sábado, 31 de marzo de 2012

Los evangélicos y la veneración de imágenes.

Para quienes viven al margen del catolicismo romano, el problema de las imágenes no parece tener la importancia que realmente tiene. En Italia, el centro del catolicismo, la actitud hacia las imágenes aún es el criterio que usan muchos católicos para distinguir entre católicos y evangélicos. Ellos dicen: "¡Ah! ¡Usted es evangélico! Ustedes son los que no creen en los santos, ¿no es cierto?"
El dogma católico dice: "Está permitido y es beneficioso venerar las imágenes de los santos". Estas imágenes, y los santos que representan, son sumamente importantes en la vida religiosa de la gente de Italia y de otros países católicos romanos. Esto no sólo sucede en la iglesia, sino también en la religión popular que es menos oficial. Multitud de personas que casi nunca van a una iglesia se consideran fieles católicos simplemente porque son devotos a una o más imágenes católicas.
Quizá el hecho más importante que distingue a los protestantes que creen en la Biblia, de sus vecinos católicos, es que aquellos insisten en que cada individuo necesita conocer a Dios personalmente. De hecho, la razón por la que Cristo vino a la tierra, murió por nuestros pecados y resucitó, fue para quitar los pecados que nos separan de Dios, de manera que podamos conocerlo en forma personal. La Biblia enseña que cada individuo debe tener una relación continua y directa con Dios; no una relación de larga distancia por medio de una imagen o del santo que ella representa. Uno de los temas principales de la Biblia, comenzando desde Génesis hasta el último libro, Apocalipsis, es que Dios aborrece las imágenes. La razón es que ellas alejan a la persona del contacto directo con El, porque proveen alguien más a quien orar y en quien confiar.


El Misterio del Mandamiento Perdido

La mayoría de los católicos se sorprenden al saber que uno de los Diez Mandamientos prohibe el uso de las imágenes. Cito el segundo mandamiento, no de una Biblia publicada por evangélicos, sino de la Biblia católica romana: No te hagas estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les des culto, porque Yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso. Yo castigo a hijos, nietos y biznietos por la maldad de los padres cuando se rebelan contra mí. Pero me muestro favorable hasta mil generaciones con aquellos que me aman y observan mis mandamientos (Exodo 20:4-6).
Aunque la Iglesia Católica enseña los Diez Mandamientos en sus catecismos, consistentemente elimina el mandamiento citado arriba. Sin embargo, se encuentra siempre en cualquier Biblia, ya sea publicada por una casa editora evangélica o católica. Si usted tiene una Biblia, ¿por qué no lo busca ahora?
Si tiene un catecismo católico romano, ¿por qué no lo abre también? No notará de inmediato que el mandamiento contra las imágenes y postrarse ante ellas ha sido eliminado, porque allí todavía habrán diez mandamientos. Pero si lee los primeros tres mandamientos tanto en la Biblia como en el catecismo, verá que el segundo mandamiento, el más largo de todos, fue eliminado de la versión que se encuentra en el catecismo. La omisión se ha ocultado dividiendo el décimo mandamiento en dos. Es así como se lee el décimo mandamiento en la Biblia católica: No codicies la casa de tu prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codicies nada de lo que le pertenece (Exodo 20:17). En el catecismo, la parte que habla de no codiciar la mujer de tu prójimo se convierte en el noveno mandamiento, y el resto que habla de los servidores, etc., se une para formar el décimo. Estos mandamientos se repiten en Deuteronomio 5. En este segundo pasaje no es tan notorio que el último mandamiento se ha dividido en dos para camuflar el robo del segundo. Quizá sea esta la razón por la que la Iglesia Católica usa generalmente la reseña de los Diez Mandamientos en Deuteronomio, en lugar de la presentación original de los mandamientos en Exodo.
El hecho de que el segundo mandamiento sea eliminado por completo y que se oculte la omisión muestra que la Iglesia Católica no lo interpreta en forma diferente a como lo interpretan otros. Si no comprendieran que condena sus imágenes, ¿por qué quitarían este mandamiento del catecismo y de otras enseñanzas católicas populares?


Fotografías

Algunos, tratando de justificar la oración a las imágenes, dicen que si tuviéramos que cumplir literalmente el segundo mandamiento, ni siquiera podríamos tener fotografías de nuestros amigos y seres queridos. La Biblia aclara este punto en un pasaje que especifica cuáles imágenes condena. Las imágenes prohibidas son las que el pueblo venera o adora: No se hagan ídolos, ni levanten estatuas o monumentos, ni coloquen en su tierra piedras grabadas para postrarse ante ellas, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes(Levítico 26:1). Note que aquí, como en Exodo, habla de un propósito para usar la imagen, para adoración, o como se traduce con frecuencia la misma palabra hebrea, postrarse. Este propósito excluiría fotografías comunes de sus amigos y de su familia. Una excepción obvia es la práctica de la oración a las fotografías de los familiares muertos.


Imágenes Paganas

Otros tratan de evitar la enseñanza clara de Dios afirmando en forma autoritaria que El se refiere sólo a imágenes paganas, no a sus imágenes "cristianas". Sin embargo, notamos que:
  • Moisés, al dirigirse a los hebreos, el pueblo escogido de Dios y no a los paganos, les dijo que el Señor no se reveló a ellos cuando les dio los Diez Mandamientos, por una precisa razón: Para que el pueblo de Dios no hiciera imágenes de Dios mismo -Ustedes no vieron figura alguna el día en que Yavé les habló en el monte Horeb en medio del fuego. Por tanto no vayan a corromperse: no se hagan un ídolo, o sea, un dios esculpido con forma de hombre o de mujer(Deuteronomio 4:15-16; lea también los versículos 17-19). Lo que se prohibió aquí no fue una imagen pagana, sino cualquier imagen que el pueblo escogido de Dios pudiera haber hecho de Dios, de hombres o de mujeres.
  • Dios elogió a un rey de los judíos porque destruyó una serpiente de bronce que había sido hecha por orden expresa de Dios, y a la cual Su pueblo había comenzado a adorar después de cierto tiempo. La Biblia dice de este rey: Hizo lo que es recto a los ojos de Yavé, imitando a David, su antepasado. Suprimió los santuarios de las lomas, quebró los cipos y cortó los troncos sagrados. También destruyó la serpiente de bronce que Moisés había fabricado en el desierto, pues hasta ese tiempo los israelitas le ofrecían sacrificios y la llamaban Nejustán (2 Reyes 18:3-4).



