Apuntes para leer Hechos 15: 13-21en el Estudio bíblico
En este breve pasaje vemos cuánta importancia daba la
primera comunidad cristiana al amor fraterno en términos de preocuparse por no
hacer nada que pueda herir la sensibilidad de otros.
15, 13 CUANDO TERMINARON DE HABLAR, TOMÓ SANTIAGO LA
PALABRA
Santiago. Se trata del llamado 'hermano del Señor'
(ver Gal 1, 19) que no era su hermano, sino su pariente. Ciertamente no es el
llamado el mayor, hermano de Juan el Evangelista, pues ya por aquel momento
había muerto por órdenes de Herodes (ver Hch 13) A este Santiago se le ha
venido considerando como autor de una de las epístolas llamadas canónicas.
Lo que no parece haber quedado definitivamente
resuelto es la identidad de este Santiago, hermano del Señor, con el otro
apóstol Santiago, que en las listas evangélicas de los apóstoles figura como
hijo de Alfeo. Santiago poseía un rango directivo en la comunidad de Jerusalén,
estaba todavía, aun como cristiano, muy ligado al orden de vida judío, por lo
cual tenía especial prestigio para el sector conservador de la iglesia
judeocristiana -como lo insinúa Gal 1, 12- y, a lo que parece, también para los
judaizantes extremistas. Así Lucas tiene una especial intención cuando lo
muestra en el marco del concilio de Jerusalén.
tomó la palabra. En Ga 2, 9 se confirma la importancia
de su intervención en este asunto.
Y DIJO: 'HERMANOS, ESCUCHADME. 15, 14 SIMEÓN HA
REFERIDO CÓMO DIOS YA AL PRINCIPIO INTERVINO PARA PROCURARSE ENTRE LOS GENTILES
UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.
Simeón. Nombre semítico de Simón. Llama a Pedro no
Simón, sino Simeón, que es la forma hebrea, perfectamente lógica en labios de quien
representa la tradición más hebrea dentro de la comunidad cristiana y que a la
vez está unido con una estrecha confianza con Pedro.
Dios ya al principio intervino. Santiago deja claro
que lo de incluir a los paganos ha sido iniciativa de Dios. Está en perfecta
armonía con Pedro y con Pablo. Este último, en Rom 9, 25-26; recuerda cómo Dios
anunciaba, por medio del profeta Oseas, que llamaría también a los paganos.
15, 15 CON ESTO CONCUERDAN LOS ORÁCULOS DE LOS
PROFETAS, SEGÚN ESTÁ ESCRITO: 15, 16 DESPUÉS DE ESTO VOLVERÉ Y RECONSTRUIRÉ LA
TIENDA DE DAVID QUE ESTÁ CAÍDA; RECONSTRUIRÉ SUS RUINAS, Y LA VOLVERÉ A
LEVANTAR. 15, 17 PARA QUE EL RESTO DE LOS HOMBRES BUSQUE AL SEÑOR, Y TODAS LAS
NACIONES QUE HAN SIDO CONSAGRADAS A MI NOMBRE, DICE EL SEÑOR QUE HACE 15, 18
QUE ESTAS COSAS SEAN CONOCIDAS DESDE LA ETERNIDAD.
Santiago está citando un pasaje del profeta Amós: ver
Am 9, 11-12; que corresponde al último capítulo, en el que anuncia la felicidad
de la era mesiánica.
15, 19 POR ESTO OPINO YO QUE NO SE DEBE MOLESTAR A LOS
GENTILES QUE SE CONVIERTAN A DIOS,
Como se ve, Santiago tenía también un papel importante
en la comunidad de Jerusalén. La proposición de Santiago es conciliadora; por
una parte se alinea con la tesis doctrinal de Pedro, que era la misma de Pablo;
es decir, que los paganos convertidos al cristianismo no tienen que ser molestados
con las observancias de la ley mosaica. Sin embargo, por deferencia a los
hermanos que
proceden del judaísmo, propone a los gentiles
convertidos cuatro restricciones que representan no un compromiso con la
doctrina, sino una prudencia y caridad en no seguir ciertas prácticas que
pueden molestar a los antiguos hebreos.
