Mensaje de Navidad del Presidente de la Comisión Permanente IEE, Joel Cortés
"¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?” (Mateo 11: 3)
Durante los últimos dos años y medio ha ido creciendo en la sociedad un sentimiento generalizado de falta de confianza en el futuro y esto se debe, en la mayoría de los casos, a la desaparición de muchos de los referentes que proporcionaban una sensación superficial de sostén y de estabilidad
En este sentido, baste mencionar los graves problemas económicos ocasionados, en primer lugar, por la crisis de grandes instituciones financieras de ámbito internacional que han conllevado la destrucción de millones de puestos de trabajo en todo el mundo; en segundo lugar, también debe constatarse la crisis del papel salvador que se ha atribuido a los Estados o a la acción concertada de éstos como “redentores” de las graves carencias y déficits acumulados en todo este proceso. La realidad ha demostrado la debilidad del sistema y ha cuestionado muy seriamente una supuesta fortaleza que no puede ni prevenir ni resolver los graves perjuicios ocasionados por la avaricia humana.
Por último, la fórmula que han aconsejado los foros con más voz y peso en el concierto económico mundial tiene que ver, primordialmente, con los ajustes y recortes de derechos sociales que una vez más recaen en la mayoría de la población y especialmente en los más débiles. Esto ha dado lugar a un sentimiento de pérdida de esperanza en el futuro común a muchos seres humanos.
La pregunta que Juan el Bautista dirige a Jesús, se formula desde una realidad de falta de perspectiva de futuro: encerrado en la cárcel y con su vida bajo amenaza. Envía a sus discípulos a Jesús para plantearle la pregunta con la cual se inicia este mensaje. Cabe decir que la pregunta del Bautista denota una absoluta falta de confianza.
Hoy, nosotros también podríamos tener la tentación de formular la misma pregunta desde nuestras “cárceles” particulares imbuidos, del mismo modo que Juan, por la falta de confianza en el futuro.
Estamos en tiempo de espera en este nuevo Adviento, en espera del Dios que se hace hombre entre nosotros. Él es el único que puede restablecer nuestra confianza en el futuro del ser humano, en cualquier tiempo y circunstancia. Lo verdaderamente sustantivo en la respuesta de Jesús no es la relación de los signos mesiánicos que ofrece a sus interlocutores, sino la frase con la que termina su respuesta… ¡Y dichoso aquel que no pierde su confianza en mí!” (Mateo 11: 6).
En este sentido hemos programado el Sínodo que vamos a celebrar el próximo mes de octubre bajo el lema “Aumentará el Señor bendición sobre nosotros” (Salmo 115: 14). Queremos que nuestra Iglesia proclame la esperanza en este tiempo en el que parecen apagarse muchas luces en el camino de los seres humanos, proclamar la buena nueva que este Jesús que viene a nuestro encuentro nos ofrece y a la que somos llamados a responder con nuestra entrega y compromiso sin límites al servicio del Evangelio con el convencimiento de que es el único que puede transformar el mundo.
Joel Cortés
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