I. Introducción
Toda la vida es un don de Dios y
para muchos de nosotros, el embarazo es un motivo de alegría. Sin embargo, existen
ocasiones, en algunos embarazos cuando se deben tomar decisiones difíciles y es
que surgen problemas con el feto o la salud de la madre está en peligro.
También hay ocasiones en que las
personas implicadas en el embarazo optan por el aborto a pesar de que no es una amenaza para
la salud física de la madre. Cada situación es distinta y la toma de una decisión
determinada no es como tomarse un vaso de agua.
En la iglesia se ha debatido
durante mucho tiempo el tema del aborto, y todos coinciden en que hay personas
de fe en ambos lados de esta problemática. A través de este trabajo, el comité
de estudio de aborto no encuentra uno o varios textos bíblicos que hablen expresamente
del tema del aborto, pero que tomada en su totalidad, las Sagradas Escrituras
están cargada con su mensajes que aboga por el respeto de la vida, por la defensa
de la mujer y el niño antes y después del nacimiento.
Debido a esto, la propuesta a la iglesia
es que se siga reflexionando y debatiendo sobre el tema del aborto. Este debate
tiene que ser caracterizado por el respeto mutuo de las diferentes opiniones
sobre la tema de los embarazos problemáticos y abortos.
II. Las zonas donde hay acuerdo en la cuestión de aborto.
Mientras el debate se calienta en
referencia al aborto, hay una serie de zonas en la que todas las partes
comparten un acuerdo. La primera es que creemos que las personas pueden leer la
Biblia de manera diferente y llegar a diferentes conclusiones sobre cómo la
Biblia habla sobre el tema del aborto.
En todas las situaciones donde
hay un embarazo problemático, las cuestiones a decidir son complejas. Nadie
tiene la sabiduría o la autoridad para tomar decisiones por otros individuos.
Más bien cuando tales situaciones surgen, nos debemos volver de nuevo a Dios,
buscando la sabiduría de las Escrituras para la orientación en medio de las
dificultades.
La decisión de una mujer de interrumpir
un embarazo puede ser moralmente aceptable, ¿pero hay que preguntarse si el
aborto es aceptable como un medio de selección de género? La iglesia ha
entendido y afirma que los abortos no deben utilizarse como una forma de
control de natalidad.
Cuando se producen abortos, la iglesia
ha de procurar defender los derechos de las mujeres y sostiene que las mujeres
han de ser tratadas con dignidad y respeto. Siempre es preferible que el aborto
ocurra antes que tarde. No deseamos ni creemos que las leyes promulgadas y que imponen sanciones penales a los que optan
por el aborto sea el mejor método para su no realización. Cualquier uso de la violencia o de un lenguaje
abusivo por defender una posición a favor del aborto o en contra no es
aceptable. Es gracia y una ética del cuidado es lo que se debe manifestar a todos los que optan por el
aborto. A pesar de nuestras diferencias de opiniones, todos estamos llamados,
primero a cuidarnos los unos de otros, y
en segundo lugar, a compartir el amor y la gracia de Dios.
El aborto debe ser un último
recurso, porque la vida es sagrada para Dios. La iglesia siente la necesidad de
reducir el número de abortos, trabajando para reducir el número de embarazos
problemáticos o no deseados.
Estamos comprometidos a luchar contra las causas fundamentales del aborto,
por luchar por la igualdad a través de nuestras comunidades. Es importante que
las mujeres conozcan su derecho y ejerzan el poder para tomar decisiones bien informadas.
Mientras que las personas
difieren en la comprensión de cuándo comienza la vida humana, estamos de acuerdo
en que, después que la vida humana ha comenzado, la vida es preciosa para Dios
y estamos obligados a proteger y valorarla. Es nuestra creencia compartida de
que quitar la vida a un ser humano es un pecado.
No podemos presentar ninguna evidencia bíblica para
justificar las afirmaciones de algunas personas de que el aborto es un pecado
imperdonable. Más bien, las evidencias que encontramos están referidas a que todos
nosotros hemos pecado y necesitamos la gracia de Dios.
Trabajemos juntos para llegar a
ser hijos redimidos de Dios. Viviendo en la gracia en lugar de juicio.
III. Post- viabilidad y los abortos tardíos.
En el 2003, la Asamblea General
de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de America, aprobó una declaración
política especial sobre la post –viabilidad y los abortos tardíos. Por eso es
oportuno recordar algunos conceptos para clarificar el debate.
