lunes, 22 de febrero de 2010

Los colores de la oración




Celebración del Día Mundial de Oración.
Lunes 8 de Marzo
7.30 pm

La misión de la iglesia

Estudio bíblico
Texto áureo: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Mt.28:19

Introducción
Es probable que ninguno de nosotros sea mártir. Sin embargo, nuestra devoción a Cristo debe hacer que entreguemos nuestra vida como sacrificio vivo a la causa de Cristo. Esa fe debe llevarnos a proclamar el mensaje de que el perdón del pecado y una vida nueva están al alcance de todos.

Comentario Bíblico
I. Proclame al Cristo vivo (Mateo 28:1-7)
El domingo por la mañana después de la crucifixión de Cristo, María Magdalena y María, la madre de Jacobo y de José, fueron al sepulcro de Jesús. Iban a ungir el cuerpo de Jesús como una obra de amor y devoción (Mateo 28:1; Marcos 16:1). Lo que hallaron les dio miedo al principio, pero pronto su miedo se volvió gran gozo.
Antes que esas mujeres llegaran al sepulcro, había ocurrido un terremoto y el ángel del Señor había quitado la piedra que sellaba el sepulcro. Aterrados por el terremoto, y también por la refulgencia celestial del ángel, los guardas "se quedaron como muertos" (Mateo 28:2-4).
Cuando las mujeres se acercaron al sepulcro, vieron al ángel sentado en la piedra, y tuvieron miedo. El ángel calmó rápidamente sus temores. El versículo 5 pudiera traducirse "No tengan también miedo [al igual que los guardas]". ¿Por qué pudo decirles eso el ángel a las mujeres? El versículo 6 da la respuesta: porque el que había sido crucificado ya no estaba en el sepulcro. Lo que había sido motivo de horror para los guardas romanos les produjo inmenso regocijo a las mujeres. Jesucristo había resucitado de los muertos, tal como había profetizado.
El ángel tenía una tarea para esas mujeres. Debían ir a darles la gran noticia a los discípulos (v. 7). Pregunta: ¿Qué mensaje debían darles a los discípulos las mujeres?
Las mujeres debían anunciar que Jesús "ha resucitado de los muertos". Esa orden prefigura la orden de Cristo mismo en la Gran Comisión más adelante en el mismo capítulo. En definitiva, es la piedra angular de nuestro mensaje para el mundo.

Cuando celebramos la resurrección de Cristo, celebramos más que el simple milagro de que Dios resucitara a un hombre de los muertos. La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra salvación. Es la señal irrefutable de que el plan de Dios para la salvación del género humano se ha realizado por medio de Cristo. Si Jesús no hubiera resucitado de los muertos, es "vana" nuestra fe (1 Corintios 15:14).
B. Cristo vive
Las mujeres salieron del sepulcro con "temor y gran gozo" (Mateo 28:8). Sabían sin duda que era cierta la resurrección de Cristo. Mientras iban a contarles a los discípulos, las mujeres se encontraron con Jesús (v. 9). Pregunta: ¿Por qué era importante para las mujeres encontrarse con Jesús después de su resurrección?
Este y otros encuentros personales entre Cristo y sus discípulos proporcionan demostración histórica de su resurrección. La reunión en el versículo 9 es sólo una de varias reuniones como esa.
Hay abundantes pruebas bíblicas de la resurrección de Cristo. Pero también la prueba es personal. Mostramos la realidad que su resurrección mediante el cambio que tuvo lugar en nuestra vida cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador. Quienes nos rodean pueden llegar a comprender que Jesucristo vive cuando lo ven viviendo en nosotros.
Cuando Cristo vino, también mostró interés por los demás. Cuando se encontró con las mujeres, notó su miedo y lo calmó (v. 10). Entonces repitió la orden que el ángel les había dado a esas mujeres, que les dijeran a sus discípulos que se encontraran con Él en Galilea.

II. La oposición del mundo (Mateo 28:11)
Aunque no se sabe cuánto tiempo estuvieron inconscientes los soldados, lo primero que hicieron al recobrarse fue entrar corriendo en la ciudad. Allí les informaron a los principales sacerdotes todo lo que habían visto (Mateo 28:11). No sabemos con certeza cuánto vieron antes de desmayarse. Pero podemos estar seguros de que al menos sintieron el gran terremoto y tal vez vieran al ángel.
Se reveló la resurrección de Cristo no sólo para sus discípulos sino también para sus enemigos. Aunque quienes lo amaban recibieron la noticia con gozo, sus enemigos reaccionaron de modo muy distinto.
En segundo lugar, el relato de los guardas era contradictorio. Si hubieran estado dormidos, no pudieron haber sabido que los discípulos habían robado el cuerpo de Cristo. Además, los habría despertado el ruido que los discípulos hubieran hecho empujando la piedra. Los guardas habrían arrestado de inmediato a los discípulos.
En tercer lugar. Marcos 14:50 revela que todos los discípulos habían abandonado a Jesús cuando lo prendieron. Asustados y desalentados, no habrían tratado de robar el cuerpo.
Los guardas y los principales sacerdotes sabían la verdad: Jesucristo había resucitado de los muertos. Pero frente a la clara e irrefutable evidencia, negaron la verdad y trataron de encubrirla.
III. Id por todo el mundo: (Mateo 28:16,17)
A diferencia del engaño de los guardas y los principales sacerdotes, los discípulos obedecieron las órdenes que Jesús les había dado a las mujeres y fueron a Galilea a encontrarse con Jesús.
Cuando vieron a Jesús, lo adoraron. No sólo reconocieron a Jesús, sino que creyeron que Él había resucitado de los muertos (v. 17). Pero la fe estaba mezclada con la duda en aquel grupo.
Pregunta: ¿Por qué cree usted que algunos dudaron, aun después de ver a Cristo cara a cara?
Esa reacción de duda no fue una situación aislada (Lucas 24:36-43; Juan 20:25). Nos preguntamos por qué los discípulos dudaron de que Jesús había resucitado de los muertos, sobre todo si Él había profetizado su muerte y su resurrección. Tal vez una minuciosa investigación nos ayude a entender sus sentimientos.
A pesar de las profecías de Jesús, su resurrección tomó de sorpresa a los discípulos. Lucas 24:41 describe su reacción como de "gozo". El que no entendieran sus profecías y el plan de salvación de Dios además de su aflicción y desesperanza después de su muerte, provocaron su duda.
A menudo los discípulos sintieron que su fe era débil (Marcos 14:50; Lucas 22:34). La resurrección de Cristo no los transformó de inmediato en gigantes espirituales. Pero obedecieron su orden y se acercaron a Él.
Pregunta: ¿Cuál fue el mensaje de Jesús para sus discípulos? (Mateo 28:18-20)
Jesús no censuró la deslealtad ni la duda de sus discípulos. Más bien les dio —a ellos y a todos los creyentes— una tarea: predicarle al mundo el evangelio. Eso puede lograrse únicamente gracias a la autoridad y a la soberanía de Cristo (v. 18).
Es sólo con su autoridad que el pueblo de Dios emprende esa misión. Cuando afrontamos luchas y oposición, es un consuelo saber que nos respaldan el poder y la autoridad del cielo.
El verbo principal en el versículo 19 no es "id", sino "haced discípulos". El énfasis primordial de la Gran Comisión es sobre la enseñanza y formación de los nuevos creyentes.
Jesús terminó su orden con una promesa admirable (v. 20). Podemos obedecer la Gran Comisión porque no estamos solos. Cuando llegan las pruebas allí está Él. Cuando se nos opone el mundo Él está de nuestra parte. Él no nos ha dejado para que luchemos solos. Podemos participar en la Gran Comisión y ver las vidas transformadas milagrosamente porque Cristo está con nosotros ahora, y estará con nosotros hasta que vuelva por su Iglesia.

Aplicación
La orden de Cristo es clara: Debemos cruzar fronteras sociales, económicas y espirituales para llegar a las personas y hacer discípulos. No es optativa la obediencia a ese mandato; no podemos pasarla por alto. También debemos comprender que el obedecer la orden de Cristo implica considerable entrega por parte de todo creyente.
El hacer discípulos es un proceso de toda la vida. Primero debemos ser discípulos nosotros mismos. Eso implica crecimiento personal en nuestra relación con Cristo. Pase tiempo cada día con Dios mediante la oración y el estudio bíblico. Haga amistad con creyentes de experiencia que lo alienten y lo estimulen en su fe cristiana. A medida que usted crezca en Cristo será más eficiente en ganar y discipular a otros.

