En primer lugar, habría en mi opinión que distinguir entre un fundamentalismo
como mero posicionamiento teológico y un fundamentalismo como fenómeno sociológico
con implicaciones religiosas y políticas, refiriéndonos, como ya he comentado,
siempre al fundamentalismo cristiano, y sobre todo el que se produce dentro
del ámbito protestante.
El fundamentalismo como posicionamiento teológico fue una reacción a principios
del s. XX en Estados Unidos frente a los posicionamientos teológicos liberales.
Desde entonces se producirá un enfrentamiento dicotómico entre
fundamentalismo y liberalismo, parece que no hay lugar para la disidencia en ninguno
de los dos bandos, automáticamente o eres liberal o eres fundamentalista.
Aunque en realidad entre esos dos extremos hay una amplia gradación de posicionamientos
teológicos.
En cualquier caso, el fundamentalismo hace referencia a lo que se considera “lo
fundamental”. De hecho el término se adopta cuando en Estados Unidos se publican
una serie de artículos en la que se expresan “los fundamentos de la fe cristiana”.
Estos fundamentos se definieron en cinco puntos, a saber:
• La Biblia es literalmente la verdad e inerrante.
• La concepción virginal y la deidad de Cristo, en su doble naturaleza divina y humana.
• La expiación sustitutiva de Jesucristo en la cruz.
• La resurrección corporal de Jesús.
• La autenticidad de los milagros de Jesús tal y como se registran en las Escrituras,
y la literal segunda venida de Cristo.
Como podemos apreciar el fundamentalismo como posicionamiento teológico
viene a ser un reduccionismo, en realidad como toda orientación teológica, sobre aquello que se considera “lo fundamental” de la fe cristiana. La razón por la que
se señalan estos fundamentos y no otros es porque estos eran los temas candentes
a principios de s. XX en el panorama teológico norteamericano y europeo, debido
a los planteamientos de la teología liberal.
Ahora bien, lo que me gustaría señalar es que el fundamentalismo como posicionamiento
teológico me parece posible, legítimo y respetable.
Es tarea importante
de la teología comprender la fe y explicitar lo que es importante y por qué lo
es, en esto no veo ningún problema, ni considero que tuviera que haberlo, siempre
y cuándo se acepte, al menos como posibilidad, que haya otras aproximaciones
teológicas, igualmente posibles, legítimas y respetables.
Fundamentalismo como fenómeno sociológico
Sin embargo, el fundamentalismo teológico se trasmuta en un fenómeno sociológico. Aquí ya no nos encontramos con argumentos teológicos y bíblicos que pueden
ser discutidos, opinables, pensados, estudiados y rebatidos, sino con un
fenómeno sociológico que como tal crea una identidad que sirve para definir grupos,
congregaciones e incluso amplios sectores de la sociedad. ¿Qué ocurre entonces?
Que los principios teológicos se convierten en elementos de identidad y por
tanto de exclusión o de inclusión al grupo al que adscriben.
La teología se pone al
servicio de la política en el sentido más restrictivo de la palabra, es decir, de lo partidista.
En este sentido lo teológico se seculariza y fundamentalista o liberal ya no
definen solo pensamientos teológicos, sino que catalogan personas a las que se
acepta o se rechaza por el mero hecho de llevar una etiqueta.
He distinguido entre un fundamentalismo teológico y un fundamentalismo sociológico
porque considero que el segundo es potencialmente peligroso, mientras
que el primero es solo potencialmente debatible.
¿Cómo se produce entonces el paso de un fundamentalismo teológico a uno
sociológico? Básicamente pienso que el fundamentalismo puede definirse como
aquella parte del pensamiento cristiano al que se le ha indigestado la modernidad.
Y esto no pretende ser ni un chiste ni una caricatura sino una expresión gráfica de
lo que esencialmente está detrás del fundamentalismo. Desde el s. XIX, cuando el conocimiento científico comienza a aumentar y tener
altas cotas de popularización, así como influido por las corrientes filosóficas imperantes
en el contexto que surge de la Ilustración, hacen que la comprensión de la
fe cristiana necesite ser repensada. Esto es lo que la teología liberal intenta hacer
con mayor o menor acierto, según pueda opinarse, sin embargo, hay un componente
conservador dentro del pensamiento cristiano que se opone a cualquier cambio
en la comprensión de la fe cristiana.
