martes, 27 de diciembre de 2011

Hoy

Lucas 2, 16-21

Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a los lectores que «María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón». No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.

No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana nuestra vida.

Por eso, Lucas utiliza un recurso literario muy original. Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación de Jesús resucitado se nos está ofreciendo "HOY", ahora mismo, siempre que nos encontramos con él. Veamos algunos ejemplos.

Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: "Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador". Hoy puede nacer Jesús para nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Con él podemos nacer a una existencia nueva.

En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico. Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el perdón: "Tus pecados quedan perdonados". La gente reacciona alabando a Dios: "Hoy hemos visto cosas admirables". También nosotros podemos experimentar hoy el perdón, la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.

En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo, rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma: devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús le dice: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa". Si dejamos entrar a Jesús en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y solidaria.

Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: "Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu reino". Jesús reacciona inmediatamente: "Hoy estarás conmigo en el paraíso". También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos de Jesús esas palabras tan esperadas: descansa, confía en mí, hoy estarás conmigo para siempre.

Hoy comenzamos un año nuevo. Pero, ¿qué puede ser para nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo mejor que se despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.

José Antonio Pagola

domingo, 18 de diciembre de 2011

En un pesebre.

Lucas 2, 1-14

Según el relato de Lucas, es el mensaje del Ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.

Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No tengáis miedo. Os traigo la Buena Noticia: la alegría grande para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

Así lo proclama el mensajero: «Hoy os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Solo buscará el reino de Dios y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre lo ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido, como ha podido, para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre.

En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No lo encontraremos en los poderosos sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular sino en lo pobre y pequeño. Hemos de escuchar el mensaje: vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.

José Antonio Pagola

lunes, 12 de diciembre de 2011

Con alegría y confianza

Alégrate. Es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Entre nosotros falta alegría. Con frecuencia nos dejamos contagiar por la tristeza de una Iglesia envejecida y gastada. ¿Ya no es Jesús Buena Noticia? ¿No sentimos la alegría de ser sus seguidores? Cuando falta la alegría, la fe pierde frescura, la cordialidad desaparece, la amistad entre los creyentes se enfría. Todo se hace más difícil. Es urgente despertar la alegría en nuestras comunidades y recuperar la paz que Jesús nos ha dejado en herencia.

El Señor está contigo. No es fácil la alegría en la Iglesia de nuestros días. Sólo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano. Esta Iglesia, a veces tan desconcertada y pérdida, que no acierta a volver al Evangelio, no está sola. Jesús, el Buen Pastor, nos está buscando. Su Espíritu nos está atrayendo. Contamos con su aliento y comprensión. Jesús no nos ha abandonado. Con él todo es posible.

No temas. Son muchos los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a la secularización. Miedo a un futuro incierto. Miedo a nuestra debilidad. Miedo a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza. Nos encierra en la conservación estéril del pasado. Crecen nuestros fantasmas. Desaparece el realismo sano y la sensatez cristiana. Es urgente construir una Iglesia de la confianza. La fortaleza de Dios no se revela en una Iglesia poderosa sino humilde.

Darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús.. También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar: Dios es una pregunta que humaniza.

Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza. José Antonio Pagola

domingo, 27 de noviembre de 2011

La buena noticia.

Marcos 1, 1-8

A lo largo de este nuevo año litúrgico los cristianos iremos leyendo los domingos el evangelio de Marcos. Su pequeño escrito arranca con este título: «Comienza la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios». Estas palabras nos permiten evocar algo de lo que encontraremos en su relato.

Con Jesús «comienza» algo nuevo. Es lo primero que quiere dejar claro Marcos. Todo lo anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo de algo nuevo e inconfundible. En el relato, Jesús dirá que "el tiempo se ha cumplido". Con él llega la Buena Noticia de Dios.

Esto es lo que están experimentando los primeros cristianos. Quien se encuentra vitalmente con Jesús y penetra un poco en su misterio, sabe que empieza una vida nueva, algo que nunca había experimentado anteriormente. Lo que encuentran en Jesús es una «Buena Noticia». Algo nuevo y bueno. La palabra «Evangelio» que emplea Marcos es muy frecuente entre los primeros seguidores de Jesús y expresa lo que sienten al encontrarse con él. Una sensación de liberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran con "la salvación de Dios".

Cuando alguien descubre en Jesús al Dios amigo del ser humano, el Padre de todos los pueblos, el defensor de los últimos, la esperanza de los perdidos, sabe que no encontrará una noticia mejor. Cuando conoce el proyecto de Jesús de trabajar por un mundo más humano, digno y dichoso, sabe que no podrá dedicarse a nada más grande.

Esta Buena Noticia es Jesús mismo, el protagonista del relato que va a escribir Marcos. Por eso, su intención primera no es ofrecernos doctrina sobre Jesús ni aportarnos información biográfica sobre él, sino seducirnos para que nos abramos a la Buena Noticia que sólo podremos encontrar en él.

Marcos le atribuye a Jesús dos títulos: uno típicamente judío, el otro más universal. Sin embargo reserva a los lectores alguna sorpresa. Jesús es el «Mesías» al que los judíos esperaban como liberador de su pueblo. Pero un Mesías muy diferente del líder guerrero que muchos anhelaban para destruir a los romanos. En su relato, Jesús es descrito como enviado por Dios para humanizar la vida y encauzar la historia hacia su salvación. Es la primera sorpresa.

Jesús es «Hijo de Dios», pero no dotado del poder y la gloria que algunos hubieran imaginado. Un Hijo de Dios profundamente humano, tan humano que sólo Dios puede ser así. Sólo cuando termina su vida de servicio a todos, ejecutado en una cruz, un centurión romano confiesa: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios". Es la segunda sorpresa.