Cuando la justicia es algo más que lo privado y lo moral.

Domingo 28.02.10

6 “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos. Mt.5

¿Eres una persona justa? Esta es una pregunta que no nos gusta hacernos. Porque si somos sinceros tendríamos que responder muchas veces con un rotundo no.

Cuando María canta el Magnificat dice entre otras cosas que el espiritualmente pobre, y que el que espiritualmente tiene hambre son parientes cercanos y ya han sido declarados bendecidos por Dios. Pero esto no es algo nuevo de lo que nos enteramos ahora, está declarado en Lc. 1.53:
Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.

El principio bíblico referido a los hambrientos y a los sedientos a los que Dios colma, es esclarecido aquí, se refiere a los que tienen hambre y sed de justicia. Y esto parece que se refiere a todo el pueblo de Dios, más que aun grupo especial de personas. En aquella época se diferenciaba a los cristianos de los paganos por la búsqueda de bienes materiales. Los cristianos eran los que buscaban los bienes espirituales. Pero de eso hace mucho. Ha llovido desde entonces.

Cuando en la Biblia se nos habla de justicia debemos entender entonces que se nos esta haciendo referencia a tres aspectos: el legal, el moral, y el social.

La justicia legal es justificación. Ser justo es tener una buena relación con Dios. Es no imponer nuestras normas o leyes a otros.

La justicia moral esta referida al carácter o conducta que desea Dios para sus hijos. En los evangelios podemos constatar como Jesús va comparando constantemente la justicia de Dios con la de los fariseos. La justicia de Dios es de corazón, de voluntad e intención. La justicia de los fariseos de de reglas y externa. Jesús presupone que sus seguidores sientan hambre por la justicia de Dios.

Pero cuando en las Escrituras se nos habla de la justicia no sólo se está haciendo referencia a un asunto privado o moral, sino que tienen una implicación social. Y la justicia social, según el libro de Deuteronomio y los profetas está estrechamente vinculado con la liberación de la opresión, los derechos civiles, la integridad en las relaciones comerciales y las relaciones en la familia.

Decía Lutero: “el mandamiento no es que vayamos y nos arrastremos por el desierto, sino que salgamos de él y ofrezcamos nuestras manos… y arriesguemos cuanto tenemos”. O sea la cuestión es hacer lo que está a nuestro alcance por hacer más justo nuestro mundo.

¿Por qué crecemos pocos espiritualmente? ¿Por qué algunos de nosotros tenemos sobrepeso físico? La respuesta es sencilla. Alimentamos más al cuerpo que al espíritu. No importa mucho si te arrepientes por lo que hiciste y no eres capaz de actuar con justicia aquí y ahora o en el futuro. ¿De qué te sirve el arrepentimiento?

Cuando comemos algo nos sentimos satisfecho, pero pasadas unas horas volvemos a pasar hambre o sed. Eso nos pasa porque somos humanos que nos movemos y gastamos energías y necesitamos recobrarlas mediante los alimentos. Con las cosas del espíritu nos pasa algo similar. Siempre queremos más.

Queremos que nos traten con justicia en la familia, en el trabajo, en la universidad, en la iglesia. ¿Pero damos lo que exigimos? Me temo que no basta con decir: Me he equivocado, sino que tenemos que buscar las vías para actuar con justicia.

Heridas emocionales I

Las emociones y yo.
Tema 3.

I. Introducción.

La sanidad es un proceso. No es algo que ocurra de la noche a la mañana. Exige que se le dedique tiempo y se sigan algunas normas. Algunas veces tenemos la sensación de que no avanzamos en nuestras mejorías y que los problemas se van acumulando. Pero esto no significa que estemos estancados.

Cuando salimos a caminar, no sólo hay que mirar lo que queda por delante, sino lo que hemos dejado atrás. La gratitud es una de las armas de los que caminan.

II. Paso a paso.

¿Qué tenemos aquí? Es una bola de hilo de colores con nudos y entremezclados entre ellos. Cada nudo representa un problema diferente en nuestra vida. Desanudar todo esto y alisar los hilos nos llevará tiempo. No quiera Ud. arreglarlo todo ahora.

Dios no actúa de la misma manera en todos ni con todos. Quizás nosotros queremos iniciar nuestra cura de una manera, pero Dios dispone de otra. Si tú quieres un plan de diez puntos para enfrentar tus heridas emocionales ahora, lamento decirte que no te lo ofreceremos. Lo recomendable es pedirle a Dios que te diga por donde comenzar.

Una de las tendencias de nuestra sociedad es obtener todo de manera rápida. Y por eso muchas veces vamos saltando de una cosa a otra. De un tema a otro. De un sentimiento a otro. De una persona a otra.

a) Los nudos. Las heridas emocionales son como los nudos. Los podemos desatar. Pero también si no tenemos cuidado los podemos empeorar. Es aquí donde comienza el proceso espiritual. Y fíjense que digo espiritual y no lógico.

b) Los problemas. Todos estamos heridos emocionalmente. Todos. Unos más que otros. Miremos algunos ejemplos:

i. Unos se sienten inferiores a los demás, se rechazan, se condenan y se preguntan: ¿Qué anda mal en mí?
ii. Otros se vuelven perfeccionistas. Siempre tratan de decir la última palabra y pretenden que se les quiera en base a su rendimiento y organización. Luchan para hacerlo todo mejor. Y por eso dedican toda su energía para hacerlo todo mejor, inmaculado. Creen que así se les querrá más.
iii. Otros se escudan en la irritabilidad. Parte de la solución no está en identificar a los que lo ofende constantemente o lo hiere emocionalmente, sino que por su naturaleza Ud. es muy sensible.

III. ¿Estás dispuesto a recibir ayuda?

Hay personas que están heridas emocionalmente y lo saben, pero su problema es que no quieren recibir ayuda. O al menos la ayuda que ellos consideran inoportuna.

La verdad es que no importa mucho cuanto queramos estar sanos, jamás recibiremos la curación hasta que estemos dispuestos a escuchar a Dios. Es increíble cuantas veces queremos ser ayudados, pero la ayuda esta condicionada por nuestra manera de ver el mundo.

21 Y si te desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dira:“Por aquí es el camino, id por aquí.” Isaías 30

viernes, 19 de febrero de 2010

Nosotros apoyamos el manifiesto. Y tu?

El enlace al manifiesto: http://www.iee-es.org/index.php?option=com_content&task=view&id=363&Itemid=89

jueves, 18 de febrero de 2010

Ciclo de Conciertos de Organo

Catedral del Salvador
Plaza de la Seo
8.00 pm


Febrero 23
Joseph M. Mas Bonet
Conservatorio del Liceu de Barcelona

Marzo 2
José Luis González Uriol
Organista honorífico de la Seo

Marzo 9
Juan Sanmartin Guerrero
Organista del Pilar

Marzo 16
Lidia Cremona
Conservatorio de Como (Italia)

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿Las emociones o Dios?

Las emociones y yo.
Tema 2.

I. Introducción.

Oirá el sabio, y aumentará su saber y
el entendido adquirirá consejo.
Proverbios 1:5

Hay momentos en que podemos disfrutar de las emociones y del apoyo que estás nos brindan; pero a la vez, hay momentos en que las emociones nos traicionan. Resulta difícil diferenciar cuándo una persona está escuchando a Dios, si es cristiana, o cuando a sus emociones.

Me gusta regalar cosas, me siento contento cuando lo hago y miro sus caras de sorpresa. Pero estoy aprendiendo con los días que regalar cosas a las personas no siempre les ayuda.

II. Suplimos nuestras necesidades.

Las personas que se dejan llevar por las emociones, generalmente, cuando están delante de una necesidad toman medidas inmediatas para suplirla, sin reflexionar primero sobre ella.

La Biblia nos enseña, en el primer capítulo de Proverbios, que nuestras acciones deben nacer de una reflexión previa.

Todos amamos a alguien de manera especial. Y nos resulta duro verles pasar necesidad. Si tenemos los medios disponibles para proporcionarles esas cosas, la mayoría de nosotros intenta rescatarlos. Quizás esta sea la mejor opción la mayoría de las veces. Es bueno ayudar. Sin embargo rescatarlos de cada dificultad puede impedir que maduren. Luchar forma parte integral del proceso de maduración y equilibrio.

III. Las personas que se dejan llevar por las emociones.

Algunos nos dejamos llevar más por las emociones que otros. Y estamos conscientes de ello.

