Pensando en voz alta teniendo delante a Romanos 6: 17-18
Querida iglesia:
Cuentan que en medio de la noche el castillo de Loarre se ve como un pueyo negro y oscuro.
Vengo a Uds. con varias sospechas. La primera es que el apóstol Pablo, a pesar de lo que nos cuenta Lucas, debe haber tenido algún ascendiente aragonés, pues no me explico su persistencia y su fundamentalismo. En cualquier caso, fue un pensador profundo. Por lo tanto, no es fácil de entenderlo inmediatamente. Así que no se crea lo que lea sin meditarlo. Pablo no se conformaba con una actitud donde se dejaban ver unos cuantos favores al prójimo. Nunca nos va a decir: que si somos buenos ciudadanos entonces ya somos buenos cristianos, como a menudo se oye en los círculos más académicos de esta ciudad. Pablo nos lo pone difícil, yo diría, que muy difícil: o somos esclavos del pecado o esclavos de Dios.
De cualquier manera, somos siervos, lo queramos aceptar o no. Pablo no podía dejarse llevar por ninguna ideología. Para él los cristianos estamos obligados, y la única pregunta acertada es: ¿a quién me debo? ¿Con quién es mi compromiso real? Atado estamos sin duda en nuestro cuerpo, a nuestra mente, de nuestro pasado, a nuestro medio ambiente, a nuestra cultura, a nuestras tradiciones. Estamos atados a nuestros deseos e impulsos, a nuestro ego, a nuestros criterios, a nuestras creencias. Somos esclavos. Pero no se si decir esto me asegurará muchos Me Gusta en Factbook. La personalidad libre, de la psicología de los sueños o de la pedagogía y la poesía, no existe. Es una utopía.
Pero el apóstol habla también del pecado. Esto podría ser muy fácilmente malinterpretado. Nosotros cuando se habla de pecado pensamos en la inmoralidad y la indecencia. Ahora les cuento mi segunda sospecha. Cuando en las Escrituras aparece esta palabra está más interrelacionada con el abandono de Dios, con la duda, con el miedo, con la falta de perdón y con la muerte.
El texto de esta mañana es tratado por Lutero cuando escribe el Comentario a la epístola de los romanos, y usa el término esclavo del pecado como la dramatización de una vida triste y de desesperanza. ¿Como la nuestra? Pero espero que nadie se de por aludido. Ya Jesús nos la había profetizado: en el mundo tendréis aflicción. Esta esclavitud se entiende ahora por esa autocomplacencia nuestra, por esa autoseguridad que llevamos como un vestido de domingo, por la autoseguridad en que pretendemos vivir. Pero ser esclavo del pecado es también ceder a la tentación de llevar una vida ligera donde se presta más atención a lo secundario y a las trivialidades que a lo realmente importante y necesario.
Así que, en cualquier caso Pablo describe nuestra vida humana y sólo el que se reconoce a sí mismo delante de este espejo, podrá comprender sin sentir vergüenza o temor la otra declaración que nos perturba a nosotros ciudadanos del s.XXI: Pero ahora son esclavos de Dios.
Por años he intentado reinterpretar este planteamiento. La palabra esclavo es tan desagradable que nada optimista parece decirme. Y les aseguro que necesito palabras alegres para levantarme cada día. Pero debemos entenderlo como si fuera un juego de palabras. Y más adelante nos dirá: estamos vinculados a Dios, nuestras vidas tienen ahora una dirección, otra calidad. Usted y yo servimos ahora a la justicia y a la santidad.
Me gusta esta perspectiva reformada de la vida. Antes éramos una cosa. Ahora somos otra. Ahora somos gente creativa. Y esto me gusta. Esto me quita los dolores del alma y del cuerpo. Ahora podemos ir por la vida sabiendo que cosas buenas saldrán de nosotros. Nuestra vida ya no es inútil. No es perjudicial para nadie. Es una vida digna.
Antes estábamos lejos de la justicia y de la santidad. Pero ahora ellas moran en nosotros. ¿Cómo lo puedo saber? Pues hable con el vecino que vive solo, intente hacer un favor a alguien sin esperar gratitud, sea paciente con los niños, ya crecerán, como Ud. lo ha hecho, sea generoso con los que no piensen como tú, ten compasión de los que viven en un mundo sin misericordia, date permiso para no hacer ningún comentario lleno de amargura. Quizás no puedas cambiar nuestro mundo, pero estás siendo creativo. Estás haciendo el bien cuando mucha gente esperaba que pagaras con el mal. Quizás esta es la definición de ser esclavo de Dios. Somos creativos. Tenemos la libertad para creer.
Así que si en este primer día de la semana querías escuchar un sermón serio y portador de una aterradora seriedad creo no haberte defraudado. Te recuerdo que antes eramos esclavos del pecado. Pero también he querido hacerte llegar una buena noticia: ahora eres un colaborador del Sr. Dios aquí en la tierra.
Querida iglesia:
La muerte es la paga del pecado, mas el regalo de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús, Señor nuestro.
Cuentan que en medio de la noche el castillo de Loarre se ve como un pueyo negro y oscuro. Pero cuando salen los primeros rayos de sol. La oscuridad desaparece y el castillo se muestra tal cual es.
Amén.
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