viernes, 19 de marzo de 2010

Culto Aniversario

"140 Años de testimonio y Vida en Zaragoza"
Domingo 21 de Marzo 2010
11.00 am

jueves, 18 de marzo de 2010

Concierto de Semana Santa



Coral Alcor de Musica Antigua
Domingo 28 de Marzo
11.00 h

miércoles, 17 de marzo de 2010

Altibajos emocionales.

Las emociones y yo.
Tema 6.

I. Introducción.

Venimos a en este mundo para aprender a vivir. Pero para vivir con estabilidad, con solidez, de una manera constante, de una manera firme y resuelta. No podremos liberarnos completamente de las emociones, pero con la ayuda de Dios podemos aprender a manejarlas y no dejar que sean ellas quienes nos gobiernen.

La vida nuestra no es divertida siempre dado que las emociones cambian constantemente. Si confiamos ciegamente en nuestros sentimientos podemos caer en una doble trampa: lo cambiante de ellos y la manera tergiversada que nos ofrece de la vida.

II. ¿Cómo razonar con uno mismo?

Para vivir con equilibrio hay que aprender a razonar con uno mismo. Hay que detenerse y tomar control de la situación cuando los sentimientos y pensamientos extraños tocan a nuestra puerta. Tenemos que oírnos y hablarnos a nosotros mismos. Cuando no permitimos que nuestros sentimientos me dicten cómo debo sentirme estoy dando muestras de madurez emocional.

Puede que estés rodeado de gente y a la vez te sientes sola y que nadie te comprende, pero eso no significa que esta sea la única realidad.

En la epístola a los Hebreos en el capítulo trece, versículo ocho leemos: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. ¿Crees tu esto? ¿Crees que Jesús se dejaba llevar por las emociones? ¿Qué sabemos de Jesús? Bueno sabemos que se dejaba guiar por el Espíritu Santo más que por sus emociones.

III. La estabilidad emocional como meta.

Tenemos el carácter que tenemos. Cada día nos relacionamos con personas que pueden poner a prueba nuestra paciencia y amor. Pero también nosotros somos soportados por los demás. Antes de aprender a depender del Espíritu Santo podemos darnos permiso para no sentirnos culpables por nuestros berrinches emocionales. No necesitamos dar un golpe con la puerta, no necesitamos huir cuando algo no nos guste. Podemos reconocer nuestra situación de dependencia. No somos perfectos. Y esto a algunas personas les cuesta aceptación.

Pero esto sería emprender el camino de la humildad. Y es que a veces mostrarse humilde nos hace ganar más batallas que un enfrentamiento. Generalmente la gente cambia cuando nosotros cambiamos. Casi siempre nuestras circunstancias varían cuando comenzamos a orar. Y no es que Dios cambie nuestro alrededor, sino que cambia nuestro corazón. Podemos experimentar las emociones, sacarlas fuera; pero no tenemos por qué rendirnos a ellas. El problema no es vivir sin emociones, sino más bien vivir una vida emocional equilibrada.

IV.. ¿Qué cosas podemos hacer?

Permítanse llorar y sentirse abrumados. Quizás les preocupe que si se dejan llevar por los sentimientos, jamás podrán recomponerse. Pero sí podrán. Permítanse dar rienda suelta a las emociones.

Establezcan una rutina. Busquen la forma de equilibrar el trabajo, la vida hogareña y los paseos. No olviden hacer las cosas que les agradan, como los ejercicios físicos. Los intervalos de descanso les ayudarán a reponer energías para seguir adelante.

Exploren sus convicciones espirituales. Quizás les resulte beneficioso reflexionar y apoyarse en su perspectiva espiritual personal y les reconforte hablar con una persona que le acompañe. Es normal que esta experiencia les haga cuestionar sus convicciones religiosas y espirituales. Recuerden que la oración, la meditación o la reflexión interna les ayudarán a encontrar la fuerza emocional y la esperanza y los guiará por estos momentos difíciles.

Lleven un diario. Expresar los sentimientos en papel les ayuda a algunas personas a enfrentar y superar esas emociones, así como a fortalecer la esperanza y la paciencia porque se darán cuenta de cuánto usted ha avanzado.

Desahóguense. Si tú sufres un contratiempo, quizás se sientan sumidos en el temor y la ansiedad. Hablen de sus temores y tengan fe.

Celebren cada vez que puedan. Cuando tú avance en su recuperación, déjate llevar por la alegría.

Acepten el apoyo de otras personas. Pidan ayuda a otras personas.

Acepten que usted y su pareja tendrán reacciones distintas. Hablen de sus emociones y escuchen con empatía para que ambos se sientan apoyados.

viernes, 12 de marzo de 2010

Modelos mixtos de celebración cristiana.

