sábado, 28 de febrero de 2015

El cartero siempre llama dos veces

Apuntes para un estudio bíblico de Hechos 15: 22-35

En este pasaje se ve cómo se hizo llegar a los hermanos paganos convertidos al cristianismo, las conclusiones a que se llegó en el llamado Concilio de Jerusalén. Se trata de un escrito que se conoce con el nombre de 'decreto apostólico'.

15,22 ENTONCES DECIDIERON LOS APÓSTOLES Y PRESBÍTEROS, DE ACUERDO CON TODA LA IGLESIA,

Lucas enfatiza la comunión que existe entre los miembros de la Iglesia. Todos están de acuerdo en lo que van a hacer a continuación. No sobra enfatizar la importancia que tenía para los primeros cristianos, y que debe tener para nosotros hoy, mantenernos en comunión con la Iglesia. Quizá entre sus miembros haya personas que no están del todo de acuerdo en esto que se ha acordado, pero en aras de mantener la unidad y la armonía, se adhieren a lo que los apóstoles y presbíteros han concluido.

ELEGIR DE ENTRE ELLOS ALGUNOS HOMBRES Y ENVIARLES A ANTIOQUÍA CON PABLO Y BERNABÉ;

de entre ellos. Es decir, de entre los miembros de la Iglesia de Jerusalén. Deciden enviarlos como muestra de su interés por los hermanos a quienes se los envían, y también para que testigos ajenos a Pablo y a Bernabé den fe de lo que se acordó.

Y ESTOS FUERON JUDAS, LLAMADO BARSABÁS, Y SILAS, QUE ERAN DIRIGENTES ENTRE LOS HERMANOS.

Judas, llamado Barsabás. De él no se sabe mucho porque sólo es mencionado en este pasaje. Algunos consideran que seguramente era hermano de José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo (Hch 1, 23) que junto con Matías era candidato a sustituir a Judas Iscariote y no resultó elegido, pero sí llegó a ser representante de la comunidad de Jerusalén.

Silas. Es idéntico al 'Silvano' a quien Pablo menciona en 1Ts 1,1; 2Ts 1,1; 2Cor 1,19; 1Pe 5, 12; La comunidad madre envía a dos personas bien preparadas, que han ejercido un cierto liderazgo entre los hermanos.

15, 23 POR SU MEDIO LES ENVIARON ESTA CARTA:

He aquí la primera carta, de la que tenemos noticia, enviada a una comunidad de parte de  miembros de la Iglesia.
En un tiempo sin teléfono ni internet ni siquiera servicio postal, es lógico que las cartas enviadas con mensajeros fueran el medio más medio seguro para hacer llegar a comunidades lejanas un mensaje.
Presenciamos aquí el inicio de lo que será una de las maneras más empleadas por las comunidades cristianas para comunicarse. De hecho, una buena parte del Nuevo Testamento está compuesto por cartas (de Pablo, de Pedro, de Juan, de Santiago, etc.)

LOS APÓSTOLES Y LOS PRESBÍTEROS HERMANOS, SALUDAN A LOS HERMANOS VENIDOS DE LA GENTILIDAD QUE ESTÁN EN ANTIOQUÍA, EN SIRIA Y EN CILICIA.

hermanos. Se enfatiza el vínculo fraterno que los une.

venidos de la gentilidad. Es decir, que antes eran 'gentiles', es decir, paganos, es decir, no judíos. Ahora son cristianos.

Antioquía, Siria y Cilicia. Se pone primero a Atnioquía pues de allí había partido la misión a los gentiles y también de allí había comenzado la controversia tocante a la exención de la ley, de los gentiles convertidos.

15, 24 HABIENDO SABIDO QUE ALGUNOS DE ENTRE NOSOTROS, SIN MANDATO NUESTRO, OS HAN PERTURBADO CON SUS PALABRAS, TRASTORNANDO VUESTROS ÁNIMOS,

Se refiere a lo narrado en Hch 15,

algunos de nosotros. Reconocen como miembros de la iglesia a los que se pusieron a enseñar cosas que no les habían mandado que enseñaran.

15, 25 HEMOS DECIDIDO DE COMÚN ACUERDO ELEGIR ALGUNOS HOMBRES Y ENVIARLOS DONDE VOSOTROS, JUNTAMENTE CON NUESTROS QUERIDOS BERNABÉ Y PABLO,

Estas palabras son como la carta de presentación de los hermanos que envían junto con Bernabé y Pablo. Una vez más se enfatiza que todo se efectuó en común acuerdo. Con esta medida se quería evitar la posibilidad de que los judaizantes de Antioquía formularan sospechas en cuanto al relato que Pablo y Bernabé harían respecto de la posición adoptada por la Iglesia de Jerusalén, y pusieran en duda la autenticidad del decreto.

nuestros queridos Bernabé y Pablo. Qué bello que en una carta a las comunidades se filtre esta expresión de cariño, se viva y exprese abiertamente el amor a Dios y a los hermanos.

15, 26 QUE SON HOMBRES QUE HAN ENTREGADO SU VIDA A LA CAUSA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

Se da a entender que Bernabé y Pablo se dedican de tiempo completo al servicio de Dios y de la Iglesia. Son palabras de recomendación para que los de la comunidad los reciban con confianza.

15, 27 ENVIAMOS PUES, A JUDAS Y SILAS, QUIENES OS EXPONDRÁN ESTO MISMO DE VIVA VOZ:

La ventaja de que las cartas se entregaran a mano era que se podía también enviar mensajes hablados. En este caso se da a entender que la comunidad envía a Judas y Silas en calidad de mensajeros que lleven la palabra de la comunidad y ratifiquen lo que dice la carta.

15, 28 QUE HEMOS DECIDIO EL ESPÍRITU SANTO Y NOSOTROS

Esto quizá a alguno le suene petulante: como decir 'Dios y yo decidimos esto'. Pero no hay aquí intención de igualarse con el Espíritu Santo. Lo que quieren dejar claro es que en primer lugar el Espíritu Santo los iluminó y les indicó el camino a seguir, que primero que nada han buscado seguir la voluntad de Dios, ser dóciles a lo que el Espíritu Santo les va indicando. Además recordemos que el Señor les prometió enviarles el Espíritu para conducirlos (ver Hch 1, 8; 5, 32).
Lo de 'nosotros' indica que el cristiano no es aquel que simplemente se sienta a que Dios haga todo, que también le corresponde trabajar, hacer su parte.

Aquí se revela un rasgo de la concepción de sí misma que tenía la Iglesia primitiva. Quiere ser más que una entidad estructurada jurídicamente, vive el misterio, de la 'fuerza del Espíritu', como se lo había asegurado el Resucitado.

NO IMPONEROS MÁS CARGAS QUE ÉSTAS INDISPENSABLES:

Queda claro que lo que piden es lo mínimo, lo básico, lo indispensable. Hacer esta observación es su manera de indicar que esto es algo que hay que respetar.

15, 29 ABSTENERSE DE LO SACRIFICADO A LOS ÍDOLOS, DE LA SANGRE, DE LOS ANIMALES ESTRANGULADOS Y DE LA IMPUREZA.

Como ya vimos en Hch 15, 20, lo que se les pide es abstenerse de ciertas prácticas que eran comunes para los paganos pero que a los judíos les resultaban abominables pues toda la vida habían sido enseñados a evitarlas: comer la carne que había sido sacrificada a ídolos paganos; beber la sangre, que era considerada la sede de la vida; comer animales estrangulados, que no habían sido desangrados por completo; la fornicación y los matrimonios entre consanguíneos. Todas estas cosas resultaban inaceptables para los judíos convertidos al cristianismo, y en atención a ellos, se pide a los paganos que se abstengan de realizarlas.

HARÉIS BIEN EN GUARDAROS DE ESTAS COSAS. ADIÓS.'

Haréis bien. Una vez más se nota aquí la delicadeza con que se plantean estos  asuntos. Al igual que Jesús, no amenazan, no advierten que será castigado el que no cumpla; simplemente hay una invitación implícita: ¿quieres hacer bien? haz esto. La decisión es tuya.

15, 30 ELLOS, DESPUÉS DE DESPEDIRSE, BAJARON A ANTIOQUÍA, REUNIERON LA ASAMBLEA Y ENTREGARON LA CARTA.

Una vez que nos terminó de leer la carta, San Lucas nos informa que los hombres elegidos por la comunidad se despidieron y fueron a cumplir aquello a que los habían enviado. La carta llegó a quienes estaba destinada.

15, 31 LA LEYERON Y SE GOZARON AL RECIBIR AQUEL ALIENTO.

Los gentiles reciben la doble alegría de saber que la comunidad de Jerusalén se preocupa por ellos, está pendiente de su paz espiritual -que habían perdido a raíz de todo lo que les habían estado diciendo quienes les habían planteado que si no se circuncidaban no podrían salvarse- y también que la decisión los favorece porque se les exigirá un mínimo que fácilmente pueden cumplir.

JUDAS Y SILAS, QUE ERAN TAMBIÉN PROFETAS, EXHORTARON CON UN LARGO DISCURSO A LOS HERMANOS Y LES CONFORTARON.

