martes, 11 de mayo de 2010

El maltrato emocional. Parte II

Las emociones y yo
Tema 9

I. Introducción

En las Escrituras podemos encontrar muchas cosas que nos den aliento o nos desanimen. Podemos encontrar por ejemplo la idea de que Dios tiene un plan para la vida de cada uno de nosotros. Pero no siempre ese plan ha podido realizarse sin tropiezos ni escollos. Muchas de nuestras biografías están llenas de ejemplos de cómo esto ha sido así. Les invito a mirar en la epístola a los Efesios, capítulo 2, versículo 10, antes de continuar:

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Aunque Dios tenía un plan de antemano, hemos acabado sufriendo maltratos o hemos hecho sufrir a alguien. Pero esta, no es la voluntad de Dios, de ninguna manera y es algo que debemos comprender ahora. Dios no se complace en el sufrimiento. Dios no necesita nuestro sufrimiento. El sufrimiento es ajeno a la idea que tenemos de Dios. ¡Pero estamos dañados! ¿Qué podemos hacer?

La intención de este estudio es dar las herramientas para aceptar la idea de que sólo El tiene el poder para restaurarnos. Para ver lo que habíamos perdido ya fuera por nuestra culpa o por culpa ajena.

II. Regrese al punto de partida.

Hay veces en que nuestra memoria está completamente bloqueada por los acontecimientos que nos pasan. Cuando esto ocurre, es posible que tengamos que regresar y resolver la situación que hemos dejado atrás. Para caminar hacia delante nuestro pasado no nos debe pesar. También puede existir el caso de que no somos capaces de recordar cosas que nos han acontecido. Eso no nos debe molestar. Hay ciertas cosas que es mejor no rememorar ni recordar. Y es que hay días en que Dios nos bendice con la habilidad de poder dejar ciertas cosas en el olvido.

Hay personas que han buscado, o siguen haciéndolo, sanidad emocional sumergiéndose en el subconsciente y sacando a la luz todos los recuerdos hirientes de su vida. Esto puede ser un ejercicio peligroso. La línea que separa la vida de gratitud de la de la amargura suele ser muy delgada.

III. El mal encaminado hacia el bien.

Dios no puede cambiar lo que nos ha sucedido; pero si puede cambiar las consecuencias de nuestras experiencias. La historia de José, puede ser una buena imagen de ello. José toca este tema cuando habla con sus hermanos en Génesis 50:
20 Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios cambió ese mal en bien para hacer lo que hoy vemos: para salvar la vida de mucha gente.

Tenemos que dejar ir las cenizas de nuestro pasado. No debemos mantenerlas cerca para tenerlas a la hora de llorar. Hoy es un nuevo día. No hay tiempo para seguir lamentándose. El pasado no tiene futuro.

IV. El equilibrio y la estabilidad emocional.

Cuando somos equilibrados emocionalmente estamos en el camino de la sanidad. Cuando hemos sido maltratados, cuando hemos sufrido pérdidas, cuando nos hemos sentido minusválidos, cuando nos sentimos culpables, cuando hemos experimentado el fracaso no sólo nuestra mente está afectada, sino que lo están por igual nuestras emociones.

¿Murió Jesús para sanar nuestras emociones? ¿O esto es un trabajo nuestro? ¿Qué tu crees?

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