martes, 8 de febrero de 2011

José o la aceptación de la vida

Tema 3
Taller El Antiguo Testamento y el arte de la resiliencia.

I. Introducción.

Las personas resilientes aceptan las desgracias, la decepción y las contrariedades y saben que ellas forman tanto parte de la vida como las alegrías, la fidelidad y las bendiciones. No podemos evitar las circunstancias desagradables de nuestra vida como tampoco podemos evitar los momentos de felicidad. A esta actitud generalmente la llamamos aceptación.

Pero la aceptación no es resignarse a todo lo que nos ocurre de manera fatalista. Aceptación significa abrirse a la realidad paso a paso, con el objetivo de comprenderla y aceptarla. La aceptación incluye un ejercicio de reflexión.

Algunas personas tienen graves problemas para aceptar la realidad, el carácter de la persona con la que conviven, su situación personal o la familia que tienen, así que se sumergen en una situación emocional de inseguridad. Ante esta no aceptación acuden a mecanismos de atención o de rechazo. O desarrollan enfermedades psicosomáticas que los hagan aparecer como víctimas u optan por la confrontación y el rechazo total. ¿Eres tú una persona que práctica la aceptación?

II. La vida de José. (Gn.37-50)

José es el undécimo hijo de los doce hijos de Jacob. Su madre Raquel era la mujer amada por Jacob, por esta razón era el más querido por su padre lo que produjo la envidia de sus hermanos. Por ser el favorito y quien quería Jacob que fuese su sucesor, le elaboró una túnica de colores que lo distinguía, lo que enfureció aún más a sus hermanos, que buscaban la ocasión para vengarse. Un día sus hermanos llevaron a sus animales a pastar en un lugar lejano a sus tiendas. Al pasar el tiempo y ver que no regresaban, Jacob envió a José a buscarlos y ver que se encontrasen bien. Sus hermanos, al ver desde lejos que venía José, planearon matarlo. Rubén, el mayor, intentó convencerlos de que no era buena idea. Cuando llegó lo tiraron a un pozo de agua vacío y lo tuvieron atrapado hasta decidir qué hacer con él. Al otro día pasó por esos lugares una caravana de mercaderes que se dirigían a Egipto y sus hermanos lo vendieron como esclavo.

Allí fue vendido y llevado a la casa de funcionario del gobierno. Éste, al ver que José sabía leer y manejaba los números le confió la administración de su casa y se convirtió en la mano derecha del dueño, Potifar. Con el trabajo de esclavo José se convirtió en un joven fornido, y la esposa de Potifar, que se quedaba en la casa cuando este salía, se fijó en él e intentó seducirle. Un día llamó a José a su habitación y trató de tener relaciones con él, pero él se resistió salió de la habitación dejando en las manos de la señora su manto. Al no lograr su objetivo, y sabiendo que José podría denunciar su adulterio, la esposa de Potifar lo acusó de intentar aprovecharse de ella, mostrando su manto como prueba. Potifar dudó de esto, pues conocía a José y sabía que era incapaz de ello, pero por otro lado su esposa insistía en que lo matase, así que Potifar decide enviar a José a la cárcel.

III. Aceptar lo que no puede cambiarse.

Cuando no podemos cambiar las cosas, es necesario aceptarlas. Una actitud sabia de nuestra parte es aprender a distinguir lo que podemos cambiar en nuestro mundo y lo que no. La actitud de los demás, las palabras que nos dicen, sus reacciones no es nuestra responsabilidad ni están sujetos a nuestro control. Cada uno de nosotros es responsable de su actuar y pensar en dependencia de nuestro marco situacional.

¿Cómo reaccionas antes una determina situación que no puedes controlar? ¿Cómo te sientes cuando no eres el que lleva la batuta? ¿Cómo respondes cuando otras personas no responden a tus expectativas?

Vivimos en tres ámbitos:

1º En nuestro reino: la ropa, los muebles, los amigos, la ideología, etc.
2º Influenciamos en los demás reinos: cuando hacemos una invitación, cuando conversamos, etc.
3º No somos referentes para los demás reinos: No ejercemos influencia ninguna sobre los demás. No podemos cambiar nuestro pasado. Ej. Don Quijote.

Cuando no tenemos claro este esquema podemos acabar los días cansados y destruidos emocionalmente. Pero el proceso de aceptación me puede liberar de esta pesada carga. La aceptación me hace posible la reconciliación.

IV. ¿Puedo aprender algo de José?

Solo cuando leemos toda la narración de José podemos sacar una moraleja. Tener aceptación no es ser flemático hasta las últimas consecuencias. La aceptación es la suma de la experiencia y la confianza en que todos los acontecimientos que nos ocurren contienen también aspectos positivos y pueden conllevar a consecuencias provechosas.

Las personas resilientes saben que no pueden cambiar el carácter de los demás, pero sí que pueden cambiar su actitud hacia estas personas. De hecho están dispuestas a aceptar en su vida circunstancias inalterables.

Aceptarse a uno mismo quizás sea nuestra asignatura pendiente. Y es que esto es una tarea que dura toda la vida. Una tarea donde tenemos que hacer un inventario sistemático de nuestras virtudes, debilidades, objetivos, posibilidades, conducta. Las personas que aceptan su mundo generalmente son personas que se estiman y se respetan a sí mismas. Quien se trata de manera constructiva ante sus propias insuficiencias suele tratar con ánimo reconciliador a los demás cuando han errado.


Quien desea algo busca caminos.
Quien desea evitar algo busca razones.

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