Como ya se mencionó, quienes llevaron la carta no se limitan a entregarla, sino que aprovechan la ocasión para hablar con los hermanos paganos y tranquilizarlos.

eran también profetas. Lucas deja claro que Judas y Silas hablaron de parte de Dios, que no echaron un rollo' que se les ocurrió, sino que pudieron confortar a los hermanos porque el Señor mismo los inspiraba.

15, 33 PASADO ALGÚN TIEMPO, FUERON DESPEDIDOS EN PAZ POR LOS HERMANOS PARA VOLVER A LOS QUE LOS HABÍAN ENVIADO.

No se suscitó aquí ningún conflicto. Lo que se acordó en el Concilio de Jerusalén fue recibido con paz y con alegría.

OJO con el versiculo 34

Dice en la Biblia de Jerusalén que en el texto occidental el versículo 34 dice: 'pero Silas decidió quedarse'; que en otras se añade: Judas se marchó solo.

15, 35 PABLO Y BERNABÉ SE QUEDARON EN ANTIOQUÍA ENSEÑANDO Y ANUNCIANDO, EN COMPAÑÍA DE OTROS MUCHOS, LA BUENA NUEVA, LA PALABRA DEL SEÑOR.

La buena noticia es la Palabra del Señor. Palabra que llena el alma de luz, alegría, paz, esperanza. Como en otras ocasiones, Pablo y Bernabé se quedan un tiempo en Antioquía. (Ver Hch 14, 28), aunque cabe suponer que esta vez su estancia fue más breve. De lo hasta aquí narrado, Pablo da su versión en Gal 2, 1-10.


martes, 24 de febrero de 2015

De cómo la abstención entro en la iglesia.

Apuntes para leer Hechos 15: 13-21en el Estudio bíblico

En este breve pasaje vemos cuánta importancia daba la primera comunidad cristiana al amor fraterno en términos de preocuparse por no hacer nada que pueda herir la sensibilidad de otros.

15, 13 CUANDO TERMINARON DE HABLAR, TOMÓ SANTIAGO LA PALABRA

Santiago. Se trata del llamado 'hermano del Señor' (ver Gal 1, 19) que no era su hermano, sino su pariente. Ciertamente no es el llamado el mayor, hermano de Juan el Evangelista, pues ya por aquel momento había muerto por órdenes de Herodes (ver Hch 13) A este Santiago se le ha venido considerando como autor de una de las epístolas llamadas canónicas.
Lo que no parece haber quedado definitivamente resuelto es la identidad de este Santiago, hermano del Señor, con el otro apóstol Santiago, que en las listas evangélicas de los apóstoles figura como hijo de Alfeo. Santiago poseía un rango directivo en la comunidad de Jerusalén, estaba todavía, aun como cristiano, muy ligado al orden de vida judío, por lo cual tenía especial prestigio para el sector conservador de la iglesia judeocristiana -como lo insinúa Gal 1, 12- y, a lo que parece, también para los judaizantes extremistas. Así Lucas tiene una especial intención cuando lo muestra en el marco del concilio de Jerusalén.

tomó la palabra. En Ga 2, 9 se confirma la importancia de su intervención en este asunto.

Y DIJO: 'HERMANOS, ESCUCHADME. 15, 14 SIMEÓN HA REFERIDO CÓMO DIOS YA AL PRINCIPIO INTERVINO PARA PROCURARSE ENTRE LOS GENTILES UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.

Simeón. Nombre semítico de Simón. Llama a Pedro no Simón, sino Simeón, que es la forma hebrea, perfectamente lógica en labios de quien representa la tradición más hebrea dentro de la comunidad cristiana y que a la vez está unido con una estrecha confianza con Pedro.

Dios ya al principio intervino. Santiago deja claro que lo de incluir a los paganos ha sido iniciativa de Dios. Está en perfecta armonía con Pedro y con Pablo. Este último, en Rom 9, 25-26; recuerda cómo Dios anunciaba, por medio del profeta Oseas, que llamaría también a los paganos.


15, 15 CON ESTO CONCUERDAN LOS ORÁCULOS DE LOS PROFETAS, SEGÚN ESTÁ ESCRITO: 15, 16 DESPUÉS DE ESTO VOLVERÉ Y RECONSTRUIRÉ LA TIENDA DE DAVID QUE ESTÁ CAÍDA; RECONSTRUIRÉ SUS RUINAS, Y LA VOLVERÉ A LEVANTAR. 15, 17 PARA QUE EL RESTO DE LOS HOMBRES BUSQUE AL SEÑOR, Y TODAS LAS NACIONES QUE HAN SIDO CONSAGRADAS A MI NOMBRE, DICE EL SEÑOR QUE HACE 15, 18 QUE ESTAS COSAS SEAN CONOCIDAS DESDE LA ETERNIDAD.

Santiago está citando un pasaje del profeta Amós: ver Am 9, 11-12; que corresponde al último capítulo, en el que anuncia la felicidad de la era mesiánica.

15, 19 POR ESTO OPINO YO QUE NO SE DEBE MOLESTAR A LOS GENTILES QUE SE CONVIERTAN A DIOS,

Como se ve, Santiago tenía también un papel importante en la comunidad de Jerusalén. La proposición de Santiago es conciliadora; por una parte se alinea con la tesis doctrinal de Pedro, que era la misma de Pablo; es decir, que los paganos convertidos al cristianismo no tienen que ser molestados con las observancias de la ley mosaica. Sin embargo, por deferencia a los hermanos que
proceden del judaísmo, propone a los gentiles convertidos cuatro restricciones que representan no un compromiso con la doctrina, sino una prudencia y caridad en no seguir ciertas prácticas que pueden molestar a los antiguos hebreos.

15, 20 SINO ESCRIBIRLES QUE SE ABSTENGAN DE LO QUE HA SIDO CONTAMINADO POR LOS ÍDOLOS, DE LA IMPUREZA, DE LOS ANIMALES ESTRANGULADOS Y DE LA SANGRE.

Los puntos que Santiago enumera suelen ser llamados las cláusulas de Santiago.

no comer lo que ha sido contaminado por los ídolos. Se trata de la célebre cuestión de los manjares sacrificados a los ídolos. En el área en la que vivían muchos paganos convertidos al cristianismo, los otros paganos continuaban celebrando sus banquetes religiosos en honor a sus divinidades, en las cuales se comía la carne de las víctimas sacrificadas a los ídolos, mientras que también un resto de esta carne se vendía después en el mercado.
Ahora bien, los judíos consideraban con horror que dichas carnes estaban contaminadas y pensaban que comer de ellas era participar en la idolatría. Los paganos convertidos deberán, por tanto, abstenerse de ellas con espíritu de fraternidad y amor hacia los otros hermanos cristianos que las miran con tal repugnancia.
Santiago sólo ha querido retener de todas las leyes de pureza aquellas cuya significación religiosa parece universal: el comer la carne ofrecida a los ídolos entrañaba cierta participación en un culto sacrílego. Ver 1Cor 8-12

impureza. "La palabra parece designar todas las uniones irregulares enumeradas en Lv 18. Unos creen que se refiere a fornicación, es decir, la relación sexual entre hombres y mujeres fuera del matrimonio, relaciones que para los paganos eran indiferentes e incluso permitidas. Hay, sin embargo, comentaristas que piensan se refiere a un tipo de matrimonio llevado a cabo entre parientes, lo cual constituía una unión reprobada por los hebreos, pero era admitida en áreas no judías.

animales estrangulados y de la sangre. La sangre era la expresión de la vida, que sólo pertenece a Dios; la prohibición de comer la sangre (ver Lv 1, 5ss) tenía tal fuerza obligatoria que hace explicable la repugnancia del judío a dispensar de ella al gentil. Para los judíos no era lícito consumir la sangre...y no sólo bebiéndola, como lo hacían algunos gentiles, ya separada ya mezclada con vino, sino también cuando la sangre se hallaba dentro del animal. Es decir, que no se podía comer un animal que no había sido previamente desangrado. Esto es lo que en el mercado judío se llama carne kosher. Ver Ex 22,30; Lev 7, 24; 17, 15; Dt 14, 21;

15, 21 PORQUE DESDE TIEMPOS ANTIGUOS MOISÉS TIENE EN CADA CIUDAD SUS PREDICADORES Y ES LEÍDO CADA SÁBADO EN LAS SINAGOGAS.

El apóstol hace notar que a los judeocristianos se los exhorta por doquiera en las sinagogas a observar la ley mosaica, y que, por tanto, ellos atribuyen cierta importancia a que los gentiles convertidos cumplan los cuatro puntos señalados. En la ley había también prohibiciones que obligaban no sólo a los israelitas, sino también a los gentiles que vivían en medio de ellos; tales eran, entre otras, la prohibición de tomar parte en las comidas de los sacrificios idolátricos (ver Ex 34, 15), la de comer sangre (ver Lev 17, 10ss) y la de los matrimonios entre parientes próximos (ver Lev 18, 6ss).
Sabido es que en tiempo de los apóstoles, los judíos no dejaban de exigir determinados requisitos a los cuales tenían que someterse aquellos gentiles que, sin abrazar del todo el judaísmo, simpatizaban con él (los 'temerosos de Dios'), si
querían ser admitidos a los actos de culto.
Así pues, las cláusulas de Santiago han de entenderse como una extensión a los paganos convertidos de las limitaciones impuestas a los temerosos de Dios.
Una vez más, no se hallaban en juego discrepancias dogmáticas, sino la prudencia y la caridad

fraterna ante la sensibilidad que unos cristianos mostraban por la conducta de otros.

sábado, 14 de febrero de 2015

Hablemos sobre la circuncisión sin tapujos aquí y ahora.

