viernes, 7 de febrero de 2014

Señor; las cosas claras.

Señor, las cosas claras:
 ni soy sal ni soy luz.
 En realidad soy un cristiano
rutinario y soso.
Ni siquiera ando por mí mismo.
Son otros,
más militantes
los que me tienen que remolcar.
Yo dejo que me lleven
y, para mayor ironía,
tengo la sensación
de que les estoy haciendo un favor.
Muchas veces,
mi cristianismo
tiene tan poco sentido
que me aburre.
Tú me pides que dé ejemplo
para que los demás sepan cómo seguirte.
Quieres que te siga
de forma moderna
con un estilo joven y atractivo.
La verdad es que,
en el fondo,
me gustaría ser así.
Pero me falta motor
y me sobra pereza.
De todos modos,
esta semana,
voy a intentar vivir
como sal y como luz.
Te lo prometo.

Señor, las cosas claras
y el chocolate espeso.

Anónimo.

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