José Antonio Pagola

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Acuerdos y recomendaciones del 74 Sínodo General de la IEE

1. “La prolongada crisis económica que sufrimos afecta también a la economía de nuestro Presbiterio. Se propone que el Presbiterio de Levante estudie y elabore un proyecto de viabilidad económica que posteriormente discutirá con la Comisión Permanente para su realización.” (Presbiterio de Levante)

RECOMENDACIONES:

1. Con relación al trabajo pastoral misionero y su desarrollo, y dado que las ayudas del exterior cesaron y se debe alcanzar la autonomía, se recomienda que se promueva la participación de las iglesias locales en la creación de posibles fondos de misión “dentro del campo de la IEE
2. Los Departamentos de Testimonio (área de evangelización), Comunicación y Juventud recomiendan que cada comunidad de la IEE (o en su defecto el Presbiterio) nombren un representante para tener un enlace directo entre las comunidades y el Departamento.
3. El Departamento de la revista “Cristianismo Protestante” recomienda al Sínodo que se traslade a las comunidades la necesidad de participar activamente en la revista (enviando artículos, noticias, etc.) y que sean responsables con el pago de las suscripciones.
4. El Departamento de Ecumenismo recomienda la creación de un departamento de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso en cada Presbiterio.
5. El Departamento de Ecumenismo recomienda que se envíe un comunicado a la FEREDE quejándonos respecto a la discriminación a nuestras comunidades de la IEE, como es el caso de Zaragoza.
6. Se recomienda al Departamento de Mayordomía hacer un curso y/o taller sobre mayordomía a los tesoreros y para unificar criterios en la elaboración de informes y presupuestos.
7. A partir del informe de tesorería, surge la recomendación de crear algún tipo de campaña de sensibilización destinada a las iglesias locales acerca de la
mayordomía del dinero.
8. Con relación el proyecto El Faro – Bolivia (casa para niñas mamá) presentado por Carmen Sánchez se solicita que en todas las iglesias de la IEE se tenga en oración este nuevo ministerio y se contemple la posibilidad de apoyarlo económicamente.
9. La Comisión de Ética de la sexualidad recomienda que cómo Sínodo apoyemos y animemos a aquellas comunidades en las que se da la presencia de personas homosexuales a fin de que se les atienda pastoral y eclesialmente. Se recomienda también que se creen foros y espacios de encuentro en lo que se
ejerza la pedagogía adecuada para una mejor comprensión de ésta realidad.

Palma de Mallorca
1 de noviembre 2011

lunes, 21 de noviembre de 2011

La casa de Jesús.

Marcos 13, 33-37

Jesús está en Jerusalén, sentado en el monte de Los Olivos, mirando hacia el Templo y conversando confidencialmente con cuatro discípulos: Pedro, Santiago, Juan y Andrés. Los ve preocupados por saber cuándo llegará el final de los tiempos. A él, por el contrario, le preocupa cómo vivirán sus seguidores cuando ya no le tengan entre ellos.

Por eso, una vez más les descubre su inquietud: «Mirad, vivid despiertos». Después, dejando de lado el lenguaje terrorífico de los visionarios apocalípticos, les cuenta una pequeña parábola que ha pasado casi desapercibida entre los cristianos.«Un señor se fue de viaje y dejó su casa». Pero, antes de ausentarse, «confió a cada uno de sus criados su tarea». Al despedirse, sólo les insistió en una cosa: «Vigilad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa». Que cuando venga, no os encuentre dormidos.

El relato sugiere que los seguidores de Jesús formarán una familia. La Iglesia será "la casa de Jesús" que sustituirá a "la casa de Israel". En ella todos son servidores. No hay señores. Todos vivirán esperando al único Señor de la casa: Jesús el Cristo. No lo olvidarán jamás.

En la casa de Jesús nadie ha de permanecer pasivo. Nadie se ha de sentir excluido, sin responsabilidad alguna. Todos son necesarios. Todos tienen alguna misión confiada por él. Todos están llamados a contribuir a la gran tarea de vivir como Jesús al que han conocido siempre dedicado a servir al reino de Dios.

Los años irán pasando. ¿Se mantendrá vivo el espíritu de Jesús entre los suyos? ¿Seguirán recordando su estilo servicial a los más necesitados y desvalidos? ¿Lo seguirán por el camino abierto por él? Su gran preocupación es que su Iglesia se duerma. Por eso, les insiste hasta tres veces: «vivid despiertos". No es una recomendación a los cuatro discípulos que lo están escuchando, sino un mandato a los creyentes de todos los tiempos: «Lo que os digo a vosotros, os lo digo a todos: velad».

El rasgo más generalizado de los cristianos que no han abandonado la Iglesia es seguramente la pasividad. Durante siglos hemos educado a los fieles para la sumisión y la obediencia. En la casa de Jesús sólo una minoría se siente hoy con alguna responsabilidad eclesial.

Ha llegado el momento de reaccionar. No podemos seguir aumentando aún más la distancia entre "los que mandan" y "los que obedecen". Es pecado promover el desafecto, la mutua exclusión o la pasividad. Jesús nos quería ver a todos despiertos, activos, colaborando con lucidez y responsabilidad.

José Antonio Pagola

lunes, 14 de noviembre de 2011

Lo realmente decisivo de nuestra fe.

Mateo 25, 31-46

El relato no es propiamente una parábola sino una evocación del juicio final de todos los pueblos. Toda la escena se concentra en un diálogo largo entre el Juez que no es otro que Jesús resucitado y dos grupos de personas: los que han aliviado el sufrimiento de los más necesitados y los que han vivido negándoles su ayuda.

A lo largo de los siglos los cristianos han visto en este diálogo fascinante "la mejor recapitulación del Evangelio", "el elogio absoluto del amor solidario" o "la advertencia más grave a quienes viven refugiados falsamente en la religión". Vamos a señalar las afirmaciones básicas. Todos los hombres y mujeres sin excepción serán juzgados por el mismo criterio. Lo que da un valor imperecedero a la vida no es la condición social, el talento personal o el éxito logrado a lo largo de los años. Lo decisivo es el amor práctico y solidario a los necesitados de ayuda.

Este amor se traduce en hechos muy concretos. Por ejemplo, «dar de comer», «dar de beber», «acoger al inmigrante», «vestir al desnudo», «visitar al enfermo o encarcelado». Lo decisivo ante Dios no son las acciones religiosas, sino estos gestos humanos de ayuda a los necesitados. Pueden brotar de una persona creyente o del corazón de un agnóstico que piensa en los que sufren.