La viabilidad del feto se define como la capacidad que tiene el bebé
no nacido para vivir fuera del vientre de la mujer mediante ayuda artificial, (sistema
de soporte de vida). La tecnología médica actual hace esto posible alrededor de
las 20 semanas.
La iglesia está de acuerdo que todos
los abortos son traumáticos y entra en este debate porque considera que hay que
ser muy cuidadoso antes de tomar partido en esta discusión por un
posicionamiento u otro.
Antes de la viabilidad, las
personas involucradas en un embarazo han de ser libres en la toma de decisiones
en base a las orientaciones que reciben del Espíritu Santo. Sin embargo, es en
raras circunstancias que la iglesia cree que un embarazo debe ser interrumpido
después que el feto se hace viable. Es en medio de esta situación que estamos siendo
llamados a cuidar, a apoyar y a soportar
los que han tomado la difícil decisión de interrumpir el embarazo.
Es importante recordar que la iglesia
presbiteriana no aboga por el aborto, pero en cambio reconoce las
circunstancias de vivir en un mundo pecaminoso donde puede que el aborto sea la menos objetable de
opciones.
En circunstancias muy excepcionales,
la iglesia se pronuncia por el aborto. Estas situaciones comprenden cuando un
feto tiene anomalías congénitas, o cuando se han hecho diagnósticos tardíos que
ponen en tela de juicio la vida del feto.
En la práctica, hay relativamente
pocos abortos que se producen después de que el feto tiene más de veinte
semanas de vida.
La iglesia se ha negado a apoyar
las leyes que prohíban abortos después de la viabilidad u abortos tardíos porque
siempre hay situaciones que requieren ser
contextualizadas y entendidas en su profundidad.
IV. La dificultad y las implicaciones para la vida y el testimonio de
la iglesia.
Creemos que nuestra fe nos obliga
a vivir en este mundo y a trabajar para lograr una forma más justa de la vida
para todas las personas. La iglesia se ha comprometido a reducir el número de
abortos y aboga por los derechos de las mujeres a la hora de tomar decisiones
referentes al embarazo.
La iglesia debe liderar el acompañamiento
y el apoyo para todos los que están involucrados en la toma de decisiones que
pueden conducir a un aborto. Es importante cuidar y proteger los derechos de la
mujer. La familia y la comunidad también deben ser parte en este proceso de
curación para atender a las personas después de la interrupción de un embarazo.
Debemos trabajar por una
sexualidad responsable. Pues creemos que la actitud responsable hacia la
sexualidad reducirá el número de abortos y embarazos problemáticos. Una parte
de la proclamación de las buenas noticias de Jesús al mundo es que la actividad
sexual de los hombres y mujeres se realice en el marco del matrimonio y está marcada por el amor.
Para tener un mayor impacto en
nuestro mundo, los presbiterianos podemos tratar todos los aspectos de nuestra
vida, incluso los que influyen en una adecuada comprensión de nuestra
sexualidad. Y para ello abogamos por unos medios de comunicación que insten a promover
una sana imágenes de la sexualidad.
Es a través de envío de cartas,
de campañas publicitarias y de boicots, que la iglesia, presiona a los medios
de comunicación para que hagan un retrato más equilibrado en las relaciones de afecto
entre los hombres y las mujeres, para que presenten la sexualidad de una manera
más responsable, y para que incluyan el uso de anticonceptivos en las
relaciones sexuales.
Nosotros trabajamos para limitar
la pornografía, que promueve insalubres entendimientos no sanos de las
relaciones sexuales y retrata a menudo los comportamientos más violentos o
degradantes en la actividad sexual de
los humanos.
La iglesia participa del boicot
hacia las actividades y materiales pornográficos, así como el rechazo hacia los
grupos de producción de estos materiales. También participamos en campañas
educativas contra la industria del porno, la trata de blancas, y otras
actividades que degradan la vida sexual de los hombres y las mujeres. Un
excelente recurso sobre la postura de la iglesia sobre la pornografía se puede
encontrar en el estudio La pornografía:
lejos del Cantar de los Cantares.
Estamos trabajando para aumentar
la educación sexual de nuestra sociedad que promueva el entendimiento de la sexualidad
humana. La educación sexual es clave en la prevención de embarazos
problemáticos y en los abortos. Esta educación es mejor cuando se realiza
primero dentro de la familia, y creemos que la iglesia puede ofrecer apoyo y
ayuda en esta área.
Estamos apoyando y promoviendo programas
que presenten una vida familiar saludable. Nuestras familias se presentan en muchos
formatos y tamaños, y apoyamos la comunicación dentro de ella, la apertura al
dialogo, y el reparto de poder para promover unas dinámicas saludable.
