martes, 2 de febrero de 2010

Soportando el dolor.

Taller de Oración
Tema 12.

I. Introducción.

No importa quienes somos. No importa cómo nos sentimos o lo que estamos pasando, es en medio de nuestra realidad que Dios puede usarnos para demostrar su amor y cuidado con otras personas.

Llega un día a nuestra vida que podremos mostrarnos agradecidos porque las personas que amamos y hemos perdido pudimos decirles adiós. Algunos de nosotros pudimos estar semanas a su lado para acostumbrarnos a la realidad de que se moría y para expresarles nuestro amor.

Siempre tendremos una oportunidad para llorar y de consolarnos juntos.

II. Sólo se nos da lo que podemos soportar.
El sufrimiento no está limitado a aquellos quienes son malos. Alguna gente piensa que únicamente la gente mala es la que sufre. Si la gente es justa y correcta, Dios está en el otro lado y eliminará todos sus sufrimientos. Esto indica que, si una persona está sufriendo, debe ser a causa de que ha cometido algún pecado del cual necesita arrepentirse. Esta era la teoría de los amigos de Job [Job 4:7-9], y refutando esta idea es una parte principal del tema del libro. Esta misma falsa doctrina es enseñada por muchos quienes llevan al pueblo a creer que Dios seguramente eliminará todos sus problemas si ellos están justamente con El.
Pero hemos aprendido que aún la gente justa sufre. Esto es importante por las siguientes razones:
a) No deberíamos pensar que hemos sido culpables de pecado cada vez que tenemos un problema. Deberíamos examinar nuestras vidas porque podria ser que estamos sufriendo a causa del pecado. Pero deberíamos también pensar que posiblemente estamos sufriendo por otras razones, a pesar de que somos justos. Nunca deberíamos rechazar un curso de conducta lo cual enseña la Biblia exactamente porque podríamos sufrir cuando no lo obedecemos.
b) No deberíamos creer que con practicar el cristianismo se resolverán todos nuestros problemas. Si esto es nuestro motivo y razón, podríamos también caer de nuevo cuando vengan las dificultades y las privaciones.
c) Deberíamos pensar en que el sufrimiento es una parte de la vida cristiana. Se nos ha mandado a continuar en nuestra fe y fielmente exactamente como también se nos ha mandado a estudiar la Biblia, a orar, a adorar, etc. Deberíamos suponer que esto ha de venir, por lo que nuestra fe no debería sufrir ningún tipo de desequilibrio cuando vengan los problemas. Deberíamos pensar en que los cristianos fieles de todas las épocas han sufrido, por lo tanto nosotros no somos los únicos que tenemos problemas.
IV. Un problema de sensibilidad a fin de cuentas.

No tenemos que ir a la China o a África a consolar a las personas. A veces las personas que requieren nuestro cuidado están muy cerca de nosotros. Y aunque el proceso de dolor es algo personal se pueden compartir palabras y gestos.

Sólo si hemos podido elaborar los duelos propios (todos hemos tenido pérdidas) y hemos aceptado nuestras carencias (a todos nos falta algo) y debilidades, podemos acompañar al que atraviesa un duelo. Si hemos elaborado nuestras dificultades internas, no nos dará miedo escuchar el dolor ajeno, no trataremos de obturar con nuestras palabras lo que tiene que decir sobre lo que siente, no taparemos con nuestras desgracias lo que le ocurre. En esos momentos, su dolor es el protagonista y necesita ser expresado.

Las personas muy narcisistas, de las que se suele decir que quieren ser el muerto en el entierro, no saben acompañar a una persona en duelo, porque no pueden dejar nunca el protagonismo ni cuando el otro sufre. La mejor ayuda que podemos dar es escuchar su dolor: emociones como la tristeza, la soledad o la culpa por sentir que no se ha hecho lo suficiente buscan las palabras para expresarse y descargar el dolor.

Al intentar tranquilizar a alguien diciéndole que lo ha hecho todo bien, sin dejar que exprese la culpa que siente, obturamos su dolor. Siempre hay algo de culpa ante la muerte de otro, aunque no seamos conscientes de ello. Es la respuesta a la rabia que tenemos ante el abandono. Nos sentimos desvalidos y solos, por ello es importante tener compañía en ese momento.

Las personas que ayudan son las que no niegan sus conflictos, soportan las carencias y tienen capacidad para aguantar las frustraciones. Nos acostumbramos a vivir como si no fuéramos mortales y sólo en estas ocasiones nos percatamos de nuestra fragilidad. Quienes mejor toleran su fragilidad son más fuertes en las ocasiones difíciles.

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