viernes, 21 de diciembre de 2012

Bendecido, escogido, predestinado.

Puede que Efesios 1,3-14 contenga algunas de las frases más largas de la Biblia. ¡Se aprecia algo así como el excitado parloteo de un niño que vuelve a casa después de haber estado en un parque de atracciones! Podría haber comenzado la vida como liturgia y, ciertamente, haber inspirado a escritores de liturgias e himnos de todas las épocas. Padre, Hijo y Espíritu Santo son alabados y celebrados.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según  nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado.
En Él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia que ha hecho abundar para con nosotros. En toda sabiduría y discernimiento nos dio a conocer el misterio de su voluntad según el beneplácito que se propuso en Él, con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En Él también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria.
En Él también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia con miras a la redención de la posesión adquirida por Dios, para alabanza de su gloria. (Efesios 1,3-14 Biblia de las Américas).
Quiero centrarme en tres palabras claves de este pasaje. Palabras claves cristianas que pueden fácilmente ser malentendidas, pero cuya correcta comprensión nos proporciona un poderoso mensaje.  Estas son bendecido, escogido y predestinado. Necesitamos la ayuda de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo para entender estas palabras.
Bendecido
Ser bendecido significa ser el recipiente de una bendición que se puede definir como un don o afirmación especial de parte de Dios para el beneficio y el bienestar de la persona que lo recibe. Pero quizás signifique mucho más que eso. Es Dios el Padre el que nos ha bendecido con toda bendición espiritual (v. 3) y es a Él a quien deberíamos mirar para entender lo que significa ser bendecidos. Cuando hacemos eso, resulta evidente que la bendición en la Biblia no sólo es para el beneficio del que la recibe.
Podemos retrotraernos a Abraham y Sara, a Noé y a su familia, incluso hasta Adán y Eva… y veremos que a través de toda la Biblia en cada bendición dada por Dios y sin excepción adquiere un gran efecto expansivo. Pensemos sobre esto.  Quizás, en una época tan egocéntrica como esta necesitemos más que nunca reflejar esta verdad.  En lugar de “contar nuestras bendiciones” y cantar “gracias Dios porque les pasa a ellos y no a nosotros “ (Band Aid “Feed the World”) cuando llega el sufrimiento, la pobreza y la injusticia, necesitamos entender que las bendiciones de Dios son extensivas a todo el mundo –y hacer, con una actitud activa y orante, algo para legar las bendiciones que hemos recibido. Todo esto está muy bien, pero el escritor no sólo nos interpela a trabajar por una sociedad más solidaria y equitativa. Recibir y compartir las bendiciones no es un fin en sí mismo. Es sólo un aspecto de un gran cuadro, un cuadro que puede verse de forma clara cuando también entendemos el significado de las palabras  “escogido” y “predestinado”.
Escogido
Debemos tener en cuenta el contexto de “escogido” en el versículo 4 y en el versículo 11. Adopción (un tipo de elección muy especial) también se encuentra en el versículo 5. Entraremos en el terreno de los malentendidos en lo que respecta a estas palabras, si entendemos que, si Dios ha elegido a alguien, esto debe significar que hay otras personas a las que no ha elegido. Personas que han sido destinadas a quedarse fuera de la plenitud del amor de Dios y de sus bendiciones, Esta es una trampa clásica en la que caen muchas personas religiosas de todo tipo especialmente predispuestas a cometer dicho error, y todas ellas lo hacen demasiado a menudo.
