Apuntes sobre la misión. Hechos 13: 1-3
Comienza aquí lo que muchos estudiosos
del libro de Hechos de los Apóstoles consideran la tercera parte de esta obra.
Comienzan las narraciones que nos muestran a la Iglesia misionera y cómo el Espíritu
Santo la conduce. La fuerza del Espíritu Santo está con la Iglesia cuando ésta
se resuelve a recorrer el camino de la misión universal."
13, 1
Antioquía. Recordamos que se trata de una
ciudad de Siria, donde por primera vez se llamó 'cristianos' a los discípulos
de Jesús (ver Hch 11, 26c). Muy probablemente San Lucas era originario de
Antioquía.
profetas. Como ya se ha comentado, un
profeta es aquel que habla de parte de Dios. En las nacientes iglesias
cristianas era indispensable la presencia de profetas. Hoy sigue siéndolo. Las
personas a nuestro alrededor siguen necesitadas de alguien que les ayude a
percibir la presencia de Dios en sus vidas; siguen necesitadas de saber
descubrir en los acontecimientos cotidianos el amor y la misericordiosa
providencia de Dios.
maestros. Ayudan a otros a comprender las
Escrituras, a instruirse en lo referente a la fe, etc. Los "maestros
tienen el deber de atender a la instrucción de la comunidad. Las cartas de Pablo
especifican más todavía sus obligaciones: encargados de recoger, conservar y transmitir
la tradición de la Iglesia primitiva; esto implica también, evidentemente, el
deber de servirse de esa tradición en los casos concretos, mediante una recta
interpretación de ella y su aplicación práctica. Los elementos que constituyen
esta tradición son: ante todo, las palabras del Señor; los relatos de la vida y
obras de Jesús; instrucciones relativas a la vida cristiana; las pruebas
escriturísticas sacadas del AT en favor de Cristo y de la Iglesia, y por
último, las fórmulas de las profesiones de fe.
Los maestros recibían el nombre de
'doctor', posiblemente a imitación de la sinagoga judía que tenía sus doctores (escribas
y rabinos).
BERNABÉ, SIMEÓN LLAMADO NÍGER, LUCIO EL
CIRENENSE, MANAHÉN, HERMANO DE LECHE DEL TETRARCA HERODES, Y SAULO.
Se nos ofrece aquí una lista de cinco
hombres que representan el gobierno de la Iglesia de Antioquía. Cada vez que
Lucas comienza en su libro una parte nueva, menciona los nombres de los hombres
que marcan la dirección en la serie de hechos que siguen a continuación. Primero
mencionó a los Doce; luego a los Siete. Ahora a cinco. De entre éstos, destacan
dos:
Bernabé. Ya sabemos quién es: de él se
nos ha dicho que es 'hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe.' (Hch 11,
24), que ayuda a Saulo a ser aceptado en las comunidades (ya que a éstas les
costaba trabajo creer que el que antes las perseguía ahora se había vuelto
cristiano) (ver Hch 9, 26-27). Cuando Saulo se fue a Tarso, Bernabé fue por él
y trabajaron un año juntos en Antioquía, predicando a Jesús (ver Hch 11,
25-26). Luego fueron a ayudar a los hermanos que vivían en Judea (ver Hch 11,
29-30) y
terminada su misión, regresaron a
Antioquía (ver Hch 12, 25).
Saulo. De quien ya conocemos su
conversión y su celo apostólico (ver Hch 9, 1-30).
Se hace patente una organización
fundamental de la Iglesia. Esta Iglesia, de la que hablan los Hechos de los
Apóstoles, no es solamente un movimiento espiritual, religioso, sino que es
también una organización externa ligada a hombres determinados y sostenida por
la especial responsabilidad de estos hombres.
Es interesante que Lucas sea tan
detallista en cuanto a nombres. Ello se debe, sin duda, a que quiere demostrar
que narra hechos verídicos, comprobables. Nosotros podemos además aprovechar esto
para reflexionar en lo siguiente: Dios no elige multitudes, 'masas', elige
personas. Su llamado es siempre personalísimo. Te elige a ti de entre millones.
Te prefiere a ti en particular para que hagas esa determinada tarea. Tiene
pensado que te necesita especialmente a ti. No pienses nunca que lo que no haces
tú lo hará otro. No. Cuando el Señor te hace una invitación ésta es 'personal e
intransferible'
13, 2
Se hallan en oración y ayuno, una actitud
que muestra su disposición para abrirse a recibir lo que Dios quisiera darles. En
la oración litúrgica y en el ayuno se manifiesta la cohesión de la comunidad,
tanto entre sí como también con el Señor glorificado.
DIJO EL ESPÍRITU SANTO: SEPARADME YA A
BERNABÉ Y A SAULO PARA LA OBRA A LA QUE LOS HE LLAMADO.
Dijo el Espíritu Santo. No siguieron sus
inspiraciones privadas. El Espíritu obraba a través de los líderes de la comunidad
que se juntaban y ayunaban y oraban para ser guiados.
separadme ya. Es típico de la obra de
Lucas las indicaciones de la prisa que tiene Dios porque los seres humanos nos
demos a la tarea de construir el Reino. Ya. Ahora. En seguida. Sin demoras, sin
pretextos, sin posponerlo para luego.
Alguien escribió que hay dos modos de
reaccionar: Alguien debería hacerlo, pero ¿por qué yo? Alguien debería hacerlo,
¿y por qué no yo? Entre estas dos frases hay siglo de evolución moral.
13, 3
después de haber ayunado y orado. El
Espíritu les habló después de que oraron y ayunaron. Llama la atención que otra
vez oren y ayunen. Uno podría haber pensado que a partir de que captaron la
voluntad del Espíritu dejarían la oración: '¡ya nos habló el Espíritu, ya no
hace falta seguir orando!' y se dedicarían a asuntos, digamos, 'prácticos',
pero no. Siguen en oración. No se sienten 'iluminados' de una vez y para
siempre, no creen que ya lo saben todo, no consideran que ya están listos para
la tarea que se les ha encomendado. Reconocen su dependencia del Señor, su
necesidad de encomendarse a Él en cada paso del camino:
primero, para preguntarle cuál es Su voluntad;
después, cuando ya creen conocerla, para pedirle luz, fortaleza, capacidad para
cumplirla...
les impusieron las manos.-
Este gesto de la comunidad parece
encomendar a la gracia de Dios los nuevos misioneros elegidos y enviados por el
Espíritu Santo. El rito no tiene, por tanto, exactamente el mismo alcance que en
Hch 6, 6; donde los Siete reciben de los apóstoles su mandato. Se les confió la
misión de anunciar la fe entre los gentiles, se imploró sobre su trabajo la bendición
de Dios y se les impusieron las manos a fin de que pudieran cumplirlo
dignamente y con éxito.
y les enviaron. Los líderes los enviaron,
lo que implica que ellos debían dar cuenta de su misión a estos líderes. Su
reporte a la iglesia de Antioquía a su regreso confirma esto (en Hch 14,
26-27). El tener que dar cuenta a otros líderes asegura que la persona está
realmente escuchando a Dios y no se engaña a sí misma. Es notable la pronta
respuesta que dan a los requerimientos de Dios.
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