jueves, 3 de julio de 2014

La práctica misionera de las iglesias europeas en la realidad actual.



Conferencia 1 

I. Introducción.
Jonás es el modelo de misionero desubicado. Llamado por Dios a predicar a Nínive,  se levanta, se pone en marcha, pero en verdad se niega a obedecer y se va en la dirección opuesta. Se pone en ridículo a los ojos de Dios y también al de los habitantes de Nínive.  Si nos  mirásemos en el imaginario espejo de la actuación del profeta, ¿se podría ver reflejada en él nuestra práctica misionera, muchas veces ciega y contra-productiva?
El recurso explicativo del 'círculo hermenéutico' nos sirve para establecer una relación dinámica entre la lectura del texto Bíblico y la lectura constante del contexto contemporáneo. Cada nueva realidad obliga a una interpretación de la revelación          de Dios; al cambiar la realidad se emprende la búsqueda de una nueva interpretación para esa nueva realidad y así sucesivamente.
Recurriendo al uso del círculo hermenéutico discernimos las dos preguntas que van a definir las dos ponencias que voy a exponer.  En la primera ponencia nos preguntamos: ¿En qué contexto global se desarrolla nuestra práctica misionera? En la segunda ponencia la pregunta básica será: ¿Qué Evangelio (texto) comunicamos en el contexto contemporáneo?

II. El contexto global.
La celebración del centenario de la 1a Conferencia Misionera Internacional, que tuvo lugar en la ciudad de Edimburgo, en 1910, nos permite vislumbrar los cambios profundos que a lo largo de estos cien años se han producido en el mapa del cristianismo. Si en 1910 se asociaba la figura de Cristo con Europa y Norte América; en 2010 la fascinación por la persona de Cristo es universal. A lo largo de estos cien años el rostro visible del cristianismo se ha trasformado por completo: ha pasado de ser una religión occidental a una religión no-occidental. Hoy se puede encontrar a personas que viven su fe cristiana  hasta en los últimos rincones de la tierra, pero el centro de gravedad se ha trasladado del Norte al Sur. Y es justamente ahí, en el hemisferio Sur, en donde actualmente viven dos tercios del cristianismo mundial. También es un hecho evidente que mientras las iglesias de Europa pasan actualmente por un periodo de decrecimiento e intentan sobrevivir, las iglesias de los países del Sur muestran un crecimiento explosivo.
Lo que está aconteciendo en el cristianismo africano, lejos de ser un fenómeno exótico, propio de un continente oscuro, se está convirtiendo en un despertar esperanzador La iglesia Africana seguramente va a definir el futuro del cristianismo global. Las iglesias de Europa forman una minoría cada vez menos significativa en una cristiandad global multicultural. Vivimos el fin de la era de hegemonía de las iglesias del Occidente. Debemos tomar conciencia de que tanto la iglesia en Holanda como en España formamos parte de un continente en crisis y en búsqueda de su corazón.
Hay que ver los cambios en el mapa del Cristianismo en el contexto más amplio de los cambios geopolíticos de las últimas décadas. Kishori Mahbubani, un diplomático de Singapur, destaca en su libro La Era de Asia el fin de la hegemonía del mundo occidental. Los centros del mundo se trasladaron del Oeste al Este y Sur, a países como China, India, Brasil. Mientras tanto los europeos -dice- se aferran a los esquemas de siempre. Mahbubani señala la incapacidad existente a la hora de reconocer la nueva realidad geopolítica. Citamos sus palabras: "Vosotros en Occidente os empeñáis en arreglar las lujosas sillas del Titanic,  las que están al lado de las piscinas, mientras el barco se está inundando con todos sus pasajeros dentro."
¿Cómo respondemos las iglesias protestantes del viejo mundo a estos cambios geopolíticos y religiosos? ¿Cuáles son las implicaciones para su práctica misionera? La verdad es que como europeos conocemos los datos racionalmente, pero todavía este conocimiento no ha descendido a  nuestro corazón y nuestra alma. Muchas instituciones tienden a perpetuarse en sus oficinas; siguen el rumbo trazado por sus antepasados, como si no hubiera cambiado nada a nuestro alrededor. ¿Estamos preparados para reaccionar adecuadamente a la nueva realidad global? Parece que no pocas iglesias históricas permanecen en sus 'reservas' cerradas. Se aferran a sus moldes mono-culturales de siempre, aunque están ubicadas dentro de sociedades mixtas y multi-culturales con todos sus desafíos.

