Juan 4: 14
El diálogo que empieza con Jesús pidiendo agua se convierte en un diálogo
en el que Jesús promete agua. Más adelante, en este mismo evangelio, Jesús
pedirá de nuevo agua. «Tengo sed», dirá desde la cruz, y desde la cruz Jesús se
convierte en el manantial de agua prometido que brota de su costado abierto.
Recibimos esta agua, esta vida de Jesús, en el bautismo, y se convierte en un
agua, en una vida, que surge de dentro de nosotros para ser dada y compartida
con los demás.
Este es el testimonio de una mujer brasileña que ha bebido de esta agua y en
quien esta agua se convierte en un manantial:
La hermana Romi, una enfermera de Campo Grande, era pastora de la tradición
pentecostal. Un domingo por la noche, sola en una choza, una niña
indígena dio a luz a un niño. Se la encontró echada en el suelo perdiendo
sangre. La hermana Romi la llevó al hospital. Allí le hicieron preguntas: ¿dónde
estaba la familia de Semei? La encontraron pero no quería saber nada de
ella. Semei y su hijo no tenían ninguna casa a la que ir. La hermana Romi los
llevó a su propia casa, un hogar humilde. No conocía a Semei y hay fuertes
prejuicios hacia los indígenas en Campo Grande. Semei continuaba teniendo
problemas de salud, pero la generosidad de la hermana Romi atrajo más generosidad
de sus vecinos.
Otra madre de pocos días, una católica de nombre
Verónica, amamantó al hijo de Semei al no poder ella. Semei le dio a su hijo
el nombre de Lucas Natanaél y con el tiempo pudieron irse de la ciudad a una
granja, pero no se olvidó de la bondad de la hermana Romi y de sus vecinos.
El agua que da Jesús, el agua que recibió la hermana Romi en el bautismo,
se convirtió en ella en un manantial de agua y un ofrecimiento de vida para 41
Semei y su hijo. Estimulados por su ejemplo, esta misma agua bautismal se
convirtió en un manantial, en una fuente, en la vida de los vecinos de Romi.
El agua del bautismo capaz de dar vida se convierte en un testimonio ecuménico
del amor cristiano en acción, una pregustación de la vida eterna que
Jesús promete.
Gestos concretos como estos realizados por gente sencilla son los que necesitamos
para crecer en la comunión. Dan testimonio del evangelio y de la
importancia de las relaciones ecuménicas.
Preguntas
1. ¿Cómo interpretas las palabras de Jesús de que a través de él nos podemos
convertir en «un manantial capaz de dar vida eterna» (Jn 4, 14)?
2. ¿Dónde ves a personas cristianas que son manantiales de agua viva para
ti y para los demás?
3. ¿Cuáles son las situaciones de vida pública en las que las iglesias deberían
hablar con una sola voz para ser manantiales de agua viva?
No hay comentarios:
Publicar un comentario