martes, 27 de julio de 2010

Los otros cristianos

Más allá de mis hermanos en mi comunidad hay otros que también son cristianos, pero que son diferentes. Confiesan el mismo Cristo, lo aman y le siguen, pero no lo hacen como yo.

En nuestro mundo cristiano hay muchas divisiones y, a lo largo de la historia, ha habido confrontaciones de toda clase. No todos hemos leído la Biblia de la misma forma y no todos hemos frecuentado los mismos caminos. Al rompimiento de la unidad de las iglesias de rito ortodoxo, en el siglo XI, se añadió la separación de las iglesias protestantes en el siglo XVI. Desde entonces, los cristianos estamos divididos y, no solamente vivimos en comunidades diferentes, sino que profesamos y predicamos doctrinas que no siempre concuerdan con lo que predican otros.

¿Cual ha de ser nuestra actitud delante de estos otros cristianos que no son como yo? Nos ha costado mucho aprenderlo y ha significado sangre y lágrimas, pero poco a poco hemos ido entendiendo que nuestras divisiones doctrinales no han de significar una enemistad humana entre nosotros los creyentes. La Conferencia Episcopal Europea Católica y la Federación Luterana Mundial sellaron esta afirmación en Augsburgo cuando firmaron el documento por el cual quedaban sin efecto las respectivas condenas hechas en el siglo XVI. Sin embargo, pesar de que ha habido una aproximación de posiciones doctrinales, todavía quedan puntos de confrontación, pero estas divergencias no son suficientes para descalificarnos los unos a los otros.
Con estos cristianos diferentes también he de convivir en un dialogo dinámico en el que no defendemos posiciones personales, sino que buscamos juntos una mayor fidelidad a Aquel que nos ha amado y se ha dado por nosotros. Nunca soy el hijo bueno que lo tiene todo. Todos nos hemos extraviado y, después de recorrer, como el hijo pródigo de la parábola de Jesús, los tortuosos caminos de la provincia apartada, hemos sido recibidos y abrazados por el Padre. Creo que para ellos y para mi hay un lugar en corazón generoso de Dios en su hogar.

Es bueno que sepamos reconocer nuestros errores y seamos suficientemente valientes para pedir perdón a los que hemos ofendido o perjudicado. Nunca estamos exentos de dar pasos en falso y será bueno para todos una aproximación a los otros cristianos que nos ayude a entender a los que viven la fe de otra forma. El encuentro y la oración común son los elementos principales de una actitud ecuménica que ha de ser la de todos los cristianos.

Esto no ha de significar que nada es importante y que cualquier doctrina es buena. Al contrario, todos los cristianos somos llamados a ser fieles a la propia comprensión del evangelio y ningún deseo de agradar al otro o de unión con el otro nos puede llevar a renunciar a lo que creemos que es correcto. Sin embargo, lo que no podemos hacer es pelearnos y olvidar que el respeto al otro y el amor que nos hemos de tener es requisito primero y principal. Mi actitud hacia los otros cristianos ha de ser la de dar y recibir en un intercambio de experiencias e intuiciones que nos enriquezca espiritualmente a todos.

Enric Capó

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