jueves, 31 de enero de 2013

¿Quién es Jesús?

Marcos 1,21-28
1.     La Buena Noticia según Marcos
Hace unas semanas, durante el Adviento, escuchábamos la proclamación de Marcos anunciando el “principio de la buena noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios” (1,1). A lo largo de los domingos de este año vamos a ir leyendo y comentando su “Evangelio”, su “Buena Noticia”: Dios se nos ha acercado en la persona de Jesús de Nazaret, quien va a anunciar y a realizar el Plan de Dios previsto desde siempre. Esto es a lo que el mismo Jesús se refirió como el “Reinado de Dios”.
El evangelista Marcos no nos ofrece un tratado de doctrina. Por el contrario, nos presenta un relato: nos narra el breve ministerio de Jesús, desde su bautismo por Juan en el Jordán hasta su muerte en la cruz y el anuncio de su resurrección por sus seguidores. Sin embargo, lo que Marcos nos ofrece no es un relato periodístico, pretendidamente aséptico e independiente. Al contrario, es el relato apasionadamente comprometido de un discípulo, aunque sea ya de segunda generación. Marcos escribe para que nos convirtamos y creamos en la Buena Noticia que transmitía Jesús, y que ahora es él nos transmite.
2.     Jesús anuncia y realiza la Buena Noticia
En el texto que nos ocupa, Jesús acaba de comenzar su ministerio, inmediatamente después de la detención del Bautista por parte de Herodes. Marcos ha resumido la predicación de Jesús en pocas palabras:
El tiempo se ha cumplido [“ha llegado el tiempo”], y ya está cerca [«acercándose»] el reino [«reinado»] de Dios. Convertíos [«cambiad de vida», «volveos a Dios»] y creed [«aceptad con fe»] en la [«esta»] buena noticia” (1,15).
La predicación de Jesús no es una doctrina abstracta, sino un acontecimiento. En la misma predicación de Jesús, Dios viene. Pero, ¿para qué viene Dios? ¿Para qué viene Jesús de parte de Dios? Porque desde que aparece junto al mar de Galilea, Jesús actúa, y no para de actuar hasta que lo ejecutan.
Marcos insiste a lo largo de su relato evangélico en que la tarea de Jesús consiste en enseñar. Sin embargo, a diferencia de Lucas y, sobre todo, de Mateo, no nos ofrece los contenidos concretos de la predicación de Jesús, no nos aclara suficientemente qué enseñaba. Pero sí nos dice qué hacía Jesús. En el testimonio del evangelista, Jesús “hace” precisamente lo mismo que anuncia, es decir, “realiza” el Reinado de Dios. Sus obras son las obras de Dios. Y lo primero que hace Jesús es empezar a escoger colaboradores: Simón y Andrés, Santiago y Juan, los cuatro pescadores de Cafarnaúm, junto al mar de Galilea (1,16-20).
Jesús entra en la sinagoga, el lugar de reunión del pueblo de Dios, el lugar de encuentro con Dios. La sinagoga es el lugar donde se escucha, se explica y se aplica la Palabra de Dios. el lugar en que se ora y se alaba a Dios. Marcos nos dice que Jesús acude con frecuencia a la sinagoga, y allí enseña. Desde el principio de su ministerio: “Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar” (1,21).
Las personas que están en la sinagoga se admiran “de cómo les enseñaba” (1,22). Es curioso. No se admiran tanto del contenido de su enseñanza, cuanto de su manera de hablar: “Como quien tiene autoridad y no como los maestros de la ley” (v. 22). Porque los escribas, los encargados de interpretar la ley y de aplicarla a la vida ordinaria, se limitaban a eso, a hacer cumplir la ley. A hablar de lo que habían aprendido. Como mucho, a interpretar lo que habían aprendido. A hacer que la gente cumpliera lo que estaba escrito. Pero no aportaban nada nuevo. No había nada en su enseñanza que sirviera verdaderamente para la vida. Que diera vida a la gente.
Jesús, en cambio, no enseña como los maestros de la ley. Lo hace “con autoridad”. Él es “autor” de lo que dice, no habla de oídas, de lo que dicen otros. Y por eso lo que dice, desde sí mismo, desde su propia vida, se dirige al “corazón”, a la vida misma de la gente, y llama la atención, interpela. La palabra de Jesús produce, de entrada, admiración.
En cuanto Jesús empieza a enseñar, se le enfrenta “un hombre poseído por un espíritu impuro” (1,23). Un hombre poseído por el mal, dominado por el mal. Hasta el punto de perder su propia personalidad. No se nos dice cómo se llamaba el hombre, porque no es el hombre quien habla, sino el “espíritu malo” que lo domina. Marcos nos narra cómo ese “espíritu malo” que dominaba a este hombre se siente agredido por la sola presencia de Jesús, porque percibe que Jesús ha venido [¿a la sinagoga? ¿al mundo?] a destruirlo. No a destruir al hombre poseído, sino al “espíritu malo” que lo posee. Y es precisamente ese “espíritu malo”, que se siente agredido y enfrentado por Jesús, el que reconoce a Jesús, el que sabe quién es, de quién procede y a qué ha venido:
¡Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruirnos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios!” (1,24).
Sus temores, los del “espíritu malo”, no eran infundados. Jesús no discute con él. Directamente le da dos órdenes. La segunda es comprensible: “Sal de él” (1,25). Jesús libera a aquel ser humano, que ni siquiera tenía nombre, y le permite ser él mismo, le da una vida nueva, le hace vivir humanamente. Como si lo creara de nuevo. Aunque no lo parezca, a él, al hombre cuya vida estaba anulada, iba dirigida la acción de Jesús. La primera orden es más enigmática: “¡Cállate!”. Es como si dijera: “No digas quién soy, ni de quién vengo, ni cuál es mi cometido. Todavía no es el momento de darlo a conocer. Me queda mucho trabajo por hacer”. A partir de este momento, Jesús hará callar a todos los beneficiarios de su actuación sanadora y liberadora: “No digas a nadie nada, preséntate al sacerdote, no lo divulgues…”. Jesús no quiere la fama. Sus planes son otros.
Efectivamente. Los que presencian el milagro de Jesús no han captado nada. No han entendido nada de lo que han visto. Sólo se asustan y se asombran, y no se atreven a preguntar nada a Jesús. Les asombra lo que consideran únicamente un acto de poder de Jesús. Y se dicen unos a otros:
¿Qué está pasando aquí? Es una nueva enseñanza, llena de autoridad. Además, este hombre da órdenes a los espíritus impuros, y le obedecen!” (1,27).
Aquí empieza la fama de Jesús. Pero no se han enterado realmente de quién es Jesús.
3.     Los destinatarios de la Buena Noticia
¿Distinguimos? En un primer momento, los destinatarios de la predicación de Jesús, a lo largo de su ministerio, habían sido los hombres y mujeres de Galilea y de Judea, los habitantes de Jerusalén, los miembros del pueblo de Israel, cuyos antepasados habían recibido las promesas de parte de Dios y al que pertenecía el mismo Jesús. Ellos eran los que tenían que haber acogido con fe el Reinado de Dios, que Jesús les predicó con la plenitud del Espíritu de Dios, y haberlo extendido a toda la humanidad. Pero no fue así. Jesús fue rechazado, y crucificado. Y Dios lo resucitó.
En un segundo momento, los destinatarios de la obra escrita por Marcos son los hombres y mujeres de su iglesia (¿Roma? ¿Antioquía?), que habiendo recibido la predicación apostólica sobre Jesús, necesitan ahora, para su crecimiento espiritual, saber más cosas sobre él, conocer mejor a Jesús en quien han creído. Ellos confiesan a Jesús como Hijo de Dios. Sin embargo, ¿quién era realmente Jesús? ¿Era como los héroes y los dioses de la mitología, en los que habían creído antes, y en los que ahora creían sus amigos y vecinos? Y lo confesaban además como su “Kyrios”, como su “Señor”. Sin embargo, ¿era Jesús más o menos importante que el Emperador, el “Señor” de todo el Imperio Romano? Los cristianos que se habían convertido del paganismo necesitaban saber quién era Jesús, y por qué lo confesaban como “Mesías, Señor, Hijo de Dios”. Para esas personas escribe Marcos su evangelio, impulsado e inspirado por el mismo Espíritu que había habitado plenamente en Jesús y lo había impulsado en su ministerio.
¿Y nosotros? También nosotros somos, aquí y ahora, destinatarios del mensaje que Dios nos dirige, aquí y ahora, en la persona de Jesucristo resucitado. También nosotros hemos recibido el Espíritu Santo, que nos mueve a acoger con fe la Palabra que Dios hoy nos transmite en las Escrituras. También nosotros necesitamos conocer mejor a Jesús, conocer cuáles eran sus enseñanzas y sus obras, para poder “reconocer” en él a Dios que viene a nosotros.
¿Y se acaba en nosotros la Buena Noticia de Jesús? ¿O los destinatarios del anuncio son todas las personas que hoy necesitan que les pase algo extraordinario, que alguien les dé una buena noticia, que Dios venga a ellos y les cambie la vida?
Jesús viene de parte de Dios porque la humanidad lo necesita. Los seres humanos viven, vivimos, como exiliados en este mundo, como Israel en Egipto o en Babilonia, y necesitamos que Dios venga a nosotros a sacarnos de esta situación. Necesitamos la Buena Noticia de que Dios viene a liberarnos.
La vida humana es hermosa. Es obra de Dios. Pero los hombres y mujeres experimentamos el mal. El mal físico, naturalmente. La enfermedad, el dolor, la carencia, la muerte. En todo esto nos asemejamos a los animales. Si n embargo, los animales no experimentan el mal. No tienen conciencia de su dolor. Mientras que los seres humanos, por el contrario, vivimos el mal moral, el sufrimiento, el dolor interno que nos producen la enfermedad, el dolor y la muerte, y la separación, y la frustración, y el desamor. Y experimentamos también el mal que la Biblia llama “pecado”, que es el mal que producimos nosotros a los demás o el que a veces nos producimos a nosotros mismos, y que se genera en nuestro interior, en nuestros sentimientos, en nuestras actitudes, en nuestros valores. Un mal que es rebeldía: rebeldía contra nosotros mismos y contra los demás. Rebeldía contra la vida. Contra Dios. Es el mal que produce ruptura en el ser humano. Ruptura con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Eso es lo que significa “diabólico”, lo que separa, lo que rompe la relación, lo que impide la comunión necesaria para la vida.
Hay ocasiones en que la experiencia del mal es total. Ha habido y hay momentos, en la historia de la humanidad y en la vida de los individuos, en que el mal producido por los hombres ha superado a los propios hombres. Esas ocasiones en que los individuos causantes del mal han perdido el control del mal que producían, y el resultado ha sido la experiencia de lo inhumano, de lo infrahumano. Esas ocasiones en que los hombres, o algunos hombres, se han sentido como dioses. Como dioses falsos, claro, como dioses demoníacos, y han creído que ser dios consistía en imponerse por la fuerza, en destruir, en aniquilar.
Hay una experiencia del mal que es sobrecogedora. Es el mal que está en el interior del ser humano y que lo domina, que anula su personalidad, que le impide ser él mismo. Hace apenas cien años que hemos empezado a estudiar la mente o el alma humana, y no sabemos prácticamente nada. Ahí están esos “trastornos” del alma en los que se pierde la noción del bien y del mal, o esos otros en los que la persona se cree el centro del universo, o esos en los que el individuo goza haciendo sufrir a los demás, o aquellos en los que la personalidad queda radicalmente alterada, e incluso destruida. Son experiencias en las que el mal se experimenta como una fuerza [como un “espíritu impuro”, dirían los antiguos] que entra en lo más profundo del ser humano y lo arrastra hasta las profundidades del mal. Son las experiencias de estar poseídos por el alcohol, por la droga, el juego, el sexo, la cólera, el afán de poseer, el placer de humillar y producir dolor… Son experiencias en las que el mal domina al ser humano, lo empuja a la destrucción, y a la autodestrucción, a la perdida de la humanidad y de la dignidad, e incluso de la vida.
Marcos nos anuncia que, en Jesús, Dios viene a enfrentarse al mal, a toda clase de mal, y a destruirlo. Ése es el Reinado de Dios que viene. Ésa es la Buena Noticia de Marcos, y la Buena Noticia que trae Jesús. Y que realiza Jesús. Y que Jesús encargará a sus discípulos. Una Buena Noticia que está pidiendo una respuesta: En primer lugar, convertirse, cambiar, optar por el bien, es decir, por Dios. Pero también continuar la tarea de Jesús. Enseñar con autoridad, como Jesús. Realizar lo que se enseña, como Jesús. Enfrentarse al mal en todas sus manifestaciones, como Jesús. Dar salud, ánimo, alimento, sentido, humanidad, libertad, vida, como Jesús. En el nombre de Jesús. Con el poder de Jesús. Con la fuerza del Espíritu de Dios. Con la fuerza del amor de Dios.
Hoy, aquí y ahora, sigue resonando, para todos, la predicación de Jesús:
El tiempo se ha cumplido, y ya está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en la buena noticia” (1,15).