Anotaciones para un estudio bíblico de Hechos 15: 5-12

Se narra aquí cómo tuvo lugar el llamado concilio de Jerusalén, en el que por primera vez la comunidad madre se reúne a discernir algo que será de fundamental importancia para toda la cristiandad: ¿de dónde nos viene la salvación?

15, 5 PERO ALGUNOS DE LA SECTA DE LOS FARISEOS, QUE HABÍAN ABRAZADO LA FE, SE LEVANTARON

Los fariseos (palabra que significa 'separados'), miembros de una secta religiosa dentro del judaísmo, creían que podían alcanzar la salvación si cumplían al pie de la letra todos los mandamientos de la ley de Moisés, pero en su afán por lograr esto se pasaban de la raya. Para muchos fariseos cumplir la ley por cumplirla se volvió lo más importante, y muchas veces descuidaban el amor al prójimo y la misericordia. Recordemos cuando le reclaman a Jesús que haga curaciones en sábado. No les importa que una persona haya sido sanada, sino que se violó el precepto de descansar en sábado tal como ellos lo entienden (ver Lc 6,7; 13, 14) y así procedían en muchas otras circunstancias.
No en pocas ocasiones Jesús les recrimina su legalismo exagerado (ver Lc 6,9; 11, 42-44; 13, 15-16).

fariseos, que habían abrazado la fe. Se trata de fariseos que han descubierto que en Jesús se cumple todo lo anunciado en las Sagradas Escrituras, y ven en Él al Mesías prometido, pero un Mesías tal como ellos lo imaginan: que sigue sujeto a las leyes judías, que vino a darles cumplimiento y a mantenerlas vigentes. No les cabe en la cabeza que Jesús haya venido a superar muchos de los preceptos en los que ellos han creído toda la vida.

se levantaron. Es decir, se dispusieron a tomar la palabra, a exponer su punto de vista.
Llama la atención la gran libertad que todos tenían para dar su parecer, el gran respeto que privaba en la comunidad, donde todos tenían posibilidad de expresarse y ser escuchados.

PARA DECIR QUE ERA NECESARIO CIRCUNCIDAR A LOS GENTILES Y MANDARLES GUARDAR LA LEY DE MOISÉS.

Como ya se comentó en Hch 15, 1; es natural que estos hombres que han cumplido la ley de Moisés toda su vida, la ven como el único camino posible hacia la salvación, y consideran el cristianismo como la culminación de las promesas hechas por Dios al pueblo judío, consideren que todo pagano recién convertido al cristianismo debe antes hacerse judío. Ello implica, desde su punto de vista, circuncidarse y cumplir la ley de Moisés. Sin embargo cabe mencionar que eso de 'cumplir la ley de Moisés' como ellos lo entienden, no es nada sencillo. Recordemos que en tiempos de Jesús hay cientos de mandamientos y cientos de prohibiciones extraídos de la ley de Moisés, por lo cual la gente se encuentra restringida, siempre preguntándose si no ha infringido algún mandamiento, siempre con dudas acerca de qué es lo que verdaderamente vale la pena cumplir y qué no (recordemos a ese escriba que para poner a prueba a Jesús le pregunta que cuál es el mandamiento más importante de todos: ver Mt 22, 36-40).
En ocasiones queremos que otras personas que se acercan a Dios sigan exactamente el mismo camino que hemos seguido nosotros, pasen por la misma experiencia, asistan al mismo retiro, pertenezcan al mismo movimiento parroquial, en fin, vayan a nuestro ritmo; se nos olvida que Dios tiene sus caminos para cada uno, y cada persona es diferente y Dios se comunica con cada persona de manera diferente. Todos tenemos la tentación de estos fariseos, que con muy buena intención están proponiendo algo que según ellos es lo mejor, pero que no lo es para otros. Podemos compartir pero sin agobiar.

15, 6 SE REUNIERON ENTONCES LOS APÓSTOLES Y PRESBÍTEROS PARA TRATAR ESTE ASUNTO.

y los presbíteros. Eran miembros respetables de la comunidad cristiana a quienes los apóstoles habían dado algunas funciones administrativas y pastorales. A esta asamblea de la Iglesia primitiva se le ha llamado con frecuencia concilio de los apóstoles, también apostólico, y concilio o asamblea de Jerusalén.
Se reúnen a intercambiar opiniones. Aquí no hay una decisión autoritaria y vertical. Nadie puede decir que no pudo hablar, que no lo dejaron decir su punto de vista. Hay una verdadera comunidad fraterna.

Qué falta nos hace aprender de los primeros cristianos a escuchar puntos de vista opuestos, prestarles atención y, si es necesario, rebatirlos, pero en un intercambio sano y respetuoso. Tendemos a descalificar al que piensa distinto; de inmediato lo tildamos de equivocado o ignorante o tonto. La primera comunidad nos enseña la importancia de no cerrarnos al diálogo constructivo.

Para comprender el Concilio de Jerusalén conviene recordar que...en la Asamblea se trataron dos temas en dos planos de contenido y significado diferentes. El uno es el plano doctrinal y el otro el disciplinar. El plano doctrinal afecta a la teología de la salvación. Ésta, según los oponentes no se podría lograr por la fe en Jesús, sino por la práctica de la Ley de Moisés. Éste, que es el punto más importante, quedó definido para siempre: la salvación viene por la fe en Jesús.
En cambio, el segundo punto es el relativo a las costumbres...su aplicación dependió de la evolución y composición de las diversas comunidades cristianas.
La primera parte del Concilio se abre con el discurso de Pedro.

15, 7 DESPUÉS DE UNA LARGA DISCUSIÓN, PEDRO SE LEVANTÓ Y LES DIJO:

Ahora se levanta Pedro, que tiene autoridad para hablar, no sólo porque es el líder reconocido de la comunidad (nombrado por el propio Jesús), sino porque fue él a quien el Espíritu Santo le reveló, mediante una visión, que también para los paganos había llegado la salvación (ver Hch 10,5), y fue él quien presenció cómo el Espíritu Santo descendía sobre los paganos, tal como había descendido sobre los discípulos en Pentecostés (ver Hch 10, 44).

Una vez más Pedro da una lección acerca de cómo ser un líder cristiano: después de una larga discusión, se levanta; no antes. Él podía haber dicho desde el principio: 'yo creo esto, yo soy el líder de la Iglesia, así que se callan y me obedecen'. Y probablemente todos hubieran callado y obedecido. Sin embargo, se presta al diálogo, a la escucha, y es hasta después de que la discusión ya se ha vuelto larga, y muy probablemente repetitiva, que se siente impulsado, por el Espíritu Santo, a levantarse y hablar.

HERMANOS, VOSOTROS SABÉIS QUE YA DESDE LOS PRIMEROS DÍAS ME ELIGIÓ DIOS ENTRE VOSOTROS PARA QUE POR MI BOCA OYESEN LOS GENTILES LA PALABRA DE LA BUENA NUEVA Y CREYERAN. 15, 8 Y DIOS, CONOCEDOR DE LOS CORAZONES, DIO TESTIMONIO EN SU FAVOR COMUNICÁNDOLES EL ESPÍRITU SANTO COMO A NOSOTROS;

Me eligió Dios entre vosotros. Les está recordando no tanto Mt 16, 18-19; cuando Jesús lo nombró piedra sobre la que edificaría la iglesia, sino más bien se refiere aquí a todo lo sucedido con Cornelio y los paganos (ver Hch 10). Antes que nada, Pedro deja claro que el Señor lo eligió para ir a anunciar la buena nueva a los paganos. No fue idea suya sino inspiración de Dios.

Dios, conocedor de los corazones. Aquí va una pequeña indirecta a aquellos de los presentes que siempre han despreciado a los paganos, que los han considerado 'perros incircuncisos', indignos de la salvación. Pedro les hace ver
que han estado equivocados al juzgar que los paganos eran indignos de salvarse pues sólo Dios sabe lo que hay en el interior de los corazones, y Dios 'dio testimonio en su favor', consideró que los paganos merecían la salvación tanto como los propios judíos y, al igual que a éstos, les envió Su Espíritu Santo.

Es extraordinaria la buena voluntad de Pedro. Ya una vez les había relatado todo lo que había sucedido en casa de Cornelio, al final de lo cual había añadido una pregunta un tanto irónica: 'si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos a Dios?' (Hch 11, 17), con lo cual pareció que todos se calmaron y hasta glorificaron a Dios diciendo: Así pues, también a los gentiles les ha dado Dios la conversión que lleva a la vida' (Hch 11, 18).
Ahora le vuelven a salir con lo mismo, y en lugar de decirles: '¿pues qué no entienden?, ya se los dije una vez y no lo vuelvo a repetir con toda paciencia les recuerda lo sucedido para de nuevo mover su corazón y abrirlo a la comprensión. Aprendió bien la lección de
paciencia del Maestro.

