica de los “Caifas” de este mundo (sean éstos de izquierdas o derechas en lo político; sean progresistas o conservadores en lo teológico) que sin pudor afirman: “nos conviene que una persona muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Jn. 11:50). La lógica de Caifas enmascara, de preocupación por el pueblo, su interés por conservar los privilegios de clase que le concede la estructura de poder en la que se mueve. Privilegios que veía poner en peligro por la praxis y mensaje de Jesús de Nazaret. Los discípulos y discípulas del Mesías sólo deben ser incondicionales del reino de Dios y su justicia. Nada más, ni nada menos.

Tengo la impresión de que nuestras sociedades y nuestras iglesias están a falta de disidentes. Mujeres y hombres que, a la manera de Jesús de Nazaret, se pongan al servicio del reino de Dios y, por ende, al servicio del Dios que se nos manifestó en Jesús. Como también escribirá Chomsky, “se puede ganar mucho con el activismo -yo diría con el seguimiento de Jesús- ... pero también se pueden perder muchas cosas. Y algunas de ellas no carecen de importancia, como por ejemplo la seguridad, eso no es algo secundario. Y la gente sencillamente tiene que tomar su decisión sobre el particular cuando decide qué va a hacer” (Chomsky: Obra esencial, Edit. Crítica, p. 257).

Al hilo de lo que escribe Noam, me viene a la memoria ese dicho de Jesús que afirma, de manera rotunda, “No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra .de modo que los enemigos de uno serán sus propios familiares El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que trate de salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la salvará” (Mat. 10 34-39).

Perder la vida -renunciar a la seguridad- por causa del reino de Dios... Ahí está la cuestión. No existe otra opción para los seguidores y seguidoras de Jesús. Debemos tomar la cruz que ponen sobre nuestros hombros los centros de poder y caminar con ella haciendo frente a los poderes demoníacos de este mundo, sean éstos políticos, económicos o religiosos. No hay otra salida. No existe otro camino para el/la activista del reino de Dios.

Ignacio Simal.

La oración: ¿Cómo regresar a casa?

1 Te. 5: 17-18 Domingo 29.08.10

Cuando miramos a Dios, lo hacemos desde nuestro corazón. Nos relacionamos con Dios mediante su Palabra y a través de la oración. ¿Qué creemos los reformados sobre la oración? ¿Cómo oramos? Estas son preguntas que intentaré responderle en esta mañana. Pero antes quiero hacerles una historia.

Tres monjes rusos vivían en una isla lejana. Un día el obispo decidió hacerles una visita. Cuando llegó descubrió que los monjes no conocían la oración del padrenuestro, así que empleó todo si tiempo y energía en enseñársela. El día de su regreso se sentía satisfecho de su trabajo. Cuando el barco ya estaba bastante lejos de la isla vio para su asombro que los tres monjes venían corriendo sobre las olas y gritaban:¡Padre, padre, hemos olvidado la oración! El obispo asombrado mandó a detener el barco y cuando los monjes llegaron a su lado les preguntó: ¿Hijos, cómo oran Uds? Ellos respondieron: Bueno, nosotros solo decimos, Dios, nosotros somos tres y tú eres tres, ten misericordia de nosotros. El obispo sobrecogido por la sencillez de la oración y por su santidad les dijo a los monjes:¡ Volved a vuestra isla y tengan paz!

Nosotros creemos que hay una diferencia abismal entre aprender oraciones de memoria y tener una conversación con Dios. Lo que dice nuestro corazón cuando estamos a solas suele ser más profundo y más importante que lo que decimos en una oración concreta que nos sabemos de memoria.