Gerson Amat

Pastor de la Iglesia Evangélica de la Esperanza, en Valencia (IEE) y coordinador de Taller Teológico.

domingo, 27 de enero de 2013

Privados del espíritu profético.



Lc. 4:21-30.

Sabemos que históricamente la oposición a Jesús se fue gestando poco a poco: el recelo de los escribas, la irritación de los maestros de la ley y el rechazo de los dirigentes del templo fueron creciendo hasta acabar en su ejecución en la cruz.
También lo sabe el evangelista Lucas. Pero, intencionadamente, forzando incluso su propio relato, habla del rechazo frontal a Jesús en la primera actuación pública que describe. Desde el principio han de tomar conciencia los lectores de que el rechazo es la primera reacción que encuentra Jesús entre los suyos al presentarse como Profeta.
Lo sucedido en Nazaret no es un hecho aislado. Algo que sucedió en el pasado. El rechazo a Jesús cuando se presenta como Profeta de los pobres, liberador de los oprimidos y perdonador de los pecadores, se puede ir produciendo entre los suyos a lo largo de los siglos.
A los seguidores de Jesús nos cuesta aceptar su dimensión profética. Olvidamos casi por completo algo que tiene su importancia. Dios no se ha encarnado en un sacerdote, consagrado a cuidar la religión del templo. Tampoco en un letrado ocupado en defender el orden establecido por la ley. Se ha encarnado y revelado en un Profeta enviado por el Espíritu a anunciar a los pobres la Buena Noticia y a los oprimidos la liberación.
Olvidamos que la religión cristiana no es una religión más, nacida para proporcionar a los seguidores de Jesús las creencias, ritos y preceptos adecuados para vivir su relación con Dios. Es una religión profética, impulsada por el Profeta Jesús para promover un mundo más humano, orientado hacia su salvación definitiva en Dios.
Los cristianos tenemos el riesgo de descuidar una y otra vez la dimensión profética que nos ha de animar a los seguidores de Jesús. A pesar de las grandes manifestaciones proféticas que se han ido dando en la historia cristiana, no deja de ser verdad lo que afirma el reconocido teólogo H. von Balthasar: A finales del siglo segundo "cae sobre el espíritu (profético) de la Iglesia una escarcha que no ha vuelto a quitarse del todo".
Hoy, de nuevo, preocupados por restaurar "lo religioso" frente a la secularización moderna, los cristianos corremos el peligro de caminar hacia el futuro privados de espíritu profético. Si es así, nos puede suceder lo que a los vecinos de Nazaret: Jesús se abrirá paso entre nosotros y "se alejará" para proseguir su camino. Nada le impedirá seguir su tarea liberadora. Otros, venidos de fuera, reconocerán su fuerza profética y acogerán su acción salvadora.