El grupo de los que han ayudado a los necesitados que han ido encontrando en su camino, no lo han hecho por motivos religiosos. No han pensado en Dios ni en Jesucristo. Sencillamente han buscado aliviar un poco el sufrimiento que hay en el mundo. Ahora, invitados por Jesús, entran en el reino de Dios como "benditos del Padre".¿Por qué es tan decisivo ayudar a los necesitados y tan condenable negarles la ayuda? Porque, según revela el Juez, lo que se hace o se deja de hacer a ellos, se le está haciendo o dejando de hacer al mismo Dios encarnado en Cristo. Cuando abandonamos a un necesitado, estamos abandonando a Dios. Cuando aliviamos su sufrimiento, lo estamos haciendo con Dios.

Este sorprendente mensaje nos pone a todos mirando a los que sufren. No hay religión verdadera, no hay política progresista, no hay proclamación responsable de los derechos humanos si nos es defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y restaurando su dignidad.

En cada persona que sufre Jesús sale a nuestro encuentro, nos mira, nos interroga y nos suplica. Nada nos acerca más a él que aprender a mirar detenidamente el rostro de los que sufren con compasión. En ningún lugar podremos reconocer con más verdad el rostro de Jesús.

José Antonio Pagola

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cuando el dolor entra en la iglesia.

Cuando contemplamos el mundo, podemos ver todo lo bueno que Dios creó, pero también notamos la existencia del dolor. El dolor y el sufrimiento son reales. Son constantes porque todos experimentan el dolor y el sufrimiento de alguna forma en alguna etapa de la vida. El dolor y el sufrimiento pueden surgir de cualquier parte, en cualquier tiempo, no tienen preferencia por una u otra persona. La palabra de Dios revela la existencia del sufrimiento en el hombre. "Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción" Job 5.7. Sin embargo el dolor y el sufrimiento no se manifiestan de igual manera en todos.

La pregunta que nos hacemos: ¿Quién es responsable? Algunos personajes del AT creían que el dolor y el sufrimiento eran un resultado directo del pecado. Los amigos de Job utilizaron esta asunción como base de sus argumentos. Hay quienes proclaman que no tenemos sanidad porque somos débiles en la fe; porque somos indignos de recibir el poder de Dios.

Pero si lees las Escrituras descubrirás que Dios ni envía el sufrimiento ni tampoco lo detiene. En algunos casos lo permite: Dijo el Señor a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre él. Job 1.12. "En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano de algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro" Hechos 12.1-3. Dios permitió que ocurrieran estas cosas, aunque él tenía poder para impedirlas.

Hay dos cosas que pueden ser tomadas en cuenta en relación al problema que estamos tratando. Antes que nada, se ha sugerido que el Señor permite que el dolor y el sufrimiento aflijan a las personas, no importa qué relación tengan con él. Porque si Dios lo impidiera, entonces en efecto él estaría en contra de nuestro libre albedrío. Cuando Dios organizó el universo físico, puso en movimiento ciertas leyes naturales, leyes que aplican a todos los seres. Un ejemplo de esto es la ley de la gravedad. Si usted va a tirarse de una ventana del tercer piso, se supone que llegará al suelo con gran impacto. Dios no va a cambiar las leyes naturales; tampoco va a cambiar la libertad del hombre en hacer su propia decisión, en este caso de suicidarse.

En segundo lugar, la muerte acompañada del dolor y el sufrimiento es una anticipación a la victoria que los cristianos tendrán cuando Cristo vuelva. Nuestros cuerpos son de la primera creación, y por fin tendrán que perecer y volver al polvo del cual fueron tomados. El dolor y el sufrimiento pueden ser sencillamente una señal que nos hace recordar que tenemos una naturaleza física mortal.

Ahora que la realidad del dolor y el sufrimiento ha sido aceptada, pongamos atención a otra pregunta inquietante: ¿Cuál es el propósito del dolor y el sufrimiento? Según Romanos 8.28, ¿Cómo puede ser este problema algo que se convierta en el bien de los cristianos?

Antes que nada pongamos algo en claro: no todas las cosas son buenas. La Biblia enseña estrictamente que hay dos fuerzas en el mundo, el bien y el mal. La práctica del mal nunca ha sido aprobada por Dios. Por lo tanto, aquellos que según Romanos 8.28 creen que todo lo que les ocurre es bueno, han errado en distinguir entre las dos naturalezas opuestas del bien y el mal. Dios, en toda su omnipotencia, no cambia algo que es malo a algo que es bueno.

Además, hay que enfatizar que Romanos 8.28 dice:"todas las cosas... ayudan a bien y no que todas las cosas se convertirán en lo bueno. En este caso la realidad es negada y usted no está viendo al problema tal cual es: un trágico accidente causado por el pecado de un individuo. Una confusión entre el bien y el mal puede conducir a una falsa concepción de Dios. Uno puede asumir algo erróneo: "Si Dios es bueno, ¿cómo puede ser lo malo de la muerte de mi amigo algo de Dios? ¿Es malo Dios?" Por eso es que muchos pierden su fe en lo bueno de Dios, cuando les ocurre una tragedia. Y es que quizá la percepción que nosotros tengamos de Dios no sea la percepción que Dios tiene del bien. Lo que nosotros veamos como bien o mal puede no ser lo mismo que Dios ve.

Por ejemplo veamos la vida de José. Los eventos de su vida todos parecían malos, y en efecto varios de esos lo eran. Sin embargo Dios utilizó esos eventos para producir un bien. Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.(Génesis 50.20. Esta fue la manera en que se dirigió a sus malos hermanos que lo habían vendido como esclavo años antes.

¿Qué es lo que usted puede hacer en cuanto al dolor y el sufrimiento? Aceptarlos como cosas reales y tratarlos de la mejor manera que se pueda. Puede haber dolor delante de usted cuando dé este paso, y esto también debe aceptarse. Mientras se hace esto hay que recordar que Jesucristo ha ido a preparar morada para nosotros Juan 14.1-6 y que será un lugar donde ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor... Apocalipsis 21.4. Otra cosa que se puede hacer es tratar de tener control sobre el dolor y el sufrimiento, tanto como se pueda. Jesucristo hizo esto mismo durante su ministerio terrenal. Nosotros podemos, de igual manera, utilizar los medios que nos ha dado para aliviarnos del sufrimiento, ya sea físico, mental o espiritual. Finalmente puedo decir que hay que confrontar el sufrimiento con valentía, fe y la firme convicción de que nada lo puede separar a uno del amor de Dios (Romanos 8.35-39).