Siempre me ha preocupado la eclesiología en su vertiente teórico-teológica, algo necesario. Pero principalmente ha sido objeto de mi estudio el paso siguiente de toda reflexión, hacerla carne, pasarla a los hechos, realizarla en medio de la realidad de las iglesias.

Dos artículos, una conversación y la preocupación señalada hace un momento me sugieren algunas reflexiones sobre el hecho comunitario cristiano en su aspecto litúrgico. En uno de los artículos1 que he leído esta semana se apuntaba un fenómeno que está experimentando la Unión Bautista Británica. Se trata del notable aumento de la asistencia a sus cultos frente al descenso de su membresía. El articulista comentaba la reticencia de las personas a adquirir compromisos con las iglesias locales.

El segundo artículo hacía referencia a la salida masiva de los cristianos latinoamericanos de las iglesias institucionales estadounidenses para formar, lo que el articulista denomina, "iglesias orgánicas". Grupos de cristianos que se reúnen en las casas sin las estructuras propias de las comunidades institucionales, para poner en común sus diferentes experiencias de fe, la lectura de las Escrituras y la Mesa del Señor. Son encuentros, a mi entender, donde la conversación toma el lugar del discurso-sermón.

La conversación que mencionaba tenía que ver con las diversas comprensiones de la liturgia a plasmar en las celebraciones dominicales cristianas. Especialmente hablábamos acerca la formalidad y la informalidad del orden cultual, de la música congregacional utilizada... Mientras algunos cristianos echan a faltar la utilización de la himnología clásica y la formalidad en el transcurso del culto, a otros les agrada lo que se ha dado en llamar "tiempo de alabanza" y las intervenciones extemporáneas a lo largo de la celebración.

Ahora bien, debemos decir que la comunidad cristiana debe reinventarse constantemente en su plasmación histórica. Lo ha hecho siempre, y lo debe seguir haciendo. Ese reinventarse debe ser reflexionado desde la premisa que nos ofrece Jesús cuando afirmó que "el ser humano no ha sido creado para el sábado" sino más bien al contrario. De ahí que debamos atender a los cambios sociales y de hábitos que se están dando en nuestras sociedades y en las personas que las conforman, de cara a que el hecho cristiano sea relevante y atienda a las sanas expectativas que el Evangelio levanta.

Deseamos llegar a todos con el Evangelio y para ello, a la manera paulina, la comunidad cristiana “siendo libre de todos, se hará sierva de todos -en su concreción histórica- para ganar a mayor número” (1Cor. 9:19). Por ello opino que nuestras comunidades -muy lejos ya del concepto antiguo de parroquia- debería plasmar su actividad de encuentro y celebración en tres vertientes básicas.

La primera vertiente tiene que ver con las celebraciones formales. Es decir, la comunidad cristiana debe ofrecer celebraciones cuya liturgia sea formal para llegar a las necesidades de aquellos cristianos que son confortados por esos modelos litúrgicos (ej. Liturgia reformada / himnología clásica).

La segunda vertiente guarda relación con lo que doy en llamar “liturgia conversacional”. Es decir una liturgia que siendo formal no es formalista. Una liturgia que concede espacio para la conversación y que no reprime lo extemporáneo. Que atiende a una himnología contemporánea, pero que cuida sus contenidos de la mediocridad de muchos de los mal llamados “coritos” actuales, donde el intimismo individualista y huida de la realidad a través de sus letras son frecuentes (¡qué diferencia con el contenido de los Salmos!).

La tercera vertiente que propongo es dejar espacio (libre de crítica y proselitismo) en la comunidad para aquellos, que sin ser miembros oficiales o activos, desean asistir, en ocasiones de forma aleatoria, a las celebraciones y actividades comunitarias.

Las comunidades cristianas, sin renunciar a sus respectivas identidades, deben optar por formas mixtas de celebración y encuentro con el claro objetivo de llegar a las necesidades existenciales de todos sus -o no- miembros. Unas comunidades que son espacios donde todos los cristianos se reciben unos a otros, no para contender sobre opiniones (Ro. 14.1) sino para acompañarse mutuamente en el crecimiento como personas.

La misión más propia de la iglesia es ser asamblea de encuentro fraterno donde sus participantes recuperan fuerzas para llevar a cabo su testimonio cristiano en sus centros de estudio, lugares de trabajo, oenegés -cristianas o no-, sindicatos, asociaciones de vecinos, movimientos sociales, partidos... De ahí la relevancia de que nuestras celebraciones litúrgicas y espacios de encuentro respondan a todas las sensibilidades existentes entre los cristianos y cristianas del siglo XXI.

Ignacio Simal.
Barcelona

miércoles, 10 de marzo de 2010

Reunión Ecuménica de Jóvenes



Sábado 5 de Junio
5.00 pm
Iglesia Reformada de Aragón

Vigilia de Pentecóstes.




