viernes, 8 de mayo de 2015

El dios sin rostro. Parte I

Apuntes para un estudio bíblico de Hechos 17: 16-22

Llega Pablo a la cuna de la civilización griega. Es ésta una ciudad muy 'cosmopolita' cuyos habitantes se precian de ser muy abiertos y de aceptar toda clase de filosofías, religiones, ideas, etc.
Lo que aquí sucederá nos recuerda lo que dijo Jesús en Lc 10, 21 refiriéndose a que el Padre revela Sus secretos a los sencillos, no a los 'sabios y entendidos'.

17, 16 MIENTRAS PABLO LES ESPERABA EN ATENAS,

Un vez más los Hechos de los Apóstoles ponen de manifiesto cómo el odio y la persecución proporcionan nuevas posibilidades al Evangelio.

Les esperaba.-
En el versículo anterior se nos ha dicho que pidió que Timoteo y Silas vinieran a acompañarlo lo antes posible (ver Hch 17, 15).
Atenas.- Aun cuando ha desaparecido de esta ciudad el esplendor de un Pericles y la fama de la escuela de Platón, sin embargo todavía se le asocia la idea de riqueza cultural y grandeza espiritual. La ciudad continuaba siendo... 'la antorcha de toda Grecia' (Cicerón). Como sede que era de las grandes escuelas filosóficas y cuna de la más refinada cultura griega, descollaba sobre todas las demás ciudades del imperio romano y ejercía una fuerza de atracción irresistible sobre cuantos aspiraban a adquirir
ciencia y cultura, especialmente sobre la juventud de la nobleza romana.

ESTABA INTERIORMENTE INDIGNADO AL VER LA CIUDAD LLENA DE ÍDOLOS.

Dentro de los conceptos paganos, Atenas era también una ciudad religiosa. No existía, en la época, ninguna otra ciudad que pudiera exhibir una profusión semejante de templos, altares, estatuas de divinidades y exvotos.
El escritor romano Petronio había dicho: 'Cuando paseas por Atenas, te es más fácil encontrarte por la calle con un dios que con un hombre. Pablo tenía muy presente que el Señor prohibió al pueblo judío elaborar cualquier clase de ídolo (ver Lev 26, 1). Ahora no puede evitar indignarse al descubrir que por dondequiera que va hay estatuas y pinturas que representan deidades paganas que son adoradas por los habitantes de Atenas.

17, 17 DISCUTÍA EN LA SINAGOGA CON LOS JUDÍOS Y CON LOS QUE ADORABAN A DIOS;

No deja Lucas de hacernos ver que lo primero para Pablo es ir a la sinagoga para tratar de llevar la buena nueva a los judíos, y a quienes sin pertenecer al pueblo judío compartían su fe en un solo Dios. Buscaba hacerles comprender cómo en Jesús se cumplía todo lo anunciado en las Sagradas Escrituras.

Y DIARIAMENTE EN EL ÁGORA CON LOS QUE POR ALLÍ SE ENCONTRABAN.
Ágora.- Se trataba de una plaza pública donde cualquiera podía expresar sus ideas.
Pablo no deja pasar un día sin predicar; su celo apostólico lo mueve a buscar la conversión de los que iban al ágora pues supuestamente se trataba de personas interesadas en descubrir el camino, la verdad, la vida, y Pablo quiere que se den cuenta de que todo ello sólo se halla en Jesucristo. Pablo da un ejemplo de cómo la proclamación de la salvación no debe circunscribirse a un grupo bien perfilado, formado religiosamente, sino que debe estar pronta a abrirse a todos los hombres, sea cual fuera la situación espiritual, cultural y social en que se encuentren.

17, 18 TRABABAN TAMBIÉN CONVERSACIÓN CON ÉL ALGUNOS FILÓSOFOS EPICÚREOS Y ESTOICOS.

Trabó conversación con representantes de las escuelas epicúrea y estoica, las dos escuelas filosóficas más célebres de Atenas.

Epicúreos.- Se trata de "discípulos de Epicuro, un filósofo que había vivido en los siglos III y IV antes de Cristo. Para los epicúreos en el mundo no existe Dios como Ser Supremo, sino que todo es el resultado de fuerzas que se mueven al azar; por otra parte, el placer es la meta de la conducta humana, aunque ese placer debe estar moderado por la prudencia.
Estoicos.- Toman su nombre de la Estoa o Pórtico, un recinto situado en al ágora, donde enseñaba el fundador de esta escuela, Zenón. Su doctrina admite la existencia de Dios, pero creen en el determinismo y que el hombre al morir es reabsorbido por el Gran Todo. Su meta es deslindarse de toda emoción porque consideran que la felicidad está en la 'ataraxia' (apatía o indiferencia) hacia todo.

UNOS DECÍAN: '¿QUÉ QUERRÁ DECIR ESTE CHARLATÁN?

