Curso El sanador herido.
Tema 2
I. Introducción.
A veces entra alguien en nuestra vida. Y por la manera de hablar o por las huellas que nos deja podemos adivinar que las líneas maestra de su vida son muy vagas. Parece que ha perdido el control de su propia existencia. Todo indica que sus ideas y sentimientos no son suyos. El muro que separaba antes su personalidad de su mundo ha desaparecido. Y la pregunta que más se hace es: ¿Esto que me pasa es real o es fruto de mi imaginación?
A veces entra alguien en nuestra vida y parece que en su cabeza habitan pequeños demonios que crean confusión, ansiedad y dolor. No sabe en quien confiar y en quién no. No sabe qué hacer ni qué decir. Lo bueno y lo malo ha perdido sentido para él.
A veces entran en nuestra vida hombres y mujeres enfermos. No por una patología nueva, sino por algo muy común y que se expande como un catarro. Y esas personas necesitan ayuda porque viven angustiados entre su pasado y el futuro.
II. Una difícil situación.
Somos autodestructivos si nos dejamos llevar por las emociones. Podemos destruir en un segundo lo que antes nos costó horas de esfuerzo. Podemos hacer pedazos una familia que invirtió años en formarse. ¿Por qué somos así? Quizás la respuesta sea triple.
A. Hemos roto con la historia: Los hijos y los nietos no ven el mundo como lo ven sus padres y abuelos. Sus experiencias vitales son otras. Por eso los símbolos que eran poderosos y unificadores para los padres y los abuelos como las comidas familiares y el tener fe han dejado de tener valor para los hijos y los nietos. Esta desconexión con el pasado es real. ¿Por qué un hombre tiene que casarse y tener hijos? ¿Por qué ir a la universidad y tener una carrera? ¿Por qué seguir creyendo en una fe que se remite siempre al pasado? Se preguntan.
B. Una ideología fragmentada: Los sistemas de valores van cambiando rápidamente. Por eso no vivimos sujetos a una sola ideología, sino a muchas. Hemos pasado de ideas fijas a un conjunto de ideas que cambian constantemente. Si, vivimos mejor que nuestros padres y abuelos, pero paradójicamente la gente sigue muriendo de hambre, de frío. Podemos cambiar el curso de los ríos y tener cosechas más productivas, pero ante los terremotos y la muerte de un ser querido seguimos siendo frágiles y llorando. Sabemos de antemano que nada durará para siempre. Vivimos el día a día. Y el cristianismo convertido en ideología no nos sirve.
C. No hay inmortalidad: A veces no sabemos lo que queremos. Pero andamos buscando algo. Los compromisos los tratamos de eludir. Y si nos comprometemos con algo ha de ser algo fácil de abandonar después por ejemplo, el matrimonio, los amigos, la fe, etc. Como todo se acaba o desaparece no necesitamos ser inmortales o no serlo como se vivía antes. No quiero traer hijos a un mundo tan malo. Para qué arreglar la casa si nadie me lo agradecerá. Para qué mantenerme elegante y sano si nadie me aprecia. La vida después de la muerte tiene sentido si has tenido una vida antes de morir. Nadie quiere soñar con una tierra futura si la tierra antigua está llena de dolor y desastres. La vida futura carece de sentido para nosotros cuando nuestra vida presente carece de valor. Por eso expresiones como infierno, cielo, resurrección carecen de sentido en nuestros días.
III. El hijo menor de nuestra historia.
11Un hombre tenía dos hijos. 12 El más joven le dijo: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde.’ Y el padre repartió los bienes entre ellos. 13 Pocos días después, el hijo menor vendió su parte y se marchó lejos, a otro país, donde todo lo derrochó viviendo de manera desenfrenada. Lucas 15
miércoles, 29 de septiembre de 2010
miércoles, 22 de septiembre de 2010
¿Es John R. W. Stott anglicano?
Aunque mucha gente no lo crea va a ser que si. John R. W. Stott es un anglicano. Después de sus estudios universitarios y teológicos fue ordenado como ministro de la Iglesia Anglicana y nombrado pastor de la iglesia All Souls de Londres. Tenía entonces 29 años. También llegó a ser capellán de la Reina de Inglaterra.
El término anglicano y su derivado anglicanismo, provienen del latín medieval ecclesia anglicana, que significa iglesia inglesa, se utiliza para describir a las personas, las instituciones y las iglesias, como asimismo a las tradiciones litúrgicas y conceptos teológicos desarrollados por la Iglesia de Inglaterra. Los fundamentos doctrinales del Anglicanismo son cuatro elementos de la fe cristiana, basados en un texto del siglo V conocido como Commonitorium, de San Vicente de Lerins: 1.La Biblia, o las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos, como base de la fe cristiana. 2.Los Credos Apostólico y Niceno, como resúmenes suficientes de la fe contenida en la Escritura. 3.Los Sacramentos del Bautismo y la Eucaristía, como medios indispensables, externos y sensibles, como medios de la Gracia de Dios, que es interna y espiritual. Esta jerarquización no elimina los otros cinco sacramentos tradicionales (Penitencia, Confirmación, Matrimonio, Ordenación y Unción de los enfermos) que, instituidos por la Iglesia con la autoridad de Cristo, se añaden a los dos primeros. 4.Los Anglicanos poseen sucesión apostolica ininterrumpida y reconocida por las iglesias ortodoxas y veterocatólicas.
Pero hay más, John Stott ha escrito 40 libros y cientos de artículos que enriquecen la literatura cristiana contemporánea y goza de gran reputación entre teólogos y eruditos cristianos de todas las denominaciones.