Ya sea que usted esté sobrecogido por algún dolor o por un sufrimiento, recuerde que usted tiene acceso al Señor que ha vivido como hombre, el cual puede identificarse con nuestro dolor. Hebreos 4.15,16.

martes, 8 de noviembre de 2011

Palma de Mallorca, 1 de Noviembre de 2011

Lecturas: Salmo 115 – Mateo 16:1-4

1. INTRODUCCIÓN

"Aumentará el Señor Bendición sobre nosotros", es la afirmación que ha presidido nuestro Sínodo. ¿No resulta paradójico que hablemos de "bendición" en un tiempo en donde la "maldición", parece multiplicarse por doquier?

Y es que además en el sub-lema hacíamos una afirmación aún más atrevida "Preparándonos para crecer". El sub-lema ha dado no pocos equívocos, en el sentido de pensar que la Comisión Permanente ponía el acento en el simple crecimiento referido al número de miembros, nuestra intención era referirnos a un crecimiento en todos los sentidos, en la espiritualidad, en el compromiso global en la Obra del Anuncio de la Palabra, y también ¿por qué no? en el número.

2. UN SALMO QUE HABLA DE CONFIANZA

En la nueva versión de la Biblia, publicada por la Sociedad Bíblica, llamada "La Palabra", el salmo en el que está nuestro lema se encabeza con la descripción: "Confiad todos en el Señor"

De la lectura del salmo deducimos de que se trata de una afirmación de Esperanza, una Bendición que se recibe y que se extiende a lo largo de las generaciones, al igual que la promesa de Dios a Abraham.

El Salmo expresa la diferencia entre Dios y los "dioses ídolos" hechos por los hombres que:

i. "Tienen boca, mas no hablan, tienen ojos mas no ven, orejas tienen mas no oyen....manos tienen mas no palpan, tienen pies mas no andan."

ii. Y el Dios verdadero que es el que subsiste junto a los suyos en el tiempo difícil.

Joel Cortés¿Cuántos ídolos hechos por los hombres no hemos visto derrumbarse en tan solo 3 años y medio?: El consumo exacerbado... Una sociedad fundada en un crecimiento sin límite. Las solidas estructuras financieras de los Bancos....de los Estados.... La sociedad del bienestar

Todos son "ídolos" hechos por los hombres....que tienen toda la apariencia de tener vida y en cambio no sirven absolutamente para nada ("Tienen boca, mas no hablan, tienen ojos mas no ven, orejas tienen mas no oyen....manos tienen mas no palpan, tienen pies mas no andan.")

Y es en este contexto de "ídolos caídos" con la extensión de "la maldición", por doquier, que la Palabra de Dios afirma:

"Aumentará Bendición sobre vosotros, sobre vosotros y sobre vuestros hijos" Salmo 115:14

Pero de la lectura atenta de las palabras del Salmista se establecen dos premisas: Confianza y Lealtad, son ellas las que hacen posible la bendición y el crecimiento: El Salmo enfatiza la necesidad de confiar en todo momento, y termina diciendo "no alabaran los muertos al Señor, ni cuantos descienden al silencio, pero nosotros bendeciremos al Señor desde ahora y para siempre". Se responde a la Gracia de Dios, con una confianza sin límites y una lealtad que permanece para siempre.

3. UN RETO PARA LA IGLESIA DE HOY

¿Y cómo expresamos hoy, nuestra confianza y nuestra lealtad?

i. ¿Encerrándonos en nuestros templos?

ii. ¿Conservando nuestro espacio protector ante los males del mundo?

iii. ¿Refugiándonos en una Fe desconectada de la realidad exterior, centrada en las últimas cosas?

¿O lo que nos plantea el Salmo es estar atentos a lo que ocurre en el mundo, aunque sea un mundo de ídolos caídos?

Escudriñar cuál es el hoy (en este tiempo de maldición para miles de personas) y preguntarse de forma decidida:

iv. ¿¡Cuál es la Acción de Dios en el mundo!?

Expresado en términos bíblicos y teológicos se trata de preguntarse sobre cuáles son los signos de los tiempos.

"Llegaron los fariseos y los saduceos para tentarlo, y le pidieron que les mostrara una señal del cielo. 2 Pero él, respondiendo, les dijo: «Cuando anochece, decís: "Hará buen tiempo, porque el cielo está rojo". 3 Y por la mañana: "Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojo y nublado". ¡Hipócritas, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, pero las señales de los tiempos no podéis distinguir" Mateo 16:3

4. CAMBIOS EN EL MUNDO DE HOY

Resulta evidente que estamos en un momento de cambio de muchas cosas, en una profunda crisis que todos los especialistas califican como de crisis sistémica, en el fondo es la explosión de un:

UN MODELO INSOSTENIBLE :

i. El mantenimiento de un consumismo exacerbado

ii. El fenómeno de la fabricación "caduca"

iii. Explotación de recursos naturales sin limite

iv. Los daños que el crecimiento produce en el medio ambiente

v. Un mundo con recursos finitos no puede pretender un crecimiento infinito

LA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

En los últimos años hemos visto el empobrecimiento de miles de personas.... Los costes de la crisis recaen y recaerán en los más débiles. Mientras que la estructura financiera del mundo, los famosos "mercados" continúan desregulados y enriqueciendo a una minoría. No ha habido hasta el momento a pesar de multitud de reuniones internacionales ningún cambio sustancial

Un mundo de ídolos caídos hechos por hombres y el salmo añade de forma muy significativa "y semejantes a ellos son los que los hacen y cualquiera que confía en ellos" 115:8

¿CAMBIOS POLITICOS?

Las únicas reacciones para subvertir el orden de las cosas han surgido fuera del mundo político convencional: Los grandes cambios en el norte de África, en la denominada primavera árabe. Seguida por el movimiento de los "indignados", ahora sin duda convertido en un movimiento de carácter global.

Seguramente lo peor está por llegar, cada día se suman elementos para considerar la profundidad y extensión de la crisis como de extrema gravedad..... Pero también es evidente que algo muy importante se está gestando en el mundo, que va a cambiar con dolor pero va a cambiar muchos de los paradigmas hasta ahora intocables.

5. UN GRAN RETO PARA LA IGLESIA

¿Cuáles son los retos para las Iglesias hoy, a partir de este análisis de los signos de los tiempos?, se me ocurren dos tareas primordiales: 1) La acción en medio de la tormenta. 2) La transformación que seguirá

¿No, nos sentimos compelidos también nosotros a una profunda transformación?

