Existe una gran variedad de libros. Novelas de misterio que nos mantienen en suspenso. Historias que nos instruyen sobre los acontecimientos del pasado. Romances que exploran los laberintos del corazón humano. Pero de existir una biblioteca en el cielo, y se nos permitiera andar por sus
pasillos, mis ojos no buscaría ninguno de los anteriores. Me gustaría buscar un sólo de esos volúmenes, El Libro de la Vida. Y me apresuraría hojear sus páginas hasta que llegué a la sección B. Y, tomando una respiración profunda, me gustaría ver si el nombre de Chad Bird está allí.Pero yo no lo encontraría. Mi vida ha sido una serie de errores en la que yo elegí mis propios caminos. Caminos torcidos que no eran los caminos de Dios. Pero esa no es la razón verdadera por la que no encontraría mi nombre en dicho libro. En realidad he luchado toda mi vida con la duda de si realmente soy cristiano. Pero si soy sincero esta tampoco sería una razón para no estar dentro del libro No, yo no iba a encontrar mi nombre allí por una razón muy simple: yo he estado buscando en el lugar equivocado.El
Libro de la Vida no es un volumen de cuero cubierto con pan de oro
a modo de ornamentación en la que los nombres de los elegidos de Dios están escritos con esa caligrafía angelical tan propia de los libros valiosos. Ese tipo de libro no se encuentra en ninguna biblioteca. Ni celestial ni mundana. De hecho, El Libro de la Vida no es ni siquiera un libro. Es una persona.El libro de la vida es Jesucristo. Cuando
Dios quiso revelarse al mundo, cuando pretendió que conocierámos su voluntad
para con nosotros, él editó un libro como ningún como no se había hecho antes. Al
principio, era un volumen en miniatura, un libro como para niños, si se quiere,
pero lo suficientemente grande como para estár dentro de un pesebre. En este libro fueron escritas las palabras: Este es el Emmanuel, Dios con nosotros.Con el tiempo, como el libro fue creciendo y en sus páginas comenzarón a escribirse más acontecimientos y encuentros. Comenzarón a leerse exhortaciones tales como: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado. Y es que Dios nos llama a confesar nuestros pecados, como vía de abandonar los malos caminos. Pero
también fueron escritas en sus páginas palabras de bienvenida: Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
En este libro las palabras están escritas en diferentes colores. El viernes, por ejemplo, la tinta es roja como la sangre para que tú y yo podamos leeer las palabras: ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen, y, ¡Consumado e!" Son palabras que resuenan a través de la tierra y del cielo. Las palabras del sábado son palabras silenciosas, palabras como para irse a dormir. Son palabras como de despedida después de una ardua jornada de trabajo. Pero no nos quedemos con ellas, y es que después llega el domingo, las palabras de ese libro estallan delante de nosotros el primer día de la semana, ¿Por qué estáis turbados, y por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; tocarme y verme, porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Para este libro no es un volumen polvoriento, enterrado y olvidado, sino un testimonio de carne y hueso que habla a nuestra vidas.¿Cómo saber que tu nombre está escrito en el Libro de la Vida? Esta es una respuesta que no puedo responder. Y es que sstamos incapacitados para explorar la mente del Todopoderoso. Nos están vetados sus pensamientos. Nosotros no estamos preparaos, ni es nuestra costumbre mirar el corazón de los hombres y mujeres. Nosotros miramos lo que tenemos delante. Por eso una y otra vez se nos recomienda mirar hacia El Libro de la Vida. Dios, el Padre ha escrito y no con palabras sino con heridas. Las manos atravesadas por los clavos, la frente con las marcas de las espinas, la huella de la lanza en el costado.
En este libro las palabras están escritas en diferentes colores. El viernes, por ejemplo, la tinta es roja como la sangre para que tú y yo podamos leeer las palabras: ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen, y, ¡Consumado e!" Son palabras que resuenan a través de la tierra y del cielo. Las palabras del sábado son palabras silenciosas, palabras como para irse a dormir. Son palabras como de despedida después de una ardua jornada de trabajo. Pero no nos quedemos con ellas, y es que después llega el domingo, las palabras de ese libro estallan delante de nosotros el primer día de la semana, ¿Por qué estáis turbados, y por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; tocarme y verme, porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Para este libro no es un volumen polvoriento, enterrado y olvidado, sino un testimonio de carne y hueso que habla a nuestra vidas.¿Cómo saber que tu nombre está escrito en el Libro de la Vida? Esta es una respuesta que no puedo responder. Y es que sstamos incapacitados para explorar la mente del Todopoderoso. Nos están vetados sus pensamientos. Nosotros no estamos preparaos, ni es nuestra costumbre mirar el corazón de los hombres y mujeres. Nosotros miramos lo que tenemos delante. Por eso una y otra vez se nos recomienda mirar hacia El Libro de la Vida. Dios, el Padre ha escrito y no con palabras sino con heridas. Las manos atravesadas por los clavos, la frente con las marcas de las espinas, la huella de la lanza en el costado.
Antes
de que hicierámos algo bueno o malo en esta vida, antes de que abrierámos los ojos al mundo,
incluso antes de la fundación de la tierra que conocemos, Dios, el Padre había tatuado su nombre en
el cuerpo de su Hijo. Este es el origen del Libro de la Vida. Un libro que habla de nuestro orgullo y temores, pero que también habla de su gracia y perdón.No te preocupes ahora mismo con vanas especulaciones sobre tu destino. No hemos sido llamados a entrar en este juego de debates sobre la acción de Dios. Tú has sido llamado a fijar los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, aquel en quien
Dios se ha revelado en toda su magnitud. Si, el Libro de la Vida también es conocido como el Cordero sacrificado, el que quiere que todos se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad. ¿Quieres leer el Libro de la Vida? Entonces lee a Jesucristo. Pregúntale si las aguas han mojado tu cuerpo y si en tu mesa hay pan y vino para todos.
Cristo Jesús es el Libro de la Vida. Y en él y sólo a él nuestros nombres están escritos.
Chad Bird
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