martes, 24 de noviembre de 2009

Del otro lado del velo.

Taller de Oración
Tema 6.

I. Introducción

¿Hay vida después de la muerte? La existencia de la vida después de la muerte es una pregunta universalmente hecha por la humanidad. Job habló por todos nosotros cuando preguntó, “El hombre nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece...si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” (Job 14:1-2, 14).

Como Job, casi todos nosotros hemos sido desafiados por esta pregunta. ¿Qué exactamente nos sucede después de morir? ¿Dejamos de existir simplemente? ¿Es la vida una puerta giratoria de la que se sale y se regresa a la tierra a fin de alcanzar la grandeza personal? ¿Van todos al mismo lugar, o vamos a diferentes lugares? ¿Hay realmente un cielo y un infierno?

II. ¿Qué nos dice la Biblia?

La Biblia nos dice que no solamente hay vida después de la muerte, sino que hay una vida eterna tan gloriosa que “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9). Jesucristo, Dios encarnado, vino a la tierra para darnos este don de la vida eterna. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

Jesús asumió el castigo que cada uno de nosotros merecemos, y sacrificó su vida misma. Tres días más tarde, Él se mostró victorioso sobre la muerte al levantarse de la tumba. Permaneció sobre la tierra por cuarenta días y fue visto por miles de personas antes de ascender al cielo. Romanos 4:25 dice, “El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”

La resurrección de Cristo fue un evento bien documentado. El Apóstol Pablo desafió a la gente a cuestionar a los testigos oculares de la validez de la resurrección, y nadie fue capaz de impugnar esta verdad. La resurrección es la piedra angular de la fe Cristiana; porque Cristo resucitó de la muerte, podemos tener fe de que también seremos resucitados.

III. Nuestro destino.
Aunque eventualmente todos resucitaremos, no todos irán al cielo. En esta vida, cada persona debe tomar una decisión, y esto determinará su destino eterno. La Biblia dice que está establecido para nosotros morir una sola vez, y después de eso viene el juicio (Hebreos 9:27). Aquellos que han sido hechos justos por la fe en Cristo irán a la vida eterna en el cielo, pero los que rechazan a Cristo como su Salvador serán enviados al castigo eterno del infierno (Mateo 25:46).

IV. El problema de la libertad.

Dios no quiere la muerte del impío, sino que se vuelva de su camino malvado para que viva (Ezequiel 33:11). Pero Él no va a forzarnos a la sumisión. Si escogemos rechazarlo, Él acepta nuestra decisión de vivir apartados de Él eternamente. La vida sobre la tierra es una etapa – una preparación para lo que ha de venir.

Entonces, ¿cómo podemos recibir la vida eterna y evitar una eternidad en el lago de fuego? Hay solamente una manera – a través de la fe y confianza en Jesucristo. Jesús dijo, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente…” (Juan 11: 25-26).

V. ¿Cómo es el cielo?

El cielo es una de las opciones que el ser humano tiene para la otra vida. En realidad es la opción para la cual fuimos creados, pues Dios desea comunicarnos Su completa y perfecta felicidad, que además es eterna - es decir, para siempre- llevándonos al Cielo, la patria hacia la cual caminamos, nuestro verdadero hogar, el sitio de la felicidad perfecta y total.

Así es el cielo: indescriptible, inimaginable, insondable, inexplicable, para el ser humano, pues somos limitados para comprender y describir lo ilimitado de Dios y el cielo es básicamente la presencia de Dios en forma clara, "le veremos tal cual El es" (1 Jn. 3,2).

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