De él guardo un cálido recuerdo cuando visitó a Cuba para apoyar a los Grupos Búblicos Universitarios. Durante tres días fui uno de sus alumnos. Y es que hay personas que nos dejan huellas. Hay personas que nos permiten acercarnos a las Escritura con la gracia y la razón. Y para gente así sólo puedo mostrarme agradecido.
El término anglicano y su derivado anglicanismo, provienen del latín medieval ecclesia anglicana, que significa iglesia inglesa, se utiliza para describir a las personas, las instituciones y las iglesias, como asimismo a las tradiciones litúrgicas y conceptos teológicos desarrollados por la Iglesia de Inglaterra. Los fundamentos doctrinales del Anglicanismo son cuatro elementos de la fe cristiana, basados en un texto del siglo V conocido como Commonitorium, de San Vicente de Lerins: 1.La Biblia, o las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos, como base de la fe cristiana. 2.Los Credos Apostólico y Niceno, como resúmenes suficientes de la fe contenida en la Escritura. 3.Los Sacramentos del Bautismo y la Eucaristía, como medios indispensables, externos y sensibles, como medios de la Gracia de Dios, que es interna y espiritual. Esta jerarquización no elimina los otros cinco sacramentos tradicionales (Penitencia, Confirmación, Matrimonio, Ordenación y Unción de los enfermos) que, instituidos por la Iglesia con la autoridad de Cristo, se añaden a los dos primeros. 4.Los Anglicanos poseen sucesión apostolica ininterrumpida y reconocida por las iglesias ortodoxas y veterocatólicas.
Pero hay más, John Stott ha escrito 40 libros y cientos de artículos que enriquecen la literatura cristiana contemporánea y goza de gran reputación entre teólogos y eruditos cristianos de todas las denominaciones.
De él guardo un cálido recuerdo cuando visitó a Cuba para apoyar a los Grupos Búblicos Universitarios. Durante tres días fui uno de sus alumnos. Y es que hay personas que nos dejan huellas. Hay personas que nos permiten acercarnos a las Escritura con la gracia y la razón. Y para gente así sólo puedo mostrarme agradecido.
domingo, 19 de septiembre de 2010
¿Es Fidel Castro judío?
Podría parecer que si, pero no. Va a ser que no. O al menos, por hoy, no. Fidel Castro no es judío. Pero la noticia decía: En una muy inusual declaración, el ex presidente Fidel Castro criticó públicamente al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad y le pidió que deje de "injuriar" a los judío. Para ser judío y pertenecer a su pueblo se requiere de algo más que solidarizarse con ellos.
La identidad judía no depende en primer lugar de la aceptación de creencias o del seguimiento de un modelo de vida determinado. El asunto no es tan fácil. Existen dos versiones sobre quiénes conforman la religión judía.
En primer lugar, el judaísmo ortodoxo defiende que la Ley establece que aquel que ha nacido de madre judía, o ha realizado un proceso de conversión conducido por un rabino, comunidad judía y finalizado ante un tribunal rabínico ortodoxo, es judío por definición.
En segundo lugar, el judaísmo conservador defiende los mismos puntos, con la particularidad de que los procesos de conversión aceptados son los realizados por la ortodoxia o por los tribunales rabínicos propios del judaísmo conservador.
En tercer lugar, los reformistas creen que son judíos aquellas personas que han 'nacido de madre o padre judíos o se han convertido ante un tribunal ortodoxo, conservador o ante un rabino reformista. A este punto cabe añadir que los rabinos reformistas que habitaban en América establecieron que los hijos de padre judío podían ser considerados como tales si recibían algún tipo de educación judía.
Por lo tanto, ser judío es una cuestión de descendencia física y/o espiritual según la Ley, una persona judía puede ser cristiana o musulmana, sin perder su condición formal de judío pero perdiendo los derechos religiosos y comunitarios.
A pesar de todo lo anterior Fidel Castro no lo tiene todo perdido. Convertirse al judaísmo es posible, pues en el Talmud menciona: Los rabinos dicen: Si alguien llega y quiere ser un converso, ellos le dicen: "¿Por qué quieres ser un converso? ¿Acaso no sabes que los judíos están hostigados, acosados, perseguidos y acorralados, y que numerosos problemas los aquejan?" Si contesta: "Lo sé, y no soy digno", entonces lo reciben sin que sea necesario argumentar nada más.
Pero yo me pregunto a estas alturas de la vida: ¿Querrá Fidel Castro ser hostigado, acosado, perseguido y acorralado?
La identidad judía no depende en primer lugar de la aceptación de creencias o del seguimiento de un modelo de vida determinado. El asunto no es tan fácil. Existen dos versiones sobre quiénes conforman la religión judía.
En primer lugar, el judaísmo ortodoxo defiende que la Ley establece que aquel que ha nacido de madre judía, o ha realizado un proceso de conversión conducido por un rabino, comunidad judía y finalizado ante un tribunal rabínico ortodoxo, es judío por definición.
En segundo lugar, el judaísmo conservador defiende los mismos puntos, con la particularidad de que los procesos de conversión aceptados son los realizados por la ortodoxia o por los tribunales rabínicos propios del judaísmo conservador.
En tercer lugar, los reformistas creen que son judíos aquellas personas que han 'nacido de madre o padre judíos o se han convertido ante un tribunal ortodoxo, conservador o ante un rabino reformista. A este punto cabe añadir que los rabinos reformistas que habitaban en América establecieron que los hijos de padre judío podían ser considerados como tales si recibían algún tipo de educación judía.