"No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." Romanos 12:2

No podemos conformarnos solamente a ser consoladores o a ser elementos paliativos en medio de la tormenta (que lo debemos ser). La gran tarea no es otra que ayudar en la transformación del mundo en que el Señor nos ha puesto: En un mundo de ídolos caídos... En un mundo que perpetua la injusticia...

Y no obstante debemos hacerlo en la confianza que el Señor actúa ¡!!!

¿No nos conduce está tarea a encarar también nuestra propia transformación? La Iglesia para ser profética, para ser útil y significativa debe cambiar mediante el discernimiento de lo que demanda la Acción de Dios en el Mundo. ¿O acaso tenemos dudas que Dios actúa en el Mundo?

Esta es y no otra la MISIÓN DE LA IGLESIA.

"Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, el vino se derrama y los odres se pierden; pero echa el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente." Mateo 9:17

6. ¿QUÉ DEBEMOS TRANSFORMAR?

UN PRIMER INTERROGANTE

¿A quién consideramos que forman parte de la Iglesia?

¿Los que asisten todos los domingos a los cultos dominicales? ¿Son también Iglesia los que aparecen de vez en cuando?, las fiestas señaladas, Navidad, bautizos, entierros... ¿Son también Iglesia los jóvenes que quizás no asisten a los cultos pero están involucrados en muchas de las Obras Sociales?

Es absolutamente necesario repensar en profundidad, la manera en que vivimos, somos y nos expresamos como Iglesia.

LA IGLESIA ALBERGUE PARA EL PEREGRINO

Hace unos días leí la Ponencia de Rainer Sörgel con motivo del Proyecto de Misión del Presbiterio de Madrid, Aborda una perspectiva en que hay hoy gente que van en busca de nuevas experiencias, de buscar y no instalarse en un lugar determinado, y que de vez en cuando recalan en nuestras congregaciones como el peregrino que busca un albergue para descansar en su camino.

Concebir a la Iglesia como lugar de albergue, como lugar de acogida, nos debe hacer pensar en una iglesia con tres premisas según Rainer:

(1) La Iglesia Como un lugar abierto

(2) Una Iglesia que acompañe en el camino de los hombres.

(3) Una Iglesia que tome en serio al peregrino que quiera influir en él pero a la vez dejarse influir.

7. ¿QUE NOS FALTA PARA SER UNA IGLESIA ACOGEDORA?

Pedro Zamora nos decía en su ponencia que somos una Iglesia (una ecclesiola) fatigada y doliente: ¿Puede ser una Iglesia fatigada y doliente una Iglesia acogedora?

Quizás nuestra fatiga y nuestro dolor, nuestra frustración, en suma proviene en buena parte de nuestra falta de capacidad de ser una iglesia que acoge a los que se acercan a nuestras puertas.

Nuestras carencias pueden ser de cuestiones "de forma", hasta cuestiones mucho "más profundas" y que requieren de una cambio profundo en nuestra forma de concebir a la Iglesia, de una metanoia en sentido estricto.

Apuntaré algunas cuestiones evidentes:

Dejar de hablar un lenguaje "celestial" que es ininteligible para la gente de hoy, os propongo que en ceremonias como (entierros, ceremonias de bendición nupcial, bautizos, tan solo miréis las caras de mucha de la gente que viene de fuera)

Un cambio en el ánimo "transaccional" con el que recibimos al que llega a nuestras puertas: te-doy-conversación-me-acerco-a-ti pero-espero-como-contrapartida-que-tú-te-quedes, en el fondo debemos acoger pero acoger gratuitamente.

En el fondo y utilizando también una expresión del ponente es que nuestra sinceridad, nuestra entrega sin restricciones, nuestro acercamiento al otro sin esperar nada a cambio signifique "el ganar el corazón de los hombres"

Y es que en el fondo la gran cuestión, la que está instalada y anclada en nuestros corazones de "hombres de iglesia" es tan solo la defensa de nuestra pretendida "fortaleza" aunque sea y esté fatigada y doliente.

8. UNA GRAN CUESTIÓN

OLVIDARSE LA DEFENSA DE LA INSTITUCIÓN

Dejar de ser una Iglesia centrada y preocupada en ella misma

La manifestación convocada para el 5 de noviembre en Barcelona de todo el pueblo protestante es un buen ejemplo: "Defensa de los Centros de Culto"

EL NUCLEO DEL EVANGELIO

"De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará." Juan 12:24-25

El texto que hemos mencionado trata del núcleo del evangelio. Una Iglesia que vive amando "la propia vida" es una Iglesia que muere. Una Iglesia que vive para los demás, que renuncia a la propia vida, es una Iglesia que crea vida a su alrededor y la crea en "abundancia"

¿Vivimos para nosotros o vivimos para los demás? Esta es la pregunta que nos deberíamos hacer de forma permanente. Es una pregunta que debemos hacernos como individuos seguidores de Jesús, pero también nos la debemos hacer como la Iglesia de Jesucristo.

Algunos ejemplos : a menudo en nuestros cultos no hay ni una sola referencia a la situación en la que se encuentra el mundo: Periodos de adoración y alabanza muy largos llenos de cantos contemplativos, rogando y rogando acerca de problemas personales e individuales, Seguidos de sermones que no provocan ningún compromiso ante la situación que nos rodea en el mundo.

Me atrevería a decir algo mucho más grave: Y es que a menudo ofrecemos una cobertura moral e ideológica para aquellos que colaboran y se aprovechan de la economía del enriquecimiento y especulación. La teología del éxito o de la prosperidad aun están muy presentes

9. CRISIS Y NUEVA ESPERANZA

Los signos de los tiempos nos acercan también a intuir nuevos cometidos para la Iglesia hoy:

El cambio que la actual crisis va a provocar traerá como resultado una gran tarea para la Iglesia, y esta no es otra que EL CAMBIO DE VALORES de la sociedad. La desaparición de forma abrupta de factores teóricos de felicidad tales como la posesión, el consumo y ciertos tipos de ocio insostenibles, deberá dar paso a la concepción de una vida sencilla que desvincula la felicidad del poseer y de la riqueza.