José Antonio Pagola

Jesús no es guapo.


Mt. 6: 19-21

Permítanme hacer una pregunta especulativa. ¿Si tú fueras Dios y quisieras presentarse a los habitantes de un país que son complemente diferente a ti, qué harías primero?

No sé lo que Uds. harían. Quizás un día quieran compartirlo conmigo. Pero es muy irónica e incongruente la manera en que Dios escogió presentarse a los judíos. El que según la tradición debía ser el Rey de los judíos nació en un establo.  Pero nuestra Navidad trata de esconderlo año tras año. Jesús no sólo nace en un establo sino que nace en un pueblucho. De Belén, no sabemos mucho y Jesús no lo vuelve a mencionar en sus evangelios. Y es como diciendo que el pueblo donde uno nace no determina nada. No significa nada para vida de los hombres.

Jesús no era guapo. Esto no fácil de aceptar por muchas cristianas y cristianos. Y es que la historia del arte nos ha hecho tener muchas ideas preconcebidas sobre el Hijo de Dios. Quizás alguien piensa: El pastor se ha propasado. Yo he visto algunas pinturas de El y no es feo. Lo siento, pero Isaías habla de la apariencia que tendría el Mesías. Podéis leerlo en el capítulo 53: 2.

Jesús tenía un rostro tan común que podría perderse entre la multitud. Judas, cuando lo fue a entregar a los guardias del Templo, tuvo que identificarlo con un beso. Y eso que había pasado tres años a la vista de todos.

Esta es una buena señal para entender la manera en que J. se relaciona con los demás. Jesús se presentó a los hombres y las mujeres de Israel de tal manera que no intimidó a nadie. Todos se sentían cómodos con su presencia. Su apariencia nunca lo separó de la gente común, de los pobres, de los intocables. Quizás Ud. se pregunte sobre la opinión de Jesús sobre los bienes materiales, sobre si ser pobre es condición necesaria para ser seguidor de Cristo.

Cuando leo los evangelios me  doy cuenta que J. nunca poseía más de lo que llevaba encima. Así que nadie podrá quedar impresionado por eso.  En Mt. 8 declara que no tiene casa, que no tiene cama. Entonces, ¿cómo puede un hombre feo y sin recursos impresionar a su mundo? Parece que J. ve la cuestión del dinero de manera diferente a como la vemos nosotros. Y si alguien alberga alguna duda entonces están sus palabras en el llamado Sermón del Monte. La que hemos leído anteriormente.

J. no se deja engañar por el dinero. Carecía de valor para él. El que es capaz de pagar sus impuestos con la moneda encontrada en la boca de un pez y convertir las piedras en panes, bien que podía en ser un brillante financiero. Pero J. sabe que el problema con el dinero es que afecta nuestras relaciones. Así que para evitar celos o deber favores, opta por no involucrarse con los bienes materiales. Y por eso puede dedicar todas sus energías y sensibilidades con lo que las personas necesitaban de verdad.
Además de feo, sin casa y sin dinero, Jesús se nos presenta rodeado de gente muy peculiar. Personas que olían a pescado, un revolucionario radical, un cobrador de impuestos, o sea gente no adecuada para que Ud. invite a su casa. Pero a estas personas les llama y le pide que le sigan. Los elige para que sean sus discípulos. Pero ¿cómo van a ser estos sus discípulos?, si son sórdidos, violentos, picaros, sensuales. Pero una cosa me queda clara. Si J. pudo trabajar con ellos, entonces puede trabajar conmigo también y con Uds. J. no hace uso de los criterios que nosotros manejamos. El llama a los que están cansados y los que están estresados. Nosotros llamaríamos a lo mejorcito de la ciudad para que viniera a nuestra iglesia.

Si Ud. espera que yo diga algo bueno de J. esta mañana entonces tengo que darle una mala noticia. Lo peor está por llegar. Su muerte. Y muerte en una cruz. Pero nosotros tenemos un problema con las cruces. Forman parte de nuestra vida. Están sobre edificaciones cristianas, en los cementerios. Están en todos los sitios. De madera pulida, de metales preciosos. Las llevamos con nosotros colgadas al cuello; pero nunca decimos que la cruz es una locura para nosotros. Así que nosotros no apreciamos mucho eso de morir en una cruz. Me gustan los héroes. Admiro a los que tienen una muerte heroica. Pero la de J. es muy humillante.

Hagamos un resumen de J. Nace en un establo. De padre cuestionado. Nacido en un pueblo de mala muerte. Falta de atractivo físico. Sin posesiones. Rodeado de gente poco recomendable. Muerto de manera vergonzosa. ¿Cómo este hombre podría cambiar el mundo?

Pues lo cambio. Y por eso nosotros estamos aquí reunidos como una familia. Hemos elegido seguirle sin ninguna presión humana. Y es que él quería que fuéramos capaces de tomar decisiones sinceras.

Reconozco que tomamos pocas decisiones genuinas en nuestra vida. La mayoría de nuestras elecciones están influidas por las fuerzas y las demandas externas. Pero J. viene en forma amorosa y nos da la libertad de elegir. Tú le puedes rechazar o aceptar. Pero Dios nunca te obligará a que cambies tu personalidad y tu libertad. Eso es amor.

viernes, 25 de enero de 2013

Profeta.



Lucas 1: 1-4, 14-21

En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reúnen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que había crecido.
La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías.
Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". Según Lucas, la gente "tenía los ojos fijos en él". La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él?
Movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y sus gestos, su ternura y su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos "Dios".
Profeta de Dios. Jesús no ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido "ungido" por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo le podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético.
Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno.
Dedicado a liberar. Vive entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida  definitiva.

José Antonio Pagola

martes, 22 de enero de 2013

La evangelización: entre Jesús y la iglesia primitiva.

Apuntes para una historia.



I. Introducción



1. El día que el maestro contó su primera parábola estaba con los discípulos en la playa. Junto al lago se había reunido una gran multitud para escuchar al nuevo rabí que llegaba desde el norte. La muchedumbre era variopinta y expectante. Había muchos rumores sobre él. Algunos habían traído a sus enfermos y es que del Maestro se decía que podía curar males del cuerpo y del alma.