Este cristianismo al que se le indigesta la
modernidad deviene en fundamentalismo.
Como el fundamentalismo rechaza la modernidad acríticamente, el fundamentalismo
también rechaza la sociedad que surge de la modernidad. Pero como la sociedad
a principios del s. XX es ya mayoritariamente moderna lo que hace es
distinguirse de ella, creando una identidad socio-cultural propia basada en principios
teológicos. Como no gusta la realidad de la sociedad que se observa y en la
que se vive se crea una realidad paralela.
Por eso el fundamentalismo como fenómeno sociológico crea una realidad paralela
al conjunto de la sociedad. Si en las universidades se enseña, se desarrolla y
se produce un conocimiento científico y filosófico con el que no se está ideológicamente
de acuerdo, se crean unas universidades propias a las que además se califican
como “cristianas”. Del mismo modo se crean colegios e institutos también cristianos, todos ellos impulsados por la agenda fundamentalista. De igual manera
se crean parques temáticos dedicados a las tesis creacionistas. Al mismo
tiempo se crea toda una industria de cultura y ocio “cristiana”, con películas, música, libros todos ellos “cristianos” para distinguirse del resto de la sociedad liberal
y secularizada.
Sin embargo, como ya apuntamos anteriormente el fundamentalismo con su literalismo
bíblico le debe mucho más a la modernidad de la Ilustración de lo que en
principio asume. El igualar verdad con veracidad histórica, solo lo que es históricamente
comprobable es cierto, así como un sentido positivista de la verdad, solo
aquello que es científicamente comprobable es cierto, son partes inherentes de
las tesis fundamentalistas.
Y esto evidentemente se debe al paso por la modernidad, porque lo queramos o no nuestra sociedad y nuestro pensamiento están configurados
por la misma, otra cosa es que tengamos capacidad crítica con ello, pero
ése es otro tema. Esta incoherencia en el pensamiento fundamentalista, una reacción contra la
modernidad desde patrones modernos que no son asumidos conscientemente,
puede explicarse desde un modelo sociológico que se llama disonancia cognitiva, vamos a tratarlo brevemente.
Se produce una disonancia cognitiva cuando dos elementos dentro de un sistema
de pensamiento o de creencias se revelan como incompatibles. Pongamos
un ejemplo, si partimos de la premisa de que solo lo que es histórica y científicamente
cierto es verdadero y la ciencia descubre que el universo no tiene 6500 años,
como una supuesta cronología bíblica pareciera establecer, sino 13700 millones de
años, una de dos, o la Biblia se equivoca o se equivoca la ciencia. Así vemos como
en el pensamiento del fundamentalista se produce esta disonancia cognitiva, da
relevancia tanto a la ciencia como a la Biblia pero según la comprensión que tiene
de ambas se produce un conflicto, así que esta tensión debe resolverse de alguna
manera.
Evidentemente la disonancia cognitiva no es algo que se produzca solo en
aquellos que se reconocen como fundamentalistas, solo estamos usando este modelo
para intentar explicar cómo es posible que en las tesis fundamentalistas convivan
elementos que en principio son antagónicos.
Como hemos dicho, la tensión que se produce en un sistema de pensamiento
cuando dos o más elementos entran en contradicción debe resolverse, porque de
lo contrario la coherencia de todo el sistema se ve amenazada. La estrategia más
habitual para resolver cualquier disonancia cognitiva es adquirir y ampliar nuevos
conocimientos que hagan modificar uno o los dos elementos que han entrado en
conflicto. Si parece que hay una contradicción entre Biblia y ciencia, tal contradicción
podría resolverse si los conocimientos acerca de la Biblia se amplían y se modifican,
que es lo que ha hecho los estudios histórico-críticos durante más de dos. La disonancia cognitiva y los creacionistas estadounidenses, siglos, o si adquirimos nuevos conocimientos científicos, que es propio de la ciencia
a medida que ésta avanza, esto debería ser suficiente para resolver cualquier contradicción
entre ambas.
