Mt.5:13-16 Domingo 25.04.10
Hasta hace unos domingos estuvimos hablando sobre cuales eran las características del carácter de los cristianos. Pero la lectura bíblica de esta mañana nos pone ante otra perspectiva: la sal y la luz. Y parece que esta metáfora esta relacionada con la influencia que podemos ejercer en el mundo como seguidores de Cristo.
¿Qué puede hacer Genoveva? ¿Qué puede hacer Pilar? ¿Qué puede hacer José Luis frente a un mundo tan duro e injusto como el nuestro? ¿Qué podemos cambiar siendo mansos? ¿O siendo misericordiosos? ¿Qué podemos cambiar llorando? ¿Se acabarán las guerras en nuestro tiempo porque simplemente nosotros deseemos ser pacifistas? Estas son preguntas que nos deberíamos hacer. Y es que muchos de nosotros no hacemos cosas porque nos consideramos débiles. Nos cruzamos de las manos porque creemos que la maldad es más fuerte que nuestra fe. ¿Qué poder puede ejercer la Iglesia Reformada de Aragón? Me temo que muy poco.
El Jesús de los evangelios no era un escéptico. Más bien vivió y pensó todo lo contrario. El sabía que el mundo persigue a los creyentes, no está de acuerdo con el mensaje liberador en la iglesia; pero también sabía que la iglesia estaba para servir al mundo. Pero esta idea no sólo la predicó Jesús. Es la idea imperante con que Pablo acaba el capítulo doce de la carta a los romanos: No seas vencido por el mal, vence al mal haciendo el bien.
¿Cuando Jesús pronuncia las palabras de sal y luz en quien estaba pensando? Pues por increíble que parezca estaba refiriéndose a un grupo de aldeanos en la Palestina del siglo I. A un grupo de judíos. Y de la vida judía cotidiana Jesús toma las metáforas de la sal y la luz. Fuera una casa rica o pobre, fuera un hogar de la ciudad o del campo, en todas se usaba la sal y la luz. Eran algo indispensable. Sin luz nosotros no podríamos vivir. La sal por su parte no solo da sabor sino que en algunos sitios aún se usa para conservar los alimentos.
¿Pero por qué Dice Jesús que somos sal y luz? Para entender esto primero hemos de enfrentarnos a una verdad básica: la iglesia y el mundo son comunidades diferentes. Para Jesús no sólo existe la tierra sino “vosotros” que son “la sal y la luz de la tierra”. Jesús no era un relativista. El sabía que aunque el mundo era creatura de Dios, no todos eran hijos de Dios.
Pero hay otros datos importantes sobre estas comunidades: El mundo es un lugar oscuro, un sitio con poca luz ya que necesita de una fuente externa. El mundo manifiesta también cierta inclinación al deterioro y un sabor amargo, puesto que requiere de la sal. Entonces resulta que la iglesia está aquí para detener la corrupción, para dar sabor y para poner luz. ¿Es así tu Iglesia? ¿Eres tú así? Amén.
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