martes, 22 de febrero de 2011

El día empieza de noche

Jn.14:21

¿Cómo puedo vivir mi vida diaria como un cristiano si vivo en un mundo no cristiano? Esta es una pregunta que muchas personas se han hecho. Otros se las están haciendo hoy en día. Y otros se la harán antes de morir.

Quizás se nos ha olvidado pasar un día con Dios últimamente. Y pasar un día con Dios no hacer cosas diferentes a las que hacemos habitualmente. Quizás no se trata de hacer cosas nuevas, sino estar con Dios. Y estar con Dios incluye el irse a dormir y el despertarse.

La primera actividad del día es irse a dormir. Al menos eso era lo que pensaban los antiguos. Pero para nosotros el día comienza cuando suena el despertador, cuando sale el sol o cuando abre el Corte Inglés. Para los judíos el orden del día era otro. Dice en Gn. 1, y vino la noche y llegó la mañana, ese fue el primer día. Quizás esto de tener que dormir y recuperar fuerzas nos ha de recordar que no todo depende de nosotros, sino de Dios que sigue trabando cuando tú y yo dormimos. Pero hay otra realidad, a veces dormimos pocos o dormimos mal o no dormimos. Y esto tiene un precio, un precio relacional: la falta de suelo hace que las personas discutan en el matrimonio, con la familia, con los amigos y hasta con el que nos vende las frutas. Es difícil vivir con Dios si siempre estamos cansados, si tenemos sueño, si hemos dormido entre ranas.

¿Recuerdan la queja de Jesús en Getseman hacía los discípulos que se quedaban dormidos mientras oraban? ¿Por qué Jesús se queja si dormir es bueno? ¿Recuerdan el reproche de los discípulos a Jesús porque dormía en medio de la tempestad mientras ellos se morían de miedo? Parece que los discípulos tenemos un problema con el sueño, dormimos cuando tenemos que orar y no dormimos cuando tenemos que confiar. A esta situación los médicos le llaman trastorno del sueño.

¿Tú cómo duermes? ¿Eres disciplinado? Hacer arreglos para dormir lo suficiente es un acto de discipulado. Sabemos que dormimos lo suficiente cuando podemos orar cinco o más minutos sin cabecear. Pero hay personas que a penas comienzan con Padrenuestro… y ya están dando cabezadas.

Esto es indicador de varias cosas. Pero sobre todo de que estás llevando tus problemas o conflictos al dormitorio. Si es así, entonces has de recordar lo que dice Pablo: Si te enojas, no peques. Ef. 4: 26. Y es que la manera que nos vamos a dormir refleja la manera en que vas a vivir el siguiente día con Dios.

Ahora quisiera comentar algo sobre el despertar. ¿Cómo me puedo despertar yo con Dios? Quizás esto es una cosa difícil si aún no has tomado café. Hay dos tipos de personas: los que les gusta despertarse temprano y los que odian levantarse temprano. Personalmente sé que si no hago cosas temprano difícilmente las haré el resto del día. Personalmente sé que si no oro en la mañana o leo la Biblia temprano difícilmente lo haré antes de irme a la cama cuando estoy cansado. La manera en que leas la Biblia y ores así es la visión que tendrás de Dios.

Así que me he propuesto hacer tres cosas a penas me levanto.

1º Reconocer mi dependencia de Dios: Señor yo sólo no puedo. Haz de ayudarme.
2º Dile a Dios tus preocupaciones:
3º Invito a Dios a que pase el día conmigo.

Para los cristianos el principio del día no debería estar cargado ni lleno de preocupaciones, pero a veces la realidad es otra. Son tantas nuestras cargas que no podemos ver a Dios en la mañana, ni en la tarde y en realidad, en la noche menos que menos.

Quizás un buen consejo sea comenzar el día escuchando el silencio. Dejar que nuestras propias palabras y pensamientos hagan silencio. Quizás el secreto del estar con Dios sea dedicarle a El el primer pensamiento del día o las primeras palabras. Quizás.

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