15, 9 Y NO HIZO DISTINCIÓN ALGUNA ENTRE ELLOS Y NOSOTROS, PUES PURIFICÓ SUS CORAZONES CON LA FE.

no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros. Recordemos cómo cuando Pedro tuvo aquella visión sobre que no había animales puros e impuros, el Espíritu Santo lo movió a sacar una acertada conclusión: que Dios no hace distinción entre personas (ver Hch 10, 34). Ahora una vez más comparte el fruto de aquellas reflexiones. Un fruto importantísimo porque marca el comienzo de la auténtica universalidad de la Iglesia, el inicio de su apertura a todas las gentes de cualquier raza y condición.

purificó sus corazones con la fe. Tremenda afirmación para ser dicha ante unos fariseos que han vivido toda su vida creyendo que lo que purifica es la ley Pablo tocará este tema con mucha fuerza en algunas de sus cartas (a los Gálatas, a los Romanos, a los Hebreos). Es la fe la que justifica, no el cumplir con la ley de Moisés.

Una vez más vemos que Pedro no tiene empacho en hablar con toda claridad, aunque sepa perfectamente el efecto que pueden tener sus palabras. Aquí está ante un grupo de fariseos convertidos al cristianismo. Podría pensar: si les digo que no es la ley sino la fe lo que cuenta, pueden enojarse, salirse y nos vamos a quedar sin fariseos; los fariseos que todavía no se convierten, ya no lo harán, y seremos la burla de todos. Les puedo dar por su lado y así no perdemos seguidores'. Podría haber pensado así si fuera un político de nuestros tiempos, siempre torciendo sus principios con tal de ganar votos, pero Pedro no es así. Les dice la verdad y no contento con ello, incluye un cuestionamiento que hace eco de lo que el propio Jesús les reprochó

15, 10 ¿POR QUÉ, PUES, AHORA TENTÁIS A DIOS QUERIENDO PONER SOBRE EL CUELLO DE LOS DISCÍPULOS UN YUGO QUE NI NUESTROS PADRES NI NOSOTROS PUDIMOSSOBRELLEVAR?

tentáis a Dios. Pedro les está echando en cara el no querer aceptar una señal de Dios (como la de que el Espíritu Santo hubiera descendido sobre los paganos en casa de Cornelio) y estar todavía queriendo andar viejos caminos cuando Dios ha marcado claramente la nueva senda a seguir.

un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar. Pedro pone el dedo en la llaga. Durante años la gente se quejó interiormente porque la estricta
interpretación de la ley que habían hecho escribas y fariseos había echado sobre sus hombros la tremenda carga de tener que estar pendiente de cientos de mandamientos y prohibiciones. Pedro está repitiendo las palabras con que Jesús les recriminó esto mismo: Mt 23, 4;

15, 11 NOSOTROS CREEMOS MÁS BIEN QUE NOS SALVAMOS POR LA GRACIA DEL SEÑOR JESÚS, DEL MISMO MODO QUE ELLOS.

Pedro deja asentado algo importantísimo que, como se comentó antes, Pablo también enfatizará: la salvación nos viene por gracia de Jesucristo, es un regalo suyo, algo que nos da por pura gratuidad, por pura misericordia, sin que hayamos hecho nada para merecerla y sin que podamos hacer nada para ganarla: solamente se pide de nosotros que digamos sí y demostremos con nuestras acciones que aceptamos ese don. Leer Gal 5, 1-6;

Es importante volver a comentar algo que se ha dicho en otras ocasiones: esto de que la salvación nos viene por la fe en Cristo y no por cumplir la ley, los protestantes lo interpretan como que basta con creer en Jesús para salvarse; critican que los católicos digamos que la salvación nos viene por la gracia de Jesucristo y nuestras obras; malinterpretan esto e interpretan que los católicos creemos que podemos hacer ciertas obras para 'ganarnos' la salvación. Están en un error.
Los cristianos creemos que la salvación nos ha sido dada por Jesucristo gratuitamente. Pero sostenemos también que tenemos que demostrar, con nuestra vida, que la aceptamos; es decir: con obras. En este sentido, estas palabras de
Pablo en la Carta a los Gálatas, así como en muchas otras cartas, por no mencionar las palabras de Jesús que demuestran la importancia que daba a respaldar la fe con hechos concretos -como en Mt 25, 31-46- prueban que cuando el apóstol dice que no nos justifica la ley, se refiere a la ley de Moisés, pero no a las obras. Pues, como afirma al finalizar el párrafo antes citado de la Carta a los Gálatas: en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad. (Gal 5, 6), es decir, la fe que se traduce en amor expresado en hechos concretos, es decir: la fe expresada en obras.

15, 12 TODA LA ASAMBLEA CALLÓ Y ESCUCHARON A BERNABÉ Y A PABLO CONTAR TODAS LAS SEÑALES Y PRODIGIOS QUE DIOS HABÍA REALIZADO POR MEDIO DE ELLOS ENTRE LOS GENTILES.

la asamblea calló. El silencio de todos indicaba el respeto que imponían las palabras de Pedro; por lo que la controversia quedó resuelta en el plano doctrinal.

Bernabé y Pablo. Se mencionan en este orden debido sin duda al prestigio personal de que gozaba Bernabé en la comunidad madre de Jerusalén. Ambos apóstoles corroboran con ejemplos concretos lo que ha dicho Pedro. Dios ha realizado señales y prodigios a favor de los paganos, lo cual demuestra que Dios ha querido hacer llegar a estos pueblos su salvación.

¿Qué fue lo que más te llamó la atención del pasaje revisado hoy? ¿Por qué?


martes, 10 de febrero de 2015

Cuando la controversia entra en la iglesia no dice: ¡Buenos días!

Anotaciones para un estudio bíblico en Hechos 15: 1-4

La controversia en Antioquía.

En este texto vemos lo que sucede cuando surge una controversia en la primera comunidad cristiana, con cuánta libertad, apertura y espíritu fraterno se discuten las diferencias, y también la importancia que para resolver estas cuestiones, se le concede a la comunidad madre que está en Jerusalén, donde está Pedro.

15, 1 BAJARON ALGUNOS DE JUDEA

En Gal 2, 12 se les designa como 'algunos del grupo de Santiago.

QUE ENSEÑABAN A LOS HERMANOS: SI NOS OS CIRCUNCIDÁIS CONFORME A LA
COSTUMBRE MOSAICA, NO PODÉIS SALVAROS.

La circuncisión era, para todos los judíos, la señal inequívoca de su pertenencia al pueblo de Dios. Ver Gn 17, 10; Situémonos en tiempo y lugar: se trata de la primera comunidad cristiana, venida, en su mayoría, del judaísmo. Tienen arraigado en el corazón el concepto de la circuncisión. Es algo que han hecho de generación en generación. No es fácil pensar en ya no hacerlo. Ni aunque Dios mismo se los pida.
Ya en Hch 11, 1 vemos cómo los apóstoles y los hermanos que había en Judea le reprochan a Pedro que haya 'entrado en casa de incircuncisos y comido con ellos' (Hch 11, 3), a lo cual Pedro responde contándoles la visión que tuvo, y cómo fue a casa de Cornelio y lo que ahí sucedió: cómo descendió el Espíritu Santo sobre los paganos, del mismo modo que había descendido sobre ellos. Y les dijo esa frase Si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos a Dios? (Hch 11, 17). Con ello los hermanos se tranquilizaron y dieron gloria a Dios por haber acercado la salvación a los gentiles.
Ahora resurge la cuestión de lo que debe exigirse a los paganos para poder pertenecer al nuevo pueblo de Dios.
Ya había dicho Lucas que los fieles circuncisos se quedaron atónitos al ver que el don del Espíritu anto había sido derramado también sobre los gentiles" (Hch 10,45).
No les cabe en la cabeza que puedan hacerse cristianos sin ser antes judíos. Y aunque aparentemente
se habían quedado tranquilos, de nuevo surgen sus dudas, sus reticencias, y quieren que los paganos pasen por el mismo 'trámite' por el que ellos pasaron para incorporarse al pueblo de Dios. No acaban de entender aquello que dijo Jesús de a vino nuevo, odres nuevos. (Lc 5, 38)

Aquí se ve cómo cuesta trabajo cambiar algo que está muy arraigado en nosotros. En Hch parecía que ya todos estaban muy convencidos, y quizá así era. Sin embargo ahora vuelve a surgir ese tema y los que por lo visto no estaban tan convencidos, vuelven a expresar sus dudas y reticencias.
Así nos sucede en la vida espiritual. Cambiar un hábito, una manera de ser, de ver a los demás, etc.
es trabajoso, no es algo que se logra de la noche a la mañana. Hay que trabajar, insistir, perseverar.
Y ¡ojo! esto se refiere tanto a lo bueno como a lo malo. A veces llevas semanas o meses tratando de cambiar algo, de superar una cierta manera de hacer las cosas que no está funcionando.