La felicidad debe estar vinculada a la capacidad de ser y vivir para los demás, son ellos que dan sentido a nuestra vida (Leer " La Vida Sencilla" de Pedro Zamora)

La felicidad obtenida de la promesa de Jesús en las Bienaventuranzas: "Bienaventurados los mansos ellos recibirán la tierra por heredad...bienaventurados los que tienen sed y hambre de justicia porque ellos serán saciados, bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Díos..."

Nuestra predicación debe estar llena de incentivos a un Cambio de Valores absolutamente necesario e imprescindible para ayudar a transformar este mundo lleno de ídolos como dice el Salmista.

Dos cuestiones a tener en cuenta: (1)Esto requerirá una profunda transformación interior, ya que la Iglesia está también muy contaminada por la evolución del mundo en estos últimos años. También hemos construido nuestros ídolos humanos, hechos de manos de hombres. (2) Una recuperación de una humildad que solo la da una espiritualidad profunda, que nos lleva a concluir que la Acción de Dios en el Mundo traspasa ampliamente las paredes de nuestras Iglesias. Creer que a pesar de todo Dios continúa actuando en el mundo. Y a menudo lo hace a través de hombres y mujeres que no lo confiesan, y ellos también nos traen evangelio

10. EPILOGO

¿Recibiremos bendición?, ¿Aumentará el Señor Bendición sobre nosotros y sobre nuestros hijos?

¿Seremos capaces que esta "eclessiola" convaleciente llamada IEE se levante con un mensaje preñado de esperanza? Tan solo dependerá de que creamos con todo nuestro corazón y nuestra alma la Promesa del Señor expresada por el Salmista que ha dado titulo y lema a nuestro Sínodo, y que mantengamos la fidelidad para siempre:

"Confiad en Señor...él es vuestra ayuda y vuestro escudo...Él bendecirá a los que temen a Señor...a pequeños y a grandes....aumentará Señor bendición sobre vosotros y sobre vuestros hijos.....pero nosotros bendeciremos a Señor desde ahora y para siempre". Amén

lunes, 7 de noviembre de 2011

El riesgo nos da miedo.

Mateo 25,14-30

La parábola de los talentos es muy conocida entre los cristianos. Según el relato, antes de salir de viaje, un señor confía la gestión de sus bienes a tres empleados. A uno le deja cinco talentos, a otro dos y a un tercero un talento: «a cada cual según su capacidad». De todos espera una respuesta digna.Los dos primeros se ponen «enseguida» a negociar con sus talentos. Se les ve trabajar con decisión, identificados con el proyecto de su señor. No temen correr riesgos. Cuando llega el señor le entregan con orgullo los frutos: han logrado duplicar los talentos recibidos.

La reacción del tercer empleado es extraña. Lo único que se le ocurre es «esconder bajo tierra» el talento recibido para conservarlo seguro. Cuando vuelve su señor, se justifica con estas palabras: «Señor, sabía que eras exigente y siegas donde no siembras... Por eso, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo». El señor lo condena como empleado «negligente».

En realidad, la raíz de su comportamiento es más profunda. Este empleado tiene una imagen falsa del señor. Lo imagina egoísta, injusto y arbitrario. Es exigente y no admite errores. No se puede uno fiar. Lo mejor es defenderse de él. Esta idea mezquina de su señor lo paraliza. No se atreve a correr riesgo alguno. El miedo lo tiene bloqueado. No es libre para responder de manera creativa a la responsabilidad que se le ha confiado. Lo más seguro es «conservar» el talento. Con eso basta.

Probablemente, los cristianos de las primeras generaciones captaban mejor que nosotros la fuerza interpeladora de la parábola. Jesús ha dejado en nuestras manos el Proyecto del Padre de hacer un mundo más justo y humano. Nos ha dejado en herencia el mandato del amor. Nos ha confiado la gran Noticia de un Dios amigo del ser humano. ¿Cómo estamos respondiendo hoy los seguidores de Jesús?

Cuando no se vive la fe cristiana desde la confianza sino desde el miedo, todo se desvirtúa. La fe se conserva pero no se contagia. La religión se convierte en deber. El evangelio es sustituido por la observancia. La celebración queda dominada por la preocupación ritual.

Sería un error presentarnos un día ante el Señor con la actitud del tercer empleado: Aquí tienes lo tuyo. Aquí está tu Evangelio, aquí está el proyecto de tu reino y tu mensaje de amor a los que sufren. Lo hemos conservado fielmente. Lo hemos predicado correctamente. No ha servido mucho para transformar nuestra vida. Tampoco para abrir caminos de justicia a tu reino. Pero aquí lo tienes intacto

José Antonio Pagola

sábado, 5 de noviembre de 2011

La conversión como actitud.

Mateo 23,1-12

Jesús habla con indignación profética. Su discurso dirigido a la gente y a sus discípulos es una dura crítica a los dirigentes religiosos de Israel. Mateo lo recoge hacia los años ochenta para que los dirigentes de la Iglesia cristiana no caigan en conductas parecidas.

¿Podremos recordar hoy las recriminaciones de Jesús con paz, en actitud de conversión, sin ánimo alguno de polémicas estériles? Sus palabras son una invitación para que obispos, presbíteros y cuantos tenemos alguna responsabilidad eclesial hagamos una revisión de nuestra actuación.

«No hacen lo que dicen». Nuestro mayor pecado es la incoherencia. No vivimos lo que predicamos. Tenemos poder pero nos falta autoridad. Nuestra conducta nos desacredita. Nuestro ejemplo de vida más evangélica cambiaría el clima en muchas comunidades cristianas.

«Cargan fardos pesados sobre los hombros de la gente... pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar». Es cierto. Con frecuencia, somos exigentes y severos con los demás, comprensivos e indulgentes con nosotros. Agobiamos a la gente sencilla con nuestras exigencias pero no les facilitamos la acogida del evangelio. No somos como Jesús que se preocupaba de hacer ligera su carga pues era sencillo y humilde de corazón.

«Todo lo que hacen es para que los vea la gente». No podemos negar que es muy fácil vivir pendientes de nuestra imagen, buscando casi siempre "quedar bien" ante los demás. No vivimos ante ese Dios que ve en lo secreto. Estamos más atentos a nuestro prestigio personal.«Les gustan los primeros puestos y los asientos de honor... y que les hagan reverencias por la calle». Nos da vergüenza confesarlo, pero nos gusta. Buscamos ser tratados de manera especial, no como un hermano más. ¿Hay algo más ridículo que un testigo de Jesús buscando ser distinguido y reverenciado por la comunidad cristiana?