En el Nuevo Testamento se prohíben las imágenes

Otros, tratando de eludir la clara enseñanza de la Palabra de Dios, dicen que las imágenes se prohibieron en el Antiguo Testamento, pero que ahora están permitidas porque no estamos en tiempos del Antiguo Testamento, sino en el Nuevo. El punto débil y fatal de este argumento es que ¡simplemente no es verdad! El Nuevo Testamento habla mucho de las imágenes, y siempre contra ellas, tal como lo hace el Antiguo Testamento.
Uno de los primeros pasajes que se escribieron en el Nuevo Testamento es 1 Corintios 10:14: Por eso, hermanos muy queridos, huyan del culto a los ídolos. Este tema continúa a través del Nuevo Testamento. Lo encontramos inclusive en 1 Juan 5:21, uno de los últimos libros que se escribieron en el Nuevo Testamento. Allí leemos: Hijitos, guárdense de los ídolos.
Entre estos versículos que he citado hay otros; son muchos para mencionarlos aquí, pero le animo a leerlos. Verá que las imágenes se prohiben prácticamente a través de todo el Nuevo Testamento: 1 Corintios 6:9; 10:7; 12:2; Hechos 7:39-42; 17:16, 29; Romanos 1:23; 1 Pedro 4:3; Apocalipsis 2:14; 9:20; 21:8; 22:15.


Historia de la idolatría en la Iglesia

Las iglesias de los primeros siglos no usaron imágenes (con la excepción del símbolo del pescado, usado como emblema y no como ídolo). Las imágenes se introdujeron en la iglesia primeramente para uso ornamental, a fines del siglo III. Por el año 400 d.C. las usaron también para la enseñanza, y sólo en los siglos siguientes las imágenes fueron consideradas sagradas. Luego, en los Concilios de Nicea en 787 d.C. y en el de Trento en 1562 d.C., la iglesia romana aceptó que las imágenes fueran veneradas.
De acuerdo a la tradición católica, cuando una persona ora a la imagen de un santo o la adora, está venerando al santo. Esta explicación, sin embargo, aunque parezca convincente, nunca puede justificar la oración a una imagen, porque Dios nos ordena que no lo hagamos. Algunas de las personas más importantes de la Iglesia Católica han comprendido esta enseñanza; se demostró claramente cuando el papa Juan XXIII sacó muchas de las imágenes de las iglesias. El papa Juan XXIII, y otros papas que lo siguieron, también trataron de eliminar otras prácticas idólatras de la iglesia, como el llevar imágenes en procesiones.


¿De quiénes son las imágenes?

En la mayoría de los casos, las imágenes veneradas no son realmente imágenes de los santos, puesto que en el tiempo en que vivieron muchos de ellos no había cámaras fotográficas, y no muchos de ellos posaron para que pintaran sus retratos. La consecuencia obvia es que con frecuencia las imágenes son en realidad de modelos contratados más tarde por los artistas. Muchos artistas crearon obras de arte religiosas y no religiosas, y usaron los mismos modelos para ambas. A veces los modelos del artista eran personas muy religiosas, pero a menudo no lo eran. En otras ocasiones, la imagen mental que se formaba el artista determinaba qué apariencia tendría el santo. Esto es obvio cuando recordamos la tez pálida común en muchas "vírgenes", y luego recordamos las famosas "vírgenes" negras.
Cuando una señora caminaba con su perro y pasó por la puerta del estudio de un artista, comprendió que las imágenes a las que ora la gente generalmente no son de los santos. El artista salió y le preguntó a la señora si le permitiría cortar un poco de pelo de la cola del perro; lo necesitaba para las cejas de un santo que estaba haciendo. Ella con gusto le dio el pelo que deseaba. Después, al seguir caminando, se dio cuenta: "¡Esto significa que estaré inclinándome ante el pelo de la cola de mi perro!" En ese mismo momento ella decidió abandonar su idolatría.


Las imágenes son uno de los temas principales de la Biblia

El hecho de que tantos pasajes de la Biblia traten de las imágenes muestra claramente que para Dios, este es un asunto de suma importancia. He mencionado ya muchos de los pasajes en el Nuevo Testamento. Aunque el tema es muy amplio en el Antiguo Testamento para citar todos los pasajes, los siguientes son algunos de los más importantes. Al leerlos comprenderá el punto de vista que Dios tiene de las imágenes. Además, la gran cantidad de citas no puede dejar de impresionarnos en cuanto a la importancia que este tema tiene para Dios: Exodo 23:24; 34:13; Levítico 19:4; 26:30; Números 33:52; Deuteronomio 5:8-9; 9:12-17; 16:21; 27:15; 1 Reyes 14:9, 22-23; Salmos 78:58; 97:7; 106:19-20; 115:4-9; 135:15-18; Isaías 10:10-11; 30:22; 31:6-7; 42:8-17; 44:8-20; 45:20; 46:6-7; Jeremías 10:3-16; Ezequiel 16:17-21; 30:13; Daniel 3:1-18; Oseas 11:2; 13:2-4; Miqueas 1:7; 5:12-13; Habacuc 2:18-20.


¿Debemos orar a los santos mismos?