Otros se tienen por más racionales y se creen fuera del peligro. Pero hay otra realidad, todos somos seres emocionales y el día menos pensado acabamos siendo arrastrados por ellas. Una mañana nos despertamos deprimidos y el día será así mientras dure. Al día siguiente, nos levantamos enojados, teniendo deseos de vengarnos con alguien y a la larga eso es lo que acabamos haciendo. Otros días, amanecemos sintiendo lástima por nosotros mismos y vamos y nos sentamos en un rincón a llorar.

El peligro, que veo, es que si le damos riendas sueltas a los sentimientos, serán más los problemas que toquen a nuestra puerta que las soluciones.

Hay que aprender a estar consiente de que emoción nos embarga. Buscar su origen. Reconocer qué tipo de personalidad es la nuestra y cómo solemos reaccionar ante la vida.
IV. Las cuatro personalidades básicas.

a) Colérica. Son personas con dotes de liderazgo. Pretenden llevar siempre el control. Se trazan objetivos y los suelen cumplir y esto es bueno. Tienden a ser mandones, esto no es tan bueno.

b) Flemáticos. Generalmente muestran pocas emociones. Tienden a necesitar tiempo para tomar decisiones. Para demostrar emociones tienen que esforzarse. Les cuesta relacionarse con personas nuevas. Nunca son los primeros en hablar en una reunión.

c) Optimista. Es alguien extrovertido. Jovial. Suele hablar de todo y con todos. Cuando entra a un sitio, todos nos damos cuenta de quien es. No precisa de proyectos y controles. No se sienten cómodos con la disciplina.

d) Melancólicos. Es la persona que más batalla con la depresión. Es extremadamente reservado y serio. Es intenso. Suele dedicar mucho tiempo a pensar. En su casa todo esta organizado por tamaño u orden alfabético. Creen que el orden y la limpieza son las cosas más importantes del mundo.

V. Preguntas para debatir

a) ¿Era Jesús alguien emocional?
b) ¿Qué pasa con los cristianos y las emociones? ¿Deben controlarlas?
c) ¿Te fatigan las emociones?
d) ¿Qué es una persona maniaco depresiva?
e) ¿Eres esclavo de tus emociones?

domingo, 14 de febrero de 2010

Si amas a algo déjalo libre. Mateo 5:5.

Domingo 14.02.2010

¿Qué deseamos para este día? ¿Cómo queremos que nos traten? ¿A qué tipo de Iglesia nos gustaría ir cada domingo? Estas son preguntan que hay que responder desde el corazón. Desde un corazón con mansedumbre. ¿Es mi corazón así?

El adjetivo griego praüs significa suave, humilde, considerado, cortés, y por supuesto el ejercicio del dominio propio sin el cual las características anteriores serían imposibles de practicar.

El arte y alguna literatura se han encargado de proponernos a un tipo de Jesús suave, manso y dócil, un Jesús afeminado y débil que nunca mataría una mosca. Cuando Pablo, se refiere a Jesús lo cita como alguien manso y tierno (2 Co. 10:1), si leemos esta pasaje en la versión popular de la Biblia veremos que la palabra manso se sustituye por los de corazón humilde. ¿Pero a que tipo de humildad se está refiriendo Jesús aquí en el Sermón del Monte?

No se si se dan cuenta que los mansos son los que se encuentran entre los que lloran y de los que tienen hambre y sed de justicia. ¡A lo mejor esto es una señal de algo! ¿Si no qué sentido tendría colocar esta bienaventuranza aquí? ¿Qué dice el diccionario sobre la humildad? da varias explicasiones: a) Es la característica que define a una persona modesta, b) Alguien que no se cree mejor o más importante que los demás en ningún aspecto. c) Es la ausencia de soberbia. d) Es alguien que se estima a si mismo y por tanto trata de igual manera a los demás.

Quizás para algunos de nosotros sea fácil decirle a Dios; mira Dios no hago bien las cosas y me porto mal con fulatino de tal. Algunos de nosotros quizás hasta reconozcamos que tratamos con injusticia los miembros de nuestra familia y no pasa nada. Pero el problema se hace mayor cuando alguien que no somos nosotros mismos nos dice: Oye, no estás haciendo bien las cosas. ¡Estás siendo muy injusto! Y es que la mayoría de las personas prefieren condenarse a sí mismas que dejar que otros nos condenen. Quién obra así no es una persona mansa. Y por tanto no recibirán la tierra.

Cuando el primer domingo de cada mes yo les pido que guardemos unos minutos de silencio para confesarle a Dios nuestras faltas y pecados no dudo que la mayoría de Uds. digan cosas feas de Uds. mismos y hasta se traten como unos pecadores; y es que decir cosas de nosotros no nos causa ningún conflicto. Pero si alguien ese domingo se levanta en ese momento de la oración y me dice que soy un pecador entonces querré pegarle o pagarle con la misma moneda. O sea, que no estoy preparado para que otros piensen o hablen de mí aquello que ya yo he reconocido delante de Dios. Este tipo de hipocresía está siempre en la iglesia cuando la mansedumbre brilla por su ausencia.

Decía Lloyd-Jones la persona verdadera mansa es aquella que vive sorprendida de que Dios y los hombres puedan pensar tan bien de él y lo traten como lo tratan. Cuando sabemos que la gente nos aprecia y nos cuida lo normal es volvernos gentiles, sensibles y paciente con los demás. Pero no todos somos normales. Algunos estamos heridos emocionalmente y espiritualmente.

A este tipo de persona, los mansos, Jesús les promete la tierra como si fuera una herencia. Pero este es contracultural, nuestra sociedad nos dice que los mansos no recibirán nada, puesto que todo el mundo se aprovecha de ellos y los pisotean. Sino que son los fuertes, los egoístas, los alfa los que tienen éxito en la lucha por la existencia. Pero en el Reino de Dios las cosas no son como en nuestro mundo, no es a través de la fuerza que poseeremos las cosas, sino de la mansedumbre. Y es aquí donde comienzo a encontrar las respuestas a las preguntan con que esta mañana he comenzado la reflexión.

Esto de perder la esperanza, de creer que son los mismos los que siempre ganan no es nuevo, es una filosofía antigua. Ya en los Salmos encontramos este tipo de queja, por ejemplo en el Salmo 37: no te impacientes a causa de los malignos, espera en el Señor….Yo sospecho que este mismo principio opera hoy. Y funciona en nuestras casas, en nuestras relaciones, incluso se manifiesta en nuestra comunidad.

Habrá momentos que parece que nuestro esfuerzo no sirve de nada. Habrán días que lo que nos dice el pastor no tiene valor ninguno para nosotros. Habrán domingos que nos iremos a casa vacíos. Pero esto es producto de nuestra visión dicótomica, de nuestra dualidad. La realidad suele ser otra, distinta, diferente, con más matices.

Quizás los nuevos aires que están soplando en el cristianismo nos dicen que no es con nuestras ideas e imposiciones que lograremos construir iglesias. Quizás se están acercando los días en que para ganar la tierra tendremos que renunciar a nosotros mismos. Quizás el modelo de iglesias que hemos conocido se esté agotando. Ya saben lo que dice el proverbio chino: Si amas a algo, déjalo libre. Si vuelve es tuyo, sino vuelve, es que nunca lo fue.

La mansedumbre es la que nos hace levantar una iglesia dependiendo del Espíritu Santo, no de nuestro parecer. ¿Qué deseamos para este día? ¿Cómo queremos que nos traten? ¿A qué tipo de Iglesia nos gustaría ir cada domingo?

Augusto G. Milián

martes, 9 de febrero de 2010

Curso de ecumenismo 2010








Invierno-Primavera 2010
Miércoles 7.00 pm



Febrero
10 Tema 25: La búsqueda de la verdad

24 tema 26: La verdad existe también en nuestra tierra

Marzo
10 Tema 27: Teología y verdad

24 Tema 28: Espiritualidad y verdad

Mayo
5 Tema 29: Texto ecuménicos sobre la Verdad

19 Tema 30: Problemas ecuménicos

Junio
2 Tema 31: El problema del lenguaje teológico

16 Tema 32: La economía de los Padres de la Iglesia

30 Tema 33: El concepto de Iglesia

Julio
14 Tema 34: El papado

La batalla de las emociones.

I. Introducción
La palabra emociones tiene varios significados. Según el DRAE, la raíz viene del latín emotio y emotionis, que significa estado de ánimo producido por impresiones, las ideas o recuerdos y que con mucha frecuencia se traducen en gestos, actitudes u otras formas de expresión. También tiene otro significado, proveniente del latín ex movere que significa alejarse.