Por lo tanto, ser judío es una cuestión de descendencia física y/o espiritual según la Ley, una persona judía puede ser cristiana o musulmana, sin perder su condición formal de judío pero perdiendo los derechos religiosos y comunitarios.
A pesar de todo lo anterior Fidel Castro no lo tiene todo perdido. Convertirse al judaísmo es posible, pues en el Talmud menciona: Los rabinos dicen: Si alguien llega y quiere ser un converso, ellos le dicen: "¿Por qué quieres ser un converso? ¿Acaso no sabes que los judíos están hostigados, acosados, perseguidos y acorralados, y que numerosos problemas los aquejan?" Si contesta: "Lo sé, y no soy digno", entonces lo reciben sin que sea necesario argumentar nada más.
Pero yo me pregunto a estas alturas de la vida: ¿Querrá Fidel Castro ser hostigado, acosado, perseguido y acorralado?
sábado, 18 de septiembre de 2010
Es Barack Hussein Obama II musulmán?
Barack Hussein Obama II es el presidente de los EE.UU. Tengo algunos conocidos en Miami que a la pregunta anterior responden con un rotundo "si". Pero yo albergo dudas. Y es que la incrédulidad me asalta cuando se trata de ver las cosas desde lejos y emitir un juicio.
Así que le pregunto a Kamel, un amigo libanés, que de vez en cuando me corta el pelo. Su respuesta es tajante: No lo es. Mientrás tomamos té con pasas, en La Cachimba Siria, me habla despacio, como si me contara una historia.
Musulmán es la persona cuyo credo religioso es el islam. La palabra árabe muslim significa 'que se somete', e implica la completa sumisión a la voluntad de Dios.
Las creencias básicas de los musulmanes son: creencia en un solo Dios, sus ángeles, sus libros revelados, sus mensajeros y el Día del Juicio, y afirmación del destino, y del Decreto Divino, para lo bueno y lo malo. La vida de un musulmán descansa sobre cinco pilares:
1) El testimonio de que no hay quien merezca culto salvo Ala y que Mahoma es su mensajero.
2) Realización de cinco oraciones diarias dirigidas hacia La Meca.
3) El pago del azaque, que es generalmente el 2,5% de los ahorros anuales para un hombre rico que trabaje en el comercio o la industria y el 10% o el 20% de la producción para los agricultores. Este dinero o productos son distribuido entre los pobres.
4) Abstención de comer, desde el amanecer al anochecer, en el mes de Ramadán.
5) La peregrinación a la La Meca durante el mes de dhu l-hiyya, que es obligatoria una vez en la vida para quien tenga la capacidad de hacerla.
Kamel bebe de su vaso y yo aprovecho para confirmar: ¿ Entonces el Presidente de los EE.UU no es musulmán? Su respuesta es sencilla: No lo es.
Regreso a mi casa tranquilo y con paz. Ahora sé que no puedo decir que la higuera tenga frutos hasta que no llegue a su lado y lo compruebe. Que no debo dejarme llevar por las apariencias. Y es que las apariencias engañan.
Así que le pregunto a Kamel, un amigo libanés, que de vez en cuando me corta el pelo. Su respuesta es tajante: No lo es. Mientrás tomamos té con pasas, en La Cachimba Siria, me habla despacio, como si me contara una historia.
Musulmán es la persona cuyo credo religioso es el islam. La palabra árabe muslim significa 'que se somete', e implica la completa sumisión a la voluntad de Dios.
Las creencias básicas de los musulmanes son: creencia en un solo Dios, sus ángeles, sus libros revelados, sus mensajeros y el Día del Juicio, y afirmación del destino, y del Decreto Divino, para lo bueno y lo malo. La vida de un musulmán descansa sobre cinco pilares:
1) El testimonio de que no hay quien merezca culto salvo Ala y que Mahoma es su mensajero.
2) Realización de cinco oraciones diarias dirigidas hacia La Meca.
3) El pago del azaque, que es generalmente el 2,5% de los ahorros anuales para un hombre rico que trabaje en el comercio o la industria y el 10% o el 20% de la producción para los agricultores. Este dinero o productos son distribuido entre los pobres.
4) Abstención de comer, desde el amanecer al anochecer, en el mes de Ramadán.
5) La peregrinación a la La Meca durante el mes de dhu l-hiyya, que es obligatoria una vez en la vida para quien tenga la capacidad de hacerla.
Kamel bebe de su vaso y yo aprovecho para confirmar: ¿ Entonces el Presidente de los EE.UU no es musulmán? Su respuesta es sencilla: No lo es.
Regreso a mi casa tranquilo y con paz. Ahora sé que no puedo decir que la higuera tenga frutos hasta que no llegue a su lado y lo compruebe. Que no debo dejarme llevar por las apariencias. Y es que las apariencias engañan.
martes, 14 de septiembre de 2010
El sanador herido. Curso sobre las emociones.
Miércoles 5.30 pm
Miércoles 22 Septiembre
Tema 1: Las cuatro puertas
Miércoles 28 Septiembre
Tema 2: Un mundo sin estructuras. I
Miércoles 5 Octubre
Tema 3: Un mundo sin estructuras. II
Miércoles 19 Octubre
Tema 4: Los caminos que recorremos.
Miércoles 26 Octubre
Tema 5: Entendiendo a mis nietos.
Miércoles 3 Noviembre
Tema 6: ¿Soy una persona compasiva?
Miércoles 10 Noviembre
Tema 7: El miedo a la muerte.
