Las emociones y yo.
Tema 6.
I. Introducción.
Venimos a en este mundo para aprender a vivir. Pero para vivir con estabilidad, con solidez, de una manera constante, de una manera firme y resuelta. No podremos liberarnos completamente de las emociones, pero con la ayuda de Dios podemos aprender a manejarlas y no dejar que sean ellas quienes nos gobiernen.
La vida nuestra no es divertida siempre dado que las emociones cambian constantemente. Si confiamos ciegamente en nuestros sentimientos podemos caer en una doble trampa: lo cambiante de ellos y la manera tergiversada que nos ofrece de la vida.
II. ¿Cómo razonar con uno mismo?
Para vivir con equilibrio hay que aprender a razonar con uno mismo. Hay que detenerse y tomar control de la situación cuando los sentimientos y pensamientos extraños tocan a nuestra puerta. Tenemos que oírnos y hablarnos a nosotros mismos. Cuando no permitimos que nuestros sentimientos me dicten cómo debo sentirme estoy dando muestras de madurez emocional.
Puede que estés rodeado de gente y a la vez te sientes sola y que nadie te comprende, pero eso no significa que esta sea la única realidad.
En la epístola a los Hebreos en el capítulo trece, versículo ocho leemos: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. ¿Crees tu esto? ¿Crees que Jesús se dejaba llevar por las emociones? ¿Qué sabemos de Jesús? Bueno sabemos que se dejaba guiar por el Espíritu Santo más que por sus emociones.
III. La estabilidad emocional como meta.
Tenemos el carácter que tenemos. Cada día nos relacionamos con personas que pueden poner a prueba nuestra paciencia y amor. Pero también nosotros somos soportados por los demás. Antes de aprender a depender del Espíritu Santo podemos darnos permiso para no sentirnos culpables por nuestros berrinches emocionales. No necesitamos dar un golpe con la puerta, no necesitamos huir cuando algo no nos guste. Podemos reconocer nuestra situación de dependencia. No somos perfectos. Y esto a algunas personas les cuesta aceptación.
Pero esto sería emprender el camino de la humildad. Y es que a veces mostrarse humilde nos hace ganar más batallas que un enfrentamiento. Generalmente la gente cambia cuando nosotros cambiamos. Casi siempre nuestras circunstancias varían cuando comenzamos a orar. Y no es que Dios cambie nuestro alrededor, sino que cambia nuestro corazón. Podemos experimentar las emociones, sacarlas fuera; pero no tenemos por qué rendirnos a ellas. El problema no es vivir sin emociones, sino más bien vivir una vida emocional equilibrada.
IV.. ¿Qué cosas podemos hacer?
Permítanse llorar y sentirse abrumados. Quizás les preocupe que si se dejan llevar por los sentimientos, jamás podrán recomponerse. Pero sí podrán. Permítanse dar rienda suelta a las emociones.
Establezcan una rutina. Busquen la forma de equilibrar el trabajo, la vida hogareña y los paseos. No olviden hacer las cosas que les agradan, como los ejercicios físicos. Los intervalos de descanso les ayudarán a reponer energías para seguir adelante.
Exploren sus convicciones espirituales. Quizás les resulte beneficioso reflexionar y apoyarse en su perspectiva espiritual personal y les reconforte hablar con una persona que le acompañe. Es normal que esta experiencia les haga cuestionar sus convicciones religiosas y espirituales. Recuerden que la oración, la meditación o la reflexión interna les ayudarán a encontrar la fuerza emocional y la esperanza y los guiará por estos momentos difíciles.
Lleven un diario. Expresar los sentimientos en papel les ayuda a algunas personas a enfrentar y superar esas emociones, así como a fortalecer la esperanza y la paciencia porque se darán cuenta de cuánto usted ha avanzado.
Desahóguense. Si tú sufres un contratiempo, quizás se sientan sumidos en el temor y la ansiedad. Hablen de sus temores y tengan fe.
Celebren cada vez que puedan. Cuando tú avance en su recuperación, déjate llevar por la alegría.
Acepten el apoyo de otras personas. Pidan ayuda a otras personas.
Acepten que usted y su pareja tendrán reacciones distintas. Hablen de sus emociones y escuchen con empatía para que ambos se sientan apoyados.
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