Sin embargo, esto no es posible para el fundamentalista porque la Biblia es un
conjunto de conocimientos estable y cerrado cuya comprensión no puede alterarse.
Y todo lo que dice la ciencia debe concordar con lo dicho previamente por la
Biblia cuyo estatus, por ser de inspiración divina, es superior. ¿Cómo resuelve el
fundamentalista su disonancia cognitiva? Quitándole la etiqueta de científico a
aquello a lo que quiere desacreditar y tildándolo de ideológico o de religioso. Así
manifiestan que el evolucionismo no es ciencia sino mero posicionamientos ideológico
que raya en lo religioso, y sin embargo, por el contrario, la construcción argumental
que usan para apoyar las tesis creacionistas son calificadas como
verdadera ciencia. Así se resuelve la disonancia cognitiva, parte de la ciencia que
se practica en las universidades “no cristianas” es pseudociencia cuando no es
“mera filosofía”, con toda la carga peyorativa que tendría la designación (vuélvase
a observar lo dicho, lo filosófico se rechaza porque no concuerda con un sentido
positivista de la ciencia), mientras que la ciencia practicada en las universidades
“cristianas” en concordancia con lo que dice la Biblia es verdadera ciencia. Y de
esta manera hemos creado una realidad paralela en la que solo tienen cabida aquellos
con premisas fundamentalistas.
¿Es peligroso el fundamentalismo?
El fundamentalismo teológico cuando se convierte en fenómeno sociológico contiene
en sí mismo elementos que lo pueden hacer potencialmente peligroso. El elemento
que hace problemático al fundamentalismo es su carácter excluyente. El
fundamentalismo por ser un conjunto cerrado de conocimientos no admite un factor
de autocorrección que sí está presente en cualquier disciplina académica-científica.
Las premisas fundamentalistas no pueden admitir que ninguna de sus
premisas sea falsa o errónea porque sus presupuestos están alineados completamente
con la revelación divina, sin hacer ningún tipo de distinción entre interpretación
y Escrituras, o entre éstas y la Palabra de Dios.
Cuando este carácter excluyente sin dar cabida a elementos de equilibrio se instala
en un entorno social con capacidad económica y política, capaz de llevar a realización
práctica las consecuencias de sus presupuestos ideológicos, la exclusión
de aquellos que no están identificados adecuadamente está servida. Ahí radica la
potencialidad peligrosa de todo fundamentalismo.
¿Por qué se hace alguien fundamentalista?
Evidentemente no hay pretensión de dar explicación de todos los elementos que
podrían responder a una pregunta como ésta, pero básicamente lo que pretendemos
analizar es cómo es posible que algunas personas admitan un sistema de pensamiento
que no les permite salirse de él en ningún momento. Como dijo Max
Weber “el hombre es un animal que está suspendido en redes de significación que
él mismo ha tejido .
Aquellos que podrían identificarse como fundamentalistas en muchas ocasiones
no se identificarán como tales, ya que en muchas ocasiones las etiquetas son asignadas
desde afuera, pero al construir un sistema cerrado de pensamiento lo que
se pretende es blindarlo de posibles ataques externos. Es decir, el fundamentalista
busca por encima de todo, seguridad psicológica. Frente a un mundo social en constante
cambio en el que las certezas tradicionales parecen que se tambalean, en el
que es difícil sustituir las antiguas fidelidades por otras nuevas, o en el que las identidades
habituales están constantemente en entredicho, se busca un sistema de
pensamiento que ofrece por encima de cualquier otra consideración seguridad.
En el pensamiento fundamentalista está claro lo que hay que creer y pensar,
está claro quién es el enemigo, lo liberal, y está claro contra lo que hay que reaccionar,
aquella modernidad que se pretende combatir.
El problema es que la vida diaria no está compuesta exclusivamente de ideas o
de patrones de pensamiento, sino que la vida del día a día está compuesta principalmente
por personas, también en la vida de las iglesias. Dado que en las filas fundamentalistas
no existe la disidencia, lo que en definitiva está en juego es qué personas son admitidas y cuáles son excluidas; puede ser en el ámbito de la iglesia
o de la sociedad, pero al final quienes sufren son personas de carne y hueso. Las
ideas no lloran, solo las personas.
Sergio Simino Serrano