21 de Mayo
7.30 pm
Parroquía San Juan de la Cruz

Estudio Bíblico Ecuménico. 3




Marcos 3.
12 de Mayo
7. 30 pm
Iglesia Reformada de Aragón

martes, 9 de marzo de 2010

Las emociones y el perdón.

Tema 5.

I. Introducción.

Hay dos cosas que nos han de conmover. Hay dos cosas que hacen que uno se retuerce por dentro: Lo primero es lo negativo que nos han hecho los demás. La segunda, es todo lo negativo que nos hemos hecho a nosotros mismos y a los demás.

Hoy veremos qué podemos esperar de las emociones una vez que comienza a operar dentro del ámbito del perdón: a uno mismo, a los demás y a Dios.

II. Sea rápido para perdonar.

31 Echad fuera de vosotros la amargura, las pasiones, el enojo, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. 32 Sed buenos y compasivos unos con otros, y perdonaos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo
.
Efesios 4.

El perdón es una acción voluntaria y libre. Pero ha de hacerse de manera pronta. No debemos esperar mucho. Muchas veces hay personas que hacen cosas o dicen palabras sin detenerse antes a pensar o entender lo que hacen. Pero siempre hay una razón de por qué las personas se comportan de cómo lo hacen.

La falta de perdón hace que dos emociones se nos vean a mucha distancia: resentimiento y amargura. Dime el nombre de alguien que no ha experimentado el perdón y te mostraré cuan resentida y amargada está con la vida.

Hay una especie de rábano picante, Armoracia rusticana, que puede producir daños físicos en las personas que lo coman. Es tóxico. La amargura causa el mismo efecto sobre el espíritu. No sólo nos sentimos mal sino que nos enfermamos por dentro. Las personas amargadas han sufrido una serie de ofensas y han optado por no olvidarlas. Las reviven constantemente.

II. ¿Cómo limpiar nuestras heridas emocionales?

Cuando nosotros estamos ejercitando el perdón lo que estamos haciendo es dejando a un lado una injuria que nos han hecho. ¡Hay que perdonar de una vez y para siempre!

Para limpiar una herida sabemos que lo primario es agua y jabón. Hay que desinfectar. Las heridas emocionales requieren limpieza. Y a veces hay que comenzar por el agua y el jabón. ¿Cuál es nuestra agua y jabón? Me temo que es el perdón.

No sólo tenemos que aprender a perdonar a los demás, sino que también hay que perdonarse a sí mismo. Tenemos que recibir el perdón que Dios nos quiere dar. Tenemos que darnos permiso para ser perdonados.

Hay días que las cosas que nos ocurren no son como nosotros esperábamos. Creemos que Dios podía haber cambiado las circunstancias, pero NUNCA las cambió. Y eso nos enoja. Pero hay otra verdad rondando cerca de nosotros: no podemos tener una relación buena con alguien con el cual estamos enojados. Puede que a Ud. esto le suene raro, pero quizás tengamos que perdonar a Dios por no ser como nosotros queremos que sea. Y es que al perdón lo sigue la restauración en ocasiones.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Soy cristiano