15, 2 SE PRODUJO CON ESTO UNA AGITACIÓN Y UNA DISCUSIÓN NO PEQUEÑA DE PABLO Y BERNABÉ CONTRA ELLOS;

Es notable la capacidad que tienen los miembros de la primera comunidad cristiana para discutir las
cosas, decir abierta y claramente lo que cada uno piensa. Desde luego a Pablo y a Bernabé les ha de haber sorprendido e incomodado mucho descubrir que aquello que creían que los hermanos habían superado, no está superado en lo absoluto.

Y DECIDIERON QUE PABLO Y BERNABÉ Y ALGUNOS DE ELLOS SUBIERAN A JERUSALÉN, DONDE LOS APÓSTOLES Y PRESBÍTEROS, PARA TRATAR ESTA CUESTIÓN.

Aquí queda claramente de manifiesto la importancia que da la primera comunidad cristiana a la comunidad de Jerusalén, donde está Pedro, y también a la unidad, pues no se les ocurre resolver sus
diferencias a su entender, sino que buscan estar en armonía con toda la comunidad cristiana.

Pablo, Bernabé y algunos de ellos. Sabiamente, salomónicamente, se decide que vayan de ambos bandos a plantear el asunto a Jerusalén, así ambos tendrán igual posibilidad de plantear y defender sus puntos de vista ante Pedro y los demás apóstoles.

Una vez más se muestra en el libro de los Hechos la primacía de Pedro, cómo ante todo, se decide ir
a consultarlo. Su palabra tiene un peso decisivo en lo que resuelve la comunidad. Reflexionamos aquí acerca de la importancia de pertenecer a la iglesia, que te resuelve las dudas, que te dice por dónde. Es facilísimo que cada uno decida ir por donde se le ocurra.
Ejemplo: Un barco con Biblias y con Reglamentos de una iglesia cristiana. ¿Qué cargamento salvas de un naufragio para evangelizar una isla?

15, 3 ELLOS, PUES, ENVIADOS POR LA IGLESIA, ATRAVESARON FENICIA Y SAMARIA

Lucas hace hincapié en que van 'enviados por la iglesia', es decir, no se salen como el niño que se va
a acusar a sus hermanos con su papá. Van enviados por sus hermanos, de acuerdo con ellos. No hay aquí pleito, enojo. Hay una cuestión que ha dividido las opiniones. Unos están apasionadamente a favor de un punto de vista, y otros están apasionadamente a favor del punto de vista opuesto, pero ello ni significa que estén peleados o enojados o se consideren enemigos. Se nos muestra aquí el modo de resolver los asuntos: dentro del seno de la Iglesia, no saliéndose de ella, no abandonándola y fundando una nueva iglesia.

CONTANDO LA CONVERSIÓN DE LOS GENTILES

Van contando cómo Dios los ha enviado a los gentiles, cómo ha sustentado su predicación con milagros. Van dejando claro en los hermanos que no son ellos, que es Dios el que tiene los brazos abiertos para que los gentiles formen parte de Su pueblo.

Y PRODUCIENDO GRAN ALEGRÍA EN TODOS LOS HERMANOS.

Cuantos los escuchan se alegran genuinamente. Incluso los que van con ellos. Es admirable cómo los que los acompañan también están alegres por la conversión de los gentiles. No son sus enemigos, no están proponiendo la circuncisión para darles en la torre o para dificultarles la pertenencia al pueblo de Dios, sino porque genuinamente creen que es el camino adecuado.
Lucas nos da una imagen de la buena voluntad que prevalecía entre los miembros de la primera comunidad cristiana, incluso cuando sus ideas eran ferozmente opuestas a las de los otros. No los consideraban enemigos, no se peleaban con ellos. Ojalá aprendiéramos a discutir así, a expresar así nuestros puntos de vista, sin enojo, sin animadversión, sin terminar enojados con aquel o aquella a quien quizá no logramos convencer.

15, 4 LLEGADOS A JERUSALÉN FUERON RECIBIDOS POR LA IGLESIA Y POR LOS
APÓSTOLES Y PRESBÍTEROS,

Queda claro que su viaje tiene buen término y llegan por fin a la presencia de los apóstoles y
presbíteros de Jerusalén. Es muy probable que ya se haya corrido la voz de lo que vienen a decir Pablo y Bernabé, y quizá entre los apóstoles y presbíteros hay algunos que tienen puntos de vista contrarios, pero aun así los reciben.

Y CONTARON CUANTO DIOS HABÍA HECHO JUNTAMENTE CON ELLOS.

Una vez más resalta la humildad de Pablo y Bernabé que tienen muy claro, y así lo hacen saber, que
es Dios el que autor de todo y ellos son simplemente sus instrumentos.


martes, 3 de febrero de 2015

Ecumenismo y diálogo interreligioso (II): Oportunidades.

