jueves, 24 de julio de 2014

Cuando el pastor fracasa.

Como predicador joven y dinámico en una gran iglesia, J. R Briggs sintió que Dios lo llamaba a iniciar una nueva iglesia. Poco a poco, la iglesia creció, pero su crecimiento con el tiempo se estancó. La decepción le llevó a fundar una reunión para pastores y líderes que buscan entender cómo Dios obra a través del fracaso personal. Briggs fie entrevistado por Drew Dyck, jefe de redacción del Diario de Liderazgo.

¿Por qué un tema que la mayoría de las iglesias no quieren hablar?
Todo comenzó con la asistencia a una conferencia de pastores. Los conferenciantes eran pastores muy conocidos, de iglesias grandes, pero allí, a los pastores que tenían un ministerio pobre o discreto  nunca fueron invitados a compartir sus experiencias. En este evento la mayoría de los temas eran sobre el éxito y la obtención de resultados visibles. Yo estaba pasando por una temporada dolorosa del ministerio pastoral. Necesitaba algo que no me quitara el aliento o que no añadiera una especie de vértigo a mi vida espiritual. Quería hablar con honestidad. Necesitaba una reunión, como la de Alcohólicos Anónimos para los pastores, pero no hubo tiempo para tal cosa.
Muchos pastores, ex-pastores y líderes cristianos asisten a este tipo de evento con desesperanza. Así que busqué un espacio. Yo no estaba tratando de crear otro ministerio para pastores. Yo simplemente deseaba un espacio en el que nadie se asuste por las deficiencias de los otros pecadores, aunque los esos pecadores sean pastores de iglesias.

¿Nuestros problemas con la insuficiencia pastoral provienen de falsas nociones de éxito?
No me gusta usar la palabra éxito cuando se habla de pastores. Prefiero usar palabras como la salud, la fidelidad y la obediencia. Nuestra cultura está obsesionada con el éxito, y la iglesia no es inmune a ello. Los pastores están rodeados por tentaciones que les invitan a perseguir las cosas equivocadas. Tenemos que darnos un tiempo para definir la forma en que queremos buscar el significado del éxito en el ministerio pastoral y el del fracaso, y luego enfrentarlo a las Escrituras. Eugene Peterson escribió: El hecho bíblico es que no hay iglesias exitosas. Hay, en cambio, las comunidades de los pecadores. En estas comunidades de los pecadores, uno de los pecadores es llamado pastor.

¿Qué les dices a los pastores que se sienten fracasados?
Yo sólo escucho. Y es que los pastores tienen, en raras ocasiones, alguien que les va a escuchar de verdad en esos momentos de profundo dolor. Eventualmente podría animarles a que busquen la gracia que predican desde los púlpitos para sus propias vidas. Pero sobre todo, les recuerdo que nuestro valor no está atado en lo que hacemos mal o en lo bien que lo hacemos. A menudo les recuerdo a ellos, y me recuerdo a mí mismo,  que Jesús no nos dirá nunca: Eres un buen siervo y alguien exitoso. También les animo a acampar entre los Salmos. He encontrado en Los Salmos un poder curativo.

¿Deben ser los pastores transparentes en sus fracasos?
Equilibrar la sabiduría y el valor es crucial. Los pastores deben ser ejemplo de sabiduría y valentía. Y todo ello con transparencia hacia los que estamos llamados a servir. Henri Nouwen escribió que los pastores son las personas que menos se confiesan en la iglesia. Y creo que tenía razón. Son pocos os pastores que mantienen unas relaciones cercanas e íntimas donde pueden tener conversaciones honestas, donde nada está fuera de los límites.
Se ha dicho que si  predicas desde la debilidad, tú nunca se quedará sin material para un sermón dominical. Más importante aún, es la gracia, y no el pastor. Es la gracia la que ha de ocupar un lugar central. En lugar de escuchar a personas comentando: El pastor es muy simpático o El un líder tan carismático, prefiero escuchar  cosas como: Dios es misericordioso o El amor de Dios es tan fuera de lo común.
Para muchos cristianos, un fallo pastoral significa el fin del ministerio. Para otros es salir adelante y ser más eficaz. ¿Qué hace la diferencia? Mi amigo Stephen Burrell hizo su tesis sobre el fracaso del ministerio pastoral por cuestiones no relacionadas con la moral. Hizo cientos de entrevistas a pastores y a ex pastores que fallaron en sus maneras de entender la eclesiología. Mientras que todos manejamos el fracaso más o menos de la misma manera, Burrell se dio cuenta de la existencia de algunos patrones entre los que frente al fracaso pudieron seguir adelante.
Algunos hábitos no fueron sorprendentes para los que escuchamos sus conclusiones. Los pastores que se sobrepusieron al fracaso tenían un sistema de apoyo o mentores en su trabajo pastoral, y se acercaban a Dios mediante la oración, la soledad, y la lectura de las Escrituras. Pero había tres elementos sorprendentes en este análisis. En primer lugar, la mayoría de los afectados no podía recuperarse inmediatamente. Necesitaban de un tiempo para llorar y sanar las heridas. En segundo lugar, desarrollaron relaciones importantes con personas no cristianos antes de volver a conectar con la comunidad cristiana. Estas amistades parecían ayudar al proceso de curación. Y por último, experimentaron un gran progreso espiritual. Podrían mirar hacia sin temor y experimentaban la presencia del Espíritu Santo en el trabajo. Estas experiencias les permitían dejar a un lado el resentimiento, perdonar y comenzar a vivir la esperanza.