2. El sol calentaba los guijarros de la orilla. Más allá de las adelfas y los sauces estaban los campos de trigo. El Maestro pidió una de las barcas de los pescadores y se subió a ella. Desde el centro de la cala todos le podían ver y él les veía. Sin más preámbulos que mirar el panorama que tenía delante comenzó a hablar:



Érase una vez un sembrador que salió a sembrar Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.



Marcos 4: 1-9



3. En las cristologías actuales es lugar común reconocer que el dato histórico más cierto que tenemos de la vida de Jesús es que el tema central de su predicación, la realidad que daba sentido a toda su actividad, fue el reinado de Dios. Jesús no predicaba a Dios simplemente, ni a la Iglesia, ni a sí mismo, sino el reinado de Dios. La centralidad del reino de Dios en Jesús y en los evangelios es bastante obvia: aparece 122 veces en los evangelios y, de ellas, 90 en labios de Jesús. Hablar sobre la evangelización según Jesús y la iglesia primitiva es una osadía de mi parte. Así que voy a pedir que hagan uso de vuestra misericordia para conmigo en esta tarde.



4. Jesús era un judío del Norte de Palestina, de dónde no se esperaba que saliera nada bueno. Yo soy un isleño que vive en el Valle del Ebro entre la curiosidad y la nostalgia. La iglesia primitiva persiste entre la utopía y las reflexiones que hacemos en torno a las Escrituras. Yo vengo de una iglesia postmoderna y que a veces no sabe que hacer con tantas tradiciones; pero que no se quiere quedar con los brazos cruzados. Así que espero que entiendan si en algún momento saltan chispas de pasión.



5. Mucho se habla sobre la evangelización en nuestros días y en nuestras noches. Sin previo aviso y sin un acuerdo anticipado la Alianza Evangélica Española AEE y la Conferencia Episcopal Española CEE nos sorprenden con toda una seria de proyectos de trabajo que tienen como eje común el tema de la evangelización en la España. Y fíjense que hablo de evangelización y no de misión.



6. David J. Bosch en su necesario libro Misión en transformación dedica todo un capítulo a reflexionar sobre los documentos del NT como posibles materiales misioneros. Y allí habla de la evangelización como una dimensión de la misión. Así que en esta hora quiero compartir en voz alta, para que nadie se vea tentado a dormir,  algunas de las reflexiones sobre esta dimensión.



7. La palabra evangelización no aparece en el NT, pero si evangelistas, por tanto no es una palabra que podamos actualizar, acotar o etiquetar según las tradiciones de los primeros cristianos. Intentos han existido mucho para definir el concepto de evangelización. Así que si alguno de Uds. no puede soportar el deseo de dar una definición se la sumaríamos a las ya existentes.



8. Antes de compartir el hacer de Jesús y de la iglesia primitiva me gustaría presentarles una posible tesis del término, según los criterios nuestros y que la colocan como madre de la teología.



Evangelizar: es presentar a Cristo con el poder del ES, de tal manera que los hombres y las mujeres puedan llegar a depositar su confianza en Dios a través de él.



9. Esta es una etiqueta trinitaria que dice que  cuando evangelizamos lo que hacemos es comunicar las Buenas Noticias. Por tanto la meta de la evangelización según la entienden las iglesias surgidas de la reforma protestante del s. XVI es persuadir a los hombres y a las mujeres de que acepten a Jesucristo como Señor y Salvador. Pero con una finalidad doble adosada: que sirvan a Cristo en la comunión de su Iglesia y a la vez ofrezcan un servicio responsable en el mundo.



II. ¿Es Jesús un evangelizador?



1. A esta pregunta podemos responder de manera tajante y rotunda con un si y con un no. Pero aún no lo haremos. Tengamos un poco de paciencia. Hagamos algo de teología.



2. El nuevo Maestro que describen los evangelios sinópticos además de ser más joven, no habla como los demás maestros. Ha estado dando buenos consejos como los rabinos, predica sermones como los teólogos e interpreta las Escrituras como los doctores; pero no se expresa como ninguno ellos.  Los rabinos, los teólogos y los doctores intentan explicar el mundo, el Maestro alberga la utópica empresa de cambiarlo.



3. No siempre hemos sido conscientes del ministerio evangelizador de Jesús. Más bien nos hemos acomodado a la idea de ver solamente lo que de él se dice cuando se ha querido interpretar los conflictos doctrinales que el discurso de Jesús llevaba al corazón del judaísmo. El peligro en hacer esta sola lectura de Jesús nos lleva a verle únicamente como el protagonista de una historia confesional. Una historia donde podemos sentirnos aceptados o rechazados, según sea nuestro credo eclesial.



4. Los autores de la biografía de Jesús en el canon bíblico son muy diferentes los unos de los otros. Y estas diferencias se hacen evidentes, entre otras cosas, a la hora de presentar la manera de entender como trasmitir las buenas noticias del Reino de Dios por parte de Jesús que tienen ellos. Pero esta falta de uniformidad no debe sorprendernos.  Es la que nos ayuda a despojarnos de un Jesús que inicia el ministerio público sin el ropaje del idealismo.



5. ¿Es Jesús un evangelizador? Si utilizamos como filtro el concepto antes expuesto que juega un poco con el universalismo, entonces podríamos decir  sin pelos en la lengua que Jesús no lo era. ¿Qué sabemos de Jesús? Lo que cuentan los evangelios. Lo que el cristianismo triunfante ha dejado que conozcamos. Sabemos p. e, que Jesús durante su vida terrenal ministró y desarrolló su vida exclusivamente dentro del marco de la fe y la vida religiosa del judaísmo del s. I. Así que cuando Mateo lo sube a escena y lo presenta como el esperado que llega para que se cumplieran las promesas hechas a Israel, no nos debemos rasgar las vestiduras. Para el Jesús de Mateo no es tan obvio, como tampoco para sus primeros seguidores, que la puerta de la fe se está abriendo para los gentiles. Pero esto es una sospecha personal. No puedo reconstruir la teología de Jesús en su totalidad. No tengo la libertad de hablar de Jesús como me venga en gana, sino que puedo hacerlo desde dentro de la comunidad. Y hoy Uds. con mi comunidad.



6. ¿Es Jesús un evangelizador? Si utilizamos como elemento de juicio el discurso profético y la misión a la que se ve involucrado Jesús de abracar a todo Israel podríamos responder con un si. Este Jesús es un predicador y un sanador itinerante, sin nexos permanente con la familia, con una profesión o con un hogar. Este Jesús cree en un reino mesiánico. Un Reino donde todo Israel será salvo.



El Espíritu del Señor está sobre mí.
Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres;
me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos,
a dar vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos
 y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor



Lucas 4: 18-19



7. ¿Es Jesús un evangelizador? En el sentido de la escatología del Reino de Dios si lo es. Dios se ha acercado a los pobres, a los humildes y a los despreciados de Isaías y que Jesús hace suyos en la sinagoga de Nazaret. La vida miserable de los pobres es contraría a los propósitos de Dios. Y Jesús llega para poner fin a esa miseria. Pero las buenas noticias no son para unos pocos de elegidos. La evangelización de Jesús es inclusiva.



8. Las buenas noticias serán dadas a los pobres y a los ricos. A los oprimidos y a los opresores. A los pecadores y a los devotos. La evangelización que práctica Jesús disuelve todo alienación. Derriba los muros de hostilidad entre los individuos y los grupos. El Reino de Dios es la columna vertebral de la acción de Jesús. Y a el pueden llegarse todos. Pero usará un lenguaje que juega con el futuro y con el presente.



