viernes, 23 de enero de 2015

No tengo con que sacar agua y el pozo es hondo

Juan 4: 7-15

Jesús necesitaba ayuda. Después de un largo camino, la fatiga se hace sentir.
Extenuado y al calor del mediodía siente hambre y sed (Jn 4, 6). Para complicar
más las cosas, Jesús es un forastero; es él el que no está en su tierra y el
pozo pertenece al pueblo de la mujer. Jesús tiene sed y, como señala la mujer
samaritana, no tiene con qué sacar el agua del pozo. Necesita agua, necesita
su ayuda: ¡todos necesitamos ayuda!
Muchos cristianos piensan que solo ellos tienen las respuestas y que no necesitan
ayuda de los demás. Perdemos mucho si mantenemos esta postura. Ninguno
de nosotros puede alcanzar la profundidad del pozo de lo divino aunque
la fe nos exige profundizar cada vez más en él. No podemos hacer esto aisladamente.
Necesitamos la ayuda de nuestras hermanas y de nuestros hermanos
cristianos. Solo así podemos alcanzar la profundidad del misterio de Dios.
Un dato común de nuestra fe, más allá de la Iglesia a la que pertenecemos, es
que Dios es un misterio que trasciende nuestra comprensión. La búsqueda de
la unidad de los cristianos nos hace reconocer que ninguna comunidad tiene
todos los medios para alcanzar las profundas aguas de la divinidad. Necesitamos
agua, necesitamos ayuda: ¡todos necesitan ayuda! Cuanto más crezcamos
en la unidad, cuanto más compartamos nuestros cántaros y unamos los
extremos de nuestras cuerdas, más ahondaremos en el pozo de la divinidad.
Las tradiciones indígenas brasileñas nos enseñan a aprender de la sabiduría de
los mayores y, al mismo tiempo, de la curiosidad y la inocencia de los niños.
Cuando estamos preparados para aceptar que nos necesitamos unos a otros,
nos volvemos como niños, dispuestos a aprender. Y es este el modo como el 39
Reino de Dios se abre para nosotros (Mateo 18, 3). Tenemos que hacer lo que
hizo Jesús. Tenemos que tomar la iniciativa de entrar en tierra extranjera y
volvernos un forastero y cultivar el deseo de aprender de lo que es diferente.

Preguntas
1. ¿Te acuerdas de alguna ocasión en la que tu iglesia ayudó a otra o fue
ayudada por otra iglesia?
2. ¿Existen reservas por parte de tu iglesia a la hora de aceptar la ayuda ofrecida
por otra iglesia? ¿Cómo se pueden superar estas reservas?

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