Soy cristiano. Todavía. Hoy. Año 2010.
Lo he sido toda la vida. Desde niño. Desde el día en que mis padres me llevaron al bautismo y lo hicieron –ahora lo sé- con fe y con esperanza. Entonces no lo entendía. No sabía qué era lo que me hacían. La fe fue para mí como una herencia no siempre apreciada. Pero aprendí a conocer y amar al Maestro al mismo tiempo que aprendía el nombre de mi padre y el de mi madre. Era una fe de niño, vivida en el seno de una familia cristiana, que me enseñó a mirar hacia arriba, a buscar las cosas mejores, a mirar la vida en profundidad. Nunca podré agradecer bastante a mi padre y a mi madre lo que hicieron por mí. Nunca olvidaré aquellas dos vidas, vividas en tiempos malos, de guerra y de hambre, superando las dificultades, sostenidos por Aquel a quien yo no veía. Cuantas veces, delante de una mesa vacía, sentí aquello de “Dios proveerá”. Y Dios proveyó. Todos, una familia de siete miembros, salimos adelante.
No soy un buen cristiano. Quizás nunca llegue a serlo. Mi mundo está lleno de debilidades, de sombras y de miedos. Conservar la fe durante toda una vida ha sido una tarea difícil. Nunca ha sido del todo mía. Ha sido un continuo ganarla, una lucha constante contra las tinieblas, la frialdad del mundo, la tentación de las cosas. Pero ahora, cuando ya veo cerca el fin de mi vida, estoy contento. He perdido muchas cosas, no he podido atesorar muchas de este mundo, pero he conservado la fe. Soy cristiano.
Me diréis, ¿por qué eres cristiano cuando hoy todos lo dejan, al Maestro? ¿No será tu fe sólo un recuerdo amado de la infancia? Os puedo decir que no y os lo puedo decir con mucha seguridad. Bien pocas cosas, lamentablemente, me han quedado de aquel tiempo. Ya no tengo la fe noble y sencilla del niño que cree y confía. ¡Quien pudiera ser como ellos, los niños! Pero tengo otra clase de fe, más probada, que ha vencido los ataques del “mundo”, que ha sobrevivido a la lectura de toda clase de libros, que ha salida ilesa de discusiones y controversias, que ha sido capaz de confiar, incluso cuando el cielo estaba mudo y cerrado. Tengo todavía muchas cosas oscuras. No os podría explicar el misterio del sufrimiento, ni el por qué de la elección, ni cómo es el rostro de Dios. Pero tengo muy claro el camino. Sé que más allá de las nubes, que tan a menudo impiden la visión, luce el Gran Sol de la Justicia.
¿Qué es lo que me hace cristiano? Sólo Cristo. Estoy de vueltas de doctrinas llamadas “sanas” y de confesiones de fe cristianas perfectas. No, no es la religión que salvará al mundo. Es El, Cristo, el que nos amó hasta el extremo de morir por nosotros, el que nos enseñó un nuevo camino. En un mundo de egoísmos y de tensiones, dominado por el consumismo y el amor al dinero, en el que los hombres nos pisoteamos los unos a los otros para tener más y más cosas, Cristo es la otra posibilidad: la de vivir para los demás, la de amar y servir, la de buscar lo que verdaderamente tiene sabor de eternidad.
Seguir a Jesús es una opción, la mejor opción de la vida, una opción comprometida que, quizás, no complicará la vida, pero que paso a paso nos llevará a reencontrarnos a nosotros mismos como seres humanos junto a otros seres humanos, hijos de Dios, llamados a vivir la vida a otro nivel que no sea el del conformismo materialista que nos rodea. Vivir la vida para los demás, para todos, en un continuo dar y recibir, amar y ser amados. No soy yo quien ha de salir adelante. Somos todos. Y sólo si, mirando hacia arriba, nos damos las manos y hacemos pacto de justicia, habrá una nueva oportunidad para todos nosotros. Sólo la fe en Dios, que es fe en la verdad, en la justicia y en el amor, nos puede salvar del desastre presente y de la condenación eterna.
Soy cristiano. He acabado la carrera, he guardado la fe. ¿Qué más me importa? Sólo decirte esto: si tienes fe, incluso si es muy pequeña, como un grano de mostaza, o como la llama de una vela que parece que se va a apagar, no la dejes. Consérvala. Cuídala como la pupila de tu ojo. Nunca tendrás nada mejor. Te salvará, día tras día, de caer en el nihilismo de este mundo y te llevará a andar un nuevo camino, quizás estrecho y difícil, pero auténtico y verdadero. Incluso en el caso de que lo pierdas todo, si conservas esto, habrás ganado la vida. Nunca te arrepentirás.

Enric Capó
Barcelona

lunes, 1 de marzo de 2010

Los dones espirituales.

Trasfondo Bíblico: 1 Corintios 12: 1-11; 14:1-40
Verdad central: Los dones del Espíritu son repartidos a los creyentes para edificar el Cuerpo de Cristo.