Richard Rohr habla de la autoridad de los que han sufrido. ¿El fracaso crear mejores ministros?

Los pastores con heridas profundas tienden a ser más amables y tiernos en su ministerio. El fracaso es una clara invitación a ver las formas más profundas de la gracia en nuestra vida. Podremos llegar a ser mejores pastores después de una crisis, pero sólo si manejamos nuestra vida con la gracia y la verdad necesaria. Nuestra vida no solo está expuesta ante los demás. También nuestra manera de levantarnos después de una caída. Y es que parte de la función del pastor es manejar el dolor personal con fidelidad a la luz de la cruz.

martes, 22 de julio de 2014

Las campanas doblan por ti.

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?  
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente,
una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos,
o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla;
la muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso,
nunca preguntes por quién doblan las campanas;

doblan por ti.

John Donne

sábado, 12 de julio de 2014

Seis cosas que no me gustaría que dijeran en mi funeral.

Llegará un día, tal vez antes, tal vez más tarde, cuando el hombre que esté en el ataúd seré yo. Dicen que los muertos no les importa su funeral, pero yo todavía no estoy muerto, así que mientras que todavía estoy vivo, me gustaría tener algo que decir sobre lo que ha de pasar en mi funeral.
Quiero que en mi funeral se diga la verdad de mi fe, la verdad sobre el pecado, la verdad acerca de la muerte, y, sobre todo, la verdad sobre el amor de Dios en Jesucristo.
Así que, por favor, no digan:
1. Él era un buen hombre. No aprovechen mi funeral para evaluar mi vida moral. Por un lado, no soy un santo. Soy culpable como la mayoría de los hombres y mujeres. En segundo lugar, incluso si yo fuera el equivalente masculino de la Madre Teresa, no me elogien. Hablen acerca de la bondad del Espíritu que llama, reúne, ilumina, santifica y nos mantiene en la verdadera fe. No digan Él era un buen hombre, sino nuestro buen Dios amaba a este hombre pecador.
2. Chad…Chad… Chad. Yo no quiero ser el centro de mi propio funeral. Yo no era el centro de la liturgia dominical, así que ¿por qué debería ser diferente durante mi celebración funeral? Y el que aparece una y otra vez, que sea el nombre que está sobre todo nombre: Jesús. Él es el único que ha vencido a la muerte. Él es el único en cuyos brazos me habré muerto. Él es el único, el único, que da esperanza a los afligidos. Permítanme que yo me haga pequeño para que Cristo se haga un gigante.
3. Dios ahora tiene otro ángel. El cielo no me va a deshumanizar. De hecho, una vez que estoy resucitado en el último día, voy a ser más humano que nunca, porque mi alma humana y el cuerpo humano, finalmente estará en un estado glorificado que está libre de pecado. Las personas no se convierten en ángeles cuando mueren y van al cielo. La criatura que somos ahora, seremos para siempre. Dios tiene suficientes ángeles ya. Todo lo que quiere es que los que le han aceptado como Padre estén cerca,en el lugar que Jesús ha preparado para ellos.
4. Nosotros no estamos aquí para llorar la muerte de Chad, sino para celebrar su vida. Las llamadas Celebración de Acción de Gracia  hacen un flaco servicio a los dolientes porque niegan  la muerte. El don de la vida no puede ser aceptada plenamente si no tenemos en cuenta la realidad de la muerte, junto con el pecado, su causa última.
5. Chad no querría que nosotros lloramos. Cuando Lázaro murió, Jesús lloró. Esas lágrimas de un Dios que es completamente humano, que experimentó la tristeza y el dolor también nos dan permiso para llorar la muerte de nuestros seres queridos. Llorar no es negar que nuestro amigo o familiar está con el Señor, sino de reconocer que en este valle de lágrimas aún existe la muerte, siendo la pérdida un trayecto amargo. Pero mientras alguien me quiera llorar, que recuerde que en los nuevos cielos y la nueva tierra, Dios enjugará toda lágrima de sus ojos; y ya no habrá ninguna muerte; habrá dejado de ser llanto, ni clamor, ni dolor.
6. En ese ataúd  sólo está la cáscara de Chad. En verdad en mi ataúd lo que habrá es un cuerpo que se hizo a imagen y semejanza de nuestro Padre y que El  me tejió en el vientre de mi madre. Lo que hay en ese ataúd es el cuerpo que fue bautizado en las aguas para que yo formara parte de la iglesia, el cuerpo de Cristo. Lo que hay en ese ataúd es el cuerpo de un hombre que comió del pan y bebió del vino de la Santa Cena para recordar el sacrificio de Jesús por todos los hombres. Lo que es en ese ataúd es un cuerpo que, cuando la última trompeta suene, va a estallar desde mi tumba como un cuerpo glorificado y listo para reunirme con mi alma. Mi cuerpo es la creación de Dios, una parte esencial de mi identidad como ser humano. No es una concha. No es una carcasa. Es el regalo de Dios para mí. Y un día lo conseguiré de nuevo, vivo, sanar, perfeccionar a ser como el cuerpo resucitado de Jesús.
Por supuesto, siempre hay más cosas que se podrían añadir a esta lista, y tal vez usted desee hacerlo en algún momento. Quiero que mi  funeral se centre en Jesús, que él sea el principio y el fin del mismo. Y es que me preocupo por los que van a asistir al mismo. Y estoy pensando en ellos. Y quiero que tengan la oportunidad de escuchar la buena noticia, especialmente en el contexto de este aleccionador recordatorio de la mortalidad, que ni la muerte, ni la vida, ni cosa alguna en toda la creación, nos puede separar del amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor, porque él es la resurrección y la vida.