Cuando oramos estamos dando gracias, estamos alabando, estamos confesando, y estamos pidiendo. Cuando estamos orando acabamos por hacer súplicas. Un ejemplo de ello es la oración que cada domingo repetimos después de tomar el pan y el vino. Pero la oración devocional es otra cosa. Ella tiene más que ver con el corazón que con nuestra teología. Ella es más silente que oral. Y acaba relacionándose mucho con la paz, con la humildad, con la compasión, y otros frutos del Espíritu Santo. En nuestra vida es más importante la oración sencilla y hecha desde el corazón que la oración que aprendimos de memoria. Es la oración que hacemos desde el corazón la que nos permite orar sin cesar.

Leamos el texto paulino de esta mañana: 17 Orad en todo momento. 18 Dad gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de vosotros como creyentes en Cristo Jesús. Estas palabras ponen de manifiesto que para Pablo la oración no es parte de la vida, no es una parte de sus pensamientos o una parte de sus emociones; sino el todo entero. Para Pablo no existen las medias tintas; el lo da todo y lo espera todo.

Quizás, este radicalismo, nos haga preguntarnos: ¿Qué significa el orar sin cesar? Quizás la respuesta no sea tan sencilla. Sino que exija una triple respuesta.

a. La oración como un clamor a Dios: En nosotros hay miedos y angustias. A veces por miedo no oramos. Cuando queremos orar y nos damos cuenta te nuestras cargas y preocupaciones la tentación es huir y ponernos a hacer cosas. Y hacerlas como nosotros sabemos. Pero el orar es depender de Dios. Poner nuestros miedos a sus pies. Revelar lo que nos angustia y nos paraliza. Solo delante de Dios somos sinceros. Solo delante de él podemos templar. Solo El nos puede perdonar.
b. La oración como una conversación: Cuando oramos dejamos de hacer monólogos para comenzar a dialogar. Y es en medio de este dialogo que podemos pensar en otras cosas y compartirlas con Dios. Es que dejamos de ser nosotros el centro para que lo sea Dios. Por tanto la cuestión no es tanto que le decimos a Dios, sino a quien le decimos las cosas y a quién le abrimos nuestro corazón.
c. La oración como contemplación: Finalmente la oración es una apertura de corazón. Es cuando oramos que somos consientes de que Dios está a nuestro lado y nos escucha. Cuando oramos es que podemos, únicamente, verle.

Pero para verle hay que ser fiel. Hay que ser fiel en la oración. No solo hemos de elegir un momento, un lugar y centrar nuestra atención; sino que hemos de descubrir que podemos estar siempre dispuestos a encontrarnos con El. Quizás este sea el camino para regresar a casa sin perder el rumbo.

lunes, 16 de agosto de 2010

La formación bíblica-teológica: ¿necesaria?