Introducción
Los dones espirituales se dan para edificar y unificar el Cuerpo, nunca para confundir o interrumpir. A medida que se usan los dones dentro de la iglesia de acuerdo con principios bíblicos, el cuerpo local se encamina hacia una mayor unidad y madurez.
I. Definición de los dones espirituales (1 Corintios 12:1-11)
Pregunta: ¿Cuántos dones del Espíritu hay?
Pablo enumeró nueve dones del Espíritu en 1 Corintios 12. Otras palabras para describir estos dones son "espirituales", "ministerios", "operaciones" y "manifestación". Algunas personas creen que la lista de dones aquí es exhaustiva. Pablo mismo no pretendió tal cosa. Parece posible que daba una muestra de las maneras infinitas en que el Espíritu Santo puede obrar a través del Cuerpo de Cristo. Cada uno de estos nueve dones, cumple un ministerio temporal para el Cuerpo de Cristo (vea 13:8-10). Para facilitar la comprensión, estos nueve dones pueden dividirse en tres categorías generales: dones de revelación, de poder y de comunicación.
A. Dones de revelación
La "palabra de sabiduría" describe la capacidad práctica de llevar a cabo los asuntos de la vida, particularmente para entender y cumplir la voluntad de Dios. Este término "palabra de" ayuda a explicar que esto se refiere no sólo a hacer declaraciones sabias sino también al hecho de que está relegada a un tiempo y lugar en particular. La "palabra de ciencia" probablemente se refiere a tener conocimientos respecto a cierta información que ordinariamente no está al alcance de las personas afectadas.
El tercer don de esta categoría es el de "discernimiento de espíritus". Este don permite al creyente reconocer los verdaderos motivos detrás de lo que una persona dice o hace. En la esfera espiritual, esto puede incluir la capacidad para discernir la actividad del Espíritu Santo como también la actividad de espíritus malignos o el carácter humano.
Estos tres dones dependen de una revelación sobrenatural al individuo por el poder del Espíritu Santo. Hacen que el creyente no vea las realidades de la vida basándose solamente en las apariencias extremas. Más bien, hacen que uno vea a través de los ojos de Dios el corazón de la persona o de los asuntos de la vida (1 Samuel 16:7).
B. Dones de poder
Todos los dones de poder señalan las acciones concretas tomadas por el creyente con la seguridad de que tiene ayuda divina. Estos dones resultan en lo que la Biblia llama "señales y maravillas".
El primer don en la lista es el "don de fe". Esta por razones obvias es diferente a la "fe salvadora" sin la que es imposible agradar a Dios (vea Hebreos 11:6). Se presentan ocasiones en que el Espíritu Santo imparte una medida específica de fe para cumplir cosas que normalmente están fuera de lo que el creyente espera. Este es el don de fe.
En cuanto a los "dones de sanidades", Dios no reparte estos dones a la persona que necesita la sanidad. Reparte estos dones a personas que Él usa para traer sanidades a las personas enfermas. La palabra "dones" es plural en el lenguaje original. Esto puede indicar que Dios no reparte un don "permanente" de sanidad a un individuo. Más bien, reparte estos "dones de sanidades" según se presentan tales necesidades. Esto no quiere decir que un individuo no puede ser usado más de una vez como medio para este don. Dios reparte sanidad "a cada uno en particular como él quiere" (v. 11). Debemos recordar que los dones de "sanidades" son el poder del Espíritu Santo manifestado a través de creyentes para deshacer la enfermedad humana.
El "obrar milagros" es literalmente "obras de poder". Generalmente, éstos pueden entenderse como ejemplos de la intervención ordenada de Dios en las operaciones rutinarias de la naturaleza, tal como cuando Jesús anduvo sobre el mar o alimentó a cinco mil personas con cinco panes y dos pequeños peces (vea Mateo 14).
C. Dones de comunicación
Los últimos tres dones de esta lista son manifestaciones del habla, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Cuando consideramos cuan poderosa es la lengua (vea Santiago 3:1-12), vemos lo importante que es permitir que el Espíritu Santo controle nuestras palabras.
El don de "profecía" es poder hablar en un idioma que entiende el que está hablando. Es el resultado de una revelación espontánea por el Espíritu. Los que escuchan un mensaje profetice también pueden entender lo que se dice. Este don está destinado a encausar mensajes divinamente inspirados y pertinentes a un público atento.
"Diversos géneros de lenguas", es la capacidad de hablar en un idioma que el que habla no ha aprendido. Todos los creyentes que son bautizados en el Espíritu Santo deben esperar hablar en lenguas como evidencia inicial y física de que han sido llenados. En cuanto al don de lenguas, éste es una manifestación separada y posterior que Dios usa para ministrar a todo el Cuerpo. Pero como consideraremos más adelante, el don sólo beneficia al cuerpo de creyentes cuando es interpretado.
La "interpretación de lenguas", el último de los dones de esta categoría, permite que la gente entienda y se beneficie de lo que ha sido hablado en un idioma desconocido. No debe tomarse por sentado de que es una traducción literal, palabra por palabra, de lo que se habló en el mensaje en lenguas. Más bien, es una interpretación de lo que se dijo en lenguas para que sean edificados los que lo escucharon.
La palabra que se traduce "dones" aquí se relaciona a la palabra griega para "gracia", recalcando que estas manifestaciones no se distribuyen a los miembros de acuerdo con mérito personal, sino de acuerdo con el favor inmerecido de Dios.
El Espíritu Santo tiene la prerrogativa de elegir qué dones cada cristiano ha de recibir. Deben ser repartidos según se presenten necesidades. Nadie debe jactarse porque ejerce un don, o sentirse inferior porque Dios usa a otra persona. El que elige es el Espíritu Santo, y la gloria le pertenece a Dios.
II. Los propósitos de la profecía y las lenguas (1 Corintios 14:1-25)
A. La profecía nos edifica
Pregunta: ¿Cómo se parecen la profecía y las lenguas y en qué se distinguen?
Los dones espirituales son algo que uno debe desear, es decir, "procuradlos". Pablo enfatizó el don de la profecía debido al valor inmediato que tiene para los creyentes. Presenta el contraste de la profecía con las lenguas para ilustrar que lo que determina el valor de un don es el beneficio que la iglesia deriva de él.
La profecía es propicia para cualquier reunión de creyentes porque el mensaje inspirado por el Espíritu es fácilmente comprendido por los oyentes. La persona que habla en lenguas se fortalece a sí misma, pero el resto del cuerpo no se beneficia a no ser que alguien dé la interpretación.