En este punto, alguien podría sugerir que aunque es incorrecto orar a las imágenes, tal vez sería correcto orar a los santos mismos, sirviendo ellos como mediadores entre nosotros y Dios. Sin embargo, Jesucristo dijo que nadie podía ir al Padre sino por El (Juan 14:6), y 1 Timoteo es aún más específico: Unico es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre. El entregó su vida para rescatar a todos (2:5). Cristo es nuestro mediador, porque es El quien nos lleva a tener relación con Dios. El pagó todo lo que Dios pedía por nuestros pecados, para que nosotros los pecadores pudiéramos orar directamente, "Padre nuestro...".
Otra traducción dice: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos. ¿Por qué diría Dios que Cristo Jesús es el único mediador si fuera mentira, y realmente hubieran muchos mediadores?
Durante un programa de televisión en el que recibíamos llamadas telefónicas, un sacerdote llamó para discutir conmigo este versículo. Tratando de señalar una excusa en este versículo que permitiera a los católicos orar a los santos, él afirmó: "No es que los santos puedan responder directamente las oraciones, sino que ellos oran a Jesús, quien a su vez ora a Dios el Padre, quien responde la oración". Puesto que conozco la doctrina católica, le pregunté: "¿Son los santos omniscientes y omni-presentes, de tal manera que puedan entender miles de oraciones de todo el mundo, en muchos idiomas diferentes, todos al mismo tiempo?" Por supuesto, él tuvo que responder: "No, sólo Dios es omnisciente y omnipresente; los santos no pueden oír ni responder todas las oraciones". Al darse cuenta de la implicación de lo que había dicho, trató de reparar el daño diciendo: "Dios el Padre escucha las oraciones y ¡¡¡les dice a los santos qué pidieron las personas!!!"
Recuerde, sólo Dios puede estar en todos los lugares a la vez para escuchar las miles de oraciones que llegan de todo el mundo al mismo tiempo. ¿Hay alguna buena razón para que no oremos directamente a El?
Dios nos ama. El desea ser nuestro amigo y nuestro Padre. Dios nos pide que oremos directamente a El, que tengamos comunión con El, que lo honremos y lo adoremos. El se siente abandonado cuando veneramos a alguien más o algo. La Biblia nos dice que El es Dios celoso de nuestro amor, y para que comprendamos esto, nos da la ilustración del esposo que no quiere que su esposa se vaya con otros hombres. ¿Qué le estamos diciendo a Dios cuando le damos la espalda y oramos a un santo? Es una gran ofensa llegar a la conclusión de que El no es tan bondadoso, tan considerado y tan compasivo como los santos.
Examinemos un ejemplo que literalmente cientos de italianos han usado para mostrarme por qué debería orar a los santos. Ellos dicen: "Si usted quisiera un empleo en cierta fábrica, y su tío fuera amigo del dueño, usted no iría a hablar directamente con el dueño de la fábrica. Le pediría a su tío que fuera y hablara por usted". En esta ilustración, el tío representa al santo y el dueño de la fábrica representa a Dios. La ilustración sugiere que el santo, representado por el tío, lo conoce a usted, lo ama y desea ayudarlo; mientras que Dios, representado por el dueño de la fábrica, no lo conoce, no lo ama ni desea ayudarlo. La verdad es que Dios nos conoce y nos ama, y nos pide que vayamos directamente a El en el nombre de Jesucristo, el único mediador.
La Biblia nunca infiere que santo alguno, vivo o muerto, nos ame más que Dios, y ni siquiera una vez menciona la posibilidad de que alguien ore a los santos o por medio de ellos. Sin embargo, de Jesucristo dice: Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, por haber sido sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero que a él no lo llevaron al pecado. Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza al Dios de bondad; él tendrá piedad de nosotros y nos recibirá en el momento oportuno (Hebreos 4:15-16; lea también Efesios 3:12). ¡El nos conoce y cuida de nosotros!
Cristo mismo nos dice a quién debemos orar. Mateo 7:7-11 comienza con estas palabras: Pidan y se les dará... y termina diciendo: Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón el Padre celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan. Juan 15:16 agrega que debemos pedir al Padre en el nombre de Jesús: Ustedes no me escogieron a mí. Soy yo quien los escogí a ustedes y los he puesto para que vayan y produzcan fruto, y ese fruto permanezca. Y quiero que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se los dé. Un estudio de las oraciones en la Biblia le mostrará que todas fueron dirigidas a Dios el Padre, y ninguna a los santos que habían muerto.


¿Creen los evangélicos en los santos?

Lo que recién afirmé será motivo para que alguien diga: "¡Los evangélicos no creen en los santos!" En realidad, ¡creemos en los santos! Sin embargo, creemos lo que la Biblia dice acerca de ellos, lo cual es muy diferente de la tradición católica. Creemos tanto en ellos que deseamos obedecer los mandamientos que Dios les inspiró a escribir en la Biblia. Entre otras cosas, nos dijeron que debemos orar a Dios y no a los santos o imágenes. Además de tratar de obedecer lo que los santos escribieron en la Biblia, aquellos que realmente fueron santos son un ejemplo para nosotros. La Biblia llama "santos" a todos los que son santificados por medio de la fe en el Señor Jesucristo. La palabra "santos" se usa en el Nuevo Testamento para referirse a los creyentes como grupo, no para distinguir a una persona considerándola más santa que otra porque hizo milagros o porque vivió una vida más pura.
En la Biblia la palabra "santos" se usa para describir a personas que aún vivían. Los escritos de Pablo en la Biblia usan mucho esta palabra. Examinemos cómo la usa: A los santos que están en Efeso(Efesios 1:1). Vea también Efesios 1:18; 5:3; Romanos 1:7; Hechos 9:13, 32. En La Sagrada Biblia, traducida por Félix Torres Amat, también se encuentra la palabra "santos" en Efesios 1:15; 2:19; 3:8, 18; 4:12; 6:18; Hechos 26:10. No podemos dejar de sorprendernos por el hecho de que la palabra "santo" fue usada consistentemente en plural para referirse a grupos de cristianos comunes.
Los creyentes de la iglesia de Corinto eran santos o santificados (1 Corintios 1:2 y 6:11, TA; 14:34). No obstante, aún tenían algunos defectos y pecados sumamente graves, y Pablo no podía hablarles como a cristianos espirituales, sino como a carnales (1 Corintios 1:11; 3:1; 6:5-8; 11:22).


¿Por qué los evangélicos no oran a los santos?

Además de la clara afirmación, único es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, hay otras razones por las que no oramos a los santos:
  • Dios no nos da en la Biblia ni un solo ejemplo de alguien que alguna vez orara o venerara a los santos, ni nos da indicación alguna de que El desee que lo hagamos.
  • Las Escrituras dicen: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo servirás (Lucas 4:8).
  • En la Biblia encontramos ejemplos tanto de hombres como de ángeles que no permitieron que la gente se postrara ante ellos, y enseñaron que eso no se debe hacer. Cuando Pedro entró, Cornelio le salió al encuentro y cayó a sus pies con mucho respeto. Pero Pedro lo levantó y le dijo: Levántate, que también yo soy hombre (Hechos 10:25-26; vea también Hechos 14:13-15 y Apocalipsis 22:8-9).
  • El apóstol Pablo, uno de los "santos", explicó a los filipenses que él sólo podría serles de ayuda estando con vida (Filipenses 1:23-26).

Para responder al argumento de que los santos responden a las oraciones con milagros, es necesario recordar que las manifestaciones espirituales (incluyendo los milagros) pueden provenir de dos fuentes diferentes: de Dios, o del diablo y sus demonios. El mandamiento de Dios es que no debemos hacer imágenes. Cuando los milagros parecen haber sido hechos por los santos, y convencen a más personas para que participen en la práctica idólatra de orar a otro que no sea Dios, estos milagros no pueden venir de Dios.
Además, hay muchos santos que fueron depuestos por la Iglesia Católica, porque los estudios históricos mostraron que nunca existieron. Por ejemplo, Santa Filomena supuestamente había sanado en forma milagrosa al papa Pío X. Pero en una época más reciente esta santa fue desacreditada por otro papa y su comisión de investigación al probar que era sólo fábula. A pesar de que la posición oficial actual de la iglesia es que esa persona nunca existió, los que son fieles a su imagen afirman que ésta continúa haciendo milagros.
Usted también puede ser santo si va por medio de la fe a Jesucristo, quien dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí (Juan 14:6). No es una declaración oficial de la iglesia lo que hace santa a una persona, ni se obtiene ese nombre por llevar una vida sin pecado o por hacer milagros. Dios hace santos al transformar a los pecadores: Somos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo hecha una vez sola (Hebreos 10:10, TA; lea también Hechos 26:18).
Confíe en el Señor Jesucristo quien puede quitar sus pecados, y usted también llegará a ser uno de los santos.

Thomas F. Heinze

viernes, 30 de marzo de 2012

¿Cómo es el Dios que habita Deuteronomia?

Apuntes para un Estudio bíblico del Libro del Deuteronomío.