0. Introducción
0.0 La situación eclesial no ha cambiado mucho desde los primeros siglos de la era cristiana
Que nuestra situación eclesial no ha cambiado mucho cuando la comparamos con la situación de las iglesias de los primeros siglos es indiscutible. Si no, leamos lo que escribió Nilo de Ancira entre los siglos IV y V de nuestra era:
"Todas las artes requieren tiempo y mucho adiestramiento para su correcto ejercicio; sólo se menosprecia el aprendizaje del arte de las artes. Porque nadie se atreve a ejercer la agricultura si es un inexperto en la materia y nadie se aplica al arte de la medicina sin antes haber sido iniciado. Este se ganaría el reproche de todos por no estar capacitado para prestar su asistencia a los enfermos más graves, y aquél por convertir una tierra de óptima calidad en suelo árido y estéril. Sólo cuando se trata del culto divino se tiene la osadía de inmiscuirse, sin experiencia y sin guía, en este asunto como si fuese la cosa más natural del mundo. Por eso la mayoría de la gente cree fácil lo que es más difícil de lograr porque exige el mayor esfuerzo, la perfección que Pablo dice no haber alcanzado aún" (Nilo de Ancira, siglos IV-V).
0.1 ¿Analfabetismo teológico?
Pocos, entre nuestros hermanos y hermanas, conocen las tradiciones teológicas de sus propias familias denominacionales. Y son muchos menos los que conocen la teología que distingue a las familias de tradiciones distintas a las suyas.
A modo de ejemplo deseo mencionar una popular frase que he escuchado en diferentes ocasiones: “Los evangélicos no bautizamos niños”. Esta expresión es muy utilizada en el diálogo apologético con nuestros amigos y amigas católicos. En esa afirmación se pone de manifiesto el desconocimiento existente en medio de nuestra realidad eclesial plural. Más bien se debiera decir, la tradición bautista no practica el bautismo infantil y si alguien se hace miembro de dicha tradición se le rebautiza ya que la mencionada tradición no reconoce el bautismo administrado en la infancia. Sin embargo en las tradiciones reformadas, anglicanas, luteranas o metodistas sí que se practica el bautismo infantil y se reconoce el bautismo administrado en otras tradiciones cristianas como, por ejemplo, la Iglesia Católica.
Es más, en muchas discusiones “teológicas” que he presenciado se ha hecho notar una ignorancia tal que todo acabado con la cuestionadora pregunta, ¿y tú eres evangélico..? El desconocimiento de la propia tradición eclesial o de la distinta a la nuestra impide la comprensión y el diálogo con mis hermanos y hermanas que sustentan y razonan teológicamente de forma diferente. Ello es un incuestionable indicador del analfabetismo teológica que desola nuestras iglesias y que milita contra la diversidad teológica del protestantismo abriendo la puerta al sectarismo militante.
0.1 ¿Lectura ingenua de las Santas Escrituras?
Por otro lado encontramos entre nosotros lo que denominaría una lectura ingenua de las Escrituras. Me refiero a ese acercamiento a la Biblia, mal llamado pietista, que opina que cualquier persona puede interpretarla sin la mediación de una, aunque sea mínima, formación que le capacite para entenderse con los textos.
No ignoro el papel iluminador del Espíritu Santo en la tarea hermenéutica, sino que entiendo que dicho papel iluminador actúa utilizando el sedimento formativo que el creyente haya obtenido mediante un estudio serio y paciente la Biblia bajo la guía de un maestro/s o maestra/s de la Palabra.
No podemos hacer de una lectura devocional de las Escrituras, norma vinculante de fe y de doctrina para todos nuestros hermanos –como así ocurre en muchos casos-, y por consiguiente debemos ser serios y responsables cuando abrimos la Biblia en medio de la comunidad cristiana para no caer en la tergiversación de los textos bíblicos.
0.2 ¿Dictadura de la ignorancia bíblico – teológica?
Un experto médico puede ser un profundo ignorante en arquitectura. En el mejor de los casos pudiera tener tal afición a la misma que le hubiera hecho obtener un cierto conocimiento de la misma. Pero ello no le convierte en un elocuente profesor de la misma y nadie le encargaría la construcción de un edificio. Esto que es de sentido común, se convierte en una absoluta falsedad en nuestro contexto evangélico.
El experto psicólogo se convierte en exegeta. El abogado en teólogo. Y ello en el mejor de los casos, pues existen personas que sin ningún tipo de formación son elocuentes expositores bíblicos y pastores del pueblo de Dios. No cuestiono el autodidactismo, pero también se debe reconocer que la competencia exegética y teológica se da en un exiguo número de los mismos.
Esa es la realidad de nuestro panorama evangélico: pocos de los ponentes, de los conferenciantes de nuestros congresos y encuentros poseen una formación bíblica – teológica reglada, haciendo visible nuestra falta de compromiso con la misma y anunciando a los cuatro vientos que para hacer teología, exponer la Biblia o pastorear una iglesia no es necesario el estudio reglado.

