viernes, 14 de diciembre de 2012

Hablando con los niños sobre....

La Cena del Señor


Este domingo gracias a nuestros niños hemos hablado en nuestro culto abierto sobre la Cena del Señor. Pues varios de ellos tienen la inquietud de participar de esta celebración desde hace tiempo y es lo que nos ha llevado a analizar comunitariamente, niños incluidos, algunas cuestiones relacionadas con el tema.
Al terminar el culto la sensación es de que los niños van pasito a pasito andando en el camino de la fe y que los adultos, periódicamente tenemos que desandar parte del camino buscando prioritaria y fielmente aquello que Jesús nos enseñó.
Desandar por encima de tradiciones, o de patrones adquiridos por otras iglesias, como la de Corinto, o de imágenes pintadas en una determinada época y que quedaron grabadas en nuestra retina. Si algo de todo ello desvirtúa la esencia de lo que Jesús quiere transmitirnos habrá que desandar.
Jesús eligió una celebración (La Pascua Judía) y un entorno familiar (una cena entre sus allegados) para introducir en ese ambiente, el mensaje de que es él, el que pasa ha ser el cordero que da su vida por todos nosotros, por amor. Y que su deseo es que lo recordemos juntos compartiendo el pan y el vino hasta que él regrese.
En cuanto al mensaje todos estamos de acuerdo. Pero a la hora de aceptar esta invitación que Jesús nos hace, nos surgen preguntas. Como por ejemplo ¿Que requisitos debo cumplir? ¿Cuales son los requisitos según Jesús para participar de esta comunión? Observando el perfil de los invitados, encontramos que todos ellos le habían estado oyendo durante años sin entender nada, pero estaban allí. Entre ellos había un traidor al que el maestro le ofrece comer de su propio plato y otro que decía amarle como nadie pero que cobardemente le niega públicamente poco después. E incluso no tenemos la seguridad bíblica de que todos estuvieran bautizados. Estos son los invitados, gente normal y corriente que eso si, tienen  algo en común: confían en Jesús, creen en él, esperan en él.
Reconocemos aunque tengamos que desandar, que ese es el único requisito que le importa a Jesús y que todo lo demás es acepción de personas. En cuanto a nuestras dudas de si los niños pueden participar, la conclusión general después de escucharles a ellos en primer lugar y luego a los padres y demás adultos, es que no vemos ningún impedimento para que como parte de la comunidad que son, participen de algo tan hermoso como recordar juntos en familia, este mensaje de Jesús.
Los padres reconocemos ser los principales responsables de la fe de nuestros hijos y por lo tanto los que tenemos que tomar la decisión sobre cual es el momento adecuado para que participen cada uno de ellos. Aunque esto suponga desandar el camino de dejar esta decisión al pastor, consejo u otras autoridades de la iglesia.
Estoy orgullosa de reunirme en una iglesia de comunión abierta y en la que desde hoy también puedo compartir el pan y el vino junto a mi hija y los demás peques. Me gusta formar parte de esta familia.
El pastor terminó el culto dando trocitos de pan a los niños y compartiéndolo luego con todos los que así lo quisimos.
Nunca olvidaré la sonrisa de mi hija y los ojos tan abiertos de todos los niños en este día. Ahora si está la familia completa.

Lola Sabroso
Zaragoza

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