Hablar de Dios en el AT es una labor ardua y es que nos acercamos a El con muchas ideas preconcebidas o presupuestos fijos sobre su naturaleza. El AT no nos dice cómo es Dios de manera directa. El AT no hace con Dios lo que hace el NT con Jesús. Pero la mayor parte de las enseñanzas sobre Dios están en el AT. Y el NT lo que hace es beber de estas fuentes.
Para hablar de Dios en el libro de Dt. hay que tener en cuenta la narración. Dios no está presente en el libro. Dios es referencial. Por tanto lo que sabemos de Dios es lo que dice el marco referencial. Por ejemplo, Dios como Rey de Israel. Dios como guerrero. Dios como redactor de una alianza. Dios como autor de la elección. Dios y la gracia. Dios es uno. Quizás para hablar de Dios como uno, habrá que hablar de la unidad de Israel.
E. Leer Dt. 6: 1-8
Esto es conocido como la primera confesión del judaísmo. Se denomina el semá que significa en hebreo escucha. Esto es el corazón del Dt. Aquí se habla directamente de Dios y se pueden extraer consecuencias.
El v.5 es el mensaje de todo el Dt. 

E. Comparar versiones RV60 y BJ
E. ¿Qué significa que el Señor uno es? ¿Qué significa que el Señor es nuestro Dios?

1º interpretación: Podemos entender que esta frase dice que el Señor es Dios y no hay otro. Esto lo entenderíamos en el contexto del libro puesto que es una de las intenciones el decir que no hay más Dios que el Señor y a la vez prohíbe dar culto a otros dioses.

E. Leamos Dt. 4: 15-19

¿Podemos decir que el Dt. está enseñando el monoteísmo?
En el mundo de Dt hay otros dioses. Pero lo que hace Dt es buscar el valor pragmático al culto al Señor.  El libro aboga por la exclusividad a Dios sin que ello suponga la inexistencia de otros dioses.  De hecho se nos dice que otras naciones tienen otros dioses.

E. Leer Dt. 4: 19

2º Interpretación: la frase el Señor es uno también podría decir algo de la naturaleza de Dios, que es único. La sintaxis parece apoyar esta interpretación.

E. ¿Qué creemos los cristianos cuando decimos que Dios es uno?

Baal era conocido en todo el Medio Oriente, pero en cada lugar se le atribuía un nombre y una manifestación. Dt. vienen a decir que el Señor es el mismo en cualquier lugar. Quizás por eso podamos entender entonces el por qué de la centralización del culto.

E. Leer Dt. 12.5

Pero la idea de la unidad va más lejos. Dt nos enseña que hay un Dios, que hay un pueblo y que habrá una nación. Explicado de otra manera debemos entender que la unicidad de Dios debe verse a la luz de la relación con el pueblo; el que los ha liberado de la esclavitud les ha prometido una tierra, ha hecho un pacto con ellos y les pide una total obediencia. De esto trata Dt. 6:4.
 La unicidad de Dios nos dice que Israel puede vivir ante El. Israel puede  conocerle y confiar. Puede vivir unido en la tierra donde todo será regido y regularizado por Dios. Ahora podemos entender porque en Dt. hay tantas leyes y mandatos. El mayor regalo que recibe Israel no es la tierra sino la Ley. Porque mediante la ley podrán conocer a Dios.
Pero tenemos un problema. Si la afirmación de que Dios es único es cierta sin fisura, entonces, ¿quién es el causante del mal? ¿Quién el responsable?
El libro de Gn. 2 y 3 y el libro de Job intentan responder  a esta pregunta. Pero no es el tema de hoy.

¿Dónde está Dios? ¿En la tierra? ¿O en el cielo?
E. Leer Dt. 4: 9-14
¿Qué palabras o expresiones nos indican cercanía de Dios?
¿Qué se nos dice aquí….Dios es real o esta guardando las distancias? v.15
Hay las dos cosas. El texto busca una cercanía real  a la vez que busca evitar la idolatría. También hay un interés teológico: hay que tener fe.

E. Leer Dt. 4: 36 
Dt. insiste en la invisibilidad de Dios. Dios estará invisible durante todo el AT. Y esto lo sabía Pablo. Cuando Pablo nos quiere presentar a Jesús nos dice que el rostro visible del Dios invisible. Dt. quiere rechazar de una vez por todas la tradición iconográfica de representar a Dios. Israel no debe tener imágenes de Dios a diferencia de sus vecinos. Dt. viene a decir que no podemos controlar a Dios, que no porque tengamos una imagen de El cerca El estará cerca. No debemos tener ninguna garantía con su representatividad.
Y aunque en Dt. se condene su representación no se prohibirá  proclamar su presencia divina. Por eso Dt. enseña que Dios ha estado con Israel desde el éxodo de Egipto. Que Dios ha peleado por Israel, que Dios ha matado en el nombre de Israel.
El Dios de Dt. esta y no está en Israel. No necesita ninguna imagen para hacerse presente. Sino que el mismo elige cómo y dónde encontrarse con Israel. De hecho nos enteramos que el Dios de Israel es el más cercano de todos los dioses. Dt. 4:7.
El Dios del Dt. es invisible. Y eso protege su libertad y la nuestra. Su soberanía y la nuestra. Dios no tiene  nada que ver con las distancias y los alejamientos. Eso es algo propio de los hombres.

Próximo tema:
Dios e Israel: El problema de la tierra.

Augusto G. Milián

¿Cómo se originaron las diferencias entre católicos-romanos y evangélicos?

Muchas personas me dicen: "¡Ustedes los evangélicos interpretan la Biblia de una forma, y la Iglesia Católica de otra!" Sin embargo, las diferencias generalmente no son de interpretación, sino de autoridad. Para los protestantes bíblicos la autoridad es la Palabra de Dios. Un sacerdote lo resumió muy bien cuando con disgusto me dijo: "¡Ustedes los protestantes creen todo lo que dice ese libro!"
El énfasis bíblico, que es la herencia de las iglesias evangélicas, puede verse inclusive en la arquitectura de sus edificios. En la Iglesia Católica el centro es el altar. Se cree que allí se renueva el sacrificio de Cristo en la misa. En las iglesias evangélicas el centro de atención es el púlpito. Esencialmente es un lugar para colocar la Biblia en una posición que facilite al predicador leerla, porque la lectura y explicación de la Palabra de Dios es central.
La Iglesia Católica acepta oficialmente la Biblia como la Palabra inspirada de Dios, pero no como la autoridad final. La tradición, juntamente con las declaraciones de los papas y de los concilios, es considerada igualmente autoritaria. Sin embargo, hay muchos puntos en los que la tradición de la Iglesia Católica no está de acuerdo con la Biblia. Es en relación a ellos que cada uno de nosotros debe decidir a cuál seguirá.