Esta última definición me resulta muy familiar, pues hay emociones que lo que logran provocarme es que me aleje, que intente huir de la situación que estoy viviendo. Hay emociones que nos alejan de la familia, de los amigos, de Dios.
Las emociones afectan nuestra vida diaria e influyen en nuestras decisiones. Literalmente las sentimos en el cuerpo y las manifestamos en nuestras expresiones faciales. Las personas que logran una sana salud mental o lo que comúnmente denominamos inteligencia emocional, son concientes de los pensamientos, los sentimientos y los comportamientos por los cuales atraviesan.
Lo importante es saber que son las emociones y aprender como manejarlas para poder superar el stress, los problemas diarios y tomar las mejores decisiones. El aprender a manejar las emociones ayuda a que tengamos una mejor salud y que experimentemos mejores relaciones con las demás personas.

II. Tipos de emociones.
1. El Miedo . Con el miedo estamos anticipando algo que va a suceder en el futuro y debemos prepararnos para que podamos enfrentarlo.
2. La Rabia y el enojo. Es una emoción que surge cuando los principios que consideramos importantes en nuestra vida han sido violados por alguien, inclusive por nosotros mismos. La rabia y el enojo pueden ser causadas por los eventos externos o en los internos.
3. La Culpa. En la sentimos que hemos violado algo y que tenemos que buscar la forma de repararlo.
4. La Depresión . Puede ser causada por muchos factores. Entre ellos que suframos de problemas físicos, en el caso de enfermedades crónicas, en la muerte de un ser querido, en la pérdida de un trabajo y mucho más.
5. Los Celos. Son pensamientos, sentimientos y comportamientos que ocurren cuando una persona cree que su relación con alguien está en peligro por el llamado rival.
6. La Ansiedad. Las personas que padecen ansiedad siempre están esperando que lo peor ocurra acerca de su salud, en el dinero, en la familia, en el trabajo, en los negocios y en los temas que le suceden diariamente. Las personas que sufren de ansiedad padecen de los síntomas de irritabilidad, tensión y problemas para dormir.
7. El Resentimiento. Es una emoción de rabia que sentimos como resultado de que nos han hecho algo malo ya sea en el plano real o imaginario.
8. La Envidia. Es una emoción que ocurre cuando una persona carece de los logros en su vida o de las posesiones que desea en el, por lo tanto quiere o necesita que los otros no lo tengan.
9. La Vergüenza. Es definida como una condición de humillación. Las personas que sufren vergüenza tienden a poner sus necesidades después de las necesidades de los demás porque se sienten inferiores a ellos.

III. Génesis 3.
1 La serpiente, que era la más astuta de todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, preguntó a la mujer: –¿Así que Dios os ha dicho que no comáis del fruto de ningún árbol del jardín? 2 La mujer le contestó: –Podemos comer del fruto de cualquier árbol, 3 menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos. 4 Pero la serpiente dijo a la mujer: –No es cierto. No moriréis. 5 Dios sabe muy bien que cuando comáis del fruto de ese árbol podréis saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces seréis como Dios. 6 La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que tomó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió. 7 En aquel momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas. 8 El hombre y su mujer oyeron que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de Dios entre los árboles del jardín. 9 Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó: –¿Dónde estás? 10 El hombre contestó: –Oí que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. 11 Entonces Dios le preguntó: –¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras?
12 El hombre contestó: –La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.
13 Entonces Dios el Señor preguntó a la mujer: –¿Por qué lo hiciste? Ella respondió: –La serpiente me engañó, y por eso comí del fruto.

1. ¿Qué emociones detectas?
2. ¿Qué sientes al oír este pasaje?

Augusto G. Milián

Taller de Oración 2010










Las emociones y yo.
Invierno-Primavera




Febrero
10 Tema 1: La batalla de las emociones.

17 Tema 2: ¿Las emociones o Dios?

24 Tema 3: Heridas emocionales. I

Marzo
3 Tema 4: Heridas emocionales. II

10 Tema 5: Las emociones y el perdón.

17 Tema 6: Altibajos emocionales.

24 Tema 7: Adaptaciones y reajustes emocionales.

Abril
28 Tema 8: Emociones que nos hunden.

Mayo
5 Tema 9: El maltrato emocional.

12 Tema 10: Cuando las raíces están enfermas.

19 Tema 11: El problema de la ira.

26 Tema 12: La codependencia.

Junio
2 Tema 13: ¿Fe o temor?

9 Tema 14: Nuestro niño interior.

16 Tema 15: La alegría.

23 Tema 16: ¿Hay espacio para la alegría en la iglesia?

30 Tema 17: ¿Mente o corazón?

Julio
7 Tema 18: El sanador herido.

14 Tema 19: El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos.

El crecimiento espiritual.

Estudio bíblico.

