sábado, 29 de enero de 2011

Confianza absoluta en el Señor.

Este es el titulo del salmo 27 en la traducción de la Biblia de las Américas. Es el salmo que este domingo 23 de enero de 2011 utilizamos como lectura bíblica en nuestro culto y que agradezco enormente haber podido compartir.
Todos sabemos que los salmos son oraciones en forma poética, que utilizamos desde la época del AT hasta nuestros días, incluido Jesús.
En esta ocasión nos habla de cómo David se siente calumniado y clama a Dios en medio de la injusticia que le toca vivir.
Me gustaría centrarme en la frase confianza absoluta: En nuestro caminar diario nos encontramos con situaciones en las que la confianza en nuestro Dios es importante para superar pequeñas situaciones o heridas pero, ¿y cuando la cosa se complica y los sucesos pueden incluso cambiar en parte o totalmente nuestras vidas… en la salud, emocional, económica, espiritualmente, etc.?
Retomando el consejo que Jesús nos dio sobre aquello de que seamos como niños, y aplicándolo a la confianza, me imagino la imagen de ese padre/madre que coloca a su hijo sobre la mesa y con los brazos abiertos le dice “ven, vamos” Y el niño no solo no se lo piensa dos veces si no que se lanza con una sonrisa de oreja a oreja ¡ Eso si que es confianza absoluta! Como nosotros ya somos grandes y también nuestro Padre lo es, os propongo que nosotros nos coloquemos en lo alto de una catarata (esa situación que nos supera y desconcierta) y Dios abajo… ¿con los brazos abiertos?.
Otra pregunta, ¿y que hacemos durante la interminable caída libre? Los demás no sé, pero los que tenemos puesta nuestra mirada en las cosas del reino (aquí en la tierra), deberíamos ir bajando recordando las innumerables promesas de Dios “Yo estoy contigo donde quiera que vayas”, “No te dejaré ni te abandonaré en todos los días de tu vida hasta el fin”, “Vuestra carga nunca será mayor de lo que podéis soportar”, “Todo lo que sucede es para bien de los que me aman”, etc. (Es lo más parecido al fuerte abrazo que el padre da al niño cuando lo sostiene).
Volviendo al salmo, estoy segura de que el vrs. 7 es el que mejor se nos da cuando oramos “Escucha señor mi oración”, lo repetimos y repetimos hasta la saciedad, ojala no tardemos demasiado en pasar al 11, y que cómo David digamos confiadamente “Señor muéstrame tus caminos…”
Caminos en los que tendremos que caminar con esas promesas y teniendo claro que cosas nos ayudan y cuales son de estorbo en el camino. Por ejemplo la resignación, es imposible que esta palabra esté en el vocabulario de nuestro Dios, casi siempre se habla de ella cabizbajo y sin esperanza. No nos sirve. Como tampoco es una buena elección el huir, tal y como hizo Jonás, tarde o temprano tendremos que recuperar el tiempo perdido e ir a Nínive.
Por otro lado es interesante saber que las personas que estudian acerca del sufrimiento nos recomiendan que a la hora de hacernos preguntas sobre la situación que nos toca vivir, más que preguntar a Dios el por qué permite esto en mi vida, pasemos a preguntar para que permite esto.
Es bueno seleccionar que cosas merece la pena llevar en la mochila para andar mejor el camino.
Y por último, os voy a leer algo que he estado buscando esta mañana y que me envió un amiga hace ya 12 años, pertenece a un escrito que su madre, una mujer que llevaba mucho tiempo conviviendo con un marido alcohólico y sus consecuencias, había preparado como reflexión para el culto de su comunidad.
Nosotros (los creyentes) somos como los juncos;
Ellos viven siempre en ríos, lagos… siempre cerca de fuentes de vida.
Crecen en el lodo, de donde aprenden a sacar el agua que les permite vivir.
Son flexibles, por lo que cuando vienen fuertes vientos pueden llegar a tocar suelo, pero recuperan su firmeza cuando cesan o los vencen.
Sus raíces son muy débiles y estos lugares no les ofrecen unos cimientos firmes donde crecer. Sobreviven uniendo sus raíces entre todos los juncos de alrededor.
No se a ti, pero a mi esto si me suena a lenguaje propio de los que andan en sus caminos. Aprovecho para dar las gracias a esos amigos junqueros que en este año me han reforzado con sus raíces.

Lola Sabroso

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