Miércoles 17 Noviembre
Tema 8: El miedo a la vida.
Miércoles 24 Noviembre
Tema 9: Curamos desde nuestras heridas.
Miércoles 1 Diciembre
Tema 10: La comunidad que me acompaña.
Miércoles 8 Diciembre
Tema 11: Caminamos ayudados por un bastón.
Miércoles 22 Septiembre
Tema 1: Las cuatro puertas
Miércoles 28 Septiembre
Tema 2: Un mundo sin estructuras. I
Miércoles 5 Octubre
Tema 3: Un mundo sin estructuras. II
Miércoles 19 Octubre
Tema 4: Los caminos que recorremos.
Miércoles 26 Octubre
Tema 5: Entendiendo a mis nietos.
Miércoles 3 Noviembre
Tema 6: ¿Soy una persona compasiva?
Miércoles 10 Noviembre
Tema 7: El miedo a la muerte.
Miércoles 17 Noviembre
Tema 8: El miedo a la vida.
Miércoles 24 Noviembre
Tema 9: Curamos desde nuestras heridas.
Miércoles 1 Diciembre
Tema 10: La comunidad que me acompaña.
Miércoles 8 Diciembre
Tema 11: Caminamos ayudados por un bastón.
Curso de Ecumenismo.
Otoño-Invierno
Miércoles 7.00 pm
Miércoles 29 Septiembre
Tema 35: Los ministerios en la Iglesia.
Miércoles 13Octubre
Tema 36: Los Sacramentos.
Miércoles 27 Octubre
Tema 37: La Eucaristía o Santa Cena.
Miércoles 10 Noviembre
Tema 38: María en las diferentes tradiciones cristianas.
Miércoles 24 Noviembre
Tema 39: Los problemas éticos.
Miércoles 8 Diciembre
Tema 40: ¿Por qué soy ecuménico?
Miércoles 7.00 pm
Miércoles 29 Septiembre
Tema 35: Los ministerios en la Iglesia.
Miércoles 13Octubre
Tema 36: Los Sacramentos.
Miércoles 27 Octubre
Tema 37: La Eucaristía o Santa Cena.
Miércoles 10 Noviembre
Tema 38: María en las diferentes tradiciones cristianas.
Miércoles 24 Noviembre
Tema 39: Los problemas éticos.
Miércoles 8 Diciembre
Tema 40: ¿Por qué soy ecuménico?
viernes, 10 de septiembre de 2010
Vivir la esperanza.
Entre las esperanzas humanas no hay ninguna mayor que la cristiana, aquella que Cristo nos comunicó y que nos ha acompañado a lo largo de todos estos siglos. Muchas cosas han caído, otras han cambiado, a otras las hemos deformado con nuestra manera de ser y de actuar, pero la esperanza cristiana queda como una roca sólida a la que podemos volver una y otra vez.
El resumen de nuestra esperanza es el cielo. Allí, en aquel lugar, o estado, o dimensión, donde situamos el Reino de Dios, está todo lo que anhelamos y deseamos en el fondo del corazón y que aquí y ahora, en esta tierra de nuestra habitación, no tenemos. Ahora vivimos en un mundo lleno de engaños, miserias, dolores, violencia, muerte, envidias, mentira, injusticia, peleas, desigualdades sociales… y tantas cosas más que nos hacen daño y nos angustian. Leer el periódico o ver las noticias en la televisión pueden ser una experiencia de dolor y frustración. Los niños que mueren de hambre, los desarraigados de Iran, las luchas tribales en tantas partes del mundo… son algunas de las cosas que nos hacen mirar hacia arriba y pedir: Señor, ¿hasta cuando?
A veces tenemos la tentación de decir: “hasta el cielo”, esto es, “hasta que llegue el Reino de Dios”; y nos consolamos con la esperanza de aquel día, de aquella realidad final en que Dios renovará todas las cosas. Y lo esperamos con la pasividad del vencido, del que ya no ve ninguna otra salida, del que ha trasladado a un futuro lejano el cumplimiento de su esperanza.
El Evangelio no nos permita hacer esto. Nos llama a luchar sin tregua para conseguir trasladar los objetos de nuestra esperanza a nuestro presente. Convertir nuestro infierno en un trozo de cielo. Si tenemos clara cual es nuestra esperanza, que es lo que realmente queremos y que Cristo quiere darnos, no podemos dejar de luchar para conseguirlo. Hemos de convertir nuestra esperanza en una realidad presente, en cosas concretas, reales, tangibles. Si esperamos la paz, la justicia, el amor y la reconciliación entre todos los hombres, lucha por ello. No esperes el más allá, también aquí es posible conseguirlo, aunque sea en la pequeñez y en la imperfección de nuestras realizaciones. Si esperas una vida en la que todos tengamos las mismas oportunidades, en la que no haya discriminación de ninguna clase, lucha por ello. Haz que sea una realidad en tu vida y trata de hacerlo vivir a los demás.
Ahora estamos en el camino hacia la plenitud de la esperanza. Este camino, pues, no es un camino cualquiera. Esencialmente es un camino en el que se han de vivir las mismas realidades hacia las cuales vamos y al que el Evangelio nos hace aspirar. Nuestra tarea es bajar del cielo y del futuro todo lo se refiere al Reino de Dios, todas sus bondades. Si lo hacemos así, de alguna manera, el camino ya será encuentro y llegada. En él encontramos al Señor y seguimos la maravillosa tarea que empezó en nosotros. Cristo no nos dejó sólo una doctrina, una forma de hacer las cosas. Nos mostró como los objetos de nuestra esperanza se pueden encarnar día a día en realidades concretas. En Él es posible el mundo nuevo que ansiamos.