Chad Bird

martes, 8 de julio de 2014

Tres llamadas de Jesús.

El evangelio de Mateo ha recogido tres llamadas de Jesús que hemos de escuchar con atención sus seguidores, pues pueden transformar el clima de desaliento, cansancio y aburrimiento que a veces se respira en alguno sectores de nuestras comunidades. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados. Yo os aliviaré”. Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven su religión como una carga pesada. No son pocos los cristianos que viven agobiados por su conciencia. No son grandes pecadores. Sencillamente, han sido educados para tener siempre presente su pecado y no conocen la alegría del perdón contínuo de Dios. Si se encuentran con Jesús, se sentirán aliviados.
Hay también cristianos cansados de vivir su religión como una tradición gastada. Si se encuentran con Jesús, aprenderán a vivir a gusto con Dios. Descubrirán una alegría interior que hoy no conocen. Seguirán a Jesús, no por obligación sino por atracción.
“Cargad con mi yugo porque es llevadero y mi carga ligera”. Es la segunda llamada. Jesús no agobia a nadie. Al contrario, libera lo mejor que hay en nosotros pues nos propone vivir haciendo la vida más humana, digna y sana. No es fácil encontrar un modo más apasionante de vivir.
Jesús libera de miedos y presiones, no los introduce; hace crecer nuestra libertad, no nuestras servidumbres; despierta en nosotros la confianza, nunca la tristeza; nos atrae hacia el amor, no hacia las leyes y preceptos. Nos invita a vivir haciendo el bien.
“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso”.
Es la tercera llamada. Hemos de aprender de Jesús a vivir como él. Jesús no complica nuestra vida. La hace más clara y más sencilla, más humilde y más sana. Ofrece descanso. No propone nunca a sus seguidores algo que él no haya vivido. Nos invita a seguirlo por el mismo camino que él ha recorrido. Por eso puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos, puede perdonar nuestras torpezas y errores, animándonos siempre a levantarnos.
Hemos de centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto más vital con Jesús en tantos hombres y mujeres necesitados de aliento, descanso y paz. Me entristece ver que es precisamente su modo de entender y de vivir la religión lo que conduce a no pocos, casi inevitablemente, a no conocer la experiencia de confiar en Jesús. Pienso en tantas personas que, dentro y fuera de la Iglesia, viven “perdidos”, sin saber a qué puerta llamar. Sé que Jesús podría ser para ellos la gran noticia.
José Antonio Pagola

jueves, 3 de julio de 2014

¿Qué evangelio comunicamos en el contexto contemporáneo?



En la segunda ponencia nos dedicamos a una relectura de algunos pasajes del Nuevo Testamento a la luz de los cambios del contexto global para encontrar un paradigma bíblico de nuestra práctica misionera.