«No os dejéis llamar maestros... ni guías... porque uno solo es vuestro Maestro y vuestro Guía: Cristo». El mandato evangélico no puede ser más claro: renunciad a los títulos para no hacer sombra a Cristo; orientad la atención de los creyentes sólo hacia él. ¿Por qué la Iglesia no hace nada por suprimir tantos títulos, prerrogativas, honores y dignidades para mostrar mejor el rostro humilde y cercano de Jesús?

«No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra porque uno solo es vuestro Padre del cielo». Para Jesús el título de Padre es tan único, profundo y entrañable que no ha de ser utilizado por nadie en la comunidad cristiana. ¿Por qué lo permitimos?

José Antonio Pagola

jueves, 3 de noviembre de 2011

Encender una fe gastada

Mateo 25: 1-13

La primera generación cristiana vivió convencida de que Jesús, el Señor resucitado, volvería muy pronto lleno de vida. No fue así. Poco a poco, los seguidores de Jesús se tuvieron que preparar para una larga espera. No es difícil imaginar las preguntas que se despertaron entre ellos. ¿Cómo mantener vivo el espíritu de los comienzos? ¿Cómo vivir despiertos mientras llega el Señor? ¿Cómo alimentar la fe sin dejar que se apague? Un relato de Jesús sobre lo sucedido en una boda les ayudaba a pensar la respuesta.

Diez jóvenes, amigas de la novia, encienden sus antorchas y se preparan para recibir al esposo. Cuando, al caer el sol, llegue a tomar consigo a la esposa, los acompañarán a ambos en el cortejo que los llevará hasta la casa del esposo donde se celebrará el banquete nupcial. Hay un detalle que el narrador quiere destacar desde el comienzo. Entre las jóvenes hay cinco «sensatas» y previsoras que toman consigo aceite para impregnar sus antorchas a medida que se vaya consumiendo la llama. Las otras cinco son unas «necias» y descuidadas que se olvidan de tomar aceite con el riesgo de que se les apaguen las antorchas.

Pronto descubrirán su error. El esposo se retrasa y no llega hasta medianoche. Cuando se oye la llamada a recibirlo, las sensatas alimentan con su aceite la llama de sus antorchas y acompañan al esposo hasta entrar con él en la fiesta. Las necias no saben sino lamentarse: «Que se nos apagan las antorchas». Ocupadas en adquirir aceite, llegan al banquete cuando la puerta está cerrada. Demasiado tarde entendieron.

Muchos comentaristas tratan de buscar un significado secreto al símbolo del «aceite». ¿Está Jesús hablando del fervor espiritual, del amor, de la gracia bautismal…? Tal vez es más sencillo recordar su gran deseo: «Yo he venido a traer fuego a la tierra, y ¿qué he de querer sino que se encienda?». ¿Hay algo que pueda encender más nuestra fe que el contacto vivo con él? ¿No es una insensatez pretender conservar una fe gastada sin reavivarla con el fuego de Jesús? ¿No es una contradicción creernos cristianos sin conocer su proyecto ni sentirnos atraídos por su estilo de vida?

Necesitamos urgentemente una calidad nueva en nuestra relación con él. Cuidar todo lo que nos ayude a centrar nuestra vida en su persona. No gastar energías en lo que nos distrae o desvía de su Evangelio. Encender cada domingo nuestra fe rumiando sus palabras y comulgando vitalmente con él. Nadie puede transformar nuestras comunidades como Jesús.

José Antonio Pagola

martes, 18 de octubre de 2011

¿Conversión o conversiones?

¿Cuántas veces nos hemos de convertir? Hemos de enseñarle a los jóvenes que la conversión es, a la vez, un evento y un proceso. Consecuentemente, nos hemos de convertir una vez y, al mismo tiempo, muchas veces dado el carácter dinámico de la experiencia humana.

¿QUÉ ES LA CONVERSIÓN?

Diría que es prácticamente imposible hablar de la conversión cristiana sin antes hacer mención de qué es el pecado desde la perspectiva bíblica. En el libro de Génesis capítulo 3 vemos el pecado plasmado como una rebelión del ser humano en contra de la soberanía y autoridad de Dios. Es una declaración de independencia, una substracción de la jurisdicción del Creador. El ser humano, en abierta rebelión contra el Señor, se declara autónomo e independiente.

Si tuviera que usar una figura visual hablaría de marcharse de la casa del Padre, tomar el propio camino, vivir la vida sin tener en cuenta a Dios, ir a la nuestra. De hecho, así lo describe la Escritura en el libro de Romanos cuando Pablo hace mención del Antiguo Testamento, todos se descarriaron como ovejas, cada cual se apartó por su camino.

Explicado el concepto de pecado quiero entrar ahora a hablar del de conversión. En griego, en su origen, la palabra no tenía ninguna connotación religiosa. Convertirse era simplemente dar un giro radical, es decir, un giro de 180 grados. No de 360 como algunos, para hacerlo más radical, indican, pues al hacerlo de 360 grados volveríamos al punto de partida.

La imagen gráfica es alguien que va caminando, en un momento dado se para, considera su camino y se da cuenta que va en la dirección equivocada, da un giro (180 ¡Recordemos!) y se orienta en la dirección correcta y hacia allí se encamina. Por tanto la conversión es un volverse de, nuestros propios caminos y, a la vez, un volverse hacia. Ambos deben ir unidos, darse la mano y tienen un carácter inseparable. Dos partes de una misma realidad.

Nos volvemos hacia Jesús pues Él es camino y, a la vez, nos invita a seguirle, a ir en pos de Él. Nos convertimos cuando dejamos el camino que seguimos, en nuestra opinión el más adecuado, para vivir una vida de seguimiento del Maestro quien es a la vez nuestro camino.

Quisiera acabar este apartado con una declaración radical y contundente. Si el pecado es rebelión, la conversión es sumisión, rendición incondicional a Dios y su autoridad. Así se sencillo, de claro y de costoso.