Trasfondo Bíblico: Romanos 14:1-15:7
Verdad central: Los creyentes deben animarse unos a otros a crecer en el conocimiento de Cristo y en semejanza a El.
Texto Áureo: Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. Romanos 14:19
Objetivo: Aprender principios bíblicos para promover el crecimiento espiritual y proponerse seguirlos.
I. Introducción
Muchas veces los temas que crean más división en las iglesias son asuntos que no son esenciales para la salvación. Entre los romanos y los demás primeros cristianos, uno de los temas potencialmente divisivos era la clase de alimentos que los cristianos podían comer. Este asunto quizá no crea mucha controversia en la mayoría de las iglesias de hoy día; sin embargo, cada generación o cultura tiene sus propias normas de conducta disputables.
Este estudio examina cómo los cristianos deben responder a otros cuando tienen sinceras diferencias de opinión. Necesitamos estructurar nuestro estilo de vida para que otros creyentes sean edificados y Cristo sea honrado. Las prácticas que sacrificamos para esa meta son un pequeño precio que pagar.
II. Comentario Bíblico
I. Respete las diferencias individuales
En la época de Pablo como en la nuestra, los cristianos tenían diferentes ideas acerca de qué modos de comportarse eran aceptables. Pablo sabía muy bien que muchos otros cristianos no estaban tan libres del legalismo como él. El los describió como "débiles" en la fe
¿Por qué llamó Pablo "débil" a los que tenían normas de conducta más estrictas?
Los llamó débiles porque todavía no comprendían totalmente lo que significaba ser justificados por la fe. Daban demasiada importancia a acciones específicas que pensaban que afectaban su salvación. Estas eran prácticas que un creyente más "maduro o fuerte" reconocería como inofensivas.
Pablo notó que esta diferencia de opinión ocasiona un doble peligro: (1) otros cristianos podrían volverse impacientes con quienes establecen estas limitaciones, y (2) los cristianos que limitan su estilo de vida podrían empezar a juzgar a los que no lo hacen de la misma manera. En ambos casos, se interrumpe la armonía y unidad. Pablo instó a los creyentes, cualquiera que fuera la posición de ellos en asuntos menores, a aceptarse unos a otros y evitar discusiones (v. 1).
En los versículos 2 y 3 Pablo consideró un aspecto que era diferente entre los primeros cristianos — la comida. Algunos cristianos (como el mismo Pablo) comían de todo sin que ello molestara sus conciencias; otros tenían escrúpulos acerca de ciertos alimentos.
Otro tema discutible era el cumplimiento de ciertos días religiosos (v. 5). Los judíos cristianos tendían a aferrarse al día de reposo, el séptimo día de la semana, como un día en que no llevaban a cabo actividades "seculares" para dedicarse de manera exclusiva a la adoración. Otros cristianos habían empezado a observar el primer día de la semana en honor de la resurrección de Cristo.
La discusión no es la mejor manera de tratar con las debilidades de alguien o de cambiar sus opiniones. Generalmente, la discusión sólo hará que la persona se aferré aun más a su posición. Más bien que argumentar y debatir, escribió Pablo, que "cada uno esté plenamente convencido en su propia mente" (v. 5).
¿Era la intención de Pablo que cada uno decidiera lo que está bien o mal?
La última frase del versículo 5 no es un llamado a normas individuales de moralidad. En los versículos siguientes Pablo dio una descripción convincente de la relación entre el creyente y Cristo. Esta relación ha de tenerse en cuenta en todas las decisiones personales que el cristiano tome.
Como lo indican los versículos 6-9, cada cristiano es siervo de Cristo, y es a Cristo que responde durante y después de esta vida. En lugar de despreciar al débil, y el débil criticar al fuerte, y cada uno herirse el uno al otro, que cada persona, primero que nada, se mire a sí mismo y al Señor.
Cada persona debe vivir su vida a la luz de su relación con el Señor. Los cristianos "débiles" que se sienten obligados a reconocer un día especial, deben hacerlo a la luz de la relación que tienen con el Señor. Los que son "fuertes" al reconocer su libertad para comer carne, también deben hacerlo a la luz de su relación con el Señor (v. 6).
"Ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí" (v. 7). No somos los dueños de nuestro cuerpo; hemos "sido comprados por precio" (1 Corintios 6:19,20). Ya que toda nuestra vida y hasta nuestra muerte encuentran su significado en el Señor, ¿deben nuestras acciones en el caso de cosas no esenciales ser diferentes? Aquí Pablo les recordó a sus lectores el cuadro en conjunto. Si consideramos la eternidad, todas las diferencias son triviales.
Los versículos 10-12 son un recordatorio de que Cristo observa todo lo que hacemos, y que es a El a quien daremos cuenta. Los asuntos con que Pablo trató que estaban sujetos a disputas no eran principios morales. Todos los creyentes son responsables de vivir de acuerdo con normas divinas aun cuando están tratando de solucionar detalles en la vida diaria que son moralmente neutrales.
Cada uno de nosotros tendremos que rendir cuenta de nuestra vida a Cristo. Esto incluirá cómo nos hemos conducido con otros creyentes. Ahora, como en los días de Pablo, necesitamos recordar que algunos modos de comportarse discutibles son inocentes en sí mismos. Se vuelven mortales cuando nosotros como cristianos, seamos fuertes o débiles, olvidamos de amamos unos a otros. No es suficiente estar correctos en la doctrina. También hemos de estarlo en el amor.
II. Busque la paz y la armonía
Pablo instruyó y dirigió a los cristianos más fuertes respecto a la conducta que debían demostrar hacia los que eran más débiles en la fe. Luego de afirmar la libertad de un cristiano, les mostró cómo se puede y se debe imponer límites voluntarios en esta libertad.
Pablo les advirtió que los cristianos "fuertes" pueden ser un "tropiezo" para el hermano más "débil" (v. 13). Un cristiano "tropieza" si sigue el ejemplo de un cristiano que goza de más libertad, haciendo algo que sabe que su conciencia no aprobará.
Cuando un cristiano insiste en disfrutar de ciertas libertades que son ofensivas para otros creyentes, exhibe una falta de amor (v. 15). Esto puede arruinar el testimonio de uno (v. 16). Si, por otra parte, el "fuerte" voluntariamente restringe su libertad en beneficio de otros, los débiles son fortalecidos y la Iglesia goza de más unidad.
Los alimentos son un medio para un fin, no un fin en sí mismo. El reino de Dios no se preocupa con qué vamos a comer o beber, sino más bien con la justicia, la paz, y el gozo en el Espíritu Santo (v. 17). Los cristianos no son individuos aislados, sino miembros de un cuerpo. Dentro de ese cuerpo, participan en la justicia que es resultado del sacrificio de Cristo. Tienen parte en la paz que la redención del Señor trae a una vida. Participan del Espíritu Santo que habita en ellos. Estos son los denominadores comunes de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.
Cuando los cristianos están divididos por cosas insignificantes, le dan a la gente de afuera motivo para burlarse de ellos y de su cristianismo. Recordar lo que es el Reino, resultará en una vida que "agrada a Dios y es aprobado por los hombres" (v. 18).
La libertad tiene gran valor, pero lleva consigo responsabilidades. Como todas las cosas que son buenas, debe usarse con buen sentido y propósito, ambos ingredientes del amor de Dios. El hombre que come y hace "tropezar" a otro es el que come alimentos que son limpios en sí mismos — todo alimento es limpio — pero come a pesar de que está ofendiendo seriamente a su hermano (v.20).
En contraste con la manera equivocada de ejercer la libertad. Pablo explicó la manera correcta de su uso. Obramos correctamente cuando elegimos lo que edificará a otro más bien que lo que lo perjudicará (v. 21). Pablo les preguntó a los lectores si tenían fe. Estaba hablando de una convicción firme e inteligente delante de Dios que uno está haciendo lo correcto. Esta convicción le permite al creyente estar seguro y feliz en las decisiones que toma (v. 22).
La persona que cree tener libertad para hacer todo lo que desea, ¿es necesariamente un cristiano fuerte?
A pesar de que una persona se considere fuerte en la fe, no debe suponer que ya lo sabe todo acerca de algún tema. El cristiano "fuerte" no debe creer que es "más santo que los demás" ni tratar al débil como su inferior. La debilidad más grande es confiar en sus propias fuerzas.
En toda decisión, es el juicio de Dios el que cuenta, no el nuestro ni el de cualquier otro. Cada persona debe someter su fe, sus convicciones y sus hechos a los juicios establecidos por Dios en su Palabra. Cualquier hecho que no proviene de la fe es pecado. La fe es tener la convicción segura de que un hecho está de acuerdo con la voluntad de Dios y su Palabra. Pablo indicó que hacer caso omiso de la voluntad de Dios no es el único pecado. Si tenemos dudas sobre si nuestros hechos son contrarios a la voluntad de Dios, no debemos llevarlos a cabo (v. 23).
III. Edificándoos unos a otros
Todos debemos poder llamamos fuertes, así como Pablo lo hizo. Pero cuando nos clasificamos como fuertes, asumimos la obligación que va junto con la habilidad espiritual — tolerancia por las flaquezas de los débiles.
La idea que Pablo presentó no es soportar con buen humor las debilidades de los débiles ni aguantarlas como una molestia perpetua. Más bien, pintó el cuadro de una carga pesada que requiere mucha fuerza para cargarla hasta que se deseche. Llevamos esta carga para ayudar a los débiles hasta que ellos también lleguen a ser fuertes (w. 1,2).
Si un cristiano se considera fuerte, ¿el crecimiento de quién debe preocuparle?
Los que son fuertes no deben preocuparse sólo por su propio crecimiento, viviendo para agradarse a si mismos. Más bien, deben tratar de edificar a los débiles, para ayudarles a hacerse fuertes.
¿Cómo puede un cristiano fuerte mostrar interés por el crecimiento espiritual de otros cristianos?
Cristo es nuestro ejemplo (v. 3). Ni siguiera él intentó agradarse a si mismo. Cristo agradó a Dios a pesar de la horrible carga de los reproches de quienes eran enemigos de Dios, todo lo cual cayó sobre Cristo. Seguir a Cristo es tener como suprema motivación la meta de agradar a Dios.
Aprender a agradar a Dios requiere que nos sintonicemos al mensaje de su Palabra. La preocupación de Pablo era que los creyentes estuvieran de acuerdo aplicando las instrucciones de las Escrituras a su vida (v. 4). Cuando todos los creyentes sepan lo que es esta instrucción, entonces las cosas discutibles no causarán dificultades. Los corazones y las mentes arraigadas en la Palabra de Dios resistirán toda enseñanza falsa que aparezca dentro del cuerpo de creyentes. El versículo 5 nos recuerda que la unidad no se puede alcanzar en nuestra fuerza humana. Estamos naturalmente predispuestos al desacuerdo. Para que los creyentes tengan un "mismo sentir" se requiere un acto a nuestro favor de parte del "Dios de la paciencia y de la consolación". Con su ayuda, los cristianos pueden demostrar al mundo un mismo sentir que le traiga gloria a El. Esto es a través de nuestra confesión de la verdad del evangelio.
Puede haber muchas diferencias en el Cuerpo, sobre el comportamiento, sobre doctrinas insignificantes. Pero como dice el versículo 7, si Jesús ha aceptado a cada uno de nosotros, ¿cómo podemos dejar de aceptamos unos a otros?
IV. Aplicación
Este estudio ha considerado asuntos relacionados con los creyentes "fuertes" y "débiles". El principio fundamental detrás de lo que Pablo dijo en Romanos 14:1 a 15:7 es la unidad de la Iglesia. Los débiles y los fuertes estamos unidos en virtud de la fe justificadora que nos hace a todos un cuerpo en Cristo.
La tendencia de uno y otro grupo es esperar que el otro cambie. El énfasis de las Escrituras es que debemos aceptar a la otra persona tal como es y concentramos en la clase de actitudes y comportamientos que debemos tener para poder edificarnos unos a otros y así traer gloria a Dios.
El llamado a aceptar las diferencias de otros no es un llamado a aceptar su pecado. Hasta Pablo presentó ciertas reglas de conducta respecto al trato de otros creyentes en la iglesia que se llaman cristianos pero que insisten en vivir en pecado. Los demás miembros de la iglesia no debían juntarse con tales personas (1 Corintios 5:11).
Evidentemente, hay una necesidad de discernir las prácticas de otras personas. Al confiar en la dirección del Espíritu Santo en este asunto, podremos distinguir entre el cristiano verdadero con quien no estamos de acuerdo, y el hipócrita mundano a quien debemos evitar.

