martes, 21 de junio de 2011

Nuestra casa es nuestro castillo.

Curso Entre la duda y la fe
Tema 5
Miércoles 22 Junio

I. Introducción

El béisbol es diferente a los demás deportes de grupo en muchas cosas. Algo que lo hace particularmente diferente es que los jugadores deben regresar al punto de partida donde comenzó su recorrido. A ese punto se le llama casa. Nada es tan seguro como estar en casa. Nuestra historia comienza en una casa. Muchas personas se sienten libres cuando están en casa, pues pueden andar en ropa interior, pueden dejar que el perro se suba a los muebles, y comer con cuchara sin que nadie nos mire con mala cara. Cuando estamos en nuestra casa nos podemos sentir protegidos. Por eso cerramos la puerta y utilizamos las cerraduras, para sentirnos seguros.

II. A veces deseamos estar en casa

Cuando estamos lejos de nuestra casa comienza a desarrollarse una enfermedad dentro de nosotros que los médicos han llamado añoranza. Y es una rara enfermedad, los síntomas son: anhelos, deseos, ansiedad y depresión. Ud. puede estar alojado en la mejor suite del Hotel Boston y a la vez tener añoranza de su casa. Aunque su casa no tenga las comodidades y el confort de la suite.

Las personas con fe tienen la esperanza de poder llegar a su hogar un día. Las personas sin fe pertenecen a una raza sin hogar. Cuando Ud. es miembro de una casa, Ud. siente que pertenece a algo. Siente que tiene valor. Cuando Ud. tiene una casa Ud. quiere que ese lugar sea bendecido. Las personas sin casa se les llaman sin casa, indigentes. Pero el mayor problema de no tener una casa no es que no poseamos un techo del cual protegernos del frío o la lluvia; el mayor problema es para nuestra alma. Cuando no tenemos una casa estamos diciendo que no pertenecemos a un sitio, que nuestra identidad está perdida, que no tenemos claros quienes somos.

No hay mucho merito en llenar una casa sin amueblar en una casa amueblada y con estilo. El truco real es crear algo de la nada.

III. ¿Qué pasa cuando no estoy en casa?

Después de muchos años de vivir allá y acá, de intentar acumular muebles y objetos, de llenar nuestra vida con objetos que con el tiempo ya no nos dicen nada llegamos a la idea de que la añoranza del hogar es un indicio de nuestra condición personal y emocional. Y es que hay días que muchos de nosotros no nos sentimos en casa.

Hay gente que ha huido de su casa porque le han tratado mal. Por eso hizo las maletas y se fue lejos. Las dudas nos hacen irnos lejos. ¿Recuerdan la historia que cuenta Jesús de un hijo que se va de casa? Primero el hermano menor albergaba dudas de querer estar en casa. Después tiene dudas de que le personen si regresa. El muchacho de nuestra historia desconoce el verdadero significado de hogar. El hogar es el lugar donde siempre somos bien recibidos. Muchos hombres y mujeres somos como este hijo menor. Creemos que tenemos que hacer algo o ser algo para que nos reciban en casa.

¿Cuándo Dios habla de casa a qué se está refiriendo? ¿A la idea griega del Olimpo? ¿A la idea nórdica del Valhala? Jesús tenía una idea diferente:

23 Jesús le contestó: El que me ama hace caso a mi palabra; y mi Padre le amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él. Jn. 14

Para Jesús la idea de casa es la idea de comunión. Hay personas que tienen su casa allí donde está la persona que ellos aman.

Casi toso nosotros tenemos una lista de cosas que deberíamos hacer en nuestra casa: pequeñas reformas, pequeños bricolages. Pero siempre las dejamos para un día. Pero a medida que pasa el tiempo las olvidamos y es que nos acostumbramos a ellas: un cuadro inclinado, una puerta que chirrea, una llave que gotea, un mueble con un arañazo, etc. De la misma manera pasa con nuestro corazón. Hay cosas que nos gustaría cambiar de nuestra vida y un día quisimos hacerlo; pero con el tiempo nos hemos acostumbrado a este corazón lleno de imperfecciones y ruidos. Ya no lo notamos. Pero Dios si lo nota.

IV. Cuando estamos llegando a casa

Cuando los escritores de la Biblia quieren explicar nuestro lugar en el universo utilizan imágenes de la vida hogareña. Una de esas imágenes explica la relación de nosotros los creyentes con Jesús. Se dice que la iglesia es la esposa de Jesús.

Cuando sentimos añoranza por estar en casa es porque sabemos que aun no estamos en casa. Por eso la advertencia a los cristianos de que no se involucren demasiado en las cosas del mundo. En el libro de los Hebreos se nos dice que los héroes de la fe sabían esto y por eso nunca fijaron su casa en ningún sitio en particular. Se consideraban peregrinos. Pero no eran indigentes, simplemente sabían que su casa estaba en otro sitio. Donde se les quería, donde se les había perdonado, donde se les esperaba con una fiesta.

Tenemos fe cuando nos detenemos a pensar por un instante cómo será nuestra casa.



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