Pablo habló de los beneficios de la profecía que son la edificación, la exhortación y el consuelo. La edificación tiene que ver con hacer crecer a la Iglesia en conocimiento, carácter y madurez. La exhortación tiene que ver con llamar a los creyentes a cumplir con sus deberes. El consuelo provee ayuda en el tiempo de sufrimiento o temor.
B. La interpretación de lenguas
Los corintios abusaron del don de lenguas usándolo excesivamente. Aparentemente también estaban descuidando los otros dones. La frecuencia de las lenguas y el hecho de que varios creyentes hablaban al mismo tiempo presentaban una apariencia de confusión. Pablo corrigió e instruyó a los corintios sin menospreciar a ninguno de los dones del Espíritu.
Pregunta: ¿Por qué fue fácil para los corintios abusar del don de lenguas usándolo excesivamente?
Como las lenguas son la evidencia física e inicial del bautismo en el Espíritu Santo, es más fácil que el creyente tenga fe para la operación del don de lenguas. También, el hablar en lenguas es una experiencia que edifica.
La respuesta a un extremo a veces puede llevar a otro extremo. Algunos aparentemente deseaban prohibir el uso de lenguas por completo. Pablo afirmó claramente: "Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas" (v. 5).
Cuando hay lenguas sin interpretación, se puede comparar a un instrumento musical que produce sonidos sin una melodía definida, tal vez como cuando en una orquesta cada músico afina su instrumento antes de un concierto. El músico puede beneficiarse, pero el oyente sólo escucha notas discordes. De ahí que Pablo exhortó al hombre que habla en lenguas a orar para poder interpretar lo que dice (v. 13).
III. Los principios para el orden (1 Corintios 14:26-40)
A. Todos deben participar
Cualquier miembro del grupo de creyentes tenía libertad para participar en la adoración pública en un culto, aunque es poco probable que todos aprovecharan tal oportunidad. Una persona posiblemente cantaría un salmo, o una composición nueva acompañada de un instrumento musical. Otro podría enseñar una verdad cristiana. Otro podría profetizar, lo que Dios le había revelado. También podría haber un mensaje en lenguas con una interpretación.
Pregunta: ¿Cómo podría el orden de tal servicio, si no se llevara a cabo correctamente, contribuir a la confusión de la iglesia en Corinto?
Si todas estas actividades se llevaran a cabo al mismo tiempo o sin organizarse, el resultado sería una gran confusión. La gente inconversa que acudiría a tales reuniones no comprendería e interpretaría mal el ruido discordante y lo atribuiría a la falta de disciplina.
Pablo animó a que existiera la participación de todos en los servicios de adoración. Pero, insistió en que todas las cosas se hicieran "para edificación" (14:26). El Espíritu obra a través de la voluntad y la personalidad del individuo que debe someterse a los principios del amor y el orden establecidos por Dios.
B. Mantenga todo en orden
Pregunta: En el asunto de las lenguas y su interpretación, ¿qué clase de control propuso Pablo para establecer el orden en las reuniones de la iglesia?
Pablo afirmó que el hablar en lenguas debía .limitarse a dos o tres. Algunos creen que esto se refiere al número de veces que este don debía ejercerse durante cada servicio. Otros sugieren que podría haber más de una serie de demostraciones si se permite un lapso de tiempo entre las mismas.
Además, los enunciados en lenguas deben tener lugar uno por uno. Aparentemente, algunos hablaban al mismo tiempo que otros, lo cual trajo gran confusión. Pablo también enfatizó la importancia de la interpretación de las lenguas, la cual debía ser breve, clara, ordenada y espiritual. El que interpreta puede ser el mismo que habla en lenguas u otra persona.
Pablo también se dirigió a los que profetizan. Se podían dar dos o tres mensajes profetices seguidos. Estos mensajes entonces tenían que ser juzgados antes que otros ministraran.
Pregunta: ¿Cómo deben juzgarse las profecías?
Debe considerarse cuidadosamente lo que la persona afirma que el Espíritu dice. Primero, ¿está de acuerdo con la Palabra? Luego, ¿qué es la respuesta correcta a lo que el Señor ha dicho?
Si una persona está dando un mensaje profetice y otra persona se pone de pie para revelar lo que Dios le ha dado, la primera persona debe callar y dejar hablar a la otra persona. De esta manera, nadie se adueñara de todo el tiempo.
Pablo trató con otro caso de confusión al hacer referencia a las preguntas que las mujeres hacían dentro de la iglesia. Pablo ya había indicado que estaba bien que las mujeres oraran en público y profetizaran en la Iglesia (11:5). Parecería en aquel entonces, por el contexto de este pasaje, que hacían preguntas de tal manera que esto sólo contribuía al ambiente confuso. Pablo les amonestó que guardaran las preguntas y se las hicieran a sus esposos en casa. El principio realmente aplica tanto a los hombres como a las mujeres. Todos los creyentes deben entender que existe un lugar y una manera correcta de hacer tales preguntas.
Aplicación
Las instrucciones de Pablo en cuanto a la manifestación de los dones espirituales no son para estorbar el uso de los dones, sino para hacerlos aun más provechosos para los creyentes y los incrédulos. Tenemos que tener presente que el Espíritu Santo fue quien inspiró a Pablo a entregamos estas instrucciones.
Mientras que la exuberancia de los corintios los llevó a un énfasis exagerado de ciertos dones, resultando en la confusión, hoy día un gran número de iglesias gozan del mucho orden, en tal grado que existen pocas manifestaciones de los dones durante los servicios de adoración en tales iglesias. ¿Cuántos de nosotros al examinar nuestra vida, nos daríamos cuenta de que hemos experimentado tantas manifestaciones de lenguas, sus interpretaciones, la profecía u otros dones del Espíritu, que ahora sentimos la necesidad de controlar todo exceso de ellos?
Quizá el verdadero mensaje que necesitamos sacar de este estudio es un llamado a evidenciar más el ministerio del Espíritu Santo en nuestros servicios. Es un gozo y privilegio para el creyente, y una fuente de vida para la congregación, ser usada por el Espíritu Santo para el ministerio a través de los dones. Los creyentes en Corinto demostraron tanto entusiasmo que Pablo tuvo que corregirlos. Antes de criticar a los creyentes de Corinto, tal vez debamos preguntarnos si nuestra falta de entusiasmo se debe criticar también. ¡Que Dios nos dé a cada uno de nosotros un hambre por la presencia rebosante de su Espíritu Santo demostrada por sus dones!

