Mt. 6: 19-21
Permítanme
hacer una pregunta especulativa. ¿Si tú fueras Dios y quisieras presentarse a
los habitantes de un país que son complemente diferente a ti, qué harías
primero?
No
sé lo que Uds. harían. Quizás un día quieran compartirlo conmigo. Pero es muy
irónica e incongruente la manera en que Dios escogió presentarse a los judíos.
El que según la tradición debía ser el Rey de los judíos nació en un
establo. Pero nuestra Navidad trata de
esconderlo año tras año. Jesús no sólo nace en un establo sino que nace en un
pueblucho. De Belén, no sabemos mucho y Jesús no lo vuelve a mencionar en sus
evangelios. Y es como diciendo que el pueblo donde uno nace no determina nada.
No significa nada para vida de los hombres.
Jesús
no era guapo. Esto no fácil de aceptar por muchas cristianas y cristianos. Y es
que la historia del arte nos ha hecho tener muchas ideas preconcebidas sobre el
Hijo de Dios. Quizás alguien piensa: El
pastor se ha propasado. Yo he visto algunas pinturas de El y no es feo. Lo
siento, pero Isaías habla de la apariencia que tendría el Mesías. Podéis leerlo
en el capítulo 53: 2.
Jesús
tenía un rostro tan común que podría perderse entre la multitud. Judas, cuando
lo fue a entregar a los guardias del Templo, tuvo que identificarlo con un
beso. Y eso que había pasado tres años a la vista de todos.
Esta
es una buena señal para entender la manera en que J. se relaciona con los
demás. Jesús se presentó a los hombres y las mujeres de Israel de tal manera
que no intimidó a nadie. Todos se sentían cómodos con su presencia. Su
apariencia nunca lo separó de la gente común, de los pobres, de los intocables.
Quizás Ud. se pregunte sobre la opinión de Jesús sobre los bienes materiales,
sobre si ser pobre es condición necesaria para ser seguidor de Cristo.
Cuando
leo los evangelios me doy cuenta que J.
nunca poseía más de lo que llevaba encima. Así que nadie podrá quedar
impresionado por eso. En Mt. 8 declara
que no tiene casa, que no tiene cama. Entonces, ¿cómo puede un hombre feo y sin
recursos impresionar a su mundo? Parece que J. ve la cuestión del dinero de
manera diferente a como la vemos nosotros. Y si alguien alberga alguna duda
entonces están sus palabras en el llamado Sermón del Monte. La que hemos leído
anteriormente.
J.
no se deja engañar por el dinero. Carecía de valor para él. El que es capaz de
pagar sus impuestos con la moneda encontrada en la boca de un pez y convertir
las piedras en panes, bien que podía en ser un brillante financiero. Pero J.
sabe que el problema con el dinero es que afecta nuestras relaciones. Así que
para evitar celos o deber favores, opta por no involucrarse con los bienes
materiales. Y por eso puede dedicar todas sus energías y sensibilidades con lo
que las personas necesitaban de verdad.
Además
de feo, sin casa y sin dinero, Jesús se nos presenta rodeado de gente muy
peculiar. Personas que olían a pescado, un revolucionario radical, un cobrador
de impuestos, o sea gente no adecuada para que Ud. invite a su casa. Pero a
estas personas les llama y le pide que le sigan. Los elige para que sean sus
discípulos. Pero ¿cómo van a ser estos sus discípulos?, si son sórdidos,
violentos, picaros, sensuales. Pero una cosa me queda clara. Si J. pudo
trabajar con ellos, entonces puede trabajar conmigo también y con Uds. J. no
hace uso de los criterios que nosotros manejamos. El llama a los que están
cansados y los que están estresados. Nosotros llamaríamos a lo mejorcito de la
ciudad para que viniera a nuestra iglesia.
Si
Ud. espera que yo diga algo bueno de J. esta mañana entonces tengo que darle
una mala noticia. Lo peor está por llegar. Su muerte. Y muerte en una cruz.
Pero nosotros tenemos un problema con las cruces. Forman parte de nuestra vida.
Están sobre edificaciones cristianas, en los cementerios. Están en todos los
sitios. De madera pulida, de metales preciosos. Las llevamos con nosotros
colgadas al cuello; pero nunca decimos que la cruz es una locura para nosotros.
Así que nosotros no apreciamos mucho eso de morir en una cruz. Me gustan los
héroes. Admiro a los que tienen una muerte heroica. Pero la de J. es muy
humillante.
Hagamos
un resumen de J. Nace en un establo. De padre cuestionado. Nacido en un pueblo
de mala muerte. Falta de atractivo físico. Sin posesiones. Rodeado de gente
poco recomendable. Muerto de manera vergonzosa. ¿Cómo este hombre podría
cambiar el mundo?
Pues
lo cambio. Y por eso nosotros estamos aquí reunidos como una familia. Hemos
elegido seguirle sin ninguna presión humana. Y es que él quería que fuéramos
capaces de tomar decisiones sinceras.
Reconozco
que tomamos pocas decisiones genuinas en nuestra vida. La mayoría de nuestras
elecciones están influidas por las fuerzas y las demandas externas. Pero J.
viene en forma amorosa y nos da la libertad de elegir. Tú le puedes rechazar o
aceptar. Pero Dios nunca te obligará a que cambies tu personalidad y tu
libertad. Eso es amor.
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