8. La forma concreta en que Jesús llevó a cabo su misión la podemos descubrir en las distintas páginas del Evangelio. La lectura atenta de Marcos 1-45 nos muestra la finalidad que Jesús perseguía al anunciar la Buena Nueva el pueblo:

a. Crear una comunidad para el Reino (Marcos 1, 16-20): Jesús comienza el proceso de constituir una comunidad de seguidores y éstos comienzan su proceso vocacional. Galilea es el lugar privilegiado donde los discípulos pueden tener la experiencia de Jesús: comienzan a vivir en la inseguridad familiar y económica; les espera un trabajo desconocido y asumen un proyecto de vida donde tienen prioridad las necesidades de los demás. Son corresponsales de la causa del Reino.

b. Hacer nacer una conciencia crítica (Marcos 1, 21-22): Lo que Jesús enseña es nuevo y lo hace con autoridad. “Todo lo contrario de los maestros de la Ley”. La enseñanza de Jesús impresiona a los discípulos; descubren nuevos valores que cuestionan la religión que viven.

c. Combatir el poder del mal (Marcos 1, 23-28): Jesús no tiene autorización legal para enseñar, pero sí tiene una práctica con autoridad a favor de los sufrimientos. Su acción es eficaz y poderosa frente al mal que atenta contra la vida humana.

d. Restaurar la vida para el servicio (Marcos 1, 29-34): El que sana a la suegra de Pedro y a los enfermos con dolencias de toda clase es el Servidor de Yahvé, el que se hace siervo de todos para liberar a la humanidad de toda clase de servidumbres. Los que se han liberado de sus servidumbres pueden convertirse en servidores de los demás.

e. Permanecer unido al Padre por la oración (Marcos 1, 35): La oración es el lugar en que Jesús discierne y decide su acción, de acuerdo al proyecto de Dios y es la instancia de análisis de su práctica. La oración de Jesús no es una oración ritual ni marginada de la vida. Como él no hace nada por cuenta propia, necesita lugares solos o desiertos para entrar en comunión con la voluntad del Padre que le envió.

f. Ampliar y profundizar la conciencia de la misión (Marcos 1, 36-39): A través del diálogo con los Doce, Jesús sabe que todos lo buscan, es decir, la propuesta que él hace ha encontrado acogida en el pueblo, la gente lo sigue. No obstante, el éxito misionero no lo adormece. Invita a Pedro y sus compañeros a ir más allá; la misión deben continuar. En otros pueblitos lo esperan y lo necesitan. El desafío misionero es recorrer Galilea predicando y echando demonios.

g. Reintegrar a los marginados a la comunidad y a la convivencia social (Marcos 1, 40-45): El leproso, en la sociedad de Jesús, estaba condenado a vivir marginado, fuera de las poblaciones, porque su enfermedad era contagiosa y una amenaza para la vida del pueblo; se le prohibía tener relación con los demás. Con la sanación del leproso, Jesús logra que el leproso salga de su marginación; se mancha las manos tocando a alguien legalmente impuro para reintegrarlo sano y salvo a la comunidad. La Buena Nueva, expresada en palabras y signos proféticos, exige un cambio socio-religioso: en adelante, no habrá más personas marginadas.

9. Desde la perspectiva de los destinatarios concretos, el reinado de Dios anunciado por Jesús es una buena noticia, en cuanto asume y hace realidad esta esperanza. Sus hechos lo constatan: acoge y devuelve la dignidad a los considerados inmorales (Mt 21, 31-32; Mc 2, 15; Lc 7, 37-50); a los paganos y samaritanos (Lc 7, 2-10; Jn 4, 7-42); a los leprosos y poseídos del demonio (Mt 8, 2-4); a las mujeres, niños y enfermos (Mc 1, 32; Mt 8,16); a los pobres sin poder (Mt 5,3; Lc 6,21; Mt 11,25). El reinado de Dios llega como buena noticia porque su cercanía implica el fin de la pobreza, de los sufrimientos, de la discriminación, el fin de la situación de desamparo y abandono en el que se encuentran los que no tienen lugar en la sociedad. Tan es así, que algunos teólogos (6) afirman que el resumen del evangelio y de toda la predicación de Jesús no es el “Reino (o la salvación), ha llegado”, sino “la salvación ha llegado a los pobres, a los pecadores”. Aquí radica lo bueno y lo nuevo del reino.



10. Lo bueno: el reino viene para cambiar la situación de los pobres y ponerle fin a esa realidad inhumana. Que los pobres posean el reino de Dios, no es un mérito de ellos, ni menos aún la consecuencia de un valor que tendría la pobreza. La razón es la opuesta: lo inhumano de su situación de pobres. El reino viene porque Dios es humano, porque no puede sufrir esa situación y viene a hacer cumplir su voluntad sobre la tierra: que la pobreza cese su obra destructora de humanidad.



11. Lo nuevo: con el reinado de Dios los fundamentos del antiguo orden se conmoverán: los últimos serán primeros (Mc 10, 31), los pequeños serán grandes (Mt 18,4), los humildes serán maestros (Mt 5,4), los enfermos serán curados, los sordos oirán (Mt 11,5) y los oprimidos serán liberados (Lc 4,18). La situación de los seres humanos ante Dios se verá transformada: los pecados serán perdonados (Mt 6,14), los hijos de Dios se encontrarán en la casa paterna (Lc 15,19) y se desbordará la risa alegre del tiempo de la liberación.



12. ¿Es Jesús un evangelizador? Si atendemos a su modo de vivir la fe entonces podemos responder con un tercer siDe Jesús impactó, sin duda, el mensaje de esperanza, sus actividades liberadoras: milagros, expulsiones de demonios, acogida a los marginados, su praxis de denuncia y desenmascaramiento de los poderosos, es decir, llamó la atención su servicio al Reino de Dios. Pero también su modo de ser y hacer el reino ejerció un gran impacto. En Jesús veían  a alguien que hablaba con autoridad, convencido de lo que decía, no como los que hablan como fanáticos irracionales o como funcionarios a sueldo. En sus tribulaciones acudían a él y al pedirle solución a sus problemas lo hacían con lo que, al parecer, era siempre el argumento decisivo: Señor, ten misericordia de nosotros.  Sus seguidores, discípulos, hombres y mujeres cercanas, quedaron impactados por su autenticidad, su verdad, su firmeza, y, en definitiva, por su bondad.



13. En suma, lo que hace que el modo de ser Jesús sea una buena noticia (evangelio) es su talante compasivo, Jesús se conmueve hasta las entrañas al ver a las muchedumbres angustiadas y desvalidas (Mt 9, 36). Se hace escandalosamente solidario con los leprosos, publicanos, prostitutas, pecadores, niños y mujeres. Su talante compasivo no disminuía su actitud crítica y profética. Su Buena Nueva para los pobres fue a la vez mala noticia para los poderosos de su tiempo. No fue neutral o imparcial. Se definió ante el conflicto social y ante la dominación religiosa. Tomó partido inequívocamente en favor de los pobres y de los excluidos.  La compasión solidaria y la indignación profética son dos actitudes fundamentales de la vida de Jesús, de su ser más profundo,  en las que se nos da una Buena Noticia concreta e histórica.