Enric Capó
El resumen de nuestra esperanza es el cielo. Allí, en aquel lugar, o estado, o dimensión, donde situamos el Reino de Dios, está todo lo que anhelamos y deseamos en el fondo del corazón y que aquí y ahora, en esta tierra de nuestra habitación, no tenemos. Ahora vivimos en un mundo lleno de engaños, miserias, dolores, violencia, muerte, envidias, mentira, injusticia, peleas, desigualdades sociales… y tantas cosas más que nos hacen daño y nos angustian. Leer el periódico o ver las noticias en la televisión pueden ser una experiencia de dolor y frustración. Los niños que mueren de hambre, los desarraigados de Iran, las luchas tribales en tantas partes del mundo… son algunas de las cosas que nos hacen mirar hacia arriba y pedir: Señor, ¿hasta cuando?
A veces tenemos la tentación de decir: “hasta el cielo”, esto es, “hasta que llegue el Reino de Dios”; y nos consolamos con la esperanza de aquel día, de aquella realidad final en que Dios renovará todas las cosas. Y lo esperamos con la pasividad del vencido, del que ya no ve ninguna otra salida, del que ha trasladado a un futuro lejano el cumplimiento de su esperanza.
El Evangelio no nos permita hacer esto. Nos llama a luchar sin tregua para conseguir trasladar los objetos de nuestra esperanza a nuestro presente. Convertir nuestro infierno en un trozo de cielo. Si tenemos clara cual es nuestra esperanza, que es lo que realmente queremos y que Cristo quiere darnos, no podemos dejar de luchar para conseguirlo. Hemos de convertir nuestra esperanza en una realidad presente, en cosas concretas, reales, tangibles. Si esperamos la paz, la justicia, el amor y la reconciliación entre todos los hombres, lucha por ello. No esperes el más allá, también aquí es posible conseguirlo, aunque sea en la pequeñez y en la imperfección de nuestras realizaciones. Si esperas una vida en la que todos tengamos las mismas oportunidades, en la que no haya discriminación de ninguna clase, lucha por ello. Haz que sea una realidad en tu vida y trata de hacerlo vivir a los demás.
Ahora estamos en el camino hacia la plenitud de la esperanza. Este camino, pues, no es un camino cualquiera. Esencialmente es un camino en el que se han de vivir las mismas realidades hacia las cuales vamos y al que el Evangelio nos hace aspirar. Nuestra tarea es bajar del cielo y del futuro todo lo se refiere al Reino de Dios, todas sus bondades. Si lo hacemos así, de alguna manera, el camino ya será encuentro y llegada. En él encontramos al Señor y seguimos la maravillosa tarea que empezó en nosotros. Cristo no nos dejó sólo una doctrina, una forma de hacer las cosas. Nos mostró como los objetos de nuestra esperanza se pueden encarnar día a día en realidades concretas. En Él es posible el mundo nuevo que ansiamos.
Enric Capó
martes, 7 de septiembre de 2010
El nuevo comienzo I
Gn. 9:16
Casi todo el mundo ha hecho algún "pacto" una que otra vez. Un pacto es sencillamente un acuerdo. Si está casado, usted intercambió votos durante la ceremonia y entró en un pacto matrimonial. Mediante los votos, usted y su esposo estuvieron de acuerdo en determinadas estipulaciones: en ser fiel y en "amar, honrar y cuidar".
Es probable que presentara pruebas de su acuerdo: sus anillos de boda. Cada vez que ve su anillo de boda en el dedo, eso le recuerda los votos que hizo en ese día especial. Quienes toman en serio sus votos nupciales honran esos compromisos el resto de su vida.
La próxima vez que llueva, busque en el cielo un arco iris. Ese arco policromo es más que el resultado de la luz del sol y la llovizna. Es un hermoso recordatorio de un pacto que hizo Dios con la humanidad hace mucho tiempo, y que sigue respetando hoy. Nos habla del juicio de Dios, de la salvación y del nuevo comienzo que El le ofrece a cada persona.
El pacto de Dios con Noé ilustra su plan de salvación en Jesucristo. Aunque han pasado siglos desde la época de Noé, hay cosas que sucedieron en ese tiempo que se parecen bastante a las de nuestro tiempo. Puede haber cambiado la tecnología a través de los años, pero el carácter de los seres humanos sigue siendo igual.
Génesis 6:5 describe el carácter moral del género humano en la época de Noé: "la maldad de los hombres era mucha". La palabra "mucha" indica la abundancia del pecado en el mundo. La última parte de este versículo pone énfasis en eso. Dios, que "conoce los pensamientos de los hombres", declaró que "todo designio de los pensamientos del hombre" estaba concentrado en el mal.
Génesis 6:6 presenta la reacción de Dios ante los pecados de la humanidad: Él "se arrepintió" de haber hecho al hombre. La palabra traducida "arrepintió" quiere decir que Dios se afligió. El pecado de los seres humanos le "dolió" a Dios. Dios se afligía por lo que había llegado a ser su creación.
La aflicción de Dios lo llevó a una decisión: Nunca más borraría a la humanidad de la faz de la tierra. Tan radical fue la destrucción que fueron destruidos los seres humanos junto con los animales y "las aves del cielo" (v. 7).
Muchos miran a Dios sólo como un Dios de amor. No creen que Él juzgará a los pecadores por sus pecados. Pero la decisión de Dios de destruir su creación muestra que, aunque es un Dios de amor, Él toma muy en serio el pecado. Viene un día en que Dios volverá a juzgar al género humano por sus pecados (Apocalipsis 20:11-15). Todos los que no conocen a Cristo como su Salvador sufrirán ese castigo.