I. Ejercicio.
Leemos unos textos del Evangelio de Mateo. La interpretación tradicional del texto clásico de la Gran Comisión, Mat. 28: 16-20, con su énfasis en el "Id", refleja la cosmovisión de la era de la expansión europea. Los términos claves son 'discipulado' y 'Reino de Dios'.
Mat. 4: la actuación de Jesús en Galilea se deja resumir en: la proclamación del Evangelio del reino. 'La opción galilea': la preferencia de Jesús para los marginados.
Desde el primer momento que Jesús llama a sus discípulos junto al mar de Galilea, los invita a participar en su misión: "Vengan, síganme, y yo los haré pescadores de hombres"(Mat. 4: 19). El llamado de Jesús al discipulado y a la misión debe ser oído como promesa, más que como mandato.
El llamado personal a seguir a Jesús presupone la perspectiva universal del Reino de Dios y su justicia. 'Conversión' del corazón humano y transformación de la sociedad no se pueden separar.

2. Reflexionando.
a. Un tema reiterativo en los sinópticos es la incomprensión de los discípulos acerca de la misión de Jesús. Jesús: ¿Quién decís que soy yo? (Mat. 16). Cuanto más se acerca el relato a Jerusalén y a la cruz, tanto más evidente se hace el fallo de los discípulos. Por no lograr a reconocer a Jesús, los discípulos no logran a conocer su propia misión. La cruz es el paradigma de todo genuino discipulado, en vez de gracia barata. Jesús se niega a ser una oferta más de consumo. La misión de la iglesia no será genuina, sino cuando la comunidad en todos sus miembros haya sido transformada por un Jesús siervo y por su cruz.
b. En los últimos versículos de Hechos se repiten las palabras claves. No obstante su detención en Roma, el apóstol "predicaba el Reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin impedimento y sin temor alguno" (28: 30-31). Obstáculos de todo tipo no impiden el avance del Evangelio de Jerusalén a Roma y hasta los confines de la tierra. Interesante es como el verbo 'impedir' se repite varias veces en Hechos, relacionado a la flojedad de la iglesia primitiva a seguir del Espíritu en su actuación de cruzar las fronteras. En etapas la iglesia (incluso los apóstoles) responde a los propósitos de Dios. Se reconoce que el Espíritu está presente sucesivamente entre los Samaritanos (Hechos 8: 1-25), en el eunuco Etíope (8: 35), en el centurión Romano Cornelio y su familia (10: 47; 11: 17) y en la mixta iglesia de Antioquía, ciudad pagana. (11: 23). "Quién soy que pudiese impedir a Dios cuando también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!" En el siglo XXI las iglesias de Europa seríamos agentes de la misión, o más bien obstáculos?
c. En la carta a los Efesios con sus perspectivas cósmicas se nos ofrece un paradigma interesante para la práctica misionera de la iglesia en tiempos de xenofobia e exclusión de personas y grupos. Se trata del Evangelio de la reconciliación. El misterio de Cristo se expresa en la iglesia como cuerpo de Cristo (a nivel local, regional, nacional, continental, global). La enorme diversidad de miembros y dones, la orientación de todos hacia un solo Señor Jesucristo, la cabeza, bajo cuyos pies según el propósito universal de Dios serán reunidos todas las cosas, tanto en el cielo como las de la tierra (1: 10).  
Trasfondo de la carta: dos fracciones en Efesio dividen a la iglesia, el grupo de cristianos-judíos se opone al grupo creciente de cristianos-gentiles y al revés. No se aceptan mutuamente por razones de raza y cultura. El señorío de Cristo se manifiesta históricamente en la reconciliación de judíos y gentiles en un solo cuerpo, como ejemplo de lo que el señorío de Cristo puede lograr en el mundo. "Derribando el muro de enemistad que los separaba mediante la cruz, (...) creó en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad. (...). Por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu" (2: 14-16).
La iglesia universal representa como comunidad internacional única un sin número de culturas y grupos étnicos. Hay que vivir y celebrar las diferencias en vez de verlas como problemas. Nos necesitamos los unos a los otros. Solamente como miembros de un solo cuerpo en su rica diversidad "somos capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, longitud, profundidad y altura y de conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento" (3: 18-19). Ninguno de nosotros puede pretender conseguir la plenitud de Cristo a solas. Solamente en un intercambio abierto de todos juntos llegaremos a ser completos. Descubriremos siempre nuevas dimensiones de la riqueza de Cristo de contexto a contexto, hasta que Dios sea todo en todos. Hacia una nueva catolicidad: escuchar lo que otros intérpretes desde otras perspectivas encuentran en el texto y en la historia (Intercultural Biblereading).
El apóstol Pablo ve un rol específica para la iglesia respecto a los poderes. "El fin de todo eso es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad (lit.: de muchos colores), se dé a conocer a los poderes y autoridades en las regiones celestiales" (3: 10). No debido a su empeño misionero, sino en su mera existencia como comunidad de muchos colores la iglesia es una demostración viva de la fuerza liberadora de Cristo. Cristo derrotó y desarmó a los poderes y potestades. La única preocupación de la iglesia es no dejarse seducir por los poderes, negar a adorarlos, más bien a desenmascarar a los poderes en su desnudez. La 'armadura de Dios' es para la defensiva; sirve para resistir, mantenerse firmes frente a los ataques (6: 10-17). En un mundo dividido donde los poderes de exclusión, odio y violencia cada vez más se manifiestan somos llamados a vivir la comunidad alternativa e inclusiva, en Cristo liberados de todo tipo de esclavitud y libres para amar y abrazar.
Levantémonos y vamos!

