domingo, 14 de febrero de 2010

Si amas a algo déjalo libre. Mateo 5:5.

Domingo 14.02.2010

¿Qué deseamos para este día? ¿Cómo queremos que nos traten? ¿A qué tipo de Iglesia nos gustaría ir cada domingo? Estas son preguntan que hay que responder desde el corazón. Desde un corazón con mansedumbre. ¿Es mi corazón así?

El adjetivo griego praüs significa suave, humilde, considerado, cortés, y por supuesto el ejercicio del dominio propio sin el cual las características anteriores serían imposibles de practicar.

El arte y alguna literatura se han encargado de proponernos a un tipo de Jesús suave, manso y dócil, un Jesús afeminado y débil que nunca mataría una mosca. Cuando Pablo, se refiere a Jesús lo cita como alguien manso y tierno (2 Co. 10:1), si leemos esta pasaje en la versión popular de la Biblia veremos que la palabra manso se sustituye por los de corazón humilde. ¿Pero a que tipo de humildad se está refiriendo Jesús aquí en el Sermón del Monte?

No se si se dan cuenta que los mansos son los que se encuentran entre los que lloran y de los que tienen hambre y sed de justicia. ¡A lo mejor esto es una señal de algo! ¿Si no qué sentido tendría colocar esta bienaventuranza aquí? ¿Qué dice el diccionario sobre la humildad? da varias explicasiones: a) Es la característica que define a una persona modesta, b) Alguien que no se cree mejor o más importante que los demás en ningún aspecto. c) Es la ausencia de soberbia. d) Es alguien que se estima a si mismo y por tanto trata de igual manera a los demás.

Quizás para algunos de nosotros sea fácil decirle a Dios; mira Dios no hago bien las cosas y me porto mal con fulatino de tal. Algunos de nosotros quizás hasta reconozcamos que tratamos con injusticia los miembros de nuestra familia y no pasa nada. Pero el problema se hace mayor cuando alguien que no somos nosotros mismos nos dice: Oye, no estás haciendo bien las cosas. ¡Estás siendo muy injusto! Y es que la mayoría de las personas prefieren condenarse a sí mismas que dejar que otros nos condenen. Quién obra así no es una persona mansa. Y por tanto no recibirán la tierra.

Cuando el primer domingo de cada mes yo les pido que guardemos unos minutos de silencio para confesarle a Dios nuestras faltas y pecados no dudo que la mayoría de Uds. digan cosas feas de Uds. mismos y hasta se traten como unos pecadores; y es que decir cosas de nosotros no nos causa ningún conflicto. Pero si alguien ese domingo se levanta en ese momento de la oración y me dice que soy un pecador entonces querré pegarle o pagarle con la misma moneda. O sea, que no estoy preparado para que otros piensen o hablen de mí aquello que ya yo he reconocido delante de Dios. Este tipo de hipocresía está siempre en la iglesia cuando la mansedumbre brilla por su ausencia.

Decía Lloyd-Jones la persona verdadera mansa es aquella que vive sorprendida de que Dios y los hombres puedan pensar tan bien de él y lo traten como lo tratan. Cuando sabemos que la gente nos aprecia y nos cuida lo normal es volvernos gentiles, sensibles y paciente con los demás. Pero no todos somos normales. Algunos estamos heridos emocionalmente y espiritualmente.

A este tipo de persona, los mansos, Jesús les promete la tierra como si fuera una herencia. Pero este es contracultural, nuestra sociedad nos dice que los mansos no recibirán nada, puesto que todo el mundo se aprovecha de ellos y los pisotean. Sino que son los fuertes, los egoístas, los alfa los que tienen éxito en la lucha por la existencia. Pero en el Reino de Dios las cosas no son como en nuestro mundo, no es a través de la fuerza que poseeremos las cosas, sino de la mansedumbre. Y es aquí donde comienzo a encontrar las respuestas a las preguntan con que esta mañana he comenzado la reflexión.

Esto de perder la esperanza, de creer que son los mismos los que siempre ganan no es nuevo, es una filosofía antigua. Ya en los Salmos encontramos este tipo de queja, por ejemplo en el Salmo 37: no te impacientes a causa de los malignos, espera en el Señor….Yo sospecho que este mismo principio opera hoy. Y funciona en nuestras casas, en nuestras relaciones, incluso se manifiesta en nuestra comunidad.

Habrá momentos que parece que nuestro esfuerzo no sirve de nada. Habrán días que lo que nos dice el pastor no tiene valor ninguno para nosotros. Habrán domingos que nos iremos a casa vacíos. Pero esto es producto de nuestra visión dicótomica, de nuestra dualidad. La realidad suele ser otra, distinta, diferente, con más matices.

Quizás los nuevos aires que están soplando en el cristianismo nos dicen que no es con nuestras ideas e imposiciones que lograremos construir iglesias. Quizás se están acercando los días en que para ganar la tierra tendremos que renunciar a nosotros mismos. Quizás el modelo de iglesias que hemos conocido se esté agotando. Ya saben lo que dice el proverbio chino: Si amas a algo, déjalo libre. Si vuelve es tuyo, sino vuelve, es que nunca lo fue.

La mansedumbre es la que nos hace levantar una iglesia dependiendo del Espíritu Santo, no de nuestro parecer. ¿Qué deseamos para este día? ¿Cómo queremos que nos traten? ¿A qué tipo de Iglesia nos gustaría ir cada domingo?

Augusto G. Milián

No hay comentarios:

Publicar un comentario