1. Importancia de la formación bíblico – teológica
1.1 La formación bíblico – teológica es necesaria para el estudio de las Escrituras y de las tradiciones teológicas del plural pueblo de Dios.
La Biblia como una colección de escritos que se encuentra a distancia cronológica y cultural muy alejada de la nuestra nos exige una formación previa que nos capacite para su estudio e interpretación.
Las diferentes tradiciones teológicas, al surgir en momentos históricos diferentes al nuestro y al articularse, en muchas ocasiones, mediante escuelas filosóficas muy concretas, nos exigen una formación previa para su comprensión y discernimiento.
Una persona sin formación bíblico – teológica previa está expuesta a cometer errores de bulto a la hora de interpretar las Escrituras y cuando pretende articular su tradición teológica o la ajena.
2. La formación bíblico – teológica es necesaria para ejercer cualquier tipo de ministerio en el seno del pueblo de Dios
En medio de nuestras iglesias encontramos diferentes ministerios. Todos ellos necesitan de una formación previa y permanente para su ejercicio.
En la área de la escuela dominical se requieren conocimientos pedagógicos y bíblicos - teológicos para su eficaz realización.
En la área de la predicación se requieren conocimientos hermenéuticos, homiléticos, bíblicos y teológicos para su eficaz ejercicio.
En la área de la pastoral se requieren algunos elementos de psicología y, entre otras disciplinas, una seria formación bíblico – teológica. Y así podríamos continuar hablando de las diferente áreas ministeriales en el seno eclesial.
3. La formación bíblico – teológica es necesaria para un correcto y sano crecimiento de la comunidad eclesial.
La Iglesia no crece integralmente sin la formación de los diferentes ministerios que se realizan en medio del pueblo de Dios.
Los dones / personas que Dios ha dado a su Iglesia deben ser formados de cara a responder desde la fe cristiana a los diferentes retos y experiencias que la vida nos depara.
La Iglesia no crecerá desde las buenas intenciones de los sirven en su seno, sino desde riguroso compromiso con la formación bíblico – teológica y un continuo reciclaje académico.
2. Niveles de formación bíblico – teológica
Nivel catecumenal
Por nivel catecumenal entiendo todo el programa educativo de la iglesia. Éste abarca desde la más tierna infancia hasta la adultez plena de los integrantes de la comunidad cristiana.
El programa educativo de la iglesia debe responder a una misma filosofía y proyecto comunitario de no querer corre el riesgo de la fragmentación y perder un discurso coherente.
Se requiere una constante evaluación crítica del programa educativo que nos hayamos dado.

Nivel ministerial “laico”
Por nivel ministerial “laico” significo ese grupo de mujeres y hombres que realizan un ministerio eclesial que no es de “tiempo completo”.
Todos estos ministerios necesitan de la correspondiente formación reglada que responda a sus específicas necesidades ministeriales.
Ello requiere el aprovechamiento de los cursos y diferentes titulaciones que las escuelas bíblicas nocturnas o de fin de semana proponen.
Debiéramos exigir a los que desean realizar algún tipo de ministerio eclesial la formación bíblico – teológica que corresponda como requisito para poder ejercerlo.
Nivel ministerial “ordenado”
Por nivel ministerial “ordenado” entiendo cualquier tipo de ministerio eclesial a “tiempo completo”.
Si existe algún nivel ministerial que indudablemente exige una formación bíblico – teológica reglada, ese es el ministerio a “tiempo completo”.
El ministerio a “tiempo completo” pide una formación bíblico – teológica – humanística de primer orden, si se quiere acompañar pastoralmente al pueblo de Dios en su tarea formativa, evangelizadora, y diacónica.
Quiero hacer énfasis en la exigible, necesaria e insoslayable formación reglada para los que aspiran a servir a la comunidad cristiana a “tiempo completo”.