Solo Cristo me hace cristiano.

Soy cristiano porque un día encontré a Cristo. Mejor dicho: soy cristiano porque un día Cristo me salió al encuentro y me llamó. No sé cuando ocurrió. Si era de día o de noche, si estaba en la iglesia o en la calle, si todavía era un adolescente o fue en la juventud. El hecho es que Cristo se hizo presente en mi vida y, con todas mis faltas y errores, nunca me ha dejado. Mi fe nació en el seno de una familia cristiana, donde Cristo ocupaba siempre el primer lugar. Pero esto no fue el hecho determinante, sino el llamamiento de Jesús y el hecho de responder positivamente. ¿O nunca respondí? Quizás Jesús hizo la pregunta y dio la respuesta al mismo tiempo. Mi conversión fue un acto de su gracia. De esto estoy seguro y doy gracias.
Creo que esta experiencia personal es de validez general: el cristiano es la persona que ha tenido un encuentro personal con Cristo. El itinerario de la fe lo podemos formular de diferentes maneras, porque es un acto fuera de todo control y es difícil establecer un orden cronológico. Pero estoy convencido de que todo empieza en el momento en que Cristo se hace presente en la vida y nos llama, muy a menudo fuera de todo contexto religioso. Como Pedro, o Andrés, o el apóstol Pablo. Haciendo nuestro trabajo o yendo de viaje. Hay un momento, que a menudo se nos hace difícil de identificar, en el que sentimos el llamamiento de Cristo al seguimiento, o que nos encontramos con él en el camino y debemos dar una respuesta. Pablo se refiere a su momento de la conversión como “no fui rebelde a la visión celestial”, una visión que cambió totalmente su vida.
Encontrar a Jesús fue encontrar un amigo de siempre. Nunca fue un extraño en mi vida. Nunca lo es en la vida de nadie. Para creyentes y no creyentes igualmente, la voz de Cristo es la de un viejo conocido. Alguien que, por mucho tiempo, quizás desde siempre, ha estado presente en la vida. Despierta recuerdos y resonancias. Usa un lenguaje que me es familiar. Dice cosas que antes ya he escuchado. Su voz es del Pastor y la conozco y sé que dice la verdad, que no hay vuelta de hoja, que el camino que me señala es el camino, el que he de seguir.
Encontré a Cristo en el seno de la Iglesia y en la Biblia. Pero esto quizás no sea del todo cierto. En realidad, lo encontré primero, sin reconocerlo, en el fondo de mi ser. Y cuando oí su palabra y contacté con su vida y su mensaje, mi mente y mi corazón dijeron sí. Lo he encontrado. Como Andrés, que lo proclamó, lleno de gozo, a su hermano Simón y lo trajo a Jesús. Como Zaqueo, que se sintió de tal manera acusado que devolvió todo lo que había estafado, por El. Como Pablo en el camino de Damasco que, en Él, encontró sentido para su vida. Todos ellos lo reconocieron. Había estado presente en su corazón año tras año. Pablo lo identifica como el aguijón interior que lo hería y al que no quería escuchar. Y es que a Cristo, no sólo se le ha de conocer, sino reconocerlo. No es un nuevo huésped en la vida del mundo. Es la manifestación de Aquel que nunca nos ha dejado y nunca nos dejará. Recordemos su promesa. “estoy con vosotros siempre hasta el fin del mundo”.
Esta presencia ha sido constante. Junto a mi camino equivocado, ha habido siempre la intuición de una camino acertado. Cuando una inclinación interior me llevaba por los caminos del pecado, sentía una voz que me decía que no, que había otra posibilidad, otro camino. Junto a las razones de materialismo y el nihilismo, surgía un nuevo razonamiento que me hablaba de dirección, de encuentro, de sentido para la vida, y también de orden, y de paz, y de vida nueva y eterna. Todo esto encontró en Cristo respuesta, explicación y clarificación. En El reconocí al creador que, al hacerme, me creó para El y, en palabras de San Agustín, “sólo en El encontramos descanso”.
¿Por qué respondí positivamente al llamamiento de Cristo? Quizás habría de decir “porque Cristo dijo sí en mi lugar”; pero en la perspectiva del camino recorrido, creo que el elemento determinante que me ha mantenido en el camino de Cristo ha sido el sentimiento de plenitud, de haber encontrado el sentido profundo de la vida. Lo que el corazón me decía, me lo ha confirmado Cristo. Y todavía más. Se me ha manifestado en todo su amor y en El he encontrado al Amigo, mi amigo, que me lleva a amar y me invita a hacer, de cada persona, un amigo. He encontrado que la vida en Cristo es la verdadera vida. El camino a veces puede llegar a ser estrecho, puede haber problemas, pero es el camino que nos da sentimiento de realización plena aquí y ahora, y de esperanza de llegada al Hogar, nuestro hogar, que es el del Padre. Soy un hijo perdido, como el pródigo de la parábola, que ha reencontrado el camino a casa.

Enric Capó.

lunes, 8 de febrero de 2010

En busca de la verdad





Curso de ecumenismo
Tema 25
Miércoles 10 7.00 pm

jueves, 4 de febrero de 2010

Antes de ser enviados somos afirmados.

-Buenas tardes. ¿Qué les parece si compartimos la lectura dominical y hablamos de ella como si de algo personal se tratase?

- ¡Esta bien que hablan todos esta vez!. No los mismos de siempre.

-¿Alguien se ofrece para leer Lucas 5: 5-11?

- Yo misma. 5Simón le contestó: –Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, puesto que tú lo mandas, echaré las redes.
6 Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que las redes se rompían. 7 Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. 8 Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo:
–¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!
9 Porque Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. 10 También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón:
–No tengas miedo. Desde ahora vas a pescar hombres.
11 Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.

- Como herramienta introductoria solo haré algunas sugerencias: que el hecho ocurre en el lago de Genesaret. Y que a Jesús los discípulos lo tratan como Maestro, como alguien con autoridad para enseñar, según Lucas. Y que ciertamente, no sólo la razón ha movido a Simón a echar la red ante la instigación del carpintero. Siempre es mejor pescar de noche y, si no se ha pescado nada, peor aún e inútil será hacerlo de día. Pero Simón pone fe y confianza en Jesús. El resultado será sorprendente. ¿Tienen alguna idea Uds. el por qué Jesús hace este milagro?

- Yo creo que estaba queriendo motivar a los pescadores a que lo siguieran. Si el milagro los entusiasmaba entonces querrían seguir a Jesús. Y es que nosotros seguimos lo que nos impacta. Creemos lo que experimentamos.

- ¿Otra idea?

- Yo no veo esto tan claro. Lo veo más bien como un símbolo. La orden de echar las redes y la abundante pesca es la metáfora de lo que ocurrirá si hacemos la misión. Si salimos a dar las buenas noticias muchas personas se acercarán a nosotros.

- Si, pero, no podemos olvidarnos que el llamamiento a los pescadores es posterior a la abundancia de peces. Primero ocurre lo extraordinario y después se hace la invitación. Es como si para hacer algo necesitáramos ser confirmados antes. A mí me recuerda lo que ocurre en el Jordán con Juan el bautista; Antes de Jesús iniciar su ministerio público, antes de irse al desierto ocurre una cosa, Dios le dice que es el amado. O sea Jesús es confirmado antes de comenzar el camino.

- Eso esta bien, ¿pero el autor de este pasaje, Lucas, no es un poco universalista? ¿No lo ven Uds. así?

- ¿Universalista? ¿Perdonen mi ignorancia, pero que es eso?

- El universalismo, en su manera más clásica y simple, es la doctrina que postula la salvación universal. Actualmente se designa también como universalismo la creencia de que puede haber diversos caminos dadores de vida o vías de salvación en diferentes tradiciones y prácticas religiosas, técnicamente designada como pluralismo salvífico.

- Bueno, esta vez yo quiero decir algo también. A mí me llama la atención la frase: no tengas miedo, del versículo diez. La fórmula "no temas" o “no tengas miedo”, es la que se usa siempre en el Antiguo Testamento para las teofanías, y aquí Lucas también la usa.