Una Iglesia Cambiante

Para decidir si debemos someternos a la autoridad de la Biblia o de la iglesia, debemos tomar en cuenta que lo que la Iglesia Católica cree que es correcto o incorrecto, cambia con el paso del tiempo. Oficiar la comunión en el idioma del pueblo era, en un tiempo, una herejía protestante. La misa debía decirse en latín. Luego el Papa Juan XXIII inició un período de reforma en el que la misa debía decirse en los idiomas del pueblo. Sin embargo, la Biblia no cambia; por tanto, no siempre está de acuerdo con una iglesia cambiante.
Una anciana católica me dijo una vez: "Si el Papa desea comer carne los viernes e ir al infierno, él puede hacerlo, ¡pero yo no lo haré!" Puesto que la Biblia concuerda con la actual doctrina católica de que no es pecado comer carne los viernes, antes no podía estar de acuerdo con la enseñanza de que comer carne los viernes era pecado.
A través de los siglos se han introducido muchos cambios en la enseñanza de la iglesia que están en serio desacuerdo con la Biblia. Podemos mencionar, por ejemplo, la aceptación de la veneración de imágenes en la iglesia (vea capítulo cuatro). Las diferencias entre la doctrina católica y la de aquellos para quienes la Biblia es la autoridad final no se deben a que los evangélicos deseen ofender, sino a que donde hay conflicto entre las enseñanzas de la Biblia y las de la Iglesia Católica, es imposible aceptar ambas. En estos puntos cada persona debe elegir a cuál autoridad obedecerá.
La mayoría de las tradiciones que están en contradicción con la Biblia comenzaron a formarse después del año 300 d.C., en la época del emperador Constantino, y gradualmente se desarrollaron hasta llegar a ser dogmas de la iglesia. Sin embargo, algunas doctrinas antibíblicas son recientes.

La Influencia Protestante en la Iglesia Católica

Un desarrollo más reciente, y más difícil de evaluar, es el movimiento ecuménico, el cual en sus inicios no fue parte de la Iglesia Católica. Comenzó en el ala liberal (llamada también modernista) de las iglesias evangélicas; es decir, en las iglesias protestantes que ya no creían en la Biblia. Como resultado, dejaron de sostener algunas de las enseñanzas bíblicas más fundamentales; por ejemplo, que la salvación es un regalo de Dios que se recibe por medio de la fe en Jesucristo. Debido a este alejamiento de la fe, ya no tenían un mensaje claro que ofrecer. El resultado fue que comenzó a disminuir la asistencia a las iglesias liberales.
Donde antes una congregación grande había podido mantener fácilmente su templo, ahora un grupo pequeño tenía problemas para hacerlo. A menudo esta también era la situación de otra denominación liberal a la vuelta de la esquina. Entonces, ¿por qué no unirse, poner ambas congregaciones en uno de los templos, vender el otro, y de esa forma resolver los problemas económicos de las iglesias menguantes? Por tanto, la práctica motivación financiera y la conveniencia de la unión se combinaron para comenzar el movimiento ecuménico entre las iglesias protestantes.
El catolicismo romano se sintió atraído por la idea ecuménica de unidad, pero también tuvo una motivación práctica -ofrecer la Iglesia Católica Romana como el redil al cual debían ir todas las denominaciones. Para preparar un catolicismo en el cual los protestantes pudieran sentirse más libres para entrar, se comenzó a fomentar la lectura de la Biblia entre los católicos, y se efectuaron cambios en la liturgia católica romana para hacerla más similar a la liturgia a la cual estaban acostumbrados los protestantes.
Pero, desafortunadamente, por su deseo de ser como los evangélicos, muchos seminarios católicos comenzaron a enseñar las filosofías de los teólogos liberales que habían alejado a muchas iglesias evangélicas de la Biblia. Los resultados fueron los mismos. La asistencia a la Iglesia Católica Romana también comenzó a disminuir, lo que le dio la misma motivación financiera poderosa y práctica que tuvieron los grupos evangélicos liberales para combinar iglesias.
Aunque la influencia de la Biblia ha ido en aumento entre algunos católicos, porque ahora la leen más de lo que la iglesia les permite, otros católicos están siendo zarandeados por los ataques liberales respecto a la veracidad de la Biblia.
Otro desarrollo nuevo en la Iglesia Católica, que también provino de los evangélicos, es el movimiento carismático que comenzó en una iglesia evangélica de California en 1901. Este dio inicio primero a las iglesias pentecostales, y luego, cruzando fronteras denominacionales, al movimiento carismático católico.

¿Por qué debemos seguir la Biblia?

A través de los siglos la Biblia ha sido odiada y destruida como ningún otro libro. Probablemente se han quemado más copias de la Biblia que de todos los demás libros juntos. Sin embargo, más gente la lee, más gente la posee, es traducida a más idiomas y se imprimen más copias que de cualquier otro libro.
No sólo hay millones de personas que leen este libro hoy, sino que millones de personas en el pasado dieron sus vidas para que su mensaje fuera conocido. ¿Por qué?
  • Porque la Biblia ha transformado vidas pecaminosas en buenas y dignas. Por medio de su influencia conocieron a Dios y fueron una ayuda para aquellos a su alrededor.
  • Porque la Biblia es inspirada por Dios. Todos los textos de la Escritura son inspirados por Dios (2 Timoteo 3:16). Además de declararlo, da evidencia convincente de que realmente la Escritura es inspirada por Dios; por ejemplo, muchas de sus profecías ya se cumplieron. La doctrina católica también afirma que este libro es inspirado por Dios.
  • Porque la Biblia contiene todo lo que es necesario para llevar al cristiano a la perfección. El versículo antes citado continúa diciendo: Todos los textos de la Escritura son inspirados por Dios y son útiles para enseñar, para rebatir, para corregir, para guiar en el bien. La Escritura hace perfecto al hombre de Dios y lo deja preparado para cualquier buen trabajo (2 Timoteo 3:16-17). No necesitamos añadir nada de la tradición para que el creyente alcance este estado -perfecto y enteramente preparado.
  • Porque como el apóstol Pedro nos dice en su segunda carta, la Biblia es más confiable que lo que él había visto con sus ojos y escuchado con sus oídos, porque fue escrita por hombres inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:16-21). Parece obvio que si la Biblia es más confiable que lo que Pedro mismo había visto y oído, es también más confiable que cualquier tradición que la contradice.
Algunos interpretan mal una parte de este pasaje y dicen que sólo la Iglesia Católica Romana puede interpretar la Biblia. Sin embargo, el pasaje habla de la dirección de Dios para quienes escribieron la Biblia, y no dice que sólo algunos pueden interpretarla. El apóstol Pablo elogió a los creyentes de Berea, porque escudriñaron las Escrituras para ver si lo que él les estaba enseñando era realmente bíblico: Estos eran mejores que los de Tesalónica y recibieron la Palabra de Dios con mucho interés. Diariamente examinaban las Escrituras para comprobar lo dicho por Pablo (Hechos 17:11). Si ellos hicieron bien en examinar las enseñanzas del apóstol Pablo comparándolas con las Escrituras que tenían, ¿cuánto más debemos aplicar el mismo examen a las tradiciones de la iglesia hoy?
El Nuevo Testamento habla mucho de la tradición, y la condena cuando es contraria a la Palabra de Dios. Jesús dijo: Ustedes incluso dispensan del mandamiento de Dios para mantener la tradición de los hombres... anulan la Palabra de Dios con la tradición que se han ido transmitiendo (Marcos 7:8, 13; vea también Mateo 15:2-6; Colosenses 2:8; 1 Tesalonicenses 2:13; Gálatas 1:14).
Algunos, tratando de justificar la autoridad de la Iglesia Católica sobre la de las Escrituras, nos hacen recordar que la Biblia no contiene todo lo que enseñaron Jesús y los apóstoles. Esto es verdad y la Biblia misma lo dice. Sin embargo, este hecho no nos autoriza a aceptar las muchas doctrinas católicas que están en explícita contradicción con las enseñanzas de las Escrituras (Apocalipsis 22:18-19; Marcos 7:3-13). La Biblia contiene todo lo necesario para llevarnos a la fe en Cristo y para ayudarnos a crecer en esa fe (Juan 20:30-31; 2 Timoteo 3:16-17).
La mayoría de las diferencias entre los protestantes que creen en la Biblia y la Iglesia Católica Romana no provienen de diferentes interpretaciones de la Biblia o de Biblias diferentes, sino de una diferencia respecto a cuál es la "autoridad final". La Biblia debe interpretarse a la luz de la Biblia misma, y no ser tergiversada o puesta a un lado para honrar la declaración de los papas, de los concilios o de la tradición (2 Tesalonicenses 2:15; 3:6).