3. Conclusión
He sugerido que la situación de las iglesias en nuestra tierra se puede describir como un estado de ignorancia bíblico – teológica posibilitada por un analfabetismo teólogico y una lectura ingenua de las Escrituras. Creo que esta situación no estimula el sano crecimiento del pueblo de Dios, sino todo lo contrario, la iglesia se empobrece en su calidad existencial y teórica, abriendo así el camino al crecimiento desmesurado de los grupos sectarios.
La importancia de la formación bíblico – teológica reglada nos abre la puerta para el estudio de las Escrituras, la comprensión de las tradiciones teológicas propias y ajenas, el servicio ministerial en el seno del pueblo de Dios y el crecimiento integral de la iglesia.
La iglesia en nuestra tierra debe potenciar la elaboración de programas y espacios de formación que hagan posible la preparación bíblico – teológica en los tres niveles expuestos con anterioridad. Así como la exigencia de pasar por un período de formación suficiente dirigida a aquellos/as que desean realizar algún tipo de ministerio eclesial.


Ignacio Simal Camps

sábado, 14 de agosto de 2010

A solas con Dios: entre las motivaciones y la religiosidad.

Alguien me dijo una vez que cuando quisiera saber qué tipo de cristiano yo debía preguntarme antes cómo era mi oración. Hoy quiero compartir con Uds. algunas reflexiones sobre la oración. Pero también quiero hablar de la diferencia que hay entre la hipocresía y la realidad. Entre lo que le pedimos a Dios y lo que El nos da.

Miremos al texto, Jesús dice algo bueno de los hipócritas: ellos aman la oración. Pero en realidad no es el orar lo que ellos aman, ni a Dios. No ellos se aman a ellos mismos. Y por eso les gusta que la gente les vea.

No se con que frecuencia Uds. oran. Los judíos practicantes oraban tres veces al día como lo hacia Daniel en Babilonia. Y oraban de pie. Orar de pie era lo usual. Pero Jesús denuncia su motivación principal; ser vistos por los demás hombres. O sea, que detrás de la piedad, lo que había escondido era el orgullo. Y lo que deseaban en sus corazones es que la gente los aplaudieras.

Su Uds. creen que el fariseísmo se acabó con la toma de Jerusalén en el año 70 d.C, están equivocados. A los cristianos muchas veces se nos clasifica de fariseos. Y nosotros mismos utilizamos este calificativo cuando queremos criticar a otros cristianos. Quizás hay personas que vienen a la iglesia con la misma intención que los fariseos: buscar su propia recompensa. Quizás hay personas que se visten de cristianos los domingos y el resto de la semana se comportan como los no cristianos o peores que ellos. Cuando la religión y la caridad se visten de exhibición pierden su valor. ¿Cuándo oras que buscas tú? Esta es una pregunta muy personal.

¿Cómo debería entonces orar los cristianos? Dice Jesús: entra en tu aposento y cierra la puerta. ¿Por qué Jesús les recomienda esto a sus discípulos? Quizás para evitar molestias y distracciones. Quizás para eludir los ojos de otros hombres y estar a solas con Dios. Y es que la oración no es otra cosa que conversar con Dios. Aceptar la idea de que dios está cerca. Decirle lo que hay en nuestro corazón. Oramos para buscar a Dios, porque nos sentimos solos.

¿Cuándo oras que dices? La gente dice muchas cosas. Y en esta mañana Uds. han dicho algunas de ellas. Pero en realidad oramos para decirlo a Dios lo que es para nosotros. Nuestro Padre. Nuestro salvador. Nuestra fuerza. Nuestro consolador.

Hace días Rafael nos hizo una pregunta: ¿Deberíamos orar en público o un privado? Quizás lo que Jesús está tratando de explicar a sus seguidores es que huyan de los extremos. No podemos caer en el literalismo de los fariseos. Si para los cristianos no hay oportunidad de orar en público entonces no tendríamos necesidad de venir a la Iglesia, no tendríamos que cogernos de las manos y orar alrededor de la mesa, no serían necesarias nuestras reuniones de oración de los miércoles. Jesús, hoy está hablando de las oraciones privadas. Ya hablaremos otro día de las públicas. Jesús aun no ha llegado a ellas. Y cuando lo haga dirá que oremos en plural: Padre nuestro que estas en los cielos….Y es que cuando estamos solos nos resulta difícil decir: Padre nuestro….