III. El paradigma antiguo.
A partir del año 1500 d.C. la misión de la iglesia se hizo dentro del marco de la expansión de las potencias de Europa. Los misioneros salieron desde el contexto del sistema colonial. Tanto los militares y comerciantes como los misioneros estaban convencidos de la superioridad de la civilización de la que provenían, es decir, Europa. Hay diferencias entre la Conquista del Nuevo Mundo (1492) iniciada por los reyes de España y Portugal, con el apoyo de la Iglesia Católica por un lado, y la conquista de América del Norte iniciada por las potencias del Norte de Europa, siguiendo un estilo marcadamente colonial puritano, impuesto a los indígenas (1620). Pero en el fondo en ambas conquistas compartieron una idiosincrasia similar al  considerar a las razas y a las culturas indígenas inferiores a los pueblos europeos. Esta mentalidad justificó la dominación militar y económica de las nuevas tierras conquistadas, y con ello se produjo la muerte de innumerables indígenas en las minas de América del Sur, y el sufrimiento terrible a los 'negros' como víctimas del sistema inhumano de la esclavitud. En contraste con estos enormes actos de inhumanidad también hay que destacar el papel liberador de las misiones, como, por ejemplo, ocurrió con el trabajo en defensa de los indios emprendido por el dominicano Bartolomé de las Casas. El balance final de las relaciones entre instituciones misiónales y las nuevas iglesias locales surgidas por el trabajo de evangelización emprendido desde Europa estuvo generalmente marcado por la imposición de dogmas y formas culticas provenientes de las iglesias madres, y la dependencia ideológica y financiera de parte de las iglesias hijas.
Mi propia experiencia en Chile en los años ochenta puede resultar ilustrativa al respecto. Yo trabajé como profesor de teología con una de las cinco  pequeñas  denominaciones Presbiterianas en este país. Los norteamericanos con su 'way of life' en apoyo al dictador Pinochet controlaban buena parte del territorio. Como réplicas de las iglesias madre en Europa y EEUU las iglesias 'históricas' en general no supieron llegar al corazón de los chilenos. Los planes de estudios de los seminarios reflejaban una teología proveniente de fuera, especialmente de Europa y Estados Unidos. En el siglo XIX se consideró al Protestantismo como la fe de los gringos; el gobierno de Argentina registró a las iglesias protestantes bajo el Ministerio del Exterior. Hasta el fin del siglo XX el Presbiterianismo fue poco más que un 'Cristo ajeno' (Orlando Costas) dentro del cuerpo de la cultura Chilena.
El mundo protestante estaba dividido según las líneas ideológicas del conflicto Este-Oeste. Era una época de fuerte polarización: 'comunismo' versus 'anti-comunismo'; 'conservadores' versus 'liberales'; 'evangelicals' versus 'ecumenicals'; 'evangelización' versus 'acción social';  Ginebra (CMI) versus Lausana (Billy Graham, Jimmy Swaggert); CLAI versus Conela.
El tiempo ha pasado y esta situación de dualismos encontrados ha cambiado notablemente en Latinoamérica. Los antagonismos del pasado desaparecieron, y las iglesias protestantes se fueron independizando poco a poco. En este sentido es interesante conocer cómo la Fraternidad Teológica Latinoamericana inició una reflexión crítica con la intención de contextualizar la fe protestante: "La nueva situación nos obliga a una autocrítica de las formas de misión católica y protestante que se basaron en el poder militar, económico o tecnológico de la época de la cristiandad" (CLADE III, 1992). En el siglo XXI las relaciones ecuménicas inter-continentales se están profundizando.

IV. ¿El Protestantismo tiene futuro?
Ante el panorama descrito conviene que nos preguntemos ¿de qué manera las iglesias protestantes de Europa inconscientemente pueden vivir fuera de su propio contexto socio-cultural? El Protestantismo europeo históricamente ha sido la expresión religiosa de la burguesía. Hasta en nuestros días (hasta el día de hoy?) mayormente se conecta con la clase media. Nunca supo atraer a las masas, a la gente pobre, a los trabajadores. Es importante tener en cuenta estas constataciones sociológicas para poder evaluación la situación del Protestantismo en el mundo de hoy. Volvemos a la gran pregunta que nos martillea: ¿Tiene futuro el Protestantismo, o estamos en una época en la que únicamente tienen futuro el 'evangelicalismo' y la 'pentecostalización' de la iglesia global (Alister McGrath)? ¿Cómo  evitar que el Protestantismo se pierda en una atomización de denominaciones y cómo volver a ser lo que fue originalmente un movimiento de renovación permanente en medio de las sociedades con todas sus ambigüedades (Juan Mackay, Peru)?

