martes, 24 de noviembre de 2009

Somos los elegidos por Dios.

Mc. 13. 24-32

Querida iglesia:

Una de las doctrinas que distinguen nuestra fe como reformados es la de la elección incondicional. Y lo que viene a decir esta doctrina es que Dios escoge, desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-8) a aquellos que de los cuales Dios le place, a fin de traerlos al conocimiento de sí mismo. Y esto no está basado en ningún mérito de los elegidos.
Pero hay una tensión en las Sagradas Escrituras entre la soberanía de Dios en la salvación y la responsabilidad del hombre para creer, la cual esta doctrina no trata de resolver. Ambas son verdad, el negar la responsabilidad del hombre es afirmar un híper-calvinismo (no bíblico); y el negar la soberanía de Dios es afirmar un arminianismo, el cual tampoco es bíblico.
Yo espero que la palabra elegido pueda significar algo para Uds. pero quiero compartir algunas impresiones en esta mañana al respecto.

Cuando sabes que has sido elegido, comienzas a ser consciente de que eres una persona especial. Alguien se ha fijado en ti y ha expresado el deseo de conocerte. De amarte. Mirando así el asunto entonces puedo decirles que Uds. han sido vistos por Dios desde la eternidad. Y Dios les ha encontrado especiales. Desde antes que comenzarán a caminar, desde antes que fueran sostenidos por los brazos de vuestros padres, ya Dios les había acariciado.

Pero esto nos hace enfrentarnos a un misterio de categoría espiritual. Ser elegido no significa que las demás personas son rechazadas. Ya se que vivimos en un mundo muy competitivo. Un mundo donde los elegidos son tratados de manera especial, se publican revistas dedicadas a ellos, salen en la televisión y hacen publicidad de artículos de consumo.

Pero ser elegido por Dios es algo radicalmente diferente. Es todo lo contrario a lo que mencioné con anterioridad. En vez de excluir a los demás, los incluye. En vez de rechazarlos como personas no valiosas, los acepta tal como son.

No podemos darnos permiso a renunciar al uso de la palabra elegidos. Debemos mantenernos firmes en saber que hemos sido elegidos por Dios, y es que si perdemos de vista esta condición podemos caer en el autodesprecio.

Cuando alguna que otra vez hecho una mirada en mi interior o en la de mis amigos y familiares oigo algunas voces que nos dicen: No eres nada especial, eres como los demás. Estas voces a veces son muy poderosas, especialmente en estos tiempos sin esperanzas y fríos. Es precisamente en medio de estas realidades que nos preguntamos: ¿Realmente alguien me quiere? Y a pesar de que el mundo no nos haya escogido tenemos que atrevernos a afirmar que somos los elegidos de Dios. A pesar de que nuestras familias, amigas o hermanos en la fe quieran darnos o no importancia, tenemos que atrevernos a creer que hemos sido elegidos. Y es que mucho antes de que alguna persona nos hablara en este mundo, Dios se dirigió a nosotros con una voz de amor.

Uds. me preguntarán: ¿Cómo puedo creerme que he sido elegido si cada día soy rechazado? Yo creo que tenemos algunos medios a nuestro alcance para encontrar respuestas.

Primeramente hemos de saber que nuestro mundo es muy manipulador. Sobre quienes somos se nos dice mucha mentira. Se nos dice, por ejemplo, que si somos guapos, tendremos éxito. Se nos dice que si somos delgados, seremos elegantes. Se nos dice que si tenemos tal coche, podremos ir más rápido. Pero esto no es verdad. Fuimos elegidos por Dios.

En segundo lugar tenemos que rodearnos de personas y de lugares donde se nos recuerde nuestra identidad como elegidos de Dios. Nuestra iglesia no es un club donde venimos a pasarlo bien. Es más bien el sitio donde personas como tú y como yo nos encontramos. Y somos personas rotas como los demás seres humanos.

Y la tercera cosa que podrías hacer es celebrar tu condición de elegido cada día. Y eso significa dar gracias a Dios. Ser agradecidos es el camino que te llevará a la convicción más profunda de que Dios te ha elegido.

Yo sé que algunos días no son fáciles. Yo sé que nos gusta quejarnos. Yo sé que hay días que añoramos a nuestros seres queridos que ya no están o al lugar donde nacimos. Yo sé que hay días en que somos rechazados. Yo sé que hay días que queremos vengarnos. Pero cuando pasen estos días podremos ver la luz de Dios a nuestro alrededor. Y veremos que somos los hijos y las hijas de Dios.

Si quieren saber algo personal de mí les puedo decir que me siento muy a gusto con Uds. Con cada uno de Uds. Y es que sé que me aprecian por lo que soy y no, por lo que puedas darle solamente. Pero también sé que Uds. se sienten contentos cuando les visito en vuestras cosas. Cuando les tomo de la mano para orar. Cuando cada domingo nos despedimos como una familia. Nuestras vidas son únicas. Cada uno de nosotros tiene algo importante que decir y aportar.

Sentirnos acogidos es la base para sentirnos amados. Y esto nos lo tenemos que creer para poder vivir esta vida. Nadie puede vivir nuestra vida por nosotros. Solo cuando entendamos que hemos sido elegidos podremos ver cómo somos bendecidos.

En el nombre de Jesús. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario