miércoles, 28 de abril de 2010

Las emociones que nos hunden.

Las emociones y yo.
Tema 8

I. Introducción.

Bien podríamos llamar a este capítulo “los estimulantes y los tranquilizantes” y es que en nuestra vida hay muchas cosas que nos estimulan y otras tantas que nos tranquilizan a parte de los fármacos.

1 Puse mi esperanza en el Señor,
y él se inclinó para escuchar mis gritos;
2 me salvó de la fosa mortal,
me libró de hundirme en el pantano.
Afirmó mis pies sobre una roca;
dio firmeza a mis pisadas.
Salmo 40

Cuando la Biblia habla de un pantano, como lo hace este Salmo, yo inmediatamente pienso en la depresión y en la vida del rey David. Aquí se expresan sentimientos de alguien que se siente hundido y clama por auxilio. ¿A quién le gusta estar deprimido? Supongo que a la mayoría de nosotros no. Este es un lugar horrible. Un lugar por el que evitamos andar.

Pero nadie llega a este “pantano” así de pronto. Por casualidad. Por equivocación. Es todo un proceso que muchas veces comienza con sentimientos de culpabilidad, de ejercicios de memoria por el pasado.

II. Por el camino recto.

Si peligroso son los lugares donde podemos deprimirnos, hay que evitar de igual manera los montes de entusiasmo y emocionalismo. La emoción es un pico y tarde y temprano bajará. Y cuando lo hacemos, muy pocas veces, lo haremos es una emoción normal. Sino, que por la propia inercia de nuestra naturaleza continuamos bajando hasta llegar a la zona más baja.

10 Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
¡Que tu buen espíritu me lleve
por un camino recto
Salmo 143

Me temo que en este fragmento, más que hablar de un camino uniforme David esta abogando por un equilibrio en las emociones por nuestra parte. Las personas que tratan a maniacodepresivos acaban deprimidos o emocionados. Y es que hay sentimientos contagiosos como la gripe. La alegría y la tristeza son contagiosos. Nuestro objetivo como individuos es mantenernos en la zona de un equilibrio emocional durante el día. Esto nos dará calidad de vida.

En la Biblia no encontrarás la palabra “depresión”, pero el término que más se le asemeja es “abatimiento” y para nosotros esto es algo conocido, porque está vinculado con categorías tales como: desesperación, desánimo, desilusión, destrucción, deuda, angustia, lucha, etc.

III. ¿Proseguir o quedarse atrás?

5 ¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado?
Mi esperanza he puesto en Dios,
a quien todavía seguiré alabando.
Él es mi Dios y salvador.
Salmo 42

¿Cómo podemos hacer frente a los sentimientos que nos hunden? Si seguimos la metodología que propone David quizás obtendremos algunas respuestas. Lo primero que hace es distanciarse y examinar su alma. Hacerse preguntas. ¿Por qué voy a desanimarme. Después se da una orden Mi esperanza he puesto en Dios y al final declara la acción que va a tomar seguiré alabando. Lo que aquí se nos muestra es sólo un patrón.

A cada uno de nosotros se nos ha dado libre albedrío, voluntad propia. No podemos dejarnos arrastrar por cosas externas que no dependen de nosotros. La Biblia nos aclara que Dios nunca nos impone un sentimiento o una manera de comportarnos. Se nos dice más bien que el Espíritu Santo nos guía, nos dirige, nos alienta, pero no que ejerce presión o fuerza.

Así que el aliado que tenemos en la lucha contra las emociones que nos hunden es nuestra propia voluntad. Nuestra fuerza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario