jueves, 22 de enero de 2015

Dejar el cántaro.

Juan 4: 25-28

El encuentro entre Jesús y la mujer samaritana muestra que el diálogo con el
que es diferente, con el extranjero, el desconocido, pueda dar vida. Si la mujer
hubiese seguido las normas de su cultura se hubiera ido cuando vio a Jesús
acercarse al pozo. Ese día, por alguna razón, no siguió las normas establecidas.
Tanto ella como Jesús rompieron con el patrón de conducta establecido.
A través de este «romper moldes» nos muestran una vez más que es posible
construir nuevas relaciones.
Mientras Jesús lleva a término los planes del Padre, la mujer samaritana, por
su parte, deja el cántaro de agua, significando que ella ya podía ir más allá,
que no estaba limitada al papel que le había impuesto su sociedad. Es la primera
persona en el evangelio de Juan que proclama a Jesús como el mesías.
«Romper moldes» es una exigencia para aquellos que quieren hacerse más
fuertes y sabios en su fe.
Que la mujer samaritana dejara su cántaro indica que ha encontrado un don
mejor, un bien mayor que el agua que vino a buscar, y un lugar mejor en el
que estar en su comunidad. Reconoce el don mayor que el judío extranjero,
Jesús, le está ofreciendo.
Es difícil para nosotros encontrar valor, reconocer como un bien o también
como algo sagrado lo que pertenece a otro. Sin embargo, reconocer el don
que pertenece a otro como algo bueno y sagrado es un paso necesario hacia la
unidad visible que buscamos.

Preguntas
1. Encontrarnos con Jesús exige que dejemos atrás nuestros cántaros, ¿cuá-
les son para nosotros esos cántaros?
2. ¿Cuáles son los obstáculos mayores que nos impiden hacerlo?

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