Como
predicador joven y dinámico en una gran iglesia, J. R Briggs sintió que Dios lo
llamaba a iniciar una nueva iglesia. Poco a poco, la iglesia creció, pero su
crecimiento con el tiempo se estancó. La decepción le llevó a fundar una
reunión para pastores y líderes que buscan entender cómo Dios obra a través del
fracaso personal. Briggs fie entrevistado por Drew Dyck, jefe de redacción del
Diario de Liderazgo.
¿Por qué un tema que la
mayoría de las iglesias no quieren hablar?
Todo comenzó con la
asistencia a una conferencia de pastores. Los conferenciantes eran pastores muy
conocidos, de iglesias grandes, pero allí, a los pastores que tenían un
ministerio pobre o discreto nunca fueron
invitados a compartir sus experiencias. En este evento la mayoría de los temas
eran sobre el éxito y la obtención de resultados visibles. Yo estaba pasando
por una temporada dolorosa del ministerio pastoral. Necesitaba algo que no me
quitara el aliento o que no añadiera una especie de vértigo a mi vida espiritual.
Quería hablar con honestidad. Necesitaba una reunión, como la de Alcohólicos
Anónimos para los pastores, pero no hubo tiempo para tal cosa.
Muchos pastores,
ex-pastores y líderes cristianos asisten a este tipo de evento con desesperanza.
Así que busqué un espacio. Yo no estaba tratando de crear otro ministerio para
pastores. Yo simplemente deseaba un espacio en el que nadie se asuste por las
deficiencias de los otros pecadores, aunque los esos pecadores sean pastores de
iglesias.
¿Nuestros problemas con
la insuficiencia pastoral provienen de falsas nociones de éxito?
No me gusta usar la
palabra éxito cuando se habla de
pastores. Prefiero usar palabras como la salud, la fidelidad y la obediencia.
Nuestra cultura está obsesionada con el éxito, y la iglesia no es inmune a ello.
Los pastores están rodeados por tentaciones que les invitan a perseguir las
cosas equivocadas. Tenemos que darnos un tiempo para definir la forma en que
queremos buscar el significado del éxito en el ministerio pastoral y el del fracaso,
y luego enfrentarlo a las Escrituras. Eugene Peterson escribió: El hecho bíblico es que no hay iglesias
exitosas. Hay, en cambio, las comunidades de los pecadores. En estas
comunidades de los pecadores, uno de los pecadores es llamado pastor.
¿Qué les dices a los
pastores que se sienten fracasados?
Yo sólo escucho. Y es
que los pastores tienen, en raras ocasiones, alguien que les va a escuchar de verdad
en esos momentos de profundo dolor. Eventualmente podría animarles a que
busquen la gracia que predican desde los púlpitos para sus propias vidas. Pero
sobre todo, les recuerdo que nuestro valor no está atado en lo que hacemos mal o
en lo bien que lo hacemos. A menudo les recuerdo a ellos, y me recuerdo a mí
mismo, que Jesús no nos dirá nunca: Eres un buen siervo y alguien exitoso.
También les animo a acampar entre los Salmos. He encontrado en Los Salmos un
poder curativo.
¿Deben ser los pastores
transparentes en sus fracasos?
Equilibrar la sabiduría
y el valor es crucial. Los pastores deben ser ejemplo de sabiduría y valentía. Y
todo ello con transparencia hacia los que estamos llamados a servir. Henri
Nouwen escribió que los pastores son las
personas que menos se confiesan en la iglesia. Y creo que tenía razón. Son
pocos os pastores que mantienen unas relaciones cercanas e íntimas donde pueden
tener conversaciones honestas, donde nada está fuera de los límites.
Se ha dicho que si predicas desde la debilidad, tú nunca se
quedará sin material para un sermón dominical. Más importante aún, es la
gracia, y no el pastor. Es la gracia la que ha de ocupar un lugar central. En
lugar de escuchar a personas comentando: El
pastor es muy simpático o El un líder
tan carismático, prefiero escuchar
cosas como: Dios es misericordioso
o El amor de Dios es tan fuera de lo
común.
Para muchos cristianos,
un fallo pastoral significa el fin del ministerio. Para otros es salir adelante
y ser más eficaz. ¿Qué hace la diferencia? Mi amigo Stephen Burrell hizo su
tesis sobre el fracaso del ministerio pastoral por cuestiones no relacionadas
con la moral. Hizo cientos de entrevistas a pastores y a ex pastores que
fallaron en sus maneras de entender la eclesiología. Mientras que todos
manejamos el fracaso más o menos de la misma manera, Burrell se dio cuenta de
la existencia de algunos patrones entre los que frente al fracaso pudieron
seguir adelante.
Algunos hábitos no
fueron sorprendentes para los que escuchamos sus conclusiones. Los pastores que
se sobrepusieron al fracaso tenían un sistema de apoyo o mentores en su trabajo
pastoral, y se acercaban a Dios mediante la oración, la soledad, y la lectura
de las Escrituras. Pero había tres elementos sorprendentes en este análisis. En
primer lugar, la mayoría de los afectados no podía recuperarse inmediatamente. Necesitaban
de un tiempo para llorar y sanar las heridas. En segundo lugar, desarrollaron relaciones
importantes con personas no cristianos antes de volver a conectar con la
comunidad cristiana. Estas amistades parecían ayudar al proceso de curación. Y
por último, experimentaron un gran progreso espiritual. Podrían mirar hacia sin
temor y experimentaban la presencia del Espíritu Santo en el trabajo. Estas
experiencias les permitían dejar a un lado el resentimiento, perdonar y comenzar
a vivir la esperanza.
Richard Rohr habla de la autoridad de los que han sufrido. ¿El
fracaso crear mejores ministros?
Los pastores con
heridas profundas tienden a ser más amables y tiernos en su ministerio. El
fracaso es una clara invitación a ver las formas más profundas de la gracia en
nuestra vida. Podremos llegar a ser mejores pastores después de una crisis,
pero sólo si manejamos nuestra vida con la gracia y la verdad necesaria.
Nuestra vida no solo está expuesta ante los demás. También nuestra manera de
levantarnos después de una caída. Y es que parte de la función del pastor es
manejar el dolor personal con fidelidad a la luz de la cruz.
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