La oración, querida iglesia, no tiene secretos. Cualquiera de nosotros puede orar. Me temo que la intensión de Jesús es que purifiquemos nuestros motivos al orar. Dios no solo demanda fidelidad, sino que demanda una oración genuina. Que cuando cierres tus ojos abras tu corazón.

jueves, 5 de agosto de 2010

Morir.

Morir puede ser la mayor experiencia de la vida si la vivimos conscientemente. Pero, incluso en el caso en que no sea así, el conocimiento de la seguridad de la muerte, como punto final de esta vida, nos determina y nos condiciona. En cualquier etapa de la vida y en cualquier momento, la muerte está siempre presente. La fuerza de la vida nos permite olvidar este hecho. Podemos vivir muchos años sin pensar seriamente en la muerte, pero más pronto o más tarde se hará indefectiblemente presente.
No siempre afrontamos la muerte de cara. Muy a menudo lo hacemos de lado, al sesgo, oblicuamente. Pero, en el fondo del corazón siempre está la consciencia de la muerte. Sabemos que hemos de morir y, día tras día, tenemos señales y avisos: la muerte de los otros, mis enfermedades, la vejez… Morir es el final. Todo se ha acabado. Todas las expectativas, todas las ilusiones, todos los proyectos, todo, queda paralizado. El camino se ha convertido en un callejón sin salida. Todo lo que ayer tenía importancia y trascendencia, hoy ya no la tiene. Alguien, en aquel momento final, delante del que está de cuerpo presente, dirá la frase ritual: “no somos nada”.

Morir forma parte de la vida. La acompaña, pero no es su amiga. Todo lo contrario. Si la vida es luz, la muerte es oscuridad; si la vida abre puertas, la muerte las cierra. Por tanto, todo ser viviente se rebela contra la muerte. No la acepta como un final lógico y necesario de la vida. La experimenta como una herida traumática, antinatural, alienante. Nosotros también lo vivimos así, excepto en aquellos casos en que la vida se hace demasiado fatigosa. Cuando la vida se hace tan insoportable que la muerte viene a ser una liberación.

Para mi, cristiano, la perspectiva de la muerte no me angustia. Puedo mirar hacia el futuro sin miedos. Es cierto que el pensamiento de dejar la vida produce un vacío en el fondo del corazón y una amargura en la boca. No estamos hechos para la muerte y nos repugna. Es el hecho y el dolor que la acompaña. Pero Cristo me enseña a superar esto. La última experiencia de la vida puede ser la primera experiencia del mundo nuevo.

Jesús me enseña que la muerte, a pesar de ser el final de un camino, puede ser una puerta abierta a un nuevo futuro. El vivió mi vida y murió mi muerte. Pero lo hizo en la esperanza y la seguridad de la acción de Dios que retorna los muertos a la vida. Sus última palabras en la cruz son signo de un camino que yo sigo: “en tus manos encomiendo mi espíritu”. En aquella hora final se han acabado los miedos, las tinieblas, la tensión de la muerte. Aparece a luz, la vida y la esperanza. Esta es también la experiencia del salmista, ya en la última hora de su vida: “Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Tu eres mi esperaza” (Sl 39,7).

Y es en esta esperanza que yo vivo. No lo tengo todo claro ni tampoco tengo todas las respuestas, pero puedo decir con voz bien alta que creo en la vida y porque creo en ella –como algo más que una causalidad en un mundo de casualidades- creo en la resurrección. Escuucho –y esto me da fuerzas- la palabra de Jesús “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mi, aunque muera, vivirá. Todo aquel que vive y cree en mi, no morirá para siempre”

Y Jesús acaba diciendo: “¿Lo crees esto?” (Jn 11,25)

Enric Capó

miércoles, 4 de agosto de 2010

Un grano de mostaza.