III. La evangelización en los primeros días.



1. Toda disertación sobre la iglesia cristiana debe tener como punto de partida la lectura del NT.  Así que es esta segunda parte permaneceré cerca de él.



2. Para los seguidores de Jesús una cosa fue la enseñanza  y el ejemplo que recibieron de él y otra muy distinta fue la manera de llevarla a la práctica. Lo que parecía sencillo en el contexto de la obra de Jesús, aun en medio de la ruptura con los fariseos y las tradiciones del judaísmo, se convierte en una empresa  más compleja que la naciente iglesia ha de acometer.



3. En los años inmediatos a la primera pascua de resurrección el compromiso evangelizador de la iglesia primitiva siguió restringido a Israel. Jerusalén era el eje de la nueva comunidad y sus miembros continuaron visitando al templo. Parece ser que se entendía que abandonar a la nación era traicionar a Jesús. Así que los discípulos de dedican a predicar el arrepentimiento a un Israel apostata, antes de la venida del Hijo del Hombre. Pero sin la intención de constituirse como una religión aparte. Al menos en las etapas iniciales no hay espacio para albergar tal sospecha. Y es que el judaísmo de esta época era tan plural que ofrecía espacios para que este cristianismo insipiente existiera como un grupo más entre otros muchos.

4. Pero las comunidades cristianas, a diferencia del judaísmo, se integraban plenamente a los prosélitos en su seno. Quizás el primer trabajo evangelizador que cosechó frutos gentiles fue el que estaba dirigido precisamente a los judíos. Pero los obstáculos no tardaron en aparecer.



a. Obstáculos judíos:



i. Cristo, piedra de tropiezo. Nunca ha sido fácil ganar judíos para la religión cristiana. Y tampoco lo fue en el siglo 1, pese a que el cristianismo había nacido de la matriz del judaísmo. La primera y la mayor de las dificultades que los misioneros debieron enfrentar fue su propio anonimato: ellos no eran nadie.



ii. La piedra de tropiezo de la iglesia. Pero no sólo la cristología de los cristianos provocaba tan apasionadas reacciones entre los judíos. También su eclesiología era igualmente provocativa. Algunos de ellos, como Esteban, parecían hablar livianamente acerca del templo y de su ritual.



b. Obstáculos grecorromanos:



i. Los cultos privados y la religión estatal. Primeramente, el aspecto religioso. Los romanos hacían una  distinción fundamental entre relígío y superstítío. Relígío significaba la religión oficial; principalmente, la religión del estado romano, vínculo formal entre los seres humanos y los dioses.



5. El cristianismo surgió en el mundo con toda la precipitación de las buenas noticias, buenas noticias proclamadas con gran entusiasmo y denuedo por sus defensores y respaldada por el testimonio y la experiencia de los mismos. Era el fruto de su convicción de que Dios había transformado la aparente derrota del viernes santo en la suprema victoria de la Pascua La naturaleza precisa de esta proclamación en la iglesia primitiva ha sido examinada ampliamente en años recientes, en especial desde la publicación de la obra de C. H. Dodd, La predicación apostólica  y su desarrollo.



6. Nuestro Evangelio más primitivo, el de Marcos, puede arrojar una luz decisiva sobre la manera en que el cristianismo entendía la buena nueva. Marcos es absolutamente universal en su oferta. No obstante, él sabe que la buena noticia sólo es efectiva entre quienes se arrepienten, creen y están listos a dedicarse a un discipulado costoso y abnegado (Me. 1.15; 8.35). Solamente quien está dispuesto a perder su vida por la causa de Cristo y del evangelio puede hallarla. Únicamente dando su vida por causa de otros Jesús pudo ofrecer nueva vida a los seres humanos, la nueva vida proclamada en el evangelio.



7. Si vamos a Pablo, el otro escritor neotestamentario que utiliza frecuentemente el sustantivo evangelio, encontraremos casi el mismo cuadro. También aquí «el evangelio» tiene un contenido definido claramente. Tanto es así que en casi la mitad de las referencias aparece solo, sin calificativo alguno. Sus buenas noticias podían ser  difundidas (2 Ca. 11.7), podían ser enseñadas (Ef. 6.19); el evangelio podía ser vivenciado (1 Co. 9.14), anunciado (1 Ts. 2.2), dado a conocer (1 Co. 15.1) o presentado para su discusión (Gl. 2.2). Igualmente podía ser escuchado (Col. 1.23), recibido (2 Ca. 11.4).



8. Los elementos genuinamente distintivos en la predicación del evangelio de Pablo parecen haber sido los siguientes... Primero, utilizó el lenguaje forense de justificación/o especialmente en contextos donde las buenas obras judías eran consideradas como merecedoras del favor divino; procedió así con el objeto de salvaguardar la iniciativa de Dios de proveer la salvación. Segundo, subrayó el carácter absoluto y definitivo del evangelio: es el evangelio de verdad, de esperanza, de poder, de inmortalidad, de la gloria de Dios presente dentro de nuestro mundo (Col. 1.5, 23; 1 Ts. 1.5s.; 2 Ti. 1.8; 1 Ti. 1.11). En pocas palabras: es el misterio de Dios, la verdad que estuvo oculta y ahora se ha revelado a las personas; es nada menos que la sabiduría de Dios (Ef. 6.19; 1 Ca. 2.4-6). Tercero, Pablo destacó las implicaciones éticas del evangelio. Si alguien está sujeto al evangelio de DIOS, ello significa que la gracia divina obra dentro de él (2 Ca. 9.13s.); de allí que deba vivir cada día de su vida de t~ manera que sea digno del evangelio que profesa (Fil. 2. 7).



9. La segunda de las grandes palabras utilizadas en el Nuevo Testamento para definir la evangelización de los primeros cristianos es la raíz keryssein, que significa, básicamente, proclamar a la manera de un heraldo. El heraldo era una persona importante en sí misma y nadie podía poner sus manos impunemente sobre él. Pero no era éste precisamente el caso del evangelista. La palabra kerygma (proclamación) no es frecuente, lo cual es sorprendente desde el momento en que. se ha castellanizado (kerigma) como término técnico para referirse a la predicación primitiva. Aparte de la «predicación de Jonás» (Mt. 12.41; Lc. 11.32), sin embargo, el único que la usa en el Nuevo Testamento es Pablo, y escasamente una media docena de veces. Resulta claro, por Romanos 16.25s., que Pablo la entiende como sinónimo de euangelíon; en este versículo significa exactamente lo mismo que evangelio.



10. La valoración que hizo Dodd del kerigma primitivo pudo haber sido incompleta; sin embargo, ha podido demostrar que hay un alto grado de uniformidad fluyendo a través de los discursos o sermones atribuidos a Pedro en la primera parte de Hechos. Un estudio reciente ha servido para destacar esta realidad.  La cuestión es ésta: ¿tal modalidad en la predicación del evangelio se remonta a los primeros días de la iglesia de Jerusalén o, por el contrario, se trata de una composición de Lucas, representativa sin duda de la predicación típica del evangelio de su propia época?60 Es una cuestión difícil de abordar.



11. Hay un tercer gran grupo de palabras usadas en el Nuevo Testamento para describir la tarea evangelizadora de la iglesia primitiva. Es el que procede de la raíz martyreo. Al igual que las otras dos, euangelizomai y kerysso, este grupo de palabras poseía también una historia que lo hacía singularmente adecuado para su propósito. Es fundamentalmente un término legal, usado a menudo en el griego para denotar testimonio referente a hechos o acontecimientos, y para dar testimonio de verdades con las que uno se compromete. En ambos casos, tanto el compromiso individual como la veracidad personal de quien daba testimonio, conformaban un elemento importante.



