La tarea