V. Reformata, ut semper reformanda. Contextualización
En Chile conocí dos intentos de contextualización. No lo olvidaré nunca:
a. La Teología de la liberación fue un primer intento serio de interpretar la Biblia de forma contextual, es decir, desde la perspectiva Latinoamericana, desde un contexto de injusticia y pobreza. Con el tiempo yo comprendería que la pasión por justicia que yo percibí en la práctica de las comunidades de base, se refleja mucho más en las Escrituras de lo que había pensado.
b. El pentecostalismo popular debe ser considerado como otro movimiento de protesta social. Se opone a una sociedad y jerarquías eclesiales que niegan espacios y dignidad humana a los pobres y marginados. Los pentecostales rompieron con una teología de libros, conceptos y abstracciones. Su espiritualidad se caracteriza por un contacto inmediato con Dios por el Espíritu en su propia cultura y lengua. A diferencia de otras expresiones alienantes del neo-pentecostalismo norteamericano importado, y de su teología de la prosperidad, en las múltiples comunidades nativas el Evangelio parece haber llegado al alma del Latinoamericano.  El Pentecostalismo recuerda a las iglesias racionalistas de la Ilustración a la sorpresiva y abundante realidad del Espíritu.
No hay tanta distancia entre la Teología de la liberación y el pentecostalismo como los observadores externos asumen. Muchas veces las controversias han sido artificialmente exageradas, según las presuposiciones y prejuicios de los observadores extranjeros con sus cosmovisiones occidentales. Ambos movimientos de protesta están arraigados en el mundo de los pobres; ambos dan testimonio del encuentro entre la Biblia y el pueblo. La práctica de la Teología de la liberación en los grupos de base refleja mucha más espiritualidad de lo que piensan los conservadores, y la mayoría de los pentecostales en sus comunidades  terapéuticas (healing communities) están mucho más involucrados socio-políticamente de lo que los liberales generalmente suponen.

VI. Rasgos de un nuevo paradigma.
El movimiento misionero moderno de los institutos y agencias misioneras con grandes recursos económicos pasó. Vivimos la irrupción de las iglesias del Sur dentro de la iglesia global. Las iglesias pentecostales y carismáticas forman la creciente mayoría. Es difícil clasificar a las nuevas iglesias del Sur en nuestras categorías. No se dejan encajonar en nuestros esquemas.  Las etiquetas 'ecumenicos' y 'evangelicos', 'protestantes' y católicos' han perdido su sentido para la generación nueva. A medida que aumenta la influencia del Sur, es cada vez más claro que se trata de un debate interno entre las iglesias del Norte. Ambos movimientos, ecumenicos y evangelicos son productos de la Modernidad; actúan dentro de los esquemas de la Ilustración con su fe en el progreso. Las iglesias del Sur no se dejan prescribir los temas y tienen su propia agenda. Tienen poco interés en jerarquías, conceptos y dogmas (creencias) y enfatizan la experiencia, la alabanza y el lado práctico de la fe .
El nuevo paradigma pone las cosas al revés. El movimiento ya no es Norte-Sur, sino Sur-Norte, no desde el mundo rico al mundo pobre, sino desde el mundo pobre al mundo rico (y de pobres a pobres); no desde arriba para abajo, sino desde abajo para arriba; no desde los centros de poder a los margines, sino desde los margines a los centros de poder. En vez de pensar en y nuevos programas de acción e esquemas metodológicos hay interés en encuentros y relaciones humanas a nivel local. Llama la atención que los pobres de la tierra son elegidos por Dios para recibir como los primeros las Buenas Nuevas; también son los preferidos para dar a conocer el Evangelio. La misión de Dios viene desde las periferias (Galilea). Sensibilidad por el lazo entre misión y vulnerabilidad reemplace el pensar y actuar en términos de poder y dinero. "No tengo plata, ni oro, pero lo que tengo, te doy" (Hechos 3: 6)