12. La idea de «testimonio» en los escritos de Juan es algo distinta, y es importante tener en cuenta que el apóstol utiliza este grupo de palabras excluyendo euangelizesthai y keryssein. ¿Por qué el testimonio es un modo de expresión tan importante para él? Creo que la respuesta se encuentra en las profundas convicciones de Juan respecto de la persona de Jesús.



13. Los evangelistas: ¿quiénes eran? El ministerio profesional: apóstoles y hombres ordenados. La respuesta obvia e inmediata es: los apóstoles. Las calificaciones esenciales de los doce apóstoles de Jesús eran haber estado con él y haber sido enviados por él a predicar (Me. 3.14). Aparentemente, fueron sometidos a una «prueba de suficiencia» durante el ministerio propiamente dicho (Mt. 10), pero luego de la muerte y la resurrección de su Maestro, la predicación del evangelio llegó a ser su mayor preocupación. El libro de los Hechos nos cuenta que llegaron a estar tan abrumados por tareas administrativas que deliberadamente delegaron este tipo de trabajo para dedicarse a la oración y al ministerio de la Palabra (Hch. 6.4).



14. Métodos de evangelización.



a. Pública. La sinagoga fue un semillero fértil para la evangelización entre los judíos. Dondequiera que hubiese judíos, había también sinagogas a las que todos los israelitas fieles debían asistir semanalmente; hasta atraían a un número considerable de gentiles «temerosos de Dios». He aquí una congregación preparada para escuchar a los misioneros cristianos.



b. Predicación al aire libre. Además de trabajar en las sinagogas y por medio de ellas, los discípulos siguieron a su Maestro en la predicación al aire libre. Los Hechos nos presentan innumerables ejemplos de esto: en Jerusalén, Samaria, Listra y Atenas. Este tipo de encuentros sólo podía ser efectivo en los lugares por los que se transita naturalmente o se reúne mucha gente. En este sentido, la zona del templo era el sitio favorito. Todos los esfuerzos de este tipo debían ser dinámicos y desafiantes. Y si hay alguna «ayuda visual» para enfatizar el poder del evangelio, mucho mejor aún. Las lenguas de Pentecostés y la sanidad en la puerta La Hermosa del templo fueron útiles para dos propósitos principales (además del beneficio para aquellos que las recibieron): atrajeron a la gente para que pudieran oír la predicación y demostraron en términos irrebatibles las doctrinas fundamentales del evangelio, el amor de Dios hacia los necesitados y su poder para romper con las fuerzas del pecado y el sufrimiento en la vida humana.

c. Predicación profética. Hasta aquí hemos analizado la predicación cristiana ortodoxa, tanto en la sinagoga como al aire libre, tal como la encontraríamos en nuestros días. Pero en los primeros días de la iglesia no podemos dejar de considerar a los profetas, hombres que hablaban directamente en el nombre de Cristo. El fenómeno está bien documentado en el Nuevo Testamento. Había profetas en Jerusalén y Cesarea, en Antioquía, Roma, Corinto, Tesalónica y las iglesias del Asia Menor.14 La profecía era un don que sólo algunos poseían:15 se lo tenía en gran estima, próximo al don apostólico mismo porque, a través de ambos, Jesús se comunicaba directamente con su pueblo.16 Los profetas estaban unidos a los apóstoles en su carácter de fundadores de la iglesia (Ef. 2.20; 3.5), simplemente por razón de que ambos eran agentes de la revelación.



d. Evangelización mediante la enseñanza. Uno de los aspectos menos felices del gran libro de Dodd La predicación apostólica y sus desarrollos es la separación arbitraria que hace entre la predicación y la enseñanza, entre kerigma y didaqué. Tanto en el judaísmo como en la cristiandad primitiva no existía un corte tan claro entre el trabajo del evangelista y el del maestro. Por cierto, esto es aparentemente así en el período que va desde Pablo hasta Orígenes.



e. Testimonio. Esta nota de entusiasmo alentó a los cristianos primitivos en todos los aspectos de su evangelización. Aun los más académicos estaban convencidos de que habían encontrado la verdad en Cristo, y no se avergonzaban de añadir su testimonio personal al mensaje que predicaban. «Yo había sido uno de ellos», dice Justino al principio de su Primera Apología para los cristianos. Esta declaración personal acerca de la verdad del mensaje era parte integral del testimonio cristiano (marturia). En la literatura de este periodo se la encuentra por todas partes. No es necesario poner énfasis en la frecuencia de esta nota sobre el testimonio personal en el Nuevo Testamento. Los escritores están seguros de la diferencia que el hecho de estar en Cristo ha provocado en sus vidas, y lo recomiendan activamente a los otros. Exclaman con gozo: «¡Gracias a Dios por su don inefable!» (2 Ca. 9.15).



f. Los hogares: La utilización de los hogares fue uno de los métodos más importantes en la extensión del evangelio en la antigüedad. Tenía ventajas: el número relativamente pequeño de los involucrados hacía posible un intercambio real de puntos de vista y permitía las discusiones informales entre los participantes; no existía un aislamiento artificial del predicador respecto a sus oyentes; no existía la tentación, ni para el orador ni para el que interrumpía, de querer hacerse notar, como sucedía en un lugar público o en una reunión al aire libre.



g. Encuentros personales: La proclamación pública de diversos tipos y el uso privado de los hogares fueron factores cruciales en la extensión del evangelio, pero no menos importante fue la evangelización personal, en que un individuo compartía su fe con otro. El primer capítulo de Juan nos presenta el modelo. Desde el momento en que una persona encuentra la verdad acerca de Jesús es constreñida a compartirlo. A través del testimonio de Juan el Bautista los dos discípulos encontraron a Jesús Juan1.3.7 Tan pronto como uno de ellos, Andrés, hizo el descubrimiento, buscó a su hermano Simón Pedro y lo trajo a Jesús Jn.1.41.  enseguida, Jesús mismo toma la iniciativa y encuentra a Felipe de Betsaida Jn. 1.43, aunque no se dice cómo. Pero Felipe continúa con la buena obra y encuentra a Natanael Jn 1.45, y éste, a su vez, confiesa que Jesús es el Hijo de Dios. Esto es más que el individualismo del autor del Evangelio afirmándose a sI mismo es una reflexión sobre la importancia de la evangelización personal en la extensión de la iglesia.



h. La evangelización literaria: Además de hablar a la gente acerca de Cristo, en público, en grupos pequeños en los hogares, o individualmente, hubo otro método a disposición de los primeros portadores del evangelio. Aquellos que tenían talento podían escribir, y así lo hicieron. En realidad, inventaron una forma literaria totalmente nueva para llevar su mensaje de salvación: el Evangelio. Por lo que se conoce, Marcos fue el primero que tuvo esta brillante idea de reconstruir, a base de las historias circulantes acerca de Jesús, y de los fragmentos catequísticos utilizados en la predicación y enseñanza de las buenas nuevas a los oyentes paganos, un relato escrito acerca de Jesús, un relato que difiere de cualquier otro escrito que hubiese aparecido en el mundo de las letras hasta entonces.



i. La apologética. El hecho de escribir literatura de evangelización preparada para que la leyeran los que no se habían convertido no terminó con los cuatro evangelistas. Continuó con toda la fuerza en los escritos apologéticos del siglo II Pero las tendencias desafortunadas, que ya se estaban haciendo sentir en los documentos del Nuevo Testamento, se incrementaron en los apologistas. Durante mucho tiempo se ha reconocido la existencia de un fuerte elemento anti-judío en algunas partes del Evangelio de Mateo y también en Juan, donde «los judíos» siempre se mencionan en contradicción, si no en abierta oposición, a los cristianos. Es difícil creer que la acritud entre la iglesia y la sinagoga, que comenzaba a crecer durante el siglo 1, no haya influenciado la presentación del mensaje cristiano en estos Evangelios, y quizá también en Lucas-Hechos, si T. W. Manson está en lo correcto al suponer que uno de los temas importantes en estos libros es aclarar muy bien ante el poder secular que los cristianos deberían ser tajantemente diferenciados de los judíos.