Wout Van Laar



La práctica misionera de las iglesias europeas en la realidad actual.



Conferencia 1 

I. Introducción.
Jonás es el modelo de misionero desubicado. Llamado por Dios a predicar a Nínive,  se levanta, se pone en marcha, pero en verdad se niega a obedecer y se va en la dirección opuesta. Se pone en ridículo a los ojos de Dios y también al de los habitantes de Nínive.  Si nos  mirásemos en el imaginario espejo de la actuación del profeta, ¿se podría ver reflejada en él nuestra práctica misionera, muchas veces ciega y contra-productiva?
El recurso explicativo del 'círculo hermenéutico' nos sirve para establecer una relación dinámica entre la lectura del texto Bíblico y la lectura constante del contexto contemporáneo. Cada nueva realidad obliga a una interpretación de la revelación          de Dios; al cambiar la realidad se emprende la búsqueda de una nueva interpretación para esa nueva realidad y así sucesivamente.
Recurriendo al uso del círculo hermenéutico discernimos las dos preguntas que van a definir las dos ponencias que voy a exponer.  En la primera ponencia nos preguntamos: ¿En qué contexto global se desarrolla nuestra práctica misionera? En la segunda ponencia la pregunta básica será: ¿Qué Evangelio (texto) comunicamos en el contexto contemporáneo?

II. El contexto global.
La celebración del centenario de la 1a Conferencia Misionera Internacional, que tuvo lugar en la ciudad de Edimburgo, en 1910, nos permite vislumbrar los cambios profundos que a lo largo de estos cien años se han producido en el mapa del cristianismo. Si en 1910 se asociaba la figura de Cristo con Europa y Norte América; en 2010 la fascinación por la persona de Cristo es universal. A lo largo de estos cien años el rostro visible del cristianismo se ha trasformado por completo: ha pasado de ser una religión occidental a una religión no-occidental. Hoy se puede encontrar a personas que viven su fe cristiana  hasta en los últimos rincones de la tierra, pero el centro de gravedad se ha trasladado del Norte al Sur. Y es justamente ahí, en el hemisferio Sur, en donde actualmente viven dos tercios del cristianismo mundial. También es un hecho evidente que mientras las iglesias de Europa pasan actualmente por un periodo de decrecimiento e intentan sobrevivir, las iglesias de los países del Sur muestran un crecimiento explosivo.
Lo que está aconteciendo en el cristianismo africano, lejos de ser un fenómeno exótico, propio de un continente oscuro, se está convirtiendo en un despertar esperanzador La iglesia Africana seguramente va a definir el futuro del cristianismo global. Las iglesias de Europa forman una minoría cada vez menos significativa en una cristiandad global multicultural. Vivimos el fin de la era de hegemonía de las iglesias del Occidente. Debemos tomar conciencia de que tanto la iglesia en Holanda como en España formamos parte de un continente en crisis y en búsqueda de su corazón.
Hay que ver los cambios en el mapa del Cristianismo en el contexto más amplio de los cambios geopolíticos de las últimas décadas. Kishori Mahbubani, un diplomático de Singapur, destaca en su libro La Era de Asia el fin de la hegemonía del mundo occidental. Los centros del mundo se trasladaron del Oeste al Este y Sur, a países como China, India, Brasil. Mientras tanto los europeos -dice- se aferran a los esquemas de siempre. Mahbubani señala la incapacidad existente a la hora de reconocer la nueva realidad geopolítica. Citamos sus palabras: "Vosotros en Occidente os empeñáis en arreglar las lujosas sillas del Titanic,  las que están al lado de las piscinas, mientras el barco se está inundando con todos sus pasajeros dentro."
¿Cómo respondemos las iglesias protestantes del viejo mundo a estos cambios geopolíticos y religiosos? ¿Cuáles son las implicaciones para su práctica misionera? La verdad es que como europeos conocemos los datos racionalmente, pero todavía este conocimiento no ha descendido a  nuestro corazón y nuestra alma. Muchas instituciones tienden a perpetuarse en sus oficinas; siguen el rumbo trazado por sus antepasados, como si no hubiera cambiado nada a nuestro alrededor. ¿Estamos preparados para reaccionar adecuadamente a la nueva realidad global? Parece que no pocas iglesias históricas permanecen en sus 'reservas' cerradas. Se aferran a sus moldes mono-culturales de siempre, aunque están ubicadas dentro de sociedades mixtas y multi-culturales con todos sus desafíos.

