Lucas 21,25-28. 34-36
Una convicción indestructible
sostiene desde sus inicios la fe de los seguidores de Jesús: alentada por Dios,
la historia humana se encamina hacia su liberación definitiva. Las
contradicciones insoportables del ser humano y los horrores que se cometen en
todas las épocas no han de destruir nuestra esperanza.
Este mundo que nos sostiene no es
definitivo. Un día la creación entera dará "signos" de que ha llegado
a su final para dar paso a una vida nueva y liberada que ninguno de nosotros
puede imaginar ni comprender.
Los evangelios recogen el
recuerdo de una reflexión de Jesús sobre este final de los tiempos.
Paradójicamente, su atención no se concentra en los "acontecimientos
cósmicos" que se puedan producir en aquel momento. Su principal objetivo
es proponer a sus seguidores un estilo de vivir con lucidez ante ese horizonte
El final de la historia no es el
caos, la destrucción de la vida, la muerte total. Lentamente, en medio de luces
y tinieblas, escuchando las llamadas de nuestro corazón o desoyendo lo mejor
que hay en nosotros, vamos caminando hacia el misterio último de la realidad
que los creyentes llamamos "Dios".
No hemos de vivir atrapados por
el miedo o la ansiedad. El "último día" no es un día de ira y de
venganza, sino de liberación. Lucas resume el pensamiento de Jesús con estas
palabras admirables: "Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra
liberación". Solo entonces conoceremos de verdad cómo ama Dios al
mundo.
Hemos de reavivar nuestra
confianza, levantar el ánimo y despertar la esperanza. Un día los poderes
financieros se hundirán. La insensatez de los poderosos se acabará. Las
víctimas de tantas guerras, crímenes y genocidios conocerán la vida. Nuestros
esfuerzos por un mundo más humano no se perderán para siempre.
Jesús se esfuerza por sacudir las
conciencias de sus seguidores. "Tened cuidado: que no se os embote la
mente". No viváis como imbéciles. No os dejéis arrastrar por la
frivolidad y los excesos. Mantened viva la indignación. "Estad siempre
despiertos". No os relajéis. Vivid con lucidez y responsabilidad. No
os canséis. Mantened siempre la tensión.
¿Cómo estamos viviendo estos
tiempos difíciles para casi todos, angustiosos para muchos, y crueles para
quienes se hunden en la impotencia? ¿Estamos despiertos? ¿Vivimos dormidos?
Desde las comunidades cristianas hemos de alentar la indignación y la
esperanza. Y solo hay un camino: estar junto a los que se están quedando sin
nada, hundidos en la desesperanza, la rabia y la humillación.
José Antonio Pagola
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