jueves, 29 de abril de 2010

Un sembrador todoterreno. Parte 1

Para conocer al Maestro. Tema 1
Mateo 13: 1-9

I. Introducción

El día que el Maestro contó la primera parábola estaba con los discípulos en la orilla del lago donde se había congregado una gran multitud para escucharle. Muchos habían traído a algún enfermo para que le curase.

El Maestro se situó en el centro de la cala para ver a todos y comenzó a hablar:

Un sembrador salió a sembrar. 4 Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. 5 Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; aquella semilla brotó pronto, porque la tierra no era profunda; 6 pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. 7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. 8 Pero otra parte cayó en buena tierra y dio una buena cosecha: unas espigas dieron cien granos por semilla, otras dieron sesenta y otras treinta. 9 Los que tienen oídos, oigan.

La parábola había dejado desconcertado a los discípulos. Hablar de la siembra era algo muy común. Banal. Todo el mundo sabía que no todo el trigo que se siembra germina o fructifica. ¿Entonces para qué el Maestro cuenta esta historia?
Mejor le preguntamos.

II. De lo visible y lo invisible

La explicación no se hizo esperar.

18 “Oíd, pues, lo que significa la parábola del sembrador: 19 Los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden, son como la semilla que cayó en el camino; viene el maligno y les quita el mensaje sembrado en su corazón. 20 La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y al pronto lo reciben con gusto, 21 pero, como no tienen raíces, no pueden permanecer firmes: cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecución, fracasan en su fe. 22 La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de este mundo les preocupan demasiado y el amor a las riquezas los engaña: todo eso ahoga el mensaje y no le deja dar fruto en ellos. 23 Pero la semilla sembrada en buena tierra representa a los que oyen el mensaje y lo entienden, y dan una buena cosecha: son como las espigas que dieron cien, sesenta o treinta granos por semilla.

Lo que nosotros vemos en nuestra realidad a menudo signo del mundo que invisible que hay detrás de nuestra realidad. Cuando hablamos de las cosas espirituales estamos entrando en el terreno de lo enigmático y que nos resulta difícil explicar.

El Maestro de Galilea aportaba revelaciones inesperadas sobre el mundo espiritual. Su conocimiento de Dios parecía tan íntimo y personal que desbordaban todos los esquemas. Para explicar la relación que Dios quiere mantener con nosotros, el Maestro recurrirá a una serie de parábolas. Esta que hemos escuchado es muy simple; pero es casi más difícil de aceptar que de entender.

A la espera mesiánica de un rey conquistador el Maestro ofrece un nuevo planteamiento: La misión del enviado de Dios es más comparable a la de un sembrador que a la de un conquistador.

III. Nuestros recursos

Los hombres estamos tan enraizados en nuestra realidad que de terrenos cultivables llenos de posibilidades nos convertimos en solares plagados de escombros, áridos pedregales o enmarañados zarzales.

Nuestros propios recursos no son capaces de devolvernos la fertilidad deseada. La gran noticia por parte de Dios, este es el sentido de la palabra evangelio, es que aunque parezca desesperadamente baldío, Dios puede operar el cambio.

El reino de Dios más que de un lugar en la geografía se trata de una relación, de un proyecto.

IV. Preguntas

1. ¿Qué sabemos de Jesús, el Maestro?

2. ¿Qué diferencia hay entre el método expositivo de Jesús y el de Sócrates?

3. ¿Por qué usa el maestro parábolas?

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