1. Alégrate por lo que has alcanzado.
Somos como la persona sedienta que bebe de una fuente: de la abundancia que brota, es mucha más el agua que se derrama que la que toma. Así la Palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de las personas que la estudian. El Señor escondió en su palabra infinidad de tesoros, para que cada persona pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos a que abocara su reflexión.
Como la persona sedienta se alegra cuando bebe y no se entristece porque no puede agotar la fuente, de modo que cuando vuelve a tener sed puede de nuevo beber de ella, así aquella persona que llega a alcanzar alguna parte del tesoro de la Palabra de Dios no debe creer que la comprende en su totalidad, sino que ha de pensar que, de las muchas enseñanzas que hay en ella, esto es lo único que ha podido alcanzar.
Cada uno de nosotros ha de dar gracias por lo que ha recibido, alegrarse por lo que ha alcanzado y no entristecerse por la abundancia sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu herencia.
2. Componentes básicos de una espiritualidad ecuménica.
a. El primer componente básico es el dialogo fraterno, que es sentarse y compartir entre iguales, escuchando con empatía a la otra parte. Para que el diálogo sea fructífero, en el caso nuestro como cristianos, necesariamente habrá que pasar por Jesús, y escuchar como él escuchó y nos escucha a nosotros ahora. El punto principal del diálogo es la revelación de Dios, siendo la Escritura y su estudio serio y contextual la herramienta o punto referencial.
b. El segundo componente básico es la oración. La oración es el recurso más importante que Dios ha puesto en la mano de los seres humanos. Jesús enseñó a orar a sus discípulos, y cuando le preguntaron cómo debían orar, les dio la oración por excelencia: el “Padre Nuestro”. Cuando decimos el “Padre Nuestro”, no oramos solos sino que nos unimos a la totalidad del pueblo de Dios.
Las iglesias cristianas realizan todos los años la “Semana de oración por la unidad de los cristianos”. Este punto de encuentro es el mejor inicio para llevar a lo largo del año litúrgico este espíritu a cada iglesia y a cada comunidad.
c. El tercer aspecto de la espiritualidad ecuménica es el trabajo a través de proyectos de servicio comunitario. Estos deben estar caracterizados y modelados por un profundo sentimiento de agradecimiento a Dios y por la exigencia de compartir integralmente lo que de Dios hemos recibido. Este servicio tiene como objetivo de partida el ayudar y asistir a las distintas comunidades, Iglesias y personas en su precariedad, para que puedan salir de ella.
3. Espiritualidad ecuménica y pacto bautismal.
Reflexión bíblica de Gálatas 3: 26-29.
"Por la fe en Cristo Jesús todos somos hijos de Dios. En efecto, todos los bautizados en Cristo nos hemos revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre , ni hombre ni mujer; porque unidos a Cristo, todos somos uno solo en Cristo Jesús".
La primera declaración del texto dice que, por la fe en Jesús, todos nosotros (católicos, evangélicos y ortodoxos) somos hijos de Dios.
Y porque todos nosotros (católicos, evangélicos y ortodoxos) estamos bautizados en Cristo, nos hemos revestido de Cristo, por lo que estamos identificados y comprometidos con el proyecto salvífico de Jesús, que es anunciar, encarnar y vivir la Buena Noticia de Jesús.
Y porque ya no hay judíos ni griegos, no hay barreras de raza o de religión o de cultura. Y porque ya no hay ni esclavos ni libres, no hay barreras sociales. Y porque ya no hay ni hombre ni mujer, tampoco existen barreras de género. Las barreras han sido y son causadas por el pecado personal.
La buena noticia de Jesús dice que todos los seres humanos son iguales ante Dios. Y si todos los seres humanos somos iguales ante Dios, cuánto más lo seremos nosotros (católicos, evangélicos y ortodoxos), que estamos bautizados en Cristo y por ello, como dice Pablo, somos uno solo en Cristo Jesús.
4. ¿Qué es la espiritualidad ecuménica?
En este grupo de diálogo y trabajo que hemos venido conformando, pretendemos vivir la espiritualidad y el ecumenismo partiendo del principio de que toda experiencia genuina, surgida de la espiritualidad de cada una de nuestras Iglesias, es “parte del tesoro de la Palabra de Dios” y por tanto ecuménica.
La espiritualidad ecuménica es inclusiva y lleva a las diferentes personas, grupos e Iglesias a tener una visión, meditación y acción ecuménicas. Es decir, cada una, manteniendo sus valores y su identidad propia, vela y trabaja por el cuidado de la Casa Común (oikoumene). Esta es su marca distintiva. No es la mal entendida mezcla de religiones. Es unidad en la diversidad.
Mantener una espiritualidad ecuménica fortalece la fe, porque es una experiencia surgida de la aceptación de las diferentes formas de encuentro con Dios, de las relaciones humanas fraternas, y nos coloca en una posición de lucha, para que todas las personas que vivimos en esta Casa Común, podamos vivir con dignidad y equidad. Es una invitación permanente a unirnos en un esfuerzo común, animando a todos al compromiso de responsabilizarnos por esta Casa Común que se nos ha dado.
La espiritualidad ecuménica es profética, porque anuncia la unidad en la diversidad, denuncia la exclusión de quien es diferente por ser distinto y proclama que tenemos una Casa Común, en la que anunciamos, encarnamos y vivimos, cada uno según le es dado, la buena noticia de Jesús.
5. En el ecumenismo no se pierde la identidad.
El ecumenismo no es una confusión de las Iglesias, sino el aprendizaje, a través de la convivencia, el dialogo y la oración de las diferentes Iglesias, de lo que Dios representa para cada persona. No se necesita estar de acuerdo en todas las cosas. Hay aspectos en los que no podemos coincidir, pero porque discrepemos, no quiere decir que uno esté en lo cierto y el otro no. El lema del ecumenismo es vivir la unidad en la diversidad. Por ello cada persona tiene lo que ha alcanzado según su contexto y esa experiencia es única e irrepetible, ahí está lo valioso de la misma. La faceta de verdad que cada uno ha alcanzado y vivido es de una parte del todo, por eso todos decimos la verdad, pero desde diferentes puntos de vista. De eso trata el ecumenismo. Yo no voy a perder mi identidad cristiana por compartir con un evangélico o con un católico romano, al contrario, al hablar, dialogar y compartir con ellos, cada persona se va a enriquecer y crecer en su espiritualidad, porque va a aprender de las experiencias y vivencias de otras personas aquello que por su condición y contexto de vida nunca ha podido vivir. Y ésa es una de las facetas esenciales del ecumenismo.
Maksym Khomenko Pope Ortodoxo Ruso
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