Thomas F. Heinze.

miércoles, 28 de marzo de 2012

¿Celebran los evangélicos como los católicos-romanos?


Esta pregunta es muy importante, puesto que la misa es el corazón de la mayoría de las reuniones catolicorromanas. Los evangélicos celebran la Santa Cena, llamada también comunión, que aunque se asemeja a la misa, no es lo mismo. La forma externa de la misa ha sido modificada de modo que sea más similar a nuestro servicio de Santa Cena que cuando la decían en latín, pero aún permanecen las diferencias en su significado básico.
La doctrina católica romana de la misa fue establecida en el Concilio de Trento, que afirmó, entre otras cosas, que es "un sacrificio de expiación... de los pecados y el castigo por los pecados... no sólo por los que viven, sino también por las pobres almas que están en el Purgatorio" (Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma[Fundamentos del Dogma Católico], pp. 412-413). De este modo la iglesia romana enseña que el sacrificio de Cristo se renueva en la misa, y que cada vez que se dice la misa, esta renovación de Su sacrificio añade algo de mérito que puede valer para la salvación de las personas. Cuando se celebra misa por los muertos, supuestamente se reduce el tiempo que deberán sufrir en el purgatorio por sus pecados, pero se desconoce cuánto se reduce.
En la práctica, a muchas personas -probablemente a la mayoría en gran parte de los países católicos romanos- se les ha enseñado que después que muere un miembro de la familia, deben dar a los sacerdotes, poco más o menos, ofrendas sin fin por misas para acortar el tiempo que pasará el ser querido en el purgatorio. Esto es particularmente trágico para las viudas, porque con frecuencia son pobres y muy religiosas. Aunque muchos sacerdotes no están de acuerdo con esta doctrina, e inclusive no aceptan ofrendas para celebrar la misa en estas condiciones, otros nos hacen pensar en la advertencia de Cristo en las Escrituras: Cuídense de los maestros de la ley que gustan pasear con amplias vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y en los banquetes. Incluso se tragan los bienes de las viudas mientras se amparan con largas oraciones. ¡Con qué severidad serán juzgados! (Marcos 12:38-40). En Italia, el corazón del catolicismo romano, hay un dicho que se usa frecuentemente cuando alguien quiere decir: "Sólo recibes aquello por lo que has pagado". Traducido palabra por palabra es: "Sin dinero, no cantan la misa".



¿Se Transforman el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo?


Como fundamento para la enseñanza de que el sacrificio de Cristo puede y debe renovarse en la misa, la doctrina católica romana sostiene que el pan y el vino usados en la comunión se transforman por un milagro. Este milagro no es evidente, es decir, las sustancias todavía tienen la apariencia de pan y vino. Sin embargo, la doctrina católica insiste en que realmente se convierten en la carne y la sangre de Jesús, y que ya no son pan y vino. Este supuesto milagro es llamado transubstanciación. Se basa en una tradición que comenzó a introducirse en la iglesia más o menos en el año 300 d.C., pero no llegó a ser dogma sino hasta el año 1215 d.C. Fue después de esto, alrededor de 1226 d.C., cuando los católicos comenzaron a reverenciar el pan. Una vez que la iglesia aceptó esta tradición, intentó dar a la práctica la apariencia de base bíblica con una extraña interpretación de las palabras de Jesucristo: Y después de dar gracias lo partió, diciendo: "Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía." De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo: "Esta es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía" (1 Corintios 11:24-25). La interpretación católica es que el pan y el vino que Cristo sostuvo en Su mano, por un milagro se transformaron en Su cuerpo.
Algunos tratan de reducir esta enseñanza sencillamente a un asunto de interpretación literal o figurativa del pasaje. Sin embargo, es más. Por favor, note que cuando Jesucristo dijo estas palabras, El estaba frente a sus discípulos, con su cuerpo, sosteniendo el pan y el vino. Por tanto, está claro que las palabras esto es mi cuerpo debían entenderse simbólicamente. No puede haber duda al respecto, porque después de decir, esto es mi cuerpo, lo llamó pan tres veces, lo cual no habría hecho si en ese momento ya no hubiera sido pan, sino que se hubiera convertido literalmente en Su cuerpo (cada vez que comen de este pan, 1 Corintios 11:26-28). Puesto que Cristo llamó a la sustancia pan y cuerpo, debió estar hablando simbólicamente ya sea cuando lo llamó pan o cuando lo llamó cuerpo. La pregunta no es, "¿debemos interpretar el pasaje literal o simbólicamente?" La pregunta es, "¿cual porción del pasaje debemos interpretar literalmente, y cuál debemos interpretar simbólicamente?" ¿Habló literalmente Cristo cuando llamó cuerpo a la sustancia que tenía en Su mano, o cuando lo llamó pan? Uno u otro tuvo que haber sido simbólico. La única otra posibilidad es que el pan se haya transformado en cuerpo, y luego nuevamente en pan.
Encontramos una afirmación similar en Marcos 14:25, cuando Jesús llamó al vino, jugo de la uva, después de que, de acuerdo a la doctrina católica, ya no debería haber sido jugo de la uva, sino que debería haberse transformado por completo en la sangre de Cristo. Si se hubiera transformado literalmente en sangre, ¿no lo habría llamado Jesús sangre en lugar de jugo de la uva? El también dijo:Yo soy la puerta. ¿No quiso decir que por medio de El tenemos entrada en el cielo, en lugar de que la sustancia de su cuerpo se había transformado en madera?
Más importante aún es el hecho de que en la misa, en el momento en que debería ocurrir el milagro, ¡nada sucede! En comparación, Cristo cambió el agua en vino. En este caso fue evidente para todos que ya no era agua, sino que realmente se había transformado en vino: El mayordomo probó el agua cambiada en vino, sin saber de dónde lo habían sacado; los sirvientes sí que lo sabían, pues habían sacado el agua. Llamó al esposo y le dijo: "Todo el mundo pone al principio el vino mejor, y cuando todos han bebido bastante, se sirve un vino inferior; pero tú has dejado el mejor vino para el final" (Juan 2:9-10). Piense en los otros milagros de Cristo. Cuando sanó al paralítico y al cojo, ¿continuaron mintiendo ellos como si nada hubiese sucedido?
No perdamos de vista el verdadero propósito del servicio de comunión. Cristo ni una sola vez dijo a sus discípulos que nuevamente ofrecieran en sacrificio el cuerpo de El; más bien les dijo dos veces que participaran de esa cena en memoria de El (1 Corintios 11:24-25). Honramos a Cristo haciendo lo que El nos ha ordenado.



