Juan
15, 1-8
Según el relato evangélico de
Juan, en vísperas de su muerte, Jesús revela a sus discípulos su deseo más
profundo: "Permaneced en mí". Conoce su cobardía y
mediocridad. En muchas ocasiones les ha recriminado su poca fe. Si no se
mantienen vitalmente unidos a él no podrán subsistir.
Las palabras de Jesús no pueden
ser más claras y expresivas: "Como el sarmiento no puede dar fruto por
sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en
mí". Si no se mantienen firmes en lo que han aprendido y vivido junto
a él, su vida será estéril. Si no viven de su Espíritu, lo iniciado por él se
extinguirá.
Jesús emplea un lenguaje rotundo:
"Yo soy la vid y vosotros los sarmientos". En los discípulos
ha de correr la savia que proviene de Jesús. No lo han de olvidar nunca. "El
que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante, porque sin mí no podéis
hacer nada". Separados de Jesús, sus discípulos no podemos nada.
Jesús no solo les pide que
permanezcan en él. Les dice también que "sus palabras permanezcan en
ellos". Que no las olviden.
Que vivan de su Evangelio. Esa es la fuente de la que han de beber. Ya se lo
había dicho en otra ocasión: "Las
palabras que os he dicho son espíritu y vida".
El Espíritu del Resucitado permanece
hoy vivo y operante en su Iglesia de múltiples formas, pero su presencia
invisible y callada adquiere rasgos visibles y voz concreta gracias al recuerdo
guardado en los relatos evangélicos por quienes lo conocieron de cerca y le
siguieron. En los evangelios nos ponemos en contacto con su mensaje, su estilo
de vida y su proyecto del reino de Dios.
Por eso, en los evangelios se
encierra la fuerza más poderosa que poseen las comunidades cristianas para
regenerar su vida. La energía que necesitamos para recuperar nuestra identidad
de seguidores de Jesús. El Evangelio de Jesús es el instrumento pastoral más
importante para renovar hoy a la Iglesia.
Muchos cristianos buenos de
nuestras comunidades solo conocen los evangelios "de segunda mano".
Todo lo que saben de Jesús y de su mensaje proviene de lo que han podido
reconstruir a partir de las palabras de los predicadores y catequistas. Viven
su fe sin tener un contacto personal con "las palabras de Jesús".
Es difícil imaginar una
"nueva evangelización" sin facilitar a las personas un contacto más
directo e inmediato con los evangelios. Nada tiene más fuerza evangelizadora
que la experiencia de escuchar juntos el Evangelio de Jesús desde las
preguntas, los problemas, sufrimientos y esperanzas de nuestros tiempos.
José Antonio Pagola
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