- Yo quiero volver a lo de osa peces. Dice el texto que la pesca fue abundante, o sea, que habían mucho pescado. Yo he oído a predicadores traducir esto como que así será el resultado del trabajo evangélico. Y esto me hace preguntarme: ¿Lucas creía que todos los hombres iban a ser salvos?

- Yo no podría responder a eso con total certeza, pero fíjense la conexión que hace entre la pesca de peces y la pesca de hombres.

- ¿No se Uds. pero yo noto como que Pedro está ocupando un lugar muy central en esta historia. Es como si la sentencia: "... desde ahora vas a pescar hombres" pone en énfasis en la actividad misionera que Simón está llamado a realizar.

- Yo pienso parecido. Parece que Lucas y el futuro Pedro fueran muy amigos. La posición central de Simón en esta narración expresa el interés que Lucas tiene en él. Simón no estaba solo en el lago pescando, hay más gente; pero los otros no son llamados como es llamado Simón. Son mencionados muy oscuramente.

-¿Alguien desea decir alguna cosa más?

- Si, solo quería decir que al final del pasaje, en el versículo once se nos dice que los pescadores lo dejaron todo y le siguieron. Esto me ha hecho pensar en dos preguntas: Primero ¿Por qué cosa yo lo dejaría todo? Segundo. ¿Por quién yo lo dejaría todo?

-Gracias por tus preguntas. ¿Nos despedimos ahora?

- Pastor, ¿Por qué no nos dice una bendición?

-¿Una bendición?

- Si, ¿por qué no dice algo bueno de nosotros? ¿Acaso no hemos oído aquí y ahora que antes de hacernos al camino tenemos que ser confirmados? ¿Acaso antes de ser llamados no tenemos que ver a Dios?

- ¡Vale!. Inclinemos las cabezas.

Augusto G. Milián

martes, 2 de febrero de 2010

¿Por qué lloramos?

Mt.5:4

¿Por qué lloramos? Esta es una pregunta que podemos responder de dos maneras. La primera diciendo que por que las glándulas lacrimógenas segregan algo líquido que nos sale por los ojos. La segunda respuesta es porque sencillamente estamos emocionados.

La segunda bienaventuranza pronunciada por Jesús en el sermón de la montaña podría traducirse como felices los infelices. Pero esto se trata de una paradoja. ¿Cómo es posible que exista una aflicción que produzca una bendición? Por lo que hemos leído del contexto no podemos suponer que a los que se les promete el consuelo son a los que han perdido un ser querido. No, no se trata de ese tipo de pérdida. Aquí se habla de la perdida de la inocencia, de la justicia, del respeto propio. Cuando Jesús pronuncia esta bienaventuranza está pensando creo yo en los que lloran arrepentidos.

Si el domingo anterior les hablé sobre la bendición que contiene el ser pobre espiritual y reconocerlo, hoy quiero tratar el asunto de cuando nos lamentamos y lloramos por ello. Hablando en términos teológicos una cosa es confesar y otra arrepentirse.

Si alguien les dijo que la vida cristiana consistía en estar de fiesta en fiesta y tener todos los problemas resueltos, yo les digo que les han mentido y les invitaría a que exigieran que les devolvieran el dinero. Algunas teologías contemporáneas invitan a estar celebrando siempre y mantener una sonrisa perpetua. Pero esto no es bíblico. En realidad estoy más cercano a los cristianos que lloran que a los que ríen constantemente.

Jesús lloró por los pecados de los demás. Por el juicio que recibiríamos, por la muerte que nos toca un día a la puerta. Pero nosotros no lloramos por estas cosas. Lloramos por otras.

Si leemos los salmos con detenimiento nos daremos cuenta de cuanto lloraban los antiguos creyentes por sus pecados y condición espiritual. Incluso en la carta a los Romanos casi escuchamos a Pablo gemir: miserable hombre de mí, ¿quién me quitará este cuerpo de muerte?. Pero nosotros cristianos de tradición reformada y con el san benito de evangélicos le damos mucha mas importancia a la gracia y le damos poco valor al pecado. Nuestros pecados no nos duelen tanto como para hacernos llorar. Nos duelen más los que nos hacen los demás.

Los que lloran por sí mismos, los que se lamentan de su propia maldad dice la Biblia que serán consolados por el único consuelo que puede aliviarles: el perdón de Dios. Y consolar es uno de los atributos del Mesías según la tradición judía. Es Cristo y no la Cruz Roja quien derramará aceite sobre nuestras heridas. Es Cristo y no las Naciones Unidas quien nos ofrecerá la paz a nuestras conciencias laceradas y llenas de cicatrices. Pero eso no será ahora, eso ocurrirá en algún momento de los días que están por venir. Ahora, aquí, lloramos porque sufrimos y porque la muerte nos golpea y se lleva a la gente que amamos.

¿Por qué lloras tú? ¿Secará Dios tus lágrimas?

Augusto G. Milián

Estudio bíblico ecuménico

















Lucas 2.
Jueves 18 de Febrero, 7.30 pm
Monasterio de la Resurrección
c/ Don Teobaldo, 3

Fiesta del Ágape


Celebración de pan con miel.

Domingo 14 de febrero a las 11.00 h

Soportando el dolor.

Taller de Oración
Tema 12.

I. Introducción.

No importa quienes somos. No importa cómo nos sentimos o lo que estamos pasando, es en medio de nuestra realidad que Dios puede usarnos para demostrar su amor y cuidado con otras personas.

Llega un día a nuestra vida que podremos mostrarnos agradecidos porque las personas que amamos y hemos perdido pudimos decirles adiós. Algunos de nosotros pudimos estar semanas a su lado para acostumbrarnos a la realidad de que se moría y para expresarles nuestro amor.

Siempre tendremos una oportunidad para llorar y de consolarnos juntos.

II. Sólo se nos da lo que podemos soportar.
El sufrimiento no está limitado a aquellos quienes son malos. Alguna gente piensa que únicamente la gente mala es la que sufre. Si la gente es justa y correcta, Dios está en el otro lado y eliminará todos sus sufrimientos. Esto indica que, si una persona está sufriendo, debe ser a causa de que ha cometido algún pecado del cual necesita arrepentirse. Esta era la teoría de los amigos de Job [Job 4:7-9], y refutando esta idea es una parte principal del tema del libro. Esta misma falsa doctrina es enseñada por muchos quienes llevan al pueblo a creer que Dios seguramente eliminará todos sus problemas si ellos están justamente con El.
Pero hemos aprendido que aún la gente justa sufre. Esto es importante por las siguientes razones:
a) No deberíamos pensar que hemos sido culpables de pecado cada vez que tenemos un problema. Deberíamos examinar nuestras vidas porque podria ser que estamos sufriendo a causa del pecado. Pero deberíamos también pensar que posiblemente estamos sufriendo por otras razones, a pesar de que somos justos. Nunca deberíamos rechazar un curso de conducta lo cual enseña la Biblia exactamente porque podríamos sufrir cuando no lo obedecemos.
b) No deberíamos creer que con practicar el cristianismo se resolverán todos nuestros problemas. Si esto es nuestro motivo y razón, podríamos también caer de nuevo cuando vengan las dificultades y las privaciones.
c) Deberíamos pensar en que el sufrimiento es una parte de la vida cristiana. Se nos ha mandado a continuar en nuestra fe y fielmente exactamente como también se nos ha mandado a estudiar la Biblia, a orar, a adorar, etc. Deberíamos suponer que esto ha de venir, por lo que nuestra fe no debería sufrir ningún tipo de desequilibrio cuando vengan los problemas. Deberíamos pensar en que los cristianos fieles de todas las épocas han sufrido, por lo tanto nosotros no somos los únicos que tenemos problemas.
IV. Un problema de sensibilidad a fin de cuentas.

No tenemos que ir a la China o a África a consolar a las personas. A veces las personas que requieren nuestro cuidado están muy cerca de nosotros. Y aunque el proceso de dolor es algo personal se pueden compartir palabras y gestos.

Sólo si hemos podido elaborar los duelos propios (todos hemos tenido pérdidas) y hemos aceptado nuestras carencias (a todos nos falta algo) y debilidades, podemos acompañar al que atraviesa un duelo. Si hemos elaborado nuestras dificultades internas, no nos dará miedo escuchar el dolor ajeno, no trataremos de obturar con nuestras palabras lo que tiene que decir sobre lo que siente, no taparemos con nuestras desgracias lo que le ocurre. En esos momentos, su dolor es el protagonista y necesita ser expresado.

