A veces, las
personas son excesivamente críticas con ellas mismas y hemos aprendido a decirles
no seas tan duro contigo mismo. Pero
la realidad es que vivimos en una cultura que no admite la crítica, venga de
donde venga. Entonces se hace necesaria una pregunta: ¿Si la crítica es siempre
una mala acción, entonces gran parte del ministerio de Jesús es problemático
para nuestra comunidad? Quizás hasta podríamos entender porque Jesús hace que
tanta gente se enojara contra él.
Generalmente
nos gusta creer que nuestro proceder es loable, y que las cosas que hacemos o
decimos han de ser elogiadas por los demás. Por ello defendemos no sólo nuestro
concepto de familia o de ver la política, sino también la manera de vivir en
este país, nuestra manera de entender la fe. Y es que cuando alguien critica nuestras
familias saltamos como un gato acorralado. Y cuando critican nuestra cultura, les
decimos son saña: ¿Por qué no se mudas a Alemania?
Una de las
cosas que tratamos de hacer en los estudios bíblicos es ayudar a las personas a
evitar ser hipersensible a la crítica, e incluso, animamos, a sacar provecho de
ella. Y es que después de todo, si nunca nos evaluamos a nosotros mismos, no
tenemos ninguna posibilidad de crecer o mejorar. Con los catecumenados nos
gusta usar la palabra ilustración
transformacional cuando miramos un pasaje bíblico y es que cuando evaluamos
un texto y lo aplicamos a nuestra vida podemos, si no hay temor, identificar
nuestros defectos y tratar de avanzar por encima de ellos.
En cuestiones
de fe, Jesús era un maestro en eso de la ilustración transformacional. A quien
les habló frecuentemente tenían que aprender que los escollos en el camino
había que superarlos si deseaban llegar a un nuevo lugar. Muchos de los
personajes con los que se encuentra no podían aceptar este reto y se lamentaban
que sus palabras y sus invitaciones no eran apropiadas.
Marcos tiene
entendimiento muy claro de estas cuestiones y nos invita a ver el conflicto que
surge entre las palabras de Jesús acerca de la cultura, acerca de Dios y
sobre la cultura imperante en el mundo.
Para Marcos, hay una batalla entre los espíritus inmundos y el espíritu de
Jesús. La batalla en Marcos no es sólo un conflicto abstracto entre el mal y el
bien. Es mucho más específico, es un conflicto entre las tradiciones y la
santidad, un conflicto entre un viejo estilo de vida y uno nueva. Veamos el
texto.
Marcos 1:
21-28
Había un
modelo en el judaísmo que animaba a la santidad basada en la perfección. Se
puede ver este modelo en muchos ejemplos. Un calendario ritual distinguidos
días santos de los profanos y la santidad personal podía ser medida en el grado
en los hombres observaban los días. La comida fue designada como algo apta para
el altar, como algo apta para la mesa familiar, o algo no apta para ninguna
cosa. Las personas podría estar clasificados en términos de lo cerca que
estaban al sacerdocio o de las
prostitutas, que estaban en la parte inferior de la escalera.
Marcos ve
estas distinciones como un concurso de poderes en el área de la fe. Y es su
intención mostrar que para Jesús, el viejo enfoque sobre la santidad y la
inmundicia es ineficaz. Era inútil, porque no conducía a Dios. Dada nuestra
fragilidad humana.
Dentro del
cristianismo y de su historia, los términos perfección y santidad son víctimas
de la confusión. Y no hablemos de los que se sitúan fuera de la iglesia y
pretendemos alcanzar diciéndoles Dios es
amor. Si le pedimos a una persona en la calle que nos diga cuál es la
esencia del cristianismo ¿qué nos dirá? ¿Ir a la iglesia? ¿Leer la Biblia? ¿Ser
solidario?
Jesús sabía
que era imposible alcanzar la santidad a través de la lucha humana por la
perfección. Por eso desafía a sus oyentes. Jesús les señaló en una dirección
que ellos habían ignorado. Había rituales en los que ellos eran muy fieles,
pero no eran capaces de ver a los pobres, a los discapacitados, a los heridos
en el camino, a los desposeídos. Siguieron las reglas que eran más cómodas para
ellos, ignorando todo mandato bíblico sobre la compasión. Este Jesús nos hace
sentir incómodo. Nos cuestiona. Nos hace sentir culpable. No nos deja dormir en
paz.
Pero hay más, con
este texto, Marcos no sólo nos invita a una nueva comprensión de la justicia
propia, sino que nos invita a mirar a la cultura reinante como símbolo de lo que realmente somos, de
nuestra identidad. Y eso puede ocasionar cierta angustia por nuestra parte. Por
ello lo más normal es decirle a Jesús: ¿Por
qué no nos dejas en paz?
¿Qué es lo más
importante de nuestra vida? ¿Cuál es la cultura que seguimos? Reconozco que
cuando hago una lectura de la Carta Magna, he de reconocer que este no es un
país cristiano. Pues no tenemos ninguna religión establecida sobre las demás
prácticas religiosas. Pero esto sólo es
en el papel. La realidad es otra muy diferente. Somos un país de cultura
cristiana y de tradición católica romana. Pero también nos hemos convertido en
una cultura secuestrada por el deseo de poder, por la sexualidad publicitaria,
por el amor al dinero, por la falta de compasión, y por la violencia. ¿Qué
clase cultura es la nuestra? La respuesta podría ser complicada, pero la
haremos más sencilla: una cultura egoísta y hedonista barnizada de
cristianismo.
Es irónico y
conmovedor que aún hoy los que practican el bautismo de niños durante el ritual
con agua les pregunten a un niño, y a través de él a los adultos que le
sostienen ¿Renuncias al diablo y todas
sus malas obras? Y la respuesta que se escucha es: Renuncio. Esto es un ideal. Una idea romántica de la fe. Pero en el
espíritu de esa confesión en realidad lo que buscamos es crear una comunidad en
la que nuestros hijos puedan entender la religión de la compasión y el perdón,
de vida entera y sana, que la comunidad cristiana reclama hacer suya.
Así que en
mañanas como esta, antes de comer pan y beber vino, nos gustaría escuchar una
voz alegre, con un sentido de la autoridad que nos diga: He venido para que tengan vida. Como comunidad cristiana afirmamos
que Jesús vivió y murió por una forma de vida que permite que el amor sea la
marca que nos distinga. Como familia cristiana afirmamos que Él proclama la
victoria sobre la muerte y la piedad ineficaz. Y nos dice que somos libres para
tomar decisiones sobre cómo vivir con compasión en lugar estar buscando la
perfección y que podemos elegir una cultura que traiga bendiciones a todos.
No teman a las
críticas del evangelio. Démonos permiso para escucharlas sin temor ni temblor.
Notas.
- La autocrítica es buena
- Se hace necesario hacer un viaje de la perfección a la
compasión
- Podemos tomar decisiones sobre la cultura que queremos vivir
- No temas a las críticas del evangelio
No hay comentarios:
Publicar un comentario