Aunque Dios está dispuesto a juzgar a los pecadores en Génesis 6, estaba quebrantado y afligido por el pecado de la humanidad. Y hoy el pecado sigue quebrantando el corazón de Dios. Él aborrece por completo el pecado, pero sigue amando al pecador. Aun cuando los pecadores se nieguen a arrepentirse y se enfrenten al futuro juicio de Dios, podemos estar seguros de que Él no se complace en juzgarlos (Ezequiel 33:11).
La historia de Noé debe hacer que pensemos más seriamente en el pecado. Dios nos ama, y se entristece por nuestros pecados. Pero no tolera el pecado. Viene el día en que los pecadores incontritos se enfrentarán a la ira de Dios. Cuánto mejor es volverse ahora a Él con pesar por nuestros pecados, y experimentar su gracia y su misericordia. La única alternativa es afrontar su juicio. Y entonces será demasiado tarde para arrepentirse del pecado.
Muchos piensan que por alguna razón Dios tolerará o pasará por alto sus pecados. Pero cualquier idea de que Dios no juzgará a las personas por su pecado queda refutada cuando consideramos el diluvio.
Génesis 6:11-13 presentado un modo impresionante el conocimiento de Dios de los pecados de la humanidad. De estos versículos aprendemos por lo menos tres cosas acerca de Dios y del pecado.
Dios ve el pecado. Él observó la corrupción y la "violencia" del género humano (v. 11). En realidad, esos actos ocurrieron "delante de Dios". No podemos ocultar los pecados, y no podemos encontrar un rincón tan oscuro que le impida ver nuestros pecados.
Nosotros tenemos la culpa del pecado. El versículo 12 no sólo afirma que Dios vio el pecado de la humanidad, sino que también culpa al género humano directamente por esa maldad.
En la actualidad, muchos se presentan como víctimas y no como victimarios. No quieren aceptar la responsabilidad de sus acciones. Pero este versículo da un recordatorio de quién es culpable cuando se trata del pecado.
Dios juzga a las personas por sus pecados. No cabe duda de que Dios preferiría darles libertad a los pecadores; pero si ellos se niegan a aceptar su gracia, no tiene otra alternativa que juzgarlos. En el versículo 13, Dios habló con claridad respecto a su determinación de destruir a los seres humanos. Es mejor que se nos perdone por arrepentimos que sufrir el juicio de Dios.
Dios manifestó con toda claridad su resolución respecto al juicio sobre su creación (v. 17). Cumpliría su propósito mediante un diluvio. Cuando las aguas cubrieran la tierra, morirían todos los seres vivientes en la tierra.
Las consecuencias del pecado siguen sin cambiar. El pecado produce muerte, muerte espiritual, porque nos separa de Dios, la mente de la vida. A diferencia del resto del mundo, había un hombre que permanecía fiel a Dios y llevaba una vida recta, Noé. Gracias a su justicia, no sufriría la ira de Dios.
Aunque el resto del mundo iba a sufrir el castigo de Dios "Noé halló gracia ante los ojos de Jehová" (Génesis 6:8)
Somos justos mediante la fe en Jesucristo. El es el único camino para ser salvos y tener una buena relación con Dios.
Casi todo el mundo ha hecho algún "pacto" una que otra vez. Un pacto es sencillamente un acuerdo. Si está casado, usted intercambió votos durante la ceremonia y entró en un pacto matrimonial. Mediante los votos, usted y su esposo estuvieron de acuerdo en determinadas estipulaciones: en ser fiel y en "amar, honrar y cuidar".
Es probable que presentara pruebas de su acuerdo: sus anillos de boda. Cada vez que ve su anillo de boda en el dedo, eso le recuerda los votos que hizo en ese día especial. Quienes toman en serio sus votos nupciales honran esos compromisos el resto de su vida.
La próxima vez que llueva, busque en el cielo un arco iris. Ese arco policromo es más que el resultado de la luz del sol y la llovizna. Es un hermoso recordatorio de un pacto que hizo Dios con la humanidad hace mucho tiempo, y que sigue respetando hoy. Nos habla del juicio de Dios, de la salvación y del nuevo comienzo que El le ofrece a cada persona.
El pacto de Dios con Noé ilustra su plan de salvación en Jesucristo. Aunque han pasado siglos desde la época de Noé, hay cosas que sucedieron en ese tiempo que se parecen bastante a las de nuestro tiempo. Puede haber cambiado la tecnología a través de los años, pero el carácter de los seres humanos sigue siendo igual.
Génesis 6:5 describe el carácter moral del género humano en la época de Noé: "la maldad de los hombres era mucha". La palabra "mucha" indica la abundancia del pecado en el mundo. La última parte de este versículo pone énfasis en eso. Dios, que "conoce los pensamientos de los hombres", declaró que "todo designio de los pensamientos del hombre" estaba concentrado en el mal.
Génesis 6:6 presenta la reacción de Dios ante los pecados de la humanidad: Él "se arrepintió" de haber hecho al hombre. La palabra traducida "arrepintió" quiere decir que Dios se afligió. El pecado de los seres humanos le "dolió" a Dios. Dios se afligía por lo que había llegado a ser su creación.
La aflicción de Dios lo llevó a una decisión: Nunca más borraría a la humanidad de la faz de la tierra. Tan radical fue la destrucción que fueron destruidos los seres humanos junto con los animales y "las aves del cielo" (v. 7).