III. El paradigma antiguo.
A partir del año 1500 d.C. la misión de la iglesia se hizo dentro del marco de la expansión de las potencias de Europa. Los misioneros salieron desde el contexto del sistema colonial. Tanto los militares y comerciantes como los misioneros estaban convencidos de la superioridad de la civilización de la que provenían, es decir, Europa. Hay diferencias entre la Conquista del Nuevo Mundo (1492) iniciada por los reyes de España y Portugal, con el apoyo de la Iglesia Católica por un lado, y la conquista de América del Norte iniciada por las potencias del Norte de Europa, siguiendo un estilo marcadamente colonial puritano, impuesto a los indígenas (1620). Pero en el fondo en ambas conquistas compartieron una idiosincrasia similar al  considerar a las razas y a las culturas indígenas inferiores a los pueblos europeos. Esta mentalidad justificó la dominación militar y económica de las nuevas tierras conquistadas, y con ello se produjo la muerte de innumerables indígenas en las minas de América del Sur, y el sufrimiento terrible a los 'negros' como víctimas del sistema inhumano de la esclavitud. En contraste con estos enormes actos de inhumanidad también hay que destacar el papel liberador de las misiones, como, por ejemplo, ocurrió con el trabajo en defensa de los indios emprendido por el dominicano Bartolomé de las Casas. El balance final de las relaciones entre instituciones misiónales y las nuevas iglesias locales surgidas por el trabajo de evangelización emprendido desde Europa estuvo generalmente marcado por la imposición de dogmas y formas culticas provenientes de las iglesias madres, y la dependencia ideológica y financiera de parte de las iglesias hijas.
Mi propia experiencia en Chile en los años ochenta puede resultar ilustrativa al respecto. Yo trabajé como profesor de teología con una de las cinco  pequeñas  denominaciones Presbiterianas en este país. Los norteamericanos con su 'way of life' en apoyo al dictador Pinochet controlaban buena parte del territorio. Como réplicas de las iglesias madre en Europa y EEUU las iglesias 'históricas' en general no supieron llegar al corazón de los chilenos. Los planes de estudios de los seminarios reflejaban una teología proveniente de fuera, especialmente de Europa y Estados Unidos. En el siglo XIX se consideró al Protestantismo como la fe de los gringos; el gobierno de Argentina registró a las iglesias protestantes bajo el Ministerio del Exterior. Hasta el fin del siglo XX el Presbiterianismo fue poco más que un 'Cristo ajeno' (Orlando Costas) dentro del cuerpo de la cultura Chilena.
El mundo protestante estaba dividido según las líneas ideológicas del conflicto Este-Oeste. Era una época de fuerte polarización: 'comunismo' versus 'anti-comunismo'; 'conservadores' versus 'liberales'; 'evangelicals' versus 'ecumenicals'; 'evangelización' versus 'acción social';  Ginebra (CMI) versus Lausana (Billy Graham, Jimmy Swaggert); CLAI versus Conela.
El tiempo ha pasado y esta situación de dualismos encontrados ha cambiado notablemente en Latinoamérica. Los antagonismos del pasado desaparecieron, y las iglesias protestantes se fueron independizando poco a poco. En este sentido es interesante conocer cómo la Fraternidad Teológica Latinoamericana inició una reflexión crítica con la intención de contextualizar la fe protestante: "La nueva situación nos obliga a una autocrítica de las formas de misión católica y protestante que se basaron en el poder militar, económico o tecnológico de la época de la cristiandad" (CLADE III, 1992). En el siglo XXI las relaciones ecuménicas inter-continentales se están profundizando.