Heridas emocionales II

Tema 3.

Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
Juan 8:32

Pregunta 1: ¿Y en qué medida tienen remedio los aprendizajes equivocados de la infancia o la juventud?
Parece claro que los problemas más comunes de esas edades (por ejemplo, sentirse habitualmente ignorado y falto de atención o de afecto, verse rechazado en el entorno escolar, etc.), dejan su huella. Sin embargo, esas heridas emocionales que muchas personas llevan profundamente grabadas, pueden cicatrizarse y curar. Es cuestión de aprender a relacionarse de manera inteligente con ese lastre emocional que toda persona lleva en su vida.
Pregunta 2: ¿Y cómo se aprende?
Esas heridas emocionales pueden habernos hecho, por ejemplo, susceptibles e inestables. En ese caso, tendremos la impresión de no poder evitar una respuesta hostil casi automática ante determinados estímulos. Sin embargo, aunque no siempre podamos controlar bien cuándo seremos víctimas de una reacción interior de enfado o de encrespamiento, sí podemos ejercer mucho más control sobre:
a. la medida en que esa reacción interior se hará con el control de nuestro estado emocional
b. ¿cómo lo manifestaremos externamente?
c. ¿cuánto tiempo durará?
Ese nivel de autocontrol bien podría ser un índice del avance en ese proceso de maduración emocional, puesto que la capacidad de contener la exteriorización del enfado y el tiempo de recuperación del equilibrio interior muestran la madurez de las respuestas que la inteligencia da a nuestras reacciones primarias espontáneas.
Cuando nuestras reacciones son demasiado exigentes con uno mismo o con los demás, o son de tipo victimista, o hiperdefensivas, o con aire de suficiencia, se desarrollarán estilos emocionales frustrantes (con sentimientos de desesperación, tristeza, resentimiento, hiperculpabilidad, etc.) que, además, suelen fácilmente desbordarse y afectar también a otros ámbitos de nuestra vida.
Pregunta 3: ¿Y en qué medida afecta esto, por ejemplo, al rendimiento académico o profesional?
El deseo de aprender, el autodominio, la capacidad de relación y de comunicación, la capacidad de comprender a los demás y hacerse comprender por ellos, o de armonizar las propias necesidades con las de otros, etc., son habilidades que si se logran desarrollar en el entorno familiar, permiten partir con una indudable ventaja en la vida académica y profesional. La capacidad de abstracción, o de pensar de forma sistemática, o de asociarse o concertar voluntades en torno a un proyecto común, o la creatividad, son ejemplos de capacidades emocionales importantes para la vida que no son fáciles de incluir en los currículos académicos.
Pregunta 4: ¿Soy yo muy sensible?
Como ha escrito José Antonio Marina, nunca podemos estar seguros de lo que otra persona ve. Aunque sigamos con atención su mirada, no podemos adivinar el paisaje que está viendo. Ambos podemos estar viendo aparentemente lo mismo, pero ignoramos el nivel donde está instalada la percepción del otro.
Un paisaje no es el mismo, por ejemplo, para la mirada de un pintor que para la de una persona que va de caza. Cada uno recibe percepciones distintas. No es sólo que vean las mismas cosas y luego las interpreten de modo diferente, sino que la percepción de cada uno es filtrada por el valor y el significado que aquello tiene para él.
La insensibilidad, la incapacidad de relacionarse con lo que es complejo o profundo, es una de las más amargas fuentes de infelicidad, porque niega a las personas acceder a su propia singularidad, porque dilapida toda una fortuna de posibilidades que se nos presentan de continuo a cada uno. Las personas insensibles afirman quizá que todo eso les da igual, que están bien como están, pero cuando un día despierten y vean lo que han perdido, se lamentarán con verdadero pesar.
A lo mejor pensamos que, por la razón que sea, esa capacidad ya poco puede crecer en nosotros, pero probablemente no sea así. Podemos aprender a discernir mejor. Podemos enriquecernos aún mucho con las aportaciones de los demás. Podemos ganar en sensibilidad.
El ser humano no sólo sabe lo que sabe, sino que también sabe que ignora muchas otras cosas.
Lectura de 2 Sa. 12: 16-23. ¿Qué opinas de este pasaje?