Muchos miran a Dios sólo como un Dios de amor. No creen que Él juzgará a los pecadores por sus pecados. Pero la decisión de Dios de destruir su creación muestra que, aunque es un Dios de amor, Él toma muy en serio el pecado. Viene un día en que Dios volverá a juzgar al género humano por sus pecados (Apocalipsis 20:11-15). Todos los que no conocen a Cristo como su Salvador sufrirán ese castigo.
Aunque Dios está dispuesto a juzgar a los pecadores en Génesis 6, estaba quebrantado y afligido por el pecado de la humanidad. Y hoy el pecado sigue quebrantando el corazón de Dios. Él aborrece por completo el pecado, pero sigue amando al pecador. Aun cuando los pecadores se nieguen a arrepentirse y se enfrenten al futuro juicio de Dios, podemos estar seguros de que Él no se complace en juzgarlos (Ezequiel 33:11).
La historia de Noé debe hacer que pensemos más seriamente en el pecado. Dios nos ama, y se entristece por nuestros pecados. Pero no tolera el pecado. Viene el día en que los pecadores incontritos se enfrentarán a la ira de Dios. Cuánto mejor es volverse ahora a Él con pesar por nuestros pecados, y experimentar su gracia y su misericordia. La única alternativa es afrontar su juicio. Y entonces será demasiado tarde para arrepentirse del pecado.
Muchos piensan que por alguna razón Dios tolerará o pasará por alto sus pecados. Pero cualquier idea de que Dios no juzgará a las personas por su pecado queda refutada cuando consideramos el diluvio.
Génesis 6:11-13 presentado un modo impresionante el conocimiento de Dios de los pecados de la humanidad. De estos versículos aprendemos por lo menos tres cosas acerca de Dios y del pecado.
Dios ve el pecado. Él observó la corrupción y la "violencia" del género humano (v. 11). En realidad, esos actos ocurrieron "delante de Dios". No podemos ocultar los pecados, y no podemos encontrar un rincón tan oscuro que le impida ver nuestros pecados.
Nosotros tenemos la culpa del pecado. El versículo 12 no sólo afirma que Dios vio el pecado de la humanidad, sino que también culpa al género humano directamente por esa maldad.
En la actualidad, muchos se presentan como víctimas y no como victimarios. No quieren aceptar la responsabilidad de sus acciones. Pero este versículo da un recordatorio de quién es culpable cuando se trata del pecado.
Dios juzga a las personas por sus pecados. No cabe duda de que Dios preferiría darles libertad a los pecadores; pero si ellos se niegan a aceptar su gracia, no tiene otra alternativa que juzgarlos. En el versículo 13, Dios habló con claridad respecto a su determinación de destruir a los seres humanos. Es mejor que se nos perdone por arrepentimos que sufrir el juicio de Dios.
Dios manifestó con toda claridad su resolución respecto al juicio sobre su creación (v. 17). Cumpliría su propósito mediante un diluvio. Cuando las aguas cubrieran la tierra, morirían todos los seres vivientes en la tierra.
Las consecuencias del pecado siguen sin cambiar. El pecado produce muerte, muerte espiritual, porque nos separa de Dios, la mente de la vida. A diferencia del resto del mundo, había un hombre que permanecía fiel a Dios y llevaba una vida recta, Noé. Gracias a su justicia, no sufriría la ira de Dios.
Aunque el resto del mundo iba a sufrir el castigo de Dios "Noé halló gracia ante los ojos de Jehová" (Génesis 6:8)
Somos justos mediante la fe en Jesucristo. El es el único camino para ser salvos y tener una buena relación con Dios.
sábado, 4 de septiembre de 2010
El amor todo lo perdona.
Lc 14:1, 7-14.
¿Por qué nosotros no guardamos el sábado? En la época de Jesús los creyentes se reunían el sábado. Cantaban, leían y escuchaban reflexiones sobre las Escrituras.
Hoy nos volvemos a encontrar con una escena que ocurre en el día sábado, y quizás tengamos que recordar que Jesús durante su ministerio cuestiona algunas prácticas del sistema de creencias. Para Jesús la manera de interpretar y utilizar la Ley cobra una nueva dimensión cuando Jesús prioriza la salud e integridad de las personas ante el mandato de guardar el sábado. Esta señal hay que entenderla como el inicio de una desconfianza sobre aquello que no solo transmitía seguridad, sino que era indiscutible.
Notemos que no se trata de un llamado que hace Jesús por la presencia de armas, ejércitos o de algún acto de violencia; por el contrario, se debe simplemente al contundente acto de curar (acción que solo puede provenir de Dios), en público un día sábado, y ante los que insistían que debía respetarse el sábado antes que sanar a alguien. Lo que produce Jesús con la palabra y la acción, es poner en duda lo que se enseñaba sobre la ley. Es importante no confundirnos, no ponía en duda la Ley, sino lo que se enseñaba de ella.
Esta desconfianza que puede comenzar a tener el pueblo sobre la enseñanza de los fariseos, abre la posibilidad de reflexionar la finalidad que tiene la Ley en medio de la convivencia del pueblo. Esa finalidad parece ir más allá de la mera repetición de actos y formalidades externas, que buscan tener una finalidad en sí mismas; en realidad lo relevante es el sentimiento que conduce a los actos. Veamos la parábola que hoy nos acompaña.