Ahora bien, si el Padre nos ayuda a entender la bendición es el Hijo, Jesús, el que nos ayuda a entender el significado de ser elegido por Dios. El versículo 5 nos dice que a través de Jesús, aún a través de su sangre adquirimos nuestra adopción. Tanto a través de la vida ejemplar de Jesús como de su perfecto, inagotable y victorioso amor, incluso hacia sus enemigos, durante todo su camino a la cruz e incluso más allá hacen posible que hombres, mujeres y niños sean bendecidos con la adopción como hijos de Dios, como hermanos y hermanas de Jesús. Para entender a dónde quiere llegar Dios con esto debemos hacer referencia al versículo 10, donde vemos que su último propósito, el cual se hará realidad, es otorgar en Cristo la unidad de todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra. Esto tiene grandes implicaciones, las cuales van más allá del ámbito de esta breve reflexión.
Pero la cuestión clave aquí no es quién es escogido o adoptado, sino para qué las personas son escogidas. Entender para qué somos escogidos afecta ineludiblemente las elecciones que hacemos en nuestro día a día, tal y como podemos apreciar en las historias de la vida de Jesús y en los Hechos de los Apóstoles. Y las personas son elegidas para esto: llegar a ser “santos y sin mancha” delante de Dios (v. 4). No porque Dios sólo pueda tolerar a las personas santas e inocentes, sino para abrir los ojos de los que se extrañan de la sorprendente aceptación, clemencia e inclusión que Él lleva a cabo.
Predestinado
Esta palabra la encontramos en los versículos 5 y 11 y, a menudo, también se malentiende. ¿Significa lo mismo que destino? ¿Cada cosa que nos pasa ha sido arbitrariamente decidida? ¿No podemos hacer nada porque Dios realmente ha determinado todas las cosas? El origen de esta forma de pensamiento puede deberse a un elevado criterio sobre la grandeza y el poder de Dios. Pero también puede tener un efecto poco saludable que puede llevarnos a la complacencia o a un pesimismo fatalista, dependiendo de si “tienes” o “no tienes”; la élite religiosa o los extrañados. ¡Recientemente me he dado cuenta de que algunas de las más populares notas d
evocionales diarias usadas por muchos cristianos apenas pueden distinguirse de las lecturas del horóscopo que se publican en periódicos y revistas!
Pero la predestinación no es igual al destino, y de la misma manera que Dios el Padre nos ayuda a entender qué significa “bendecido” y  Jesús el Hijo nos ayuda a entender “escogido”, necesitamos al Espíritu Santo para que nos ayude a entender lo que realmente significa “predestinado”. Porque estamos predestinados a ser una comunidad llena del Espíritu Santo. Una comunidad que es activa y dinámica, su influencia es transformadora y se difunde como la luz y el calor del sol naciente, como el viento que produce el viaje del polen, o como la lluvia reanimando la tierra seca. Lo que necesitamos es una relación íntima y dinámica con Dios, los unos con los otros y con el mundo.
Tal y como dice el teólogo Karl Barth, el Espíritu Santo es la forma particular del ser de Dios que introduce profundamente a los cristianos en la fe y al mismo tiempo los visibiliza en la medida que ellos/ellas participan en el ministerio de Cristo hacia el mundo: “El Espíritu Santo crea una comunidad que empuja más allá de sí misma porque Él atrae a la comunidad para el trabajo de salvación universal de Cristo” (Church Dogmatics IV/1, pp. 665-6).
Por tanto, los cristianos no han sido predestinados para una vida regalada o mísera, o para una aceptación pasiva del destino, sino para un papel activo, fructífero, influyente y dirigido por Dios en su plan global de salvación.
Conclusión
Bendecido. Escogido. Predestinado. Si entendemos estas palabras correctamente, de acuerdo con la percepción de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, estaremos más capacitados para hacer lo que nos toca en el fascinante plan de Dios. Para los seres humanos, creer en Dios puede resultar extraordinario en los tiempos que vivimos. Pero resulta mucho más extraordinaria la audacia de Dios al creer en los seres humanos. Dios nos atrae para participar en su plan, bendiciéndonos y escogiéndonos para provocar todo lo que Él ha predestinado, es decir, que las vidas que vivimos y las elecciones que hacemos no sean ni insignificantes ni fútiles

Andrew Tweedy, Barcelona, diciembre 2012

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