VII. Misión y migración.
El Sur va para el Norte (y Sur-Sur): 1. De forma planificada. Misiones organizadas desde el mundo de las Mayorías (Congreso Misionero Iberoamericano, Granada 2004); 2. El modelo migratorio: el movimiento de migración como vehículo de las Buenas Nuevas: la criada israelita en la casa de Naamán, los refugiados que proclaman el Evangelio en Antioquía.
Nuestro continente se ve enfrentado con la presencia misionera de un sinnúmero de Iglesias de inmigrantes en el mundo del Norte. El Cristianismo de Europa no desapareció; ha recibido un nuevo rostro. Ya no es blanco, sino de muchos colores. Los días domingo en Ámsterdam se mueven cristianos en una gran diversidad étnica a sus lugares de culto. Para el observador es claro que son mucho más que los fieles de las iglesias blancas establecidas. En un domingo común el nombre de Cristo se alaba en más de 75 idiomas.  Me imagino que en ciudades como Málaga y Madrid pasa lo mismo.
¿Cómo reaccionamos a la presencia de las iglesias inmigrantes? La verdad es que le cuesta bastante la mente euro-céntrica reconocer que la cristiandad del siglo XXI tendrá su mayor expresión en culturas no-occidentales.
Hasta el momento hay poco diálogo. Se vislumbra una nueva línea divisoria. Mientras las pugnas entre 'ecumenicos' y 'evangelicos' se están calmando, se aumentan las tensiones entre las iglesias 'progresistas' del Norte y las iglesias 'conservadores' del Sur. Por un lado las iglesias inmigrantes son consideradas como  problema, o peor como amenaza para las iglesias establecidas de Europa. Predicarían un mensaje obsoleto, abandonado por las iglesias históricas por mucho tiempo. Defenderían una agenda ética inaceptable para el hombre pos-moderno. Necesitarían una graduación teológica antes de acogerlos en el movimiento ecuménico progresista. Iglesias del Sur por otro lado pueden expresarse groseramente sobre 'el Sahara espiritual de Europa' con sus iglesias frías como 'huesos secos' sin vida. El debate en la Iglesia Anglicana respecto a la homo-sexualidad y los derechos de la mujer es ilustrativa y  poco alentador.
El camino es largo y hay muchas trabas. Pero hay que buscar el encuentro con las iglesias nuevas, porque nos necesitamos mutuamente como miembros de la familia universal de Dios. No se debe definir las relaciones en términos de filantropía, en esquemas diaconales que se desarrollan desde arriba. Solamente relaciones ecuménicas de carácter recíproco, en respeto por su  propia agenda y prioridades, pueden llevar a un entendimiento mutuo y abrir la puerta para una cooperación fructífera en la misión de Dios, la cual trasciende nuestros programas denominacionales.
Esto significa más que añadir un poco de color y folclor a nuestros cultos. No podemos sin un cambio de mentalidad respecto al 'extranjero' y lo que Dios quiere decirnos a través de su presencia.  Se trata de estar abierto para entender lo extraño, recubrir las nociones de 'hospitalidad' y 'ser extranjero' en su profundidad original. En el valorar de la hospitalidad frente al extranjero sabemos el criterio para medir si una sociedad es justa, sí o no. No será una de las tareas primeras de la iglesia crear espacios para quien canta otra canción, quien no habla mi idioma, tiene otro color de piel y vive de otra manera que yo? En otros términos, buscamos una nueva catolicidad. Sería bueno cuando las iglesias de España y Los Países Bajos se decidieran a profundizar sus relaciones al entrar en una nueva etapa de intercambio y asistencia mutua en la práctica misionera de Dios dentro del contexto de la nueva Europa, continente en búsqueda de esperanza. Es cierto que las pequeñas comunidades de Cristo tienen el privilegio de vivir y compartir una herencia espiritual riquísima.

VIII. Diez cambios hacia un nuevo paradigma:
1. De misión como acción controlada a una orientación a Missio Dei
2. De proclamación verbal a misión encarnada (incarnational mission)
3. De misionero profesional al testimonio espontáneo (modeol migratorio)
4. De misión en términos de poder a vulnerabilidad
5. De proyectos a relaciones humanas ('give us friends')
6. De iglesias mono-culturales a iglesias multi-culturales
7. De euro-centrismo a abrirse para perspectivas non-occidentales
8. De la cabeza a corazón y manos
9. De instituto a movimiento
10. De las oficinas de los jerarquía a la iglesia local como agente de la misión

Wout Van Laar

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