sábado, 24 de enero de 2015

Manantial interior

Juan 4: 14

El diálogo que empieza con Jesús pidiendo agua se convierte en un diálogo en el que Jesús promete agua. Más adelante, en este mismo evangelio, Jesús pedirá de nuevo agua. «Tengo sed», dirá desde la cruz, y desde la cruz Jesús se convierte en el manantial de agua prometido que brota de su costado abierto. Recibimos esta agua, esta vida de Jesús, en el bautismo, y se convierte en un agua, en una vida, que surge de dentro de nosotros para ser dada y compartida con los demás.
Este es el testimonio de una mujer brasileña que ha bebido de esta agua y en quien esta agua se convierte en un manantial: La hermana Romi, una enfermera de Campo Grande, era pastora de la tradición pentecostal. Un domingo por la noche, sola en una choza, una niña indígena dio a luz a un niño. Se la encontró echada en el suelo perdiendo sangre. La hermana Romi la llevó al hospital. Allí le hicieron preguntas: ¿dónde estaba la familia de Semei? La encontraron pero no quería saber nada de ella. Semei y su hijo no tenían ninguna casa a la que ir. La hermana Romi los llevó a su propia casa, un hogar humilde. No conocía a Semei y hay fuertes prejuicios hacia los indígenas en Campo Grande. Semei continuaba teniendo problemas de salud, pero la generosidad de la hermana Romi atrajo más generosidad de sus vecinos.
Otra madre de pocos días, una católica de nombre Verónica, amamantó al hijo de Semei al no poder ella. Semei le dio a su hijo el nombre de Lucas Natanaél y con el tiempo pudieron irse de la ciudad a una granja, pero no se olvidó de la bondad de la hermana Romi y de sus vecinos. El agua que da Jesús, el agua que recibió la hermana Romi en el bautismo, se convirtió en ella en un manantial de agua y un ofrecimiento de vida para 41 Semei y su hijo. Estimulados por su ejemplo, esta misma agua bautismal se convirtió en un manantial, en una fuente, en la vida de los vecinos de Romi.
El agua del bautismo capaz de dar vida se convierte en un testimonio ecuménico del amor cristiano en acción, una pregustación de la vida eterna que Jesús promete. Gestos concretos como estos realizados por gente sencilla son los que necesitamos para crecer en la comunión. Dan testimonio del evangelio y de la importancia de las relaciones ecuménicas.

Preguntas
1. ¿Cómo interpretas las palabras de Jesús de que a través de él nos podemos convertir en «un manantial capaz de dar vida eterna» (Jn 4, 14)?
2. ¿Dónde ves a personas cristianas que son manantiales de agua viva para ti y para los demás?
3. ¿Cuáles son las situaciones de vida pública en las que las iglesias deberían hablar con una sola voz para ser manantiales de agua viva?

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