La familia es el elemento
importantísimo en la prestación de apoyo y en la educación de las personas si
queremos a reducir el número de abortos que se hacen. También afirmamos lo
vital de una educación pública de calidad. Nuestros hijos pasan una parte
significativa de sus vidas en la escuela, y están muchas veces, al margen de la
influencia familiar.
Abogamos por una calidad en la educación
sexual que proporcione a los estudiantes conocimientos sobre los anticonceptivos y describa las relaciones
sexuales sanas. Nos sentimos llamados a apoyar la labor educativa de las
escuelas y ser defensores de sus necesidades.
Finalmente estamos comprometidos para
ofrecer actividades apropiadas para los jóvenes después de la escuela en
nuestras comunidades. Procuramos cuidarnos los unos a los otros de la mejor manera posible puede.
El número de embarazos no
deseados se puede limitar por la promoción del uso de anticonceptivos.
Creemos en la responsabilidad de
las personas que mantienen relaciones sexuales. Creemos que se necesitan
establecer conversaciones sobre el uso de anticonceptivos, ya que los hombres
como las mujeres tienen un papel igual en la prevención no planificado embarazos.
El uso de los anticonceptivos no
serviría de nada si su acceso presenta dificultades o está limitado, por lo que
la iglesia apoya el pleno acceso y equitativo a métodos anticonceptivos. Así
como apoya la investigación para desarrollar nuevos métodos de anticoncepción.
Nuestro enfoque para limitar
abortos es triple. Estamos trabajando para enfrentar las duras realidades económicas
que obligan a algunas mujeres a considerar el aborto como una opción de solución
real. Es importante que todas las personas tengan acceso a la atención médica y
el empleo.
Nuestro segundo enfoque es hacer
hincapié en las alternativas al aborto. Mediante el asesoramiento a las embarazadas
y sobre las formas de cuidar a los niños, así como los mecanismos para dar en
adopción si la mujer no es capaz de mantener a un bebé.
Por último, estamos trabajando
para reducir algunas de las razones médicas que se presentan para realizar un
aborto. Estamos comprometidos en los esfuerzos para reducir el uso de alcohol y
las drogas, así como la incidencia de enfermedades como el SIDA que pueden
crear circunstancias en las que la terminación del embarazo es más favorable a
su continuidad.
La iglesia está trabajando de
manera integral para limitar el número de abortos en los Estados Unidos y en
todo el mundo, abordando la realidad económica de las personas, enfatizando en alternativas
a su uso, y trabajando por la reducción de las razones médicas que conducen al
aborto.
Como iglesia estamos llamados a
cuidar los unos de otros. El aborto sigue siendo una cuestión problemática de
hablar en nuestras iglesias y en la sociedad en general. Es un tema en el que
están polarizadas todas las posiciones y cuando nos sentamos a debatirlo
entonces nos enfocarnos en nuestras diferencias. Pero las aportaciones para buscar
soluciones son mínimas o nulas.
Sin embargo, la Palabra de Dios
nos llama a vivir de manera diferente. Dios nos llama a modelar el evangelio en
nuestra vida. Nosotros somos llamados a vivir nuestra fe y escuchar a Dios. Por
lo tanto, mientras diferimos en las opiniones, somos unificación en nuestra
preocupación por la vida y en nuestro sentido de la llamada a amar y cuidar de
nuestro mundo.
La decisión de interrumpir un
embarazo nunca es fácil ni viene sin consecuencias. Como iglesia nosotros
respondemos a estos retos, trabajando para minimizar el número de abortos y de
ofrecer apoyo, compasión, y cuidado a aquellos que han tomado la decisión de interrumpir
un embarazo. Todo nosotros somos pecadores, y participamos por desgracia, en la
toma decisiones que nos deja incómodos
con nuestra fe.
Buscamos edificarnos los unos a los otros y vivir
juntos como una comunidad que valora la vida y trabaja para crear una sociedad
donde todos gocen de la igualdad y donde todos seamos amados, tal y como somos
los ojos de Dios.
El anterior ensayo es un resumen de las posiciones sobre el aborto
en el seno de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de America.
Para acceder al documento completo en relación con este tema, por
favor, ver www.pcusa.org/acswp y buscar La
Declaración sobre la post-viabilidad y tarde-término del aborto y el Informe
del relator especial al comité de problemas del embarazo y aborto. Estos
documentos pueden descargarse gratis.
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