viernes, 7 de febrero de 2014

Moral azul.

La clase media no se droga, sino que sigue un camino de autodestrucción. El señor de clase media que se droga, nunca se droga, sino que está en una permanente transición entre algo nunca especificado, pero que no parece preocupar a nadie, y la liberación total de algo que cuando ocurre se publicita mostrándolo como un héroe. Porque el señor de clase media que se drogaba es un héroe por haber superado esa condición, a diferencia de los negritos villeros, que se la pasan yendo de granja terapéutica a celdas infames, y roban para seguir drogándose.
El señor o señora de clase media que se droga nunca tiene muy claro si se está drogando o teniendo una inquietud social que en algún país que cita dicen que hace bien y la practican los hombres sabios. Pero cuando es encontrado muerto o muerta en su departamento neoyorquino, rodeado de jeringas y bolsas con droga, muere de una causa no determinada, y hay que hacer autopsias y larguísimos análisis hasta que su agente arregla con la prensa que murió porque se confundió y se tomó una aspirina con el aguarrás que habían dejado los pintores. Y van presos los pintores. El hombre pobre, muerto por la groga, será un drogón por siempre, y delincuente. Sin demasiadas pruebas. Por lo tanto, no merecerá justicia. Ni él ni sus familiares cuando intenten explicar lo que en realidad ocurrió.
El famoso encontrado muerto siempre será un talentoso que nos deja un legado que nunca olvidaremos, aunque haya hecho dos películas o un solo disco. Y recibirá una cobertura mediática de fotos suyas en las redes sociales, adosadas a un moño negro con frases como nunca te olvidaremos, y una señora en Fiambalá y un adolescente en Namibia sentirán que perdieron algo, aunque la misma industria que hizo millonario al famoso había decidido que no haya cines en Fiambalá o en Namibia.
Los amigos y la familia del famoso, los amigos y la familia del señor o señora de clase media que se drogaba dirán que no sabían que se drogaba, y se resaltará en ellos la actitud caballeresca de no revelar que sabían que se drogaba, pero mientras pudiera estar de pie y produciendo dinero, no iban a inquietarse demasiado. Los amigos y la familia del chico pobre muerto por la Bonaerense, cuando digan que no sabían si se drogaba, recibirán por respuesta que no se preocupaban por él. Su madre será una pésima persona sobre la que nadie se explicará porqué no internaba a su hijo. La familia del señor de clase media que se drogaba dirá que sus frecuentes internaciones fueron porque tuvo un fuerte cuadro febril o se tenía que hacer el chequeo periódico que nadie se hace. Y los periodistas dirán que hacer más preguntar significa en este caso no respetar el dolor. Moral azul. La usamos para muchas otras cosas. Todo el tiempo.

Odemo Porferrol.
Mar del Plata.

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