Estudio bíblico # 5
Jaca

Mateo 13

31 Jesús les contó también esta parábola: “El reino de los cielos se puede comparar a una semilla de mostazal que un hombre siembra en su campo. 32 Es sin duda la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es más grande que las otras plantas del huerto; llega a hacerse como un árbol entre cuyas ramas van a anidar los pájaros.

I. Introducción.

1. De las primeras dos parábolas que enseñó Jesús y que enseñó, es fácil suponer que
los discípulos podrían haber estado desanimados por lo que oyeron...
a. En "La Parábola del Sembrador", solo la cuarta tierra sería verdaderamente
receptiva a la Palabra sembrada
b. En la "Parábola del Trigo y la Cizaña", aprendieron que Satanás estaría haciendo
su mejor esfuerzo para minar los
esfuerzos del Sembrador

2. Tan al principio como Crisóstomo (349?-407 d.C.), los comentaristas han sugerido que las siguientes dos parábolas de Mt 13:31-33 fueron dichas por Jesús para animar a Sus discípulos en lo relacionado al reino
a. La primera parábola es la de "El Grano de Mostaza" – Mt 13:31-32
b. La segunda parábola es la de "La Levadura" – Mt 13:33

Ambas parecen describir el reino como algo destinado a crecer en forma notable. Es tentador tratar a ambas parábolas en una sola lección. Pero debido a lo que podría dar cada una dándoles su propia atención, esta lección se enfocará solo en "La Parábola del Grano de Mostaza".

II. La mostaza.

1. La planta de mostaza es bien conocida por sus granos de sabor picante. Entre los granos sembrados en un jardín generalmente era la más pequeña. Como una planta, alcanza diez, y hasta en ocasiones quince pies de altura. Al terminar el año, sus ramas se vuelven rígidas, y la planta con frecuencia sirve como un refugio para las aves de cualquier tipo.

Sus usos: El grano de mostaza era usado frecuentemente para describir cualquier cosa que era muy pequeña en su principio. Jesús la usó en otra ocasión para describir la fe de alguien. El Corán escribe (Oh, mi hijo, cada asunto, aunque sea del peso de un cereal del grano de mostaza. Con este entendimiento de la planta de mostaza y de su grano, quizás seamos más capaces de apreciar el significado de la parábola misma.
III. El significado de la parábola.

A. El reino de los Cielos tendrá un inicio pequeño
1. Las profecías del Antiguo Testamento predijeron esto:
a. En relación al Mesías – ver Isa 11:1; 53:2-3
b. En relación al reino – ver Dan 2:35b,44 (empezando como una piedra, y convirtiéndose en una montaña)

B. Tiene un crecimiento tremendo.

1. Así como la "piedra" de Dan 2:35 "fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra"
2. El crecimiento de la iglesia en el primer siglo d.C. ciertamente confirmó la verdad de la parábola de Jesús
a. Los 120 discípulos crecieron por arriba de los 3000 solo en un día – Hech 2:41-42
b. Y se fue rápido arriba de 5000 – Hech 4:4
c. El número de los discípulos continuó "multiplicándose"
1) En Jerusalén – Hech 6:7
2) A lo largo de toda Judea, Galilea, y Samaria – Hech 9:31
d. Años más tarde, había "millares" de creyentes tan solo en Jerusalén – Hech 21:20
3. Aun hoy, ¡vemos el crecimiento e influencia del reino de los cielos en las vidas de los creyentes alrededor del mundo!

C. Un crecimiento que beneficia.

1. En la parábola, Jesús habló de cómo "vienen las aves del cielo y hacen nido en sus ramas"
2. ¿A qué se refería Jesús? Él no lo dice, pero el reino de los cielos es ciertamente una bendición para todos aquellos que se refugian en sus "ramas" a. Por ejemplo, "porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" Rom 14:17 b. Para aquellos que están buscando descanso para sus almas cansadas, el Rey extiende una invitación para venir a Él y entrar en el descanso de Su reino.