LOS REQUISITOS DE LA CONVERSIÓN

La conversión, para que sea real y genuina, debe afectar a toda la personalidad del ser humano, todas sus dimensiones, es decir, el intelecto, las emociones y la voluntad. Unicamente cuando estas tres convergen se produce ese auténtico giro de 180 grados del que vengo hablando.

El intelecto. Para podernos convertir hemos de conocer una información mínima y básica, de lo contrario, no podemos tomar una decisión inteligente. Es preciso entender el concepto de pecado, las consecuencias del pecado, el porqué fue necesaria la muerte de Cristo, el propio concepto de conversión y sus implicaciones, entre otras cosas.

Las emociones. Ahora bien, también la dimensión emocional debe estar involucrada. Pensamos en una vida con Jesús, siguiéndolo, colaborando con Él en la restauración del universo y lo vemos como algo de lo cual queremos ser parte. Imaginamos los cambios y sanidad que puede traer a nuestra experiencia como seres humanos y deseamos que suceda.

La voluntad. Todo y siendo lo anterior, intelecto y emociones, bueno, no es suficiente. La voluntad debe de estar involucrada. Hemos de sopesar los precios que hemos de pagar y entender los ajustes que se requerirán en nuestro estilo de vida, valores, prioridades, actitudes y acciones. Nadie se pone a construir una torre sin hacer una estimación del precio, afirma Jesús. Podría darse el caso de que quedara sin recursos y no pudiera terminar y fuera el hazmerreír de todos.Unica y exclusivamente cuando convergen estos tres aspectos: intelecto + emociones + voluntad = conversión, se puede producir un auténtico giro de 180 grados.

Si piensas en hacer un régimen o someterte a una dieta veras que funciona igual.Intelecto, entiendo los peligros de la obesidad y los beneficios de un peso equilibrado y ejercicio moderado. Emociones, me proyecto en el futuro, me veo en la playa con 10 kilos menos y a gusto con mi cuerpo. Voluntad, es la que debe actuar para hacer todos los ajustes necesarios en mi estilo de vida.

EVIDENCIAS DE LA CONVERSIÓN

Al ser la conversión un proceso interno sólo hay una validación posible, las manifestaciones externas del mismo. Cualquiera de nosotros puede afirmar haberse convertido pero ¿Cómo podemos saberlo? Observando con cuidado y detenimiento que tipo de frutos produce esa vida.

Fue el mismo Jesús quien afirmó, por sus frutos los conoceréis. El mismo Maestro dijo que, no todo el que me llama Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre. En Mateo 25, el escalofriante pasaje del juicio final, hay muchas personas sorprendidas de ser rechazadas y Jesús afirma su carencia de frutos como la razón para ello.

El mismo Juan el bautista, cuando estaba en pleno ministerio anunciando la llegada del Mesías afirmaba, según queda recogido en el libro de Mateo, que era preciso demostrar con evidencias que el arrepentimiento había sido sincero.

Finalmente, es de todos conocido el pasaje de la carta de Santiago, el hermano de Jesús, donde afirma que la única manera de probar que se tiene fe es, a través, de las obras. Como bien dice, la fe que carece de obras, está muerta.

Los frutos, las obras, el estilo de vida cambiado, además de ser la única evidencia válida de nuestra conversión son el propósito para el que hemos sido salvados. Haz una visita a Efesios 2:8-10 y Tito 2:11-14. Después de leerlos no te quedará ninguna duda.

CONVERSIONES Y EL CARÁCTER DINÁMICA DE LA EXPERIENCIA HUMANA

Algo que define, como ya he dicho en otros artículos, a los seres vivos es el cambio constante, el crecimiento, la transformación, el proceso. Nosotros, los humanos, como seres vivos aún más complejos dada nuestra dimensión psicológica y espiritual, participamos con mayor plenitud de esas características.

En todos nosotros hay un equilibrio entre cambio y continuidad. Fuimos, somos y seremos. Cristo, según dice la Escritura, es el mismo, hoy, ayer y por los siglos.Así es, ¡Pero nosotros no!, hemos cambiado, estamos cambiando y cambiaremos porque somos dinámicos y en proceso continuo. El propio Jesús cuando participóde la naturaleza humana, creció en estatura y en gracia. El mismísimo Pablo afirma, no haberlo alcanzado ya, pero proseguir adelante. Como afirma el pasaje paradigmático de Efesios 4:11-13, hasta que todos lleguemos a ser como Jesús. Somos, por tanto, gente en constante proceso.

Tengo 55 años y cuando miro hacia atrás me doy cuenta que no soy el mismo que era cuando me convertí a la edad de 17 años. Sin duda, soy todavía Félix Ortiz, pero físicamente, mentalmente y espiritualmente no soy la misma persona que un día, siendo adolescente, aceptó a Jesús y se convirtió.

Desde entonces mi vida ha ido creciendo, cambiando y evolucionando en todas las dimensiones antes mencionadas. He vivido nuevas experiencias, he adquirido nuevos conocimientos, han surgido nuevos retos, he conocido nuevas personas, he entrado en nuevas dimensiones de la experiencia humana, ser esposo, ser padre, ser líder. No veo el mundo como lo veía antes y, estoy seguro, que todavía me queda mucho por vivir, experimentar, crecer y cambiar si el Señor lo permite.

Todo lo anterior ha tenido que ser convertido, rendido, puesto bajo la autoridad y la jurisdicción del Señor. A los 17 años, cuando me convertí (el evento) puse a sus pies lo que en aquel momento era y tenía. Después al ir creciendo y experimentando y viviendo nuevas realidades he tenido que convertirlas y ponerlas de nuevo bajo el señorío de Jesús (proceso) y anticipo que tendrétodavía que convertir, re-orientar, re-dirigir nuevas realidades que saldrán al paso de mi experiencia y realidad como ser humano.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Dado el carácter dinámico de la vida humana debemos enseñarles a los jóvenes el carácter dinámico de la conversión. Enfatizarles que evento y proceso son dos dimensiones inseparables de una misma y única realidad. Que de forma intencional y consciente hemos de ir sometiendo a la autoridad soberana del Señor las nuevas realidades y etapas de nuestra vida. Pienso de hecho, que todos nosotros, cada cierto tiempo deberíamos pararnos, hacer una evaluación sería y pensar qué áreas de nuestra vida no han sido convertidas al Señor y, por tanto, deberían serlo

Felix Ortiz Fernandez