En la primera parte se han analizado algunas tendencias negativas del ecumenismo  actual. En esta segunda y última parte se exponen las oportunidades que ofrecen las relaciones interreligiosas e interconfesionales.
1. Más diálogo, menos ecumenismo
Los contactos entre comunidades religiosas tendrían que ser lo más abiertos posibles, y no estar condicionados desde el principio por unos objetivos impuestos; nunca deberían entenderse como una necesidad, sino como parte de la libre voluntad de los participantes. Este tipo de encuentros, al igual que se ponen en marcha se deben poder disolver si es necesario, pues frente a la tan ansiada unidad (u otros objetivos circunstanciales típicamente ecuménicos) debe primar el respeto a las convicciones y la conciencia de cada participante y a los principios de cada comunidad.
Por otro lado, frente a la tendencia creciente a celebrar actos religiosos, y para evitar una aproximación que finalmente se centre en aspectos emotivos y tienda al sincretismo o la dilución de identidades, es preferible potenciar encuentros en los que primen el diálogo y la reflexión.
2. Encuentros de base
Ya he explicado por qué la intervención de los niveles más institucionalizados de las religiones, y en especial de los más jerarquizados, dirige hacia un ecumenismo autoritario. No se puede confiar en organizaciones religiosas que a la vez son estados o que están estrechamente vinculadas a la "alta política". Aunque este es el ecumenismo más común y el más fomentado (en gran medida porque también es el más deseado en un mundo sediento de liderazgos fuertes), considero que poco bueno se puede esperar de él.
Existe, en cambio, un ecumenismo promovido por creyentes "de base" de diferentes comunidades, quienes muchas veces actúan a iniciativa propia. Es una especie de "ecumenismo transversal" que vincula a los sectores más aperturistas de cada religión, en ocasiones incluso al margen de las posiciones oficiales de sus organizaciones religiosas.
Estos encuentros pueden ser fructíferos, siempre y cuando se fundamenten en planteamientos críticos, imprescindibles para que el diálogo no derive en dinámicas liberticidas. En ellos deben primar los procedimientos igualitarios, democráticos, participativos, garantistas y transparentes.
3. Proyectos compartidos, pero reconociendo las diferencias
¿No caben entonces unas relaciones a más alto nivel, entre dirigentes religiosos? Pienso que sí, pero discerniendo bien los objetivos, y nunca con el propósito de encontrar la unidad "visible" pues, como he explicado, en última instancia esto significaría en el mejor de los casos la suspensión de principios propios de cada comunidad, y en el peor la absorción de una organización por parte de otra.
Es muy común en el movimiento ecuménico cierto voluntarismo ciego ("en el fondo, todos creemos lo mismo, todas las religiones/iglesias son iguales"); frente a él, es preferible el debate, incluso la confrontación (aunque esta sea un tabú para la actual mentalidad posmoderna, relativista y "buenista"). Si el diálogo es de tipo doctrinal, está bien buscar los puntos en común, pero a la vez es imprescindible reconocer las diferencias, para no caer en el autoengaño. Debe dejarse espacio para la identidad propia de cada participante; en esa identidad inevitablemente habrá incompatibilidades entre las creencias y prácticas de unos y otros, las cuales no se deben concebir como un drama que hay que superar.
El objetivo es conocerse mejor, sin miedo a encontrar escollos (incluso insalvables, aunque no para unas buenas relaciones entre las partes) y sin miedo a que otra comunidad "nos robe las ovejas". Este miedo ha conducido a establecer compromisos entre confesiones de no hacer campañas entre los fieles de las otras comunidades; se estigmatiza así como "proselitismo" la simple difusión de las convicciones propias, y finalmente se incurre en limitaciones a la libertad religiosa (que debe garantizar siempre que cualquier persona pueda decidir cambiar de religión libremente).
4. Iniciativas comunes en plano de igualdad
Cualquier iniciativa interreligiosa debe realizarse en un plano de igualdad de todos los participantes. Aun cuando una o varias organizaciones fueran las promotoras de un acto o una campaña, este debe diseñarse como un proyecto en el que cualquier comunidad o individuo que se sume lo haga con los mismos derechos de participación que el resto.
Si se convoca a participar en un encuentro (orar por personas perseguidas por su fe, promover la paz…), no se debe hacer desde el planteamiento de "uníos a nosotros en esta iniciativa", sino "construyamos juntos un proyecto participativo". En los actos públicos interreligiosos no deberían dominar una puesta en escena y unos símbolos exclusivos de una confesión, y la conducción de los actos debe ser compartida, evitando personalismos e hiperliderazgos.
5. Acción social
Un campo especialmente provechoso para la acción conjunta es el ámbito social. Los voluntarios de las ONG saben perfectamente que en el terreno de la cooperación no hay barreras confesionales; ni siquiera la barrera creyentes/no creyentes. Se trabaja desde valores compartidos de entrega al prójimo, y cada organización e individuo aporta su esfuerzo.
Otro tanto puede hacerse en proyectos de defensa de los derechos humanos. Nuevamente el modelo apropiado no es el de invitar a que otros se sumen a una iniciativa diseñada desde posiciones confesionales, sino preparar campañas abiertas con un objetivo bien definido que permita que quien la apoye no se sienta instrumentalizado por los convocantes.
6. Unidad invisible entre los cristianos
Muchas veces se afirma que la división de los cristianos en miles de denominaciones es una tragedia, incluso un escándalo. Pero no hay que olvidar que las divisiones denominacionales son un fruto de la libertad de culto y de conciencia; son infinitamente preferibles a la falsa unidad en una organización única impuesta al conjunto de la sociedad, que es lo que ha predominado en la historia del cristianismo.
Las relaciones entre iglesias nunca deben plantearse como un "regreso a la unidad visible y plena", pues ello, además de falsear la historia, implica una visión eclesiocéntrica y no cristocéntrica. Bíblicamente la iglesia es invisible, por lo que en realidad todos los cristianos ya estamos unidos en Cristo. Las diferencias existentes (doctrinales, organizativas…) no tienen por qué eliminarse, pues están integradas en la conciencia de quienes participan de ellas. Y de hecho hay acciones compartidas que ya nos unen, pues todos los que se consideran cristianos las pueden practicar sin problemas: compartir un pasaje bíblico, comunicarse mutuamente la esperanza y el consuelo divinos ante el sufrimiento, realizar obra social codo con codo, orar al Padre unos por otros... Es una unidad que se da en las relaciones personales, pero que no puede ni debe darse en el plano eclesial, pues lo cierto es que en la cristiandad se predican "evangelios diferentes" (ver Gálatas 1: 6-9), concepciones enfrentadas de lo que es la iglesia e incluso cosmovisiones distintas (como ocurre en su conjunto entre el catolicismo romano y el protestantismo).
La Biblia no invita a que busquemos la unidad, sino a que nos entreguemos a Cristo. Buscando la unidad no se encuentra a Cristo, sino que es buscando a Cristo (en su Palabra) como nos acercamos a la unidad.
7. Apertura de los cristianos a otras religiones
Se considera que el ecumenismo por antonomasia es el que aspira a la "unidad de los cristianos", entendiéndose que entre todos aquellos que profesamos la fe en Cristo es más lo que nos une que lo que nos separa. Pero si analizamos detenidamente los objetivos explícitos de muchas iglesias, encontraremos que no pocos de ellos son no sólo incompatibles entre sí, sino incluso opuestos. Por poner unos ejemplos: unas mantienen (en sus documentos constitutivos y en la práctica) la vinculación iglesia-estado, otras abogan por la separación iglesia-estado; unas defienden proyectos políticos concretos (la búsqueda de un gobierno mundial, la defensa del Estado de Israel como instrumento divino…), otras prefieren un enfoque basado en los derechos humanos de los desfavorecidos y otras se inscriben en un apoliticismo radical; unas mantienen una posición combativa contra determinadas leyes (aborto, matrimonio gay…), otras promueven legislaciones permisivas…
Por eso, analizando los objetivos de las diferentes iglesias, cada una de ellas descubrirá que en algunos puntos decisivos está radicalmente separada de otras iglesias consideradas también cristianas, mientras que está cerca de otras confesiones no cristianas que comparten objetivos con ella.
La realidad, por tanto, es compleja: primero, porque en algunas iniciativas o campañas ciertas iglesias, en consonancia con sus principios, suman fuerzas con otras religiones para luchar por objetivos opuestos a los de otras iglesias cristianas. Segundo, porque los diferentes sectores de cada comunidad religiosa ("conservadores", "progresistas"…) se alinean de forma transversal con otros sectores afines de otras comunidades.
Esta realidad tira por tierra el mito de la "unidad de los cristianos" y nos abre la posibilidad de interactuar con quien sea (cristianos o no) basándonos, no en una profesión teórica de fe, sino en objetivos específicos bien definidos y compartidos.
8. Apertura a las iniciativas seculares
Junto al mito de la "unidad natural" de los cristianos, existe el mito de la unidad, o la cercanía especial, de todas las religiones, según el cual el hecho de ser creyentes nos acerca unos a otros. La realidad tampoco es así. De hecho, no pocos creyentes nos encontramos en cuanto a determinados asuntos más cerca de algunas iniciativas seculares que de ciertos proyectos confesionales (ver el libro ¿Te crees mejor que yo? Por un diálogo abierto con la ética secular, de H. Díaz y L. González).
Por ejemplo, en la lucha por la separación iglesia-estado en España las iglesias que defienden un estado genuinamente aconfesional podrían cooperar en campañas concretas con organizaciones laicistas (siempre que estas no se dejen dominar por prejuicios antirreligiosos). En las campañas contra las guerras y a favor de la no violencia a veces es más fácil encontrar aliados entre organizaciones pacifistas que en ciertas iglesias. Y no hay que desechar la aproximación a organizaciones y partidos políticos para la defensa de objetivos concretos, siempre con la cautela de mantener una delimitación nítida de tales objetivos (que, en definitiva, es la misma cautela que hemos de mantener en las relaciones con otras organizaciones religiosas, como he explicado más arriba).
9. Religiones y sistemas de valores como herramienta crítica y autocrítica
Una de las propiedades de las relaciones interconfesionales es que promueven la apertura a otros, favoreciendo que cada cual salga de la "burbuja" (confesional, ideológica, social…) en la que vive. Esto debería fomentar el espíritu crítico, así como la proyección del mismo ad extra (sensibilización ante los graves problemas de la humanidad, defensa de los derechos humanos y las libertades…) pero también ad intra (promoción de mecanismos participativos y de transparencia en el ámbito eclesial, defensa de un enfoque basado en la persona y no en la institución…).
Conclusión

Frente a lo que señalan ciertas concepciones voluntaristas de gran parte del movimiento ecuménico actual, lo cierto es que el mundo, cada vez más sometido al globalitarismo bélico y ultracapitalista, sigue una deriva poco favorable para las libertades. El gran reto de las religiones (así como el de todo individuo o colectivo preocupado por la humanidad, por cada ser humano) consiste en no convertirse en la argamasa ideológica de una "humanidad unida" (el viejo sueño de todos los imperios), sino en mantener despierto el espíritu crítico frente a los grandes poderes mundiales (económicos, ideológicos, políticos, religiosos y político-religiosos) y ante cualquier intento de limitar la libertad de conciencia de cada persona en aras de "un bien mayor". Sólo bajo esa premisa es posible llevar a cabo sin peligros una colaboración provechosa entre personas y colectivos (creyentes o no creyentes) en proyectos conjuntos al servicio del prójimo.

Guillermo Sanchéz

Ecumenismo y diálogo interreligioso. I. Peligros.