¿Puede Renovarse el Sacrificio de Cristo?


Con estos pasajes bíblicos como trasfondo, estamos listos para examinar la poderosa evidencia de Hebreos 10:10-18. Le animo a estudiar también los capítulos anteriores, no sólo para que compruebe que no estoy tomando versículos fuera de su contexto para cambiar el significado, sino porque los capítulos siete y nueve también tratan este tema.
Hebreos 10:10 nos dice de modo terminante que no puede renovarse el sacrificio de Cristo. Los sacerdotes permanecen a diario de pie, para cumplir su oficio, y ofrecen repetidas veces los mismos sacrificios que nunca tienen el poder de quitar los pecados. Cristo, por el contrario, ofreció por los pecados un único sacrificio y se sentó para siempre a la derecha de Dios (vea también Romanos 6:9-10). En base a este versículo, está claro que no hay necesidad ni posibilidad de otro sacrificio, porque dice que el cuerpo de Cristo fue sacrificado una vez. Sin embargo, el pasaje no se detiene aquí, sino que declara aun con más detalle y claridad: Los sacerdotes permanecen a diario de pie, para cumplir su oficio, y ofrecen repetidas veces los mismos sacrificios que nunca tienen el poder de quitar los pecados. Cristo, por el contrario, ofreció por los pecados un único sacrificio y se sentó para siempre a la derecha de Dios (Hebreos 10:11-12). Aquí se presenta a Jesús en contraste con los sacerdotes hebreos que ofrecían sacrificios repetidos. ¿Cuál es la diferencia entre ellos y Jesús? Jesús no está ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, sino que ofreció un sacrificio que fue suficiente. Al morir en la cruz, El dijo: "Todo está cumplido". Según estos versículos, ¿qué lugar tiene la diaria renovación del sacrificio de Jesús en la misa? ¡Ninguno! Los contradice. Es exactamente lo opuesto.
La última parte de este pasaje da una razón por la que el sacrificio de Cristo no puede repetirse. Se sentó para siempre a la derecha de Dios. Esta afirmación concuerda completamente con la explicación de la Biblia, de que mientras sus discípulos veían, Jesús fue levantado y una nube lo ocultó a sus miradas (Hechos 1:9). ¿Dónde está Cristo ahora? Fue al cielo, y allí, como dice el pasaje,se sentó para siempre a la derecha de Dios. Para siempresignifica que El aún está allí (vea Hechos 3:21).
Muchos creen que el cuerpo de Cristo está en la hostia consagrada que está en el tabernáculo o altar de toda iglesia católica, y se arrodillan ante ella cada vez que pasan por ese lugar. Si esto fuera verdad, tal vez su sacrificio podría renovarse, pero la Biblia dice claramente que El ofreció un solo sacrificio, el cual fue suficiente para nuestra completa salvación, y que ahora su cuerpo está en los cielos. Nosotros debemos comer el pan y beber el vino en memoria de El (1 Corintios 11:24-25).
Una de las cosas que recordamos es Su sacrificio único y suficiente. Arrodillarse delante del pan es idolatría, porque es pan, no Jesucristo. Además, si nos confundimos y pensamos que la hostia es Cristo, podemos perder el significado de la comunión y no lo haremos en memoria de El.
La doctrina católica de la repetida renovación del sacrificio de Cristo impide que muchos vayan al cielo, porque infiere que el sacrificio de Cristo en la cruz por nuestros pecados fue insuficiente. De lo contrario, ¿por qué necesitaría repetirse muchas veces?
La idea de que el sacrificio de Cristo no fue suficiente se usa entonces para llevarnos a creer que la persona que muere debe sufrir en el purgatorio. Allí deberá pagar por sus pecados hasta que Cristo haya sido ofrecido las veces suficientes para alcanzar los méritos necesarios para pagar por completo. Sin embargo, nuestro pasaje de Hebreos 10 no deja duda alguna al respecto. En el versículo 14 dice:Con su única ofrenda llevó a la perfección para siempre a los que hizo santos. Pongamos nuestra confianza en Cristo y en su capacidad para hacernos perfectos con su única ofrenda, en lugar de negar Su salvación al considerar que Su sacrificio fue insuficiente.
Unas líneas más abajo, en Hebreos 10:17-18, se añade otra promesa importante: No me acordaré más de sus errores ni de sus pecados. Pues bien, cuando los pecados son perdonados, ya no se presentan ofrendas por el pecado. El sacrificio de Cristo se hizo cargo de nuestros pecados en forma tan completa que Dios puede perdonarlos y olvidarlos. Entonces, ¿dónde está el purgatorio? ¡Por cierto la Biblia no lo enseña! Enseña más bien que cuando confiamos nuestra salvación a Jesucristo, quien pagó por nuestros pecados con un solo sacrificio, Dios los perdona y los olvida. Quienes tratan de llegar al cielo por algún otro medio van al infierno. La Biblia no da lugar a ningún punto intermedio.
¡Esta verdad maravillosa nos llama a tomar acción! ¿Por qué no se detiene un momento? Dé gracias a Dios porque el sacrificio único de Cristo fue suficiente. Confíe en El para alcanzar salvación, y crea en Su promesa de que Dios realmente perdonará y olvidará todos sus pecados. Cuando los pecados son perdonados, ya no se presentan ofrendas por el pecado.