Pensemos en los sentimientos que anidan en el corazón de las personas de estos dos ejemplos: el que llega a una fiesta y busca los primeros lugares, y el que llega a una fiesta y busca los últimos lugares. Sin dudas son emociones diferentes que se manejan, tan diferentes que no pueden convivir en una misma persona, de hecho cada una de estas emociones o sentimientos conducirán a actos completamente distintos, por ejemplo uno llevará a comportamientos soberbios y otros a comportamientos humildes.
El soberbio perderá de vista a los demás y por ende a sus necesidades, mientras que el humilde tendrá una captación de la realidad bastante más amplia. Pero no solo se trata de la captación de la realidad, sino de qué actitud o acción que se tomará en esa realidad. Al soberbio, por su poca percepción de los demás y sus necesidades, no se dispondrá a ayudar a alguien, sea sábado, lunes, miércoles o cualquier día de la semana. Mientras que la persona humilde estará predispuesta a ayudar en cualquier momento. Aquel principal de la sinagoga que se molestó porque Jesús curó en sábado, no hacía más que manifestar su soberbia, es decir su incapacidad de ver la necesidad de los demás por estar concentrado en una práctica externa, pretendiendo en ella una finalidad en sí misma.
Jesús manifiesta humildad al poner en acto la curación, es decir la sensibilidad por la necesidad del pueblo. La ley tiene la finalidad de educar el corazón del ser humano, y si no es utilizada para ello no se la está respetando. Podemos recordar varias frases bíblicas que tienen que ver con esto: Misericordia quiero y no sacrificios, no odiaras a tu compatriota en tu corazón, amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Jesús dice que toda la ley depende de amar a Dios con todo el corazón, alma y espíritu, y al prójimo como a uno mismo. De modo que la ley pretende recordar al corazón humano qué es lo importante o la voluntad de Dios en nuestra convivencia: el amor.
Que Cristo siga educándonos con la ley del amor, permitiéndonos participar de los anticipos de su reino, que se van cristalizando en actos de humildad en nuestra convivencia.
Amén.
¿Por qué nosotros no guardamos el sábado? En la época de Jesús los creyentes se reunían el sábado. Cantaban, leían y escuchaban reflexiones sobre las Escrituras.
Hoy nos volvemos a encontrar con una escena que ocurre en el día sábado, y quizás tengamos que recordar que Jesús durante su ministerio cuestiona algunas prácticas del sistema de creencias. Para Jesús la manera de interpretar y utilizar la Ley cobra una nueva dimensión cuando Jesús prioriza la salud e integridad de las personas ante el mandato de guardar el sábado. Esta señal hay que entenderla como el inicio de una desconfianza sobre aquello que no solo transmitía seguridad, sino que era indiscutible.
Notemos que no se trata de un llamado que hace Jesús por la presencia de armas, ejércitos o de algún acto de violencia; por el contrario, se debe simplemente al contundente acto de curar (acción que solo puede provenir de Dios), en público un día sábado, y ante los que insistían que debía respetarse el sábado antes que sanar a alguien. Lo que produce Jesús con la palabra y la acción, es poner en duda lo que se enseñaba sobre la ley. Es importante no confundirnos, no ponía en duda la Ley, sino lo que se enseñaba de ella.
Esta desconfianza que puede comenzar a tener el pueblo sobre la enseñanza de los fariseos, abre la posibilidad de reflexionar la finalidad que tiene la Ley en medio de la convivencia del pueblo. Esa finalidad parece ir más allá de la mera repetición de actos y formalidades externas, que buscan tener una finalidad en sí mismas; en realidad lo relevante es el sentimiento que conduce a los actos. Veamos la parábola que hoy nos acompaña.
Pensemos en los sentimientos que anidan en el corazón de las personas de estos dos ejemplos: el que llega a una fiesta y busca los primeros lugares, y el que llega a una fiesta y busca los últimos lugares. Sin dudas son emociones diferentes que se manejan, tan diferentes que no pueden convivir en una misma persona, de hecho cada una de estas emociones o sentimientos conducirán a actos completamente distintos, por ejemplo uno llevará a comportamientos soberbios y otros a comportamientos humildes.
El soberbio perderá de vista a los demás y por ende a sus necesidades, mientras que el humilde tendrá una captación de la realidad bastante más amplia. Pero no solo se trata de la captación de la realidad, sino de qué actitud o acción que se tomará en esa realidad. Al soberbio, por su poca percepción de los demás y sus necesidades, no se dispondrá a ayudar a alguien, sea sábado, lunes, miércoles o cualquier día de la semana. Mientras que la persona humilde estará predispuesta a ayudar en cualquier momento. Aquel principal de la sinagoga que se molestó porque Jesús curó en sábado, no hacía más que manifestar su soberbia, es decir su incapacidad de ver la necesidad de los demás por estar concentrado en una práctica externa, pretendiendo en ella una finalidad en sí misma.
Jesús manifiesta humildad al poner en acto la curación, es decir la sensibilidad por la necesidad del pueblo. La ley tiene la finalidad de educar el corazón del ser humano, y si no es utilizada para ello no se la está respetando. Podemos recordar varias frases bíblicas que tienen que ver con esto: Misericordia quiero y no sacrificios, no odiaras a tu compatriota en tu corazón, amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Jesús dice que toda la ley depende de amar a Dios con todo el corazón, alma y espíritu, y al prójimo como a uno mismo. De modo que la ley pretende recordar al corazón humano qué es lo importante o la voluntad de Dios en nuestra convivencia: el amor.
Que Cristo siga educándonos con la ley del amor, permitiéndonos participar de los anticipos de su reino, que se van cristalizando en actos de humildad en nuestra convivencia.
Amén.
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