IV. ¿El Protestantismo tiene futuro?
Ante el panorama descrito conviene que nos preguntemos ¿de qué manera las iglesias protestantes de Europa inconscientemente pueden vivir fuera de su propio contexto socio-cultural? El Protestantismo europeo históricamente ha sido la expresión religiosa de la burguesía. Hasta en nuestros días (hasta el día de hoy?) mayormente se conecta con la clase media. Nunca supo atraer a las masas, a la gente pobre, a los trabajadores. Es importante tener en cuenta estas constataciones sociológicas para poder evaluación la situación del Protestantismo en el mundo de hoy. Volvemos a la gran pregunta que nos martillea: ¿Tiene futuro el Protestantismo, o estamos en una época en la que únicamente tienen futuro el 'evangelicalismo' y la 'pentecostalización' de la iglesia global (Alister McGrath)? ¿Cómo  evitar que el Protestantismo se pierda en una atomización de denominaciones y cómo volver a ser lo que fue originalmente un movimiento de renovación permanente en medio de las sociedades con todas sus ambigüedades (Juan Mackay, Peru)?

V. Reformata, ut semper reformanda. Contextualización
En Chile conocí dos intentos de contextualización. No lo olvidaré nunca:
a. La Teología de la liberación fue un primer intento serio de interpretar la Biblia de forma contextual, es decir, desde la perspectiva Latinoamericana, desde un contexto de injusticia y pobreza. Con el tiempo yo comprendería que la pasión por justicia que yo percibí en la práctica de las comunidades de base, se refleja mucho más en las Escrituras de lo que había pensado.
b. El pentecostalismo popular debe ser considerado como otro movimiento de protesta social. Se opone a una sociedad y jerarquías eclesiales que niegan espacios y dignidad humana a los pobres y marginados. Los pentecostales rompieron con una teología de libros, conceptos y abstracciones. Su espiritualidad se caracteriza por un contacto inmediato con Dios por el Espíritu en su propia cultura y lengua. A diferencia de otras expresiones alienantes del neo-pentecostalismo norteamericano importado, y de su teología de la prosperidad, en las múltiples comunidades nativas el Evangelio parece haber llegado al alma del Latinoamericano.  El Pentecostalismo recuerda a las iglesias racionalistas de la Ilustración a la sorpresiva y abundante realidad del Espíritu.
No hay tanta distancia entre la Teología de la liberación y el pentecostalismo como los observadores externos asumen. Muchas veces las controversias han sido artificialmente exageradas, según las presuposiciones y prejuicios de los observadores extranjeros con sus cosmovisiones occidentales. Ambos movimientos de protesta están arraigados en el mundo de los pobres; ambos dan testimonio del encuentro entre la Biblia y el pueblo. La práctica de la Teología de la liberación en los grupos de base refleja mucha más espiritualidad de lo que piensan los conservadores, y la mayoría de los pentecostales en sus comunidades  terapéuticas (healing communities) están mucho más involucrados socio-políticamente de lo que los liberales generalmente suponen.

VI. Rasgos de un nuevo paradigma.
El movimiento misionero moderno de los institutos y agencias misioneras con grandes recursos económicos pasó. Vivimos la irrupción de las iglesias del Sur dentro de la iglesia global. Las iglesias pentecostales y carismáticas forman la creciente mayoría. Es difícil clasificar a las nuevas iglesias del Sur en nuestras categorías. No se dejan encajonar en nuestros esquemas.  Las etiquetas 'ecumenicos' y 'evangelicos', 'protestantes' y católicos' han perdido su sentido para la generación nueva. A medida que aumenta la influencia del Sur, es cada vez más claro que se trata de un debate interno entre las iglesias del Norte. Ambos movimientos, ecumenicos y evangelicos son productos de la Modernidad; actúan dentro de los esquemas de la Ilustración con su fe en el progreso. Las iglesias del Sur no se dejan prescribir los temas y tienen su propia agenda. Tienen poco interés en jerarquías, conceptos y dogmas (creencias) y enfatizan la experiencia, la alabanza y el lado práctico de la fe .
El nuevo paradigma pone las cosas al revés. El movimiento ya no es Norte-Sur, sino Sur-Norte, no desde el mundo rico al mundo pobre, sino desde el mundo pobre al mundo rico (y de pobres a pobres); no desde arriba para abajo, sino desde abajo para arriba; no desde los centros de poder a los margines, sino desde los margines a los centros de poder. En vez de pensar en y nuevos programas de acción e esquemas metodológicos hay interés en encuentros y relaciones humanas a nivel local. Llama la atención que los pobres de la tierra son elegidos por Dios para recibir como los primeros las Buenas Nuevas; también son los preferidos para dar a conocer el Evangelio. La misión de Dios viene desde las periferias (Galilea). Sensibilidad por el lazo entre misión y vulnerabilidad reemplace el pensar y actuar en términos de poder y dinero. "No tengo plata, ni oro, pero lo que tengo, te doy" (Hechos 3: 6)