Thomas F. Heinze

lunes, 26 de marzo de 2012

Al lado de las víctimas

Marcos 14, 1¬15,47

Ni el poder de Roma ni las autoridades del Templo pudieron soportar la novedad de Jesús. Su manera de entender y de vivir a Dios era peligrosa. No defendía el imperio de Tiberio, llamaba a todos a buscar el reino de Dios y su justicia. No le importaba romper la ley del sábado ni las tradiciones religiosas, solo le preocupaba aliviar el sufrimiento de las gentes enfermas y desnutridas de Galilea.

No se lo perdonaron. Se identificaba demasiado con las víctimas inocentes del imperio y con los olvidados por la religión del templo. Ejecutado sin piedad en una cruz, en él se nos revela ahora Dios, identificado para siempre con todas las víctimas inocentes de la historia. Al grito de todos ellos se une ahora el grito de dolor del mismo Dios.

En ese rostro desfigurado del Crucificado se nos revela un Dios sorprendente, que rompe nuestras imágenes convencionales de Dios y pone en cuestión toda práctica religiosa que pretenda dar culto a Dios olvidando el drama de un mundo donde se sigue crucificando a los más débiles e indefensos.

Si Dios ha muerto identificado con las víctimas, su crucifixión se convierte en un desafío inquietante para los seguidores de Jesús. No podemos separar a Dios del sufrimiento de los inocentes. No podemos adorar al Crucificado y vivir de espaldas al sufrimiento de tantos seres humanos destruidos por el hambre, las guerras o la miseria.

Dios nos sigue interpelando desde los crucificados de nuestros días. No nos está permitido seguir viviendo como espectadores de ese sufrimiento inmenso alimentando una ingenua ilusión de inocencia. Nos hemos de rebelar contra esa cultura del olvido, que nos permite aislarnos de los crucificados desplazando el sufrimiento injusto que hay en el mundo hacia una "lejanía" donde desaparece todo clamor, gemido o llanto.

No nos podemos encerrar en nuestra "sociedad del bienestar", ignorando a esa otra "sociedad del malestar" en la que millones de seres humanos nacen solo para extinguirse a los pocos años de una vida que solo ha sido muerte. No es humano ni cristiano instalarnos en la seguridad olvidando a quienes solo conocen una vida insegura y amenazada.

Cuando los cristianos levantamos nuestros ojos hasta el rostro del Crucificado, contemplamos el amor insondable de Dios, entregado hasta la muerte por nuestra salvación. Si lo miramos más detenidamente, pronto descubrimos en ese rostro el de tantos otros crucificados que, lejos o cerca de nosotros, están reclamando nuestro amor solidario y compasivo.

José Antonio Pagola

lunes, 19 de marzo de 2012

El atractivo de Jesús.

Juan 12, 20-33

Unos peregrinos griegos que han venido a celebrar la Pascua de los judíos se acercan a Felipe con una petición: «Queremos ver a Jesús». No es curiosidad. Es un deseo profundo de conocer el misterio que se encierra en aquel hombre de Dios. También a ellos les puede hacer bien.

A Jesús se le ve preocupado. Dentro de unos días será crucificado. Cuando le comunican el deseo de los peregrinos griegos, pronuncia unas palabras desconcertantes: «Llega la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre». Cuando sea crucificado, todos podrán ver con claridad dónde está su verdadera grandeza y su gloria.

Probablemente nadie le ha entendido nada. Pero Jesús, pensando en la forma de muerte que le espera, insiste: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». ¿Qué es lo que se esconde en el crucificado para que tenga ese poder de atracción? Sólo una cosa: su amor increíble a todos.

El amor es invisible. Sólo lo podemos ver en los gestos, los signos y la entrega de quien nos quiere bien. Por eso, en Jesús crucificado, en su vida entregada hasta la muerte, podemos percibir el amor insondable de Dios. En realidad, sólo empezamos a ser cristianos cuando nos sentimos atraídos por Jesús. Sólo empezamos a entender algo de la fe cuando nos sentimos amados por Dios.

Para explicar la fuerza que se encierra en su muerte en la cruz, Jesús emplea una imagen sencilla que todos podemos entender: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto». Si el grano muere, germina y hace brotar la vida, pero si se encierra en su pequeña envoltura y guarda para sí su energía vital, permanece estéril.

Esta bella imagen nos descubre una ley que atraviesa misteriosamente la vida entera. No es una norma moral. No es una ley impuesta por la religión. Es la dinámica que hace fecunda la vida de quien sufre movido por el amor. Es una idea repetida por Jesús en diversas ocasiones: Quien se agarra egoístamente a su vida, la echa a perder; quien sabe entregarla con generosidad genera más vida.

No es difícil comprobarlo. Quien vive exclusivamente para su bienestar, su dinero, su éxito o seguridad, termina viviendo una vida mediocre y estéril: su paso por este mundo no hace la vida más humana. Quien se arriesga a vivir en actitud abierta y generosa, difunde vida, irradia alegría, ayuda a vivir. No hay una manera más apasionante de vivir que hacer la vida de los demás más humana y llevadera. ¿Cómo podremos seguir a Jesús si no nos sentimos atraídos por su estilo de vida?

José Antonio Pagola

lunes, 12 de marzo de 2012

Mirar a Jesús.

Juan 3, 14-21

El evangelista Juan nos habla de un extraño encuentro de Jesús con un importante fariseo, llamado Nicodemo. Según el relato, es Nicodemo quien toma la iniciativa y va a donde Jesús «de noche». Intuye que Jesús es «un hombre venido de Dios», pero se mueve entre tinieblas. Jesús lo irá conduciendo hacia la luz.

Nicodemo representa en el relato a todo aquel que busca sinceramente encontrarse con Jesús. Por eso, en cierto momento, Nicodemo desaparece de escena y Jesús prosigue su discurso para terminar con una invitación general a no vivir en tinieblas, sino a buscar la luz.

Según Jesús, la luz que lo puede iluminar todo está en el Crucificado. La afirmación es atrevida: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna». ¿Podemos ver y sentir el amor de Dios en ese hombre torturado en la cruz?

Acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que podría iluminar nuestra vida en los momentos más duros y difíciles.

Sin embargo, Jesús nos está mandando desde la cruz señales de vida y de amor.

En esos brazos extendidos que no pueden ya abrazar a los niños, y en esa manos clavadas que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.

Desde ese rostro apagado por la muerte, desde esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, Dios nos está revelando su "amor loco" a la Humanidad.

«Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. Podemos acoger a ese Dios y lo podemos rechazar. Nadie nos fuerza. Somos nosotros los que hemos de decidir. Pero «la Luz ya ha venido al mundo». ¿Por qué tantas veces rechazamos la luz que nos viene del Crucificado?

Él podría poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero «el que obra mal... no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras». Cuando vivimos de manera poco digna, evitamos la luz porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al Crucificado. Por el contrario, «el que realiza la verdad, se acerca a la luz». No huye a la oscuridad. No tiene nada que ocultar. Busca con su mirada al Crucificado. Él lo hace vivir en la luz.

José Antonio Pagola