Programa ecumenismo. Invierno-Primavera 2010



Marzo
3 Estudio Bíblico Las bienaventuranzas PSA
10 Tema 27: Teología y Verdad IRA
17 Jesús, la película. PSM
24 Tema 28: Espiritualidad y Verdad IRA

Abril
13 Cena Pascual PSM
27 Reflexionando sobre cosas comunes PSM

Mayo
5 Tema 29: Textos ecuménicos sobre la Verdad IRA
12 Oración ecuménica PSM
19 Tema 30: Problemas ecuménicos IRA
26 Audición musical PSM

Junio
2 Tema 31: El problema del lenguaje teológico PSM
9 Visita cultural PSM
16 Tema 32: La economía de los padres de la Iglesia IRA
23 Evaluación del curso PSM
30 Tema 33: El concepto de Iglesia IRA

Julio
7 Tema 34: El papado IRA

1. Parroquia San Miguel 8.00 pm
2. Iglesia Reformada de Aragón 7.00 pm

Un mundo sin misericordia.

Mateo 5:7

Venimos a la iglesia porque queremos que nos quieran. Venimos a la iglesia porque queremos que alguien tenga misericordia de nosotros. Y es que a veces no encontramos el amor ni la misericordia a nuestro alrededor.

La misericordia es tener compasión por gente en necesidad. Eleos es el verbo griego que describe a la misericordia y tiene que ver con la percepción del dolor, la miseria y la aflicción que produce el pecado. Una cosa es tener misericordia y otra es tener gracia. La misericordia nos alivia, la gracia nos ofrece perdón. La misericordia nos cura, nos sana, nos ayuda. La gracia nos limpia y nos restaura.

En esta bienaventuranza Jesús no nos dice en quien está pensando cuando habla de los misericordiosos. No nos dice si está pensando en aquel viajero entre Jericó y Jerusalén que fue asaltado y golpeado por unos ladrones y con quien el buen samaritano usó misericordia, o está pensando en los hambrientos y marginados de los cuales el mismo tuvo piedad.

La única certeza que tengo en esta mañana es que Dios es misericordioso y los ciudadanos de su reino han de mostrar misericordia.

Ya sé que vivimos en un mundo sin misericordia. Pero a veces la iglesia no es un lugar donde ella abunde. Al menos la iglesia que yo veo y de la cual formo parte hace uso más frecuente de la mundanalidad que de la misericordia. El mundo que conozco prefiere aislarse y ponerse a salvo de los dolores y las calamidades. El mundo que vivo prefiere la venganza y no quiere oír de perdón. Pero aquellos que se muestran misericordiosos, la encontrarán.

Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia…

Quizás alguna persona crea que el asunto que tratamos dice que para recibir hay que dar. A los que así piensan he de decirles que la cosa no es perdonar por perdonar ni ser misericordioso por ser misericordioso. La cuestión es que sólo recibimos la misericordia y el perdón de Dios a menos que estemos arrepentidos. Y el arrepentimiento como lo entienden las Escrituras cristianas está vinculado con la misericordia por los pecados de los demás.

Nada nos mueve tanto a perdonar, como el hecho de saber que ya hemos sido perdonados. Nada habla tan claro de que ya hemos sido perdonados que nuestra disposición a perdonar.
Si la mansedumbre nos lleva al reconocimiento de nuestros pecados, la misericordia nos conduce a tener compasión por los demás, porque también ellos son pecadores.