VII. Misión y migración.
El Sur va para el Norte (y Sur-Sur): 1. De forma planificada. Misiones organizadas desde el mundo de las Mayorías (Congreso Misionero Iberoamericano, Granada 2004); 2. El modelo migratorio: el movimiento de migración como vehículo de las Buenas Nuevas: la criada israelita en la casa de Naamán, los refugiados que proclaman el Evangelio en Antioquía.
Nuestro continente se ve enfrentado con la presencia misionera de un sinnúmero de Iglesias de inmigrantes en el mundo del Norte. El Cristianismo de Europa no desapareció; ha recibido un nuevo rostro. Ya no es blanco, sino de muchos colores. Los días domingo en Ámsterdam se mueven cristianos en una gran diversidad étnica a sus lugares de culto. Para el observador es claro que son mucho más que los fieles de las iglesias blancas establecidas. En un domingo común el nombre de Cristo se alaba en más de 75 idiomas.  Me imagino que en ciudades como Málaga y Madrid pasa lo mismo.
¿Cómo reaccionamos a la presencia de las iglesias inmigrantes? La verdad es que le cuesta bastante la mente euro-céntrica reconocer que la cristiandad del siglo XXI tendrá su mayor expresión en culturas no-occidentales.
Hasta el momento hay poco diálogo. Se vislumbra una nueva línea divisoria. Mientras las pugnas entre 'ecumenicos' y 'evangelicos' se están calmando, se aumentan las tensiones entre las iglesias 'progresistas' del Norte y las iglesias 'conservadores' del Sur. Por un lado las iglesias inmigrantes son consideradas como  problema, o peor como amenaza para las iglesias establecidas de Europa. Predicarían un mensaje obsoleto, abandonado por las iglesias históricas por mucho tiempo. Defenderían una agenda ética inaceptable para el hombre pos-moderno. Necesitarían una graduación teológica antes de acogerlos en el movimiento ecuménico progresista. Iglesias del Sur por otro lado pueden expresarse groseramente sobre 'el Sahara espiritual de Europa' con sus iglesias frías como 'huesos secos' sin vida. El debate en la Iglesia Anglicana respecto a la homo-sexualidad y los derechos de la mujer es ilustrativa y  poco alentador.
El camino es largo y hay muchas trabas. Pero hay que buscar el encuentro con las iglesias nuevas, porque nos necesitamos mutuamente como miembros de la familia universal de Dios. No se debe definir las relaciones en términos de filantropía, en esquemas diaconales que se desarrollan desde arriba. Solamente relaciones ecuménicas de carácter recíproco, en respeto por su  propia agenda y prioridades, pueden llevar a un entendimiento mutuo y abrir la puerta para una cooperación fructífera en la misión de Dios, la cual trasciende nuestros programas denominacionales.
Esto significa más que añadir un poco de color y folclor a nuestros cultos. No podemos sin un cambio de mentalidad respecto al 'extranjero' y lo que Dios quiere decirnos a través de su presencia.  Se trata de estar abierto para entender lo extraño, recubrir las nociones de 'hospitalidad' y 'ser extranjero' en su profundidad original. En el valorar de la hospitalidad frente al extranjero sabemos el criterio para medir si una sociedad es justa, sí o no. No será una de las tareas primeras de la iglesia crear espacios para quien canta otra canción, quien no habla mi idioma, tiene otro color de piel y vive de otra manera que yo? En otros términos, buscamos una nueva catolicidad. Sería bueno cuando las iglesias de España y Los Países Bajos se decidieran a profundizar sus relaciones al entrar en una nueva etapa de intercambio y asistencia mutua en la práctica misionera de Dios dentro del contexto de la nueva Europa, continente en búsqueda de esperanza. Es cierto que las pequeñas comunidades de Cristo tienen el privilegio de vivir y compartir una herencia espiritual riquísima.

VIII. Diez cambios hacia un nuevo paradigma:
1. De misión como acción controlada a una orientación a Missio Dei
2. De proclamación verbal a misión encarnada (incarnational mission)
3. De misionero profesional al testimonio espontáneo (modeol migratorio)
4. De misión en términos de poder a vulnerabilidad
5. De proyectos a relaciones humanas ('give us friends')
6. De iglesias mono-culturales a iglesias multi-culturales
7. De euro-centrismo a abrirse para perspectivas non-occidentales
8. De la cabeza a corazón y manos
9. De instituto a movimiento
10. De las oficinas de los jerarquía a la iglesia local como agente de la misión

Wout Van Laar