Los que lo escuchan toman a Pablo por uno más de los filósofos, locos y merolicos que abundaban en el ágora. La emoción con que habla, el brillo en sus ojos, quizá algún kilométrico discurso (a juzgar por sus cartas, en las que elabora párrafos enormes casi sin dar tiempo a respirar y a hacer pausas, quizá hablaba igual), son características comunes a muchos de los que acuden ahí a exponer sus ideas.
El vocablo griego correspondiente a 'charlatán' significa en sí 'recogedor de granos' y designa ante todo un pájaro; aplicado a una persona se dice de quien vive pescando máximas de maestros célebres para hacerse pasar por uno de ellos, es decir, designa un vulgar charlatán.

Y OTROS: 'PARECE SER UN PREDICADOR DE DIVINIDADES EXTRANJERAS.' PORQUE ANUNCIABA A JESÚS Y LA RESURRECCIÓN.

Muchos de los que escuchan a Pablo nunca han oído hablar de Jesús; de ahí que consideren que está refiriéndose a alguna divinidad desconocida para ellos, una más de las muchas que eran adoradas por otros pueblos.  Anunciaba a Jesús y la Resurrección. Ya Lucas nos ha mostrado el contenido básico de la predicación de los apóstoles: anunciar que Jesús  es Dios, que vino a este mundo, que murió para redimirnos y resucitó para darnos vida eterna.
Según algunos comentaristas, los que escuchaban a Pablo lo malinterpretaron. Creyeron que se refería "a una divinidad masculina, que era Jesús, y a otra femenina, la Resurrección. Este malentendido quizá se debía a que la palabra griega para esurrección es 'Anástasis', y suena como a nombre femenino.

17, 19 LE TOMARON Y LE LLEVARON AL AREÓPAGO;

areópago.- "Era un altozano situado en la Acrópolis hacia el sudoeste, donde según la mitología había comparecido el dios Marte para ser juzgado por otros dioses. No se trataba de un edificio cubierto, sino de un lugar al aire libre, rodeado de gradas y asientos.
Sin embargo, el nombre de Areópago también se dio a un Consejo de personas importantes de Atenas, que gozaron de múltiples atribuciones judiciales y culturales en la vida de la ciudad. La palabra designaba en otro tiempo el prestigioso punto de reunión sobre la colina de Ares, pero con el tiempo se asoció más bien el nombre a las autoridades investidas de poderes judiciales, que se ocupaban también en la vigilancia de los discursos públicos. La situación en que se halla Pablo aparece como una hora memorable. Al mensajero del Evangelio le viene dada la posibilidad de anunciar su mensaje en un marco oficial de representantes de la cultura
griega.

Y LE DIJERON: '¿PODEMOS SABER CUÁL ES ESA NUEVA DOCTRINA QUE TÚ EXPONES? 17, 20 PUES TE OÍMOS DECIR COSAS EXTRAÑAS Y QUERRÍAMOS SABER QUÉ ES LO QUE SIGNIFICAN.

El detalle sobre la curiosidad y el gusto de los atenienses por comunicarse novedades no permite deducir una disposición auténtica con vistas a la salvación. Esto...puede hallarse en todos los tiempos. Se habla y se escribe sobre religión, se cultiva con afán la conversación ingeniosa sobre cuestiones teológicas, pero sin una voluntad auténtica ni interés por una verdad que comprometa ni por la entrega personal.

17, 21 TODOS LOS ATENIENSES Y LOS FORASTEROS QUE ALLÍ RESIDÍAN EN NINGUNA OTRA COSA PASABAN EL TIEMPO SINO EN DECIR U OÍR LA ÚLTIMA NOVEDAD.

Los 'rétores' y 'sofistas' todavía caracterizan la imagen espiritual a Atenas. Discutir ideas nuevas era la diversión, el reto, el entretenimiento de estas gentes. Están ávidos de novedades, no porque en ellas puedan encontrar una respuesta a una búsqueda de la verdad, sino porque la novedad rompe el tedio de una vida sin sentido.

17, 22 PABLO, DE PIE EN MEDIO DEL AREÓPAGO,

Por primera vez un apóstol, un enviado de la Verdad va a hablar en medio de este lugar que ha escuchado tantas grandes mentiras disfrazadas de verdades. Por primera vez se proclamará a Jesucristo en éste, considerado por muchos el centro cultural del mundo antiguo. El comienzo de esta catequesis de Pablo es enteramente distinto de lo que Pablo solía hacer en las

sinagogas. Cuando hablaba entre los judíos tenía un punto de partida admitido por todos, que era la existencia del Dios de Israel, e incluso la aceptación de la Sagrada Escritura cuyos profetas anunciaban la venida de un futuro Mesías. Aquí, por el contrario, en Atenas tiene que partir de otro punto. 

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