15, 20 SINO ESCRIBIRLES QUE SE ABSTENGAN DE LO QUE HA
SIDO CONTAMINADO POR LOS ÍDOLOS, DE LA IMPUREZA, DE LOS ANIMALES ESTRANGULADOS
Y DE LA SANGRE.
Los puntos que Santiago enumera suelen ser llamados las
cláusulas de Santiago.
no comer lo que ha sido contaminado por los ídolos. Se
trata de la célebre cuestión de los manjares sacrificados a los ídolos. En el
área en la que vivían muchos paganos convertidos al cristianismo, los otros
paganos continuaban celebrando sus banquetes religiosos en honor a sus
divinidades, en las cuales se comía la carne de las víctimas sacrificadas a los
ídolos, mientras que también un resto de esta carne se vendía después en el
mercado.
Ahora bien, los judíos consideraban con horror que
dichas carnes estaban contaminadas y pensaban que comer de ellas era participar
en la idolatría. Los paganos convertidos deberán, por tanto, abstenerse de
ellas con espíritu de fraternidad y amor hacia los otros hermanos cristianos
que las miran con tal repugnancia.
Santiago sólo ha querido retener de todas las leyes de
pureza aquellas cuya significación religiosa parece universal: el comer la
carne ofrecida a los ídolos entrañaba cierta participación en un culto
sacrílego. Ver 1Cor 8-12
impureza. "La palabra parece designar todas las uniones
irregulares enumeradas en Lv 18. Unos creen que se refiere a fornicación, es
decir, la relación sexual entre hombres y mujeres fuera del matrimonio,
relaciones que para los paganos eran indiferentes e incluso permitidas. Hay,
sin embargo, comentaristas que piensan se refiere a un tipo de matrimonio
llevado a cabo entre parientes, lo cual constituía una unión reprobada por los
hebreos, pero era admitida en áreas no judías.
animales estrangulados y de la sangre. La sangre era
la expresión de la vida, que sólo pertenece a Dios; la prohibición de comer la
sangre (ver Lv 1, 5ss) tenía tal fuerza obligatoria que hace explicable la
repugnancia del judío a dispensar de ella al gentil. Para los judíos no era
lícito consumir la sangre...y no sólo bebiéndola, como lo hacían algunos gentiles,
ya separada ya mezclada con vino, sino también cuando la sangre se hallaba
dentro del animal. Es decir, que no se podía comer un animal que no había sido
previamente desangrado. Esto es lo que en el mercado judío se llama carne
kosher. Ver Ex 22,30; Lev 7, 24; 17, 15; Dt 14, 21;
15, 21 PORQUE DESDE TIEMPOS ANTIGUOS MOISÉS TIENE EN
CADA CIUDAD SUS PREDICADORES Y ES LEÍDO CADA SÁBADO EN LAS SINAGOGAS.
El apóstol hace notar que a los judeocristianos se los
exhorta por doquiera en las sinagogas a observar la ley mosaica, y que, por
tanto, ellos atribuyen cierta importancia a que los gentiles convertidos cumplan
los cuatro puntos señalados. En la ley había también prohibiciones que
obligaban no sólo a los israelitas, sino también a los gentiles que vivían en
medio de ellos; tales eran, entre otras, la prohibición de tomar parte en las
comidas de los sacrificios idolátricos (ver Ex 34, 15), la de comer sangre (ver
Lev 17, 10ss) y la de los matrimonios entre parientes próximos (ver Lev 18,
6ss).
Sabido es que en tiempo de los apóstoles, los judíos
no dejaban de exigir determinados requisitos a los cuales tenían que someterse aquellos
gentiles que, sin abrazar del todo el judaísmo, simpatizaban con él (los
'temerosos de Dios'), si
querían ser admitidos a los actos de culto.
Así pues, las cláusulas de Santiago han de entenderse
como una extensión a los paganos convertidos de las limitaciones impuestas a
los temerosos de Dios.
Una vez más, no se hallaban en juego discrepancias
dogmáticas, sino la prudencia y la caridad
fraterna ante la sensibilidad que unos cristianos
mostraban por la conducta de otros.
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