En esta primera parte se analizan los peligros que presentan algunas tendencias del ecumenismo y el diálogo interreligioso actuales.
El Diccionario de la Real Academia Española define el ecumenismo como la «tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas». Tal es el sentido más frecuentemente otorgado al concepto: se restringe al ámbito de la cristiandad y se asocia a la búsqueda de la unidad (por otro lado, tal y como es frecuente en sus definiciones de términos religiosos, el DRAE introduce un marcado sesgo al utilizar el término "restauración", con lo que asume que en el pasado la cristiandad estuvo unida en una sola iglesia, lo cual no es exacto). En cambio, para hacer referencia a las relaciones entre diferentes religiones se suele utilizar el término "diálogo interreligioso".
Pero no siempre se entiende que el ecumenismo implique las dos características señaladas: cada vez es más común el uso del término para referirse a las relaciones interreligiosas en general; y también hay quienes hablan de ecumenismo sin tener en mente la búsqueda de la unidad. En tales casos "ecumenismo" y "diálogo interreligioso" funcionan prácticamente como sinónimos.
Estos dos artículos no son más que un esbozo de un tema amplísimo. En esta primera parte señalaré los peligros que observo en ciertas tendencias ecuménicas de nuestro tiempo; en la segunda propondré algunas vías que faciliten un aprovechamiento constructivo de las relaciones entre cristianos y entre religiones en general. Para una ampliación y profundización remito a las referencias aportadas en los enlaces.
1. Confundir diálogo por voluntad con diálogo por necesidad
El primer peligro consiste en confundir diálogo por voluntad con diálogo por necesidad. En atención a las motivaciones, se podrían distinguir dos tipos de diálogo: el diálogo por voluntad e interés y el diálogo por necesidad. El primero es el que mantienen dos o más personas cuando desean conocerse e intercambiar puntos de vista. Siendo su objetivo la comunicación y el conocimiento en sí, no está condicionado por la consecución de unos resultados específicos, sino que es un diálogo abierto, libre, y por tanto lo mismo que comienza puede acabar.
El diálogo por necesidad es el que entablan dos partes con el objetivo de alcanzar un acuerdo o un pacto. Puede haber interés previo, pero sobre todo lo definen los objetivos establecidos y la necesidad de tomar decisiones vinculantes mediante el consenso. Es el diálogo de la política y las instituciones (por ejemplo, el "diálogo social", entre sindicatos y patronal), en el que las partes siempre tienen que ceder en algunos de sus planteamientos iniciales.
El diálogo interreligioso debe ser siempre un diálogo por voluntad, pero gran parte del movimiento ecuménico contemporáneo somete el diálogo a la consecución de unos objetivos prefijados, partiendo de la premisa de que quienes se comunican alcanzan siempre y necesariamente posturas consensuadas. A veces se expresa explícitamente que el objetivo es la unidad. De esta manera, el diálogo por voluntad se convierte en diálogo por necesidad, pervirtiendo así su naturaleza libre y sometiéndolo a la exigencia de un consenso. Todo aquello que obstaculice el objetivo final previamente señalado se margina e, incluso, se condena.
Algunos promotores del "diálogo" consideran que para que éste sea fecundo han de despejarse obstáculos. En su encíclica sobre el ecumenismo, Juan Pablo II afirmaba: «Cuando se empieza a dialogar, cada una de las partes debe presuponer una voluntad de reconciliación en su interlocutor, de unidad en la verdad. Para realizar todo esto, deben evitarse las manifestaciones de recíproca oposición. Sólo así el diálogo ayudará a superar la división y podrá acercar a la unidad». Según este planteamiento, el "diálogo" hay que llevarlo hasta sus últimas consecuencias, evitando «las polémicas y controversias intolerantes» (Ut unum sint, 29 y 38; destacados añadidos en todas las citas).
Observo aquí el riesgo de que se avance hacia el pensamiento único. Porque, ¿acaso las organizaciones religiosas deben renunciar a creencias esenciales a fin de salvar el diálogo? La convicción en la verdad (en una verdad, si se quiere) no es negociable, como no lo es la conciencia individual, y los dirigentes religiosos no deberían actuar como delegados de las religiones cuyo objetivo es decidir qué deben creer los respectivos fieles (ver nuestro artículo Diálogo).
2. Confundir la tolerancia con el respeto
Aunque el ecumenismo nace en el ámbito cristiano (protestante, más concretamente), desde hace varias décadas se ha desarrollado un ecumenismo más global, el "ecumenismo humanista", basado en el diálogo entre todas las religiones y expresiones de espiritualidad. Auspiciado por la ONU (especialmente por su agencia cultural, la UNESCO) y por instituciones como el Parlamento de las Religiones, viene promoviendo encuentros y foros de los que emanan numerosos documentos. Todas estas declaraciones están inspiradas en altísimos valores éticos y comparten encomiables objetivos personales y sociales: la libertad religiosa, la paz, la justicia, la igualdad, el perdón, la compasión...
Ahora bien, un análisis cuidadoso y crítico revela fallas conceptuales de las que se podrían derivar consecuencias graves, en caso de aplicación de las medidas propuestas. En primer lugar, se tiende a fomentar la tolerancia (el año 1995 estuvo consagrado a ella por la ONU) más que el respeto. Aunque la "Declaración de principios de la tolerancia" de aquel año lo define de forma muy amplia, el concepto de tolerancia podría implicar una actitud permisiva hacia los derechos ajenos; antes o después, por su parentesco terminológico, puede derivar hacia la adopción de una posición de superioridad, indicando que se "tolera" que otro piense de modo distinto que nosotros, sin aceptar realmente su derecho inalienable. Lo acertado, en cambio, es que los derechos ajenos no se deben tolerar, sino que se deben respetar. Son los defectos ajenos los que, con vistas a una sana convivencia, han de ser tolerados. Y las creencias religiosas no deben considerarse defectos.
Invocando la tolerancia se puede cuestionar que las minorías defiendan sus ideas como verdaderas, sobre todo si quieren difundirlas (aun cuando no pretendan imponerlas). El relativismo subyacente a algunas declaraciones contempla como alguien sospechoso a quien pretende convencer a los demás en materia religiosa. De ahí que se acuse de "proselitismo" a algunas comunidades religiosas en crecimiento, sugiriéndose incluso la prohibición del derecho a la expresión de las convicciones religiosas con fines de difundir una creencia (ver Ecumenismo humanista).
3. Voluntarismo y pragmatismo
El tono general de estas declaraciones ecuménicas es idealista; las expectativas de futuro son optimistas, incluso contra los signos que nítidamente auguran tiempos difíciles para la humanidad.
En relación con la acción política, es loable el llamado constante a la búsqueda de soluciones según el principio de la no violencia, si bien en algunos casos subyacen concepciones pragmáticas basadas en la violencia y se acepta el concepto de "guerra justa" (ídem).
4. Imbricación religión-política
Por otro lado, es de destacar que en muy pocas ocasiones se apela al principio de separación entre las organizaciones religiosas y el estado. Esta ausencia se puede deber a que estas declaraciones oficiales intentan aglutinar a representantes de todas las tradiciones religiosas, algunas de las cuales no reconocen explícitamente este principio; y que lo hacen sugiriendo la necesidad de cooperar estrechamente con los estados y con organismos supranacionales. Pero, considerando que esta separación es un pilar básico en el desarrollo de la democracia y las libertades en Occidente, resulta preocupante que no se destaque como esencial. Estaríamos ante uno de los característicos riesgos de la búsqueda del consenso en torno a mínimos comunes.
El movimiento ecuménico, que nació, al menos en parte, de la inquietud por un conocimiento mutuo profundo y sincero, ha evolucionado hacia una institucionalización de proyección política, que amenaza con quebrar las frágiles fronteras con que a través de la historia algunas naciones han conseguido delimitar el poder político de la práctica religiosa. Es patrimonio de Occidente haber circunscrito (que no "proscrito") la religiosidad al ámbito privado (por contraposición al estatal), correspondiendo al estado solamente la protección de sus derechos. Ahora hay una tendencia a invertir esta concepción. La Modernidad supuso una privatización de la religión, entendida como el paso a un marco regido por la voluntad individual y no por la coacción pública; la globalización impulsa una imbricación de las religiones con el ámbito político o estatal. Esto podría implicar el peligro de querer establecer cuál es la función social de las religiones y, en gran medida, condicionar su propia identidad. Se contempla el ecumenismo cada vez más como vía de solución de problemas globales (ídem).
5. Sincretismo
La búsqueda de una religión universal implica necesariamente el sincretismo. En este sentido, las declaraciones interreligiosas siempre "favorecerán" los postulados de las creencias más sincretistas; de ahí que sea frecuente encontrar expresiones que reflejan la "teología" de las religiones orientales.
El Templo de la Comprensión, una institución inspirada en las iniciativas del monje católico Thomas Merton, aspira a constituirse en unas "Naciones Unidas espirituales"; en su "Declaración sobre la Unidad de la Familia Humana" no habla de Dios, sino de «una única entidad de origen divino», y alude a «la tarea evolutiva de la vida humana y de la sociedad para moverse por la eterna corriente del tiempo hacia la interdependencia, la comunión y una conciencia cada vez mayor de la Divinidad». Esta cosmovisión orientalista se aproxima a la corriente universal de la Nueva Era, movimiento sincrético por antonomasia, y se aleja radicalmente de las religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo, islam (ídem).
Las invitaciones a "venerar la Tierra y todos los seres vivos" son también cada vez más frecuentes, y se tiende a buscar la unidad en aspectos simbólicos y hasta idolátricos: desde la oración ecuménica, la liturgia y la veneración de imágenes y reliquias, hasta la sacralización de espacios y ciudades, como Jerusalén, concebida como "madre de todos los pueblos" y punto de confluencia interreligioso (ver Los hijos de Abrahán).
6. Diálogo sólo de élites
Muchos grupos ecuménicos fomentan unas relaciones a partir de las comunidades de base, pero no todos lo ven igual. El Vaticano II establece que quienes participen en reuniones ecuménicas «bajo la vigilancia de los Prelados, sean verdaderos peritos» (Unitatis redintegratio, 9). Según Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, «es un verdadero peligro pensar que todo cristiano tiene la capacidad de dialogar. Lo pueden hacer sólo las personas preparadas y que tengan la vocación» (ver Ecumenismo y autoridad).