15. ¿Por qué evangelizarón los cristianos primitivos?



a. Por sentimiento de gratitud. Lo hacían impulsados por la maravillosa experiencia del amor de Dios que habían recibido a través de Jesucnsto. El descubrimiento de que la fuerza última del universo era el Amor y que ese Amor se había humillado a sí mismo para bien del ser humano tuvo un efecto sobre aquellos que creían que nada podía cambiar. El Hijo de Dios me amó y se entregó a mismo por .Gl. 2.20.



b. Por responsabilidad.  Yo hago siempre lo que le agrada. Jn 8.29

c.  El sentido de preocupación: Jesús había venido a buscar y a salvar lo que se había perdido (Le. 19.10). Este era el propósito supremo de su encamación y sacrificio. El no creía que el ser humano pudiera restablecer por sí mismo su relación con Dios o con sus semejantes.



16. No es posible establecer con seguridad hasta dónde el proceso evangelizador dirigido por la iglesia primitiva tuvo éxito. En p rimer lugar, no tenemos manera de comparar sus «éxitos» con sus «fracasos». Por otro lado, la medida de Dios en cuanto al éxito puede diferir en gran manera de la nuestra y, de acuerdo con lo visto a través del libro, la evangelización es, antes que nada, la obra de Dios en la vida de hombres y mujeres, para lo cual necesita la cooperación humana. Tampoco es posible extraer de un estudio sobre la evangelización en la antigüedad las respuestas a nuestros problemas contemporáneos en la comunicación del evangelio. De cualquier manera, algunos aspectos de su acercamiento son muy significativos e importantes para que la iglesia los tome en cuenta en cualquier época que sea. Esa importancia no es menor en nuestra propia época, en vista de nuestro éxito limitado al compartir la fe cristiana con aquellos que no creen.



17. Una de las características más llamativas de la evangelización en aquellos primeros tiempos era la gente que se comprometía en ella. La comunicación de la fe no era la tarea de los más celosos o del evangelista designado  oficialmente. La evangelización era la prerrogativa y la tarea de cada miembro de la iglesia. Hemos visto a apóstoles y profetas errantes, nobles y pobres, intelectuales y pescadores, todos tomando parte con entusiasmo en esta primera tarea encomendada por Cristo a su iglesia.



18. Para los primeros cristianos la evangelización era como la circulación de la sangre en el cuerpo. Por eso leemos que «el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos». Podría suceder otra vez, si la iglesia estuviera dispuesta a pagar el precio.



19. El Maestro prefiere hablar con parábolas por la sencilla razón de que las parábolas dejan siempre algo entre líneas. Y es que no siempre hay que decirlo todo. Hay palabras que se entienden por si solas, otras que se adivinan, se imaginan, o se sueñan. A veces la mejor palabra es la que el maestro no dice. Con los años hemos aprendido que para contar una verdad no es necesaria decirla, basta con contar una historia.



El que tiene oídos para oír, oiga…

Bibliografía.






Alonso, Juan y Alviar, J. Jose. Conversión cristiana y evangelización. EUNSA 2011



Badenas, Roberto. Para conocer al Maestro. SAFELIZ. 2002



Bosch, David. Misión en transformación. Orbis Books. 1991



Costas, Orlando. E. La Iglesia y su misión evangelizadora. La Aurora, 1971



Drane, John, Jesús. Verbo Divino. 1996



Drane, John. La vida de la primitiva iglesia. Verbo Divino. 1992



Hirsch, Alan. Caminos olvidados. Missional  Press. 2009



Kuiper, R.B. Evangelismo teocentríco. TELL. 1966



Kuhne, Gary W. Dinámicas de evangelismo. CLIE. 1977



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Ortiz, Felix. Salvación integral y postmodernidad. AGAPE, 2010



Rumayor, Julián. Evangelización integral. SAFELIZ. 2011



Varios. Iglesia y postmodernidad. AGAPE. 2005


Augusto G. Milián

Zaragoza 2012 




viernes, 18 de enero de 2013

La parábola del burro en el pozo.



Una maestra les contó a sus  alumnos la siguiente historia.

Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró lastimosamente durante horas mientras el campesino trataba de averiguar qué hacer. Finalmente, se decidió que si el animal era viejo y el pozo necesitaba ser tapado aprovecharía para matar dos pájaros de un tiro.

Así que invitó a todos sus vecinos para venir y ayudarle a tapar el pozo con el burro dentro. Todos ellos cogieron unas palas y comenzaron a echar tierra en el pozo. En un principio, el burro no entendía lo que estaba pasando. Pero después comenzó a rebuznar desconsoladamente. Luego, para sorpresa de todos se calló.

Intrigado, el campesino miró hacia el fondo del pozo. Y se sorprendió de lo que vio. Con cada palada de tierra que caía sobre su lomo, el burro estaba haciendo algo increíble. Él se sacudía la tierra y se colocaba sobre la que caía. Y así durante el tiempo que todos los hombres echaban tierra dentro del pozo. Y cundo el trabajo estaba por finalizar, para sorpresa de todos, el burro dio un salto por encima del borde del pozo y salió trotando alegremente.

Y entonces les preguntó: ¿Qué significa esta parábola? Pero los alumnos no sabían que decir. Así que ella les habló otra vez.

La vida siempre está dispuesta a echar sobre nosotros tierra. Muchas palas de tierra. Mucha suciedad. Sobre todo cuando hemos caído en un pozo. El truco para salir del agujero es quitarse la tierra de arriba y dar un paso hacia arriba. La tierra son los problemas que llegan a nosotros. Cada uno de nuestros problemas es un escalón sobre el cual podemos subir. Podemos salir de los pozos más profundos, pero no podemos quedarnos quietos y llorar y lamentarnos de nuestra suerte. Hay que moverse. No hay que darse por vencido. Hay que sacudirse y dar un paso hacia arriba.  

Un niño levanta la mano indeciso y le pregunta a la maestra: ¿Seguro que ese es el final de la historia, señorita?

No- responde la maestra. En realidad el burro regresó más tarde y mordió al campesino que había intentado enterrarle vivo. La herida se le infectó al campesino y días después murió de un shock séptico.

Se hizo un silencio apabullante en la clase. La maestra aprovechó para preguntar:¿Creen que este final nos puede enseñar alguna cosa?

Una niña se levantó con decisión de su pupitre y respondió: Señorita, nunca debemos hacer el mal, pues los burros vienen y nos muerden. Y las mordidas de los burros son mortales.

Esta parábola es parte de la tradición oral de internet.