Las personas muy narcisistas, de las que se suele decir que quieren ser el muerto en el entierro, no saben acompañar a una persona en duelo, porque no pueden dejar nunca el protagonismo ni cuando el otro sufre. La mejor ayuda que podemos dar es escuchar su dolor: emociones como la tristeza, la soledad o la culpa por sentir que no se ha hecho lo suficiente buscan las palabras para expresarse y descargar el dolor.

Al intentar tranquilizar a alguien diciéndole que lo ha hecho todo bien, sin dejar que exprese la culpa que siente, obturamos su dolor. Siempre hay algo de culpa ante la muerte de otro, aunque no seamos conscientes de ello. Es la respuesta a la rabia que tenemos ante el abandono. Nos sentimos desvalidos y solos, por ello es importante tener compañía en ese momento.

Las personas que ayudan son las que no niegan sus conflictos, soportan las carencias y tienen capacidad para aguantar las frustraciones. Nos acostumbramos a vivir como si no fuéramos mortales y sólo en estas ocasiones nos percatamos de nuestra fragilidad. Quienes mejor toleran su fragilidad son más fuertes en las ocasiones difíciles.

La susceptibilidad.

A lo largo de mi vida he observado que las personas susceptibles sufren innecesariamente, cargando agravios, amplificando reveses y desafiando amistades y relaciones que no tienen el objetivo específico de dañarlas, ofenderlas o despreciarlas.

La etimología de susceptible es interesante. El vocablo proviene del latín suscipere, que significa “recibir”, “aceptar”, “admitir”, y de la expresión susum, que se traduce “hacia arriba”. Pudiéramos, pues, afirmar que susceptible es la persona que toma las cosas demasiado en serio, adjudicándoles una dimensión que no suelen tener.

Hay otra acepción de susceptible menos dramática. Se aplica a lo que acepta cambio o transformación, a lo que es factible de alteraciones. Quizás, y en esto usamos más la imaginación que lo real, tal acepción puede aplicarse a la persona, que por ser susceptible, se deja cambiar o alterar por el proceder de otros. El Diccionario Etimológico de Ciencias Médicas de Editoriales Salvat define susceptibilidad como “propiedad o disposición natural o adquirida para recibir modificaciones o impresiones”.

He conocido a personas susceptibles que han convertido sus vidas en una constante infelicidad. Creo que todos pudiéramos aportar ejemplos que coincidan con nuestra propia percepción. Sin embargo, dada la imposibilidad de convertir este modesto trabajo en un estudio de casos, voy a mencionar sencillamente a dos personas, de las que, por supuesto, el nombre verdadero es innecesario mencionar.

Recuerdo a Luis, compañero de las aulas del Seminario, a quien todo adjetivo descalificativo le caía encima como una pedrada. Si se hablaba de envidia, era él el envidioso y si se hablaba de vagancia, el vago era él. No nos anticipemos a pensar que sufría de un complejo de inferioridad, porque ese no era el problema. Tan complicada era la personalidad de Luis que le sugirieron que se consultara con un siquiatra. Después de varias sesiones quizás mejoró un poco, pero no totalmente. Un día, en medio de una animada conversación, un joven médico con el que yo coincidía en mi iglesia y que fuimos compañeros de bachillerato, me dijo algo que nunca olvidé: “nosotros no somos botellas para que nos pongan etiquetas”. Tenía en sus manos una botella de Coca Cola llena de agua y comentó, “Fíjate, la etiqueta sigue anunciando Coca Cola, pero dentro de la botella lo que hay es agua”. Después de una pausa, añadió: “recuerda que tú no eres botella para que te pongan etiquetas”.

Le fui con el recado a Luis y lo mejoré con un ejemplo. Coloqué sobre una mesa un libro, una libreta y un lápiz. Tomé en mis manos la libreta y le dije que era una manzana. Por supuesto, se echó a reír. Tomé después el libro, diciéndole que era un melón, y al lápiz lo nombré como un alfiler. “Luis, fíjate, -le dije-, el que yo haya llamado manzana a la libreta, melón al libro y alfiler al lápiz, no los ha cambiado en nada. Cada cosa sigue siendo lo que es. Tú eres quien eres, no lo que la gente diga que eres. Si hablan mal de ti, lo que digan no tiene porqué molestarte o preocuparte Y si hablan bien, tú eres bueno no porque lo digan, sino porque lo eres”.

No voy a ser tan vanidoso como para decir que totalmente curé a Luis de su susceptibilidad; pero andando los años nos encontramos en Louisville, Kentucky, donde él trabaja en una oficina administrativa de la denominación, y enseñándome un libro, me dijo, en medio de una estruendosa carcajada: “éste es el mejor melón que he leído en mucho tiempo”..

Susana era una alumna del colegio que siempre repetía este estribillo: “la tienen cogida conmigo” Eso incluía a la maestra, a los compañeros, a los empleados de la cafetería y a los encargados del transporte. Una tarde, le pedí a Susana que me ayudara a hacer una lista .en la que yo había previamente escrito los nombres de las personas que supuestamente “la tenían cogida” con ella. Al final de cada nombre había espacio para hacer anotaciones.

Sentada frente a mi escritorio, la dejé pensativa mientras yo disimulaba estar atendiendo otros asuntos. Quizás unos veinte minutos después, me volteé hacia ella y le dije “Susana, bien, vamos a trabajar con tu lista”. Me confesó que no había escrito nada, porque descubrió que todo se trataba de ideas suyas. Quedamos en que cuando ella creyera que alguien o algo había sido hecho o dicho con el propósito de molestara, que viniera a verme para arreglar el problema. Susana no volvió, a no ser para decirme, un par de semanas después, que se había quitado tremenda carga de encima. Tomé sus manos entre las mías, dimos gracias a Dios, y sellamos el triunfo con un lindo abrazo. Susana tendría en aquellos días unos catorce años. Hoy día es ejecutiva de un importante banco.

En efecto, la susceptibilidad, de acuerdo con su raíz etimológica es una condición del carácter humano que puede ser modificada,. Dios me ha permitido trabajar con decenas de personas susceptibles. En mis primeros años de adolescencia yo padecí de ese mal; pero lo fui dejando en las manos de mi Señor, hasta que me liberó totalmente del mismo. Desde esos días trato de explicármelo todo: la descortesía, la frase incorrecta, la indiferencia, la deslealtad y hasta la infidelidad. Trato de entender las circunstancias que inclinan a ciertas personas a actuar de una forma que me incomoda. Y asunto resuelto.
Voy a permitirme, para terminar este sencillo trabajo, compartir con mis amigos lectores tres simples consejos sobre la susceptibilidad. Primero voy a acudir al Apóstol Pablo, citando éstas, sus palabras: “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de ustedes que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”. Cada uno de nosotros es hechura de Dios y de El provienen todos nuestros dones. Nada de lo que me digan o me hagan, puede alterar mi identidad. Soy criatura de Dios, y quedo exento de la influencia negativa que otros pretendan ejercer contra mí.

Lo segundo es bien simple: “no paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos”. Estas palabras son también del Apóstol Pablo. Y son oportunas, porque las personas susceptibles no sienten simpatía por aquellos a quienes consideran culpables de sus afanes. Es más, a menudo, aunque no las lleven a cabo, urden amenazas llenas de resentimiento. El que ama a su prójimo, merezca o no nuestro amor, está por encima de las situaciones áridas de la vida.

Hay un consejo de Jesús que quiero convertirlo en el tercero de mi lista: “no juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. Pues Dios los juzgará s ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros, y con la misma medida con que medís, os será medido”. La persona susceptible piensa mal de los demás, juzga alteradamente sus palabras y acciones, y hasta cataloga sus intenciones con actitud de prejuicio. Cuando aprendamos a no emitir juicio sobre otros, nos libraremos de la carga innecesaria de llevar sobre nuestras espaldas males que podemos fácilmente evadir.

Usted no tiene porqué sufrir de susceptibilidad. Esa es una enfermedad voluntaria que se alimenta de su peligrosa actitud de inseguridad. Acéptese como es, sépase más allá de los dardos con los que quieran herirlo, y viva libre de agravios y tristezas. Voy a concluir con un consejo adicional, también del Apóstol Pablo: “y ahora, hermanos, busquen sus fuerzas en el Señor, en su poder irresistible. Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo”.

Joan Medrano
Barcelona.