7. Revisionismo histórico-teológico
El ecumenismo moderno hunde sus raíces en los intentos de algunas iglesias protestantes de buscar un denominador común de cara a la misión en el siglo XIX. Desde entonces, el ecumenismo entre iglesias protestantes ha avanzado significativamente, si bien todavía son enormes las divisiones entre las iglesias reformadas (sobre todo porque las iglesias de mayor crecimiento, que son las que se suele clasificar como propiamente "evangélicas" –destacando entre ellas las pentecostales–, son generalmente reacias al ecumenismo). Aun así, el concepto de iglesia en el mundo protestante responde en general al de "iglesia invisible"; no coincide por tanto con la visión sacramental y jerarquizada del catolicismo romano. Por eso en general se asume la división confesional como algo natural, y no hay en principio una obsesión por lograr una unidad "visible" que se concrete en el sometimiento a una autoridad centralizada.
La Iglesia Católica Romana (ICR), que reconoce que «el movimiento ecuménico comenzó precisamente en el ámbito de las Iglesias y Comunidades de la Reforma» (Ut unum sint, 65), y que fue durante décadas reticente a esta corriente, sólo muy tardíamente asumió la voluntad de dialogar con los demás cristianos y con las otras religiones. Fue en el Concilio Vaticano II cuando esta iglesia, dando un giro 180 grados, se integró en el movimiento ecuménico pero, en lugar de sumarse a los avances dados por las demás confesiones, asumió el liderazgo promoviendo un ecumenismo centrado en la institución eclesiástica romana. Desde entonces el Vaticano se ha prodigado en documentos e iniciativas ecuménicas, entre las que destacan el decreto conciliar de 1964 Unitatis redintegratio y la encíclica de Juan Pablo II Ut unum sint (1995), que supone básicamente una repetición actualizada de las ideas del decreto.
El resultado es que casi todos los avances en el ecumenismo entre protestantes y católicos han supuesto una aproximación de aquellos a las posiciones romanas. Las iglesias protestantes tradicionales han entrado en diálogo sobre asuntos que bíblicamente son incuestionables y que además están en los orígenes de la Reforma, como son las indulgencias o la naturaleza del papado. De esta forma, parece que el ecumenismo alienta a revisar y diluir el valor de la Reforma protestante, más que a contrastar la adecuación de las distintas iglesias a las Escrituras (ver Ecumenismo cristiano).
8. Búsqueda de una unidad visible
Las distintas corrientes ecuménicas actuales tienen en común el objetivo de lograr algún tipo de unidad religiosa. El ecumenismo humanista habla de la "unidad de la familia humana"; la ICR lo expresa mediante la noción de "unidad visible". En todos estos conceptos subyace la idea de unidad organizativa y, de alguna manera, política. En un mundo de efervescencia neorreligiosa, superado el materialismo, casi todas las iniciativas "globalistas" confieren un papel importante a las religiones, bien como aliadas o instrumento de la política, bien como motor de cambio.
Hasta en las religiones más igualitarias existe una tendencia histórica a la institucionalización jerárquica de la representatividad y la autoridad, de manera que las voces particulares de los fieles se van acallando ante la imposición o, simplemente, el liderazgo de los dirigentes.
Por ello, las comunidades religiosas más pequeñas, menos institucionalizadas o de perfil más disidente no pueden contar con una voz propia en el movimiento ecuménico global. Al igual que la globalización está dirigiendo al mundo inevitablemente a la construcción de bloques económicos y políticos, sepultando los intereses de países débiles o pequeñas comunidades, el ecumenismo silencia a los grupos religiosos que no se ajustan a las grandes tendencias. Las organizaciones con más capacidad de influir políticamente tienden a descalificar a las confesiones más independientes, para lo cual resultan muy efectivos los términos "secta", "fanatismo" y "fundamentalismo" (ver Ecumenismo y autoridad).
9. Supremacismo romano
Siendo que desde hace décadas el papado es el máximo líder mundial en cuestiones de diálogo interreligioso y ecumenismo, es necesario detenerse en los planteamientos y la práctica de sus relaciones con otras religiones y confesiones.
El ecumenismo papal se presenta como la búsqueda de la unidad de la humanidad dentro de una serie de círculos concéntricos; la propia ICR sería el círculo interior, en torno al cual se van abriendo otros círculos en función de la mayor o menor proximidad eclesial y dogmática con ella: las iglesias católicas orientales, las iglesias ortodoxas orientales, las iglesias anglicanas, las iglesias protestantes, las religiones no cristianas y los ateos, hasta finalmente abarcar el mundo entero. «En el centro encontramos al papa quien, siendo el sucesor de Pedro es Vicario de Cristo en la tierra y, como tal, el poder centralizador de la unidad de todos los círculos, de la humanidad en general, por la cual él asume el pastorado» (V. N. Olsen, Supremacía papal y libertad religiosa, Miami: API, 1992, p. 127).
Ateniéndonos a los planteamientos de la trascendental encíclica de Juan Pablo II, los objetivos del ecumenismo entre cristianos están determinados de antemano; el diálogo no es abierto, sino que está supeditado a la consecución del «fin último del movimiento ecuménico [que] es el restablecimiento de la plena unidad visible de todos los bautizados». Se insiste en la idea de que la Iglesia ha de ser «única y visible». El diálogo con las demás confesiones «tiene dos puntos de referencia esenciales: la Sagrada Escritura y la gran Tradición de la Iglesia. Para los católicos es una ayuda el Magisterio siempre vivo de la Iglesia» (Ut unum sint, 77, 7, 39); es decir, se introducen instancias de autoridad exclusivas o al menos propias de esa iglesia, y se supedita todo resultado a la propia autoridad jerárquica romana.
En los documentos ecuménicos papales el acento está en los aspectos eclesiásticos y sacramentales propios de esta iglesia y ajenos a otras (ídem, 3, 22, 79; Unitatis redintegratio, 2). El Vaticano considera la unidad de los cristianos una exigencia y «un preciso deber del Obispo de Roma como sucesor del apóstol Pedro», pues la ICR es para todos un «sacramento inseparable de unidad» y «es consciente de haber conservado el ministerio del Sucesor del apóstol Pedro, el Obispo de Roma, que Dios ha constituido como "principio y fundamento perpetuo y visible de unidad"». El papa está revestido de autoridad y debe vigilar todas las iglesias, cuya comunión con Roma es «requisito esencial –en el designio de Dios– para la comunión plena y visible»; además el papa «puede incluso –en condiciones bien precisas, señaladas por el Concilio Vaticano I– declarar ex cathedra que una doctrina pertenece al depósito de la fe. Testimoniando así la verdad, sirve a la unidad» (ídem, 5, 88, 92, 94, 97).
Nada del espíritu auténticamente ecuménico puede hallarse en los documentos vaticanos, que más bien reafirman las posiciones tradicionales de la ICR: «Únicamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es el auxilio general de salvación, puede alcanzarse la total plenitud de los medios de salvación», pues la «una y única Iglesia [...] subsiste indefectiblemente en la Iglesia católica [...] enriquecida con toda la verdad revelada por Dios» (Unitatis reditegratio, 4).
Tras definir estos "mínimos", que en realidad no dejan ni un solo resquicio para un replanteamiento de lo esencial de la doctrina papal tradicional, ni permiten a otras confesiones propuestas alternativas, el papado se muestra dispuesto a «encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva». Con esas premisas, es difícil, por no decir imposible, que algo nuevo pueda organizarse en este asunto esencial. A pesar de esta enumeración, en la que la figura de Cristo y el valor del evangelio apenas quedan recogidos, Wojtyla, siguiendo a Juan XXIII, consideraba que «es mucho más fuerte lo que nos une que lo que nos divide» (Ut unum sint, 95 y 20).
La proyección ecuménica del papa Francisco, si bien teñida del tono desenfadado que le caracteriza, y a pesar de algunos matices del lenguaje con respecto a papas anteriores, está basada en los mismos principios de siempre: búsqueda urgente de la plena comunión visible en torno a Roma (p. ej., Evangelii Gaudium, 246), nostalgia de los tiempos previos a la Reforma protestante (Zenit, 21.2.14), o celebración de actos supuestamente ecuménicos cargados de elementos religiosos inaceptables para el resto de iglesias, como la vigilia de oración por la paz en Siria (ver los análisis de Leonardo de Chirico en Protestante Digital, en especial los de 24.11.13, 14.12.13, 28.12.13, 1.2.14, 28.6.14, 27.9.14 y 8.11.14).
10. Búsqueda de un liderazgo mundial
Desde casi todas las instancias sociales y políticas se clama por la necesidad de un liderazgo que dirija a la humanidad hacia sendas de progreso, paz y justicia. Los líderes políticos, "contaminados" por la naturaleza de su propia actividad, no cuentan con suficiente legitimidad moral ante la población. Por eso ellos mismos buscan apoyos instrumentales en los sistemas de creencias, cuya capacidad de cohesionar la sociedad e ilusionar con proyectos es mucho mayor.
El liderazgo papal se sustenta por un lado sobre la propia concepción de poder universal consustancial a la Iglesia Romana, y por otro sobre la necesidad del ejercicio de la autoridad moral que se considera que tiene el mundo en el actual proceso de globalización. En cuanto a la primera, la ICR concibe su proyecto de cristiandad no tanto como propuesta alternativa para el hombre que opta por Jesucristo, sino como una organización "visible" (es decir, organizada, estructurada) cuyo fin es «la salvación de la humanidad» (Ut unum sint, 99).
En cuanto a la necesidad de un liderazgo moral, ningún líder recibe en el mundo actual el reconocimiento que recibe el papa, no sólo por su carisma personal, sino por la propia imagen de sí misma que la institución que representa, el papado, ha logrado consolidar en todo el mundo. Representantes de todas las tendencias religiosas e ideológicas coinciden en resaltar, no ya tanto la espiritualidad o la visión religiosa del papa, sino sobre todo su iniciativa social y política, su liderazgo moral, el calado de sus mensajes.

Así, el movimiento ecuménico, de tradición horizontal e igualitaria, va confluyendo hacia un modelo de autoridad carismática centrado en una institución cuya vocación histórica es la supremacía sobre la humanidad.

Guillermo Sanchéz