miércoles, 1 de diciembre de 2010

La comunidad que me acompaña.

Tema 10
Curso El sanador herido

Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero ahora debemos hacer fiesta y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado. Lc.15: 31-32

I. Introducción

El padre quiere que regresen los dos hijos, el menor y el mayor. Y es que el hijo mayor también necesita ser encontrado y conducido a la casa con alegría. ¿Responderá a la súplica del padre o se quedará amargado en la puerta? No lo sabemos. Quizás la respuesta esta en nuestro trabajo espiritual. En lo que debemos hacer nosotros.

En esta historia no se trata de definir que hermano es bueno y cuál es el malo. No, no se trata de eso. Si tú has hecho esta tarea, es porque te gusta buscar soluciones fáciles. Porque dedicas tiempo a enumerar la gente que según tu criterio es buena o mala. Pero esta es una costumbre muy amarga y sin futuro. El único bueno de nuestra historia es el padre. El ama a los dos hijos por igual y sale al encuentro de ambos. No les ejerce presión ni fuerza. Solo les invita a dar el paso. A celebrar la vida.

II. Dejando la rivalidad a un lado

La fiesta y la alegría que podemos escuchar en esta historia por el regreso del hermano menor no significan en ningún caso que el hermano mayor no sea querido, menos apreciado, menos favorecido. El padre nunca los compara. Generalmente son los hermanos los que se comparan y si son hijos únicos se comparan con otros hijos. El padre es el que conoce su intimidad, sus cualidades y defectos. En la casa del padre todos son queridos y por eso se hace fiesta. Pero fuera de la casa del padre los hermanos, las hermanas, los maridos, las esposas, los amantes y los amigos se convierten en rivales e incluso en enemigos. Cada uno de ellos vive dominado por el afán de protagonismo, por los celos, por las suspicacias y los resentimientos.

Entre los hijos de una familia ocurre una competencia parecida a la que libran los cachorros de animales por la supervivencia, pero en los niños los recursos limitados son el TIEMPO, la ATENCION, el CARIÑO, y la APROBACION que los padres pueden dedicar y dar a cada hijo. Considerando a la familia de una forma bastante simplista y tomando en cuenta de que los padres tienen solamente una cantidad de tiempo limitada para dedicarle a sus hijos podemos observar que si en esa familia hay solamente UN hijo, TODO ese tiempo es para ese único hijo; si tienen DOS hijos, a cada uno le tocará la MITAD del tiempo de los padres; si TRES, la TERCERA parte; y así sucesivamente. Esto se puede ilustrar con el así-llamado "fenómeno del álbum de fotos familiar." En la mayoría de familias, al observar su álbum de fotos, se encuentran muchas fotos del nacimiento y primer año del hijo mayor. Para el segundo hijo, ya hay menos fotos. Y, del tercer hijo en adelante, cuesta hallar fotos de ellos en el álbum... ¡Como si ni pertenecieran a la familia!

Quizás en cosas tan sencillas como esta está el origen de nuestras necesidades de agradar y encontrar aprobación. Quizás.

III. Entre la confianza y la gratitud

La historia que hemos venido compartiendo en estos tres últimos meses nos puede ofrecer cierta esperanza a personas que están atrapadas en el rencor. Me temo que todos nosotros en algún momento de nuestra vida tendremos que enfrentarnos con el hijo menor o el hijo mayor que llevamos dentro. Por eso tendremos que hacernos una pregunta: ¿Qué puedo hacer para facilitar el regreso?

Adoptando una actitud pasiva no te garantizo el éxito de tal misión. Quizás tu problema con la ira viene de lejos y de hace tiempo por tanto tendrás que darte permiso para que Dios te encuentre y te cure practicando diariamente la confianza y la gratitud con la misma sistematicidad que un gimnasta entrena su cuerpo. Las palabras claves en este día son: confianza y gratitud.

Sin confianza no puedo dejar que me encuentren las personas que me estiman. Sin confianza no puedo estar en comunidad. Sin confianza no podría estar aquí y ahora. La confianza me dice: aquí donde estoy ahora se me quiere.

Por su parte la gratitud es todo lo contrario al resentimiento. Las personas resentidas no pueden ser agradecidas. Y es que el resentimiento impide la percepción y experiencias en la vida. El resentimiento nos dice: nunca te han dado lo que te mereces. Así que acabo hiendo por la vida exigiendo cosas. Sin embargo cuando soy agradecido reconozco que todo lo que tengo y soy es un regalo. La gratitud es una elección. Puedo responder con gratitud incluso cuando mis emociones me digan que me siento con dolor.

A veces la única manera de curar las heridas y soportar el dolor de la vida es entrando a casa y formando parte de la comunidad que me quiere. Pero esto es como dar un salto. Es amar sin esperar ser amado. Es invitar sin esperar ser invitado. Es abrazar sin esperar ser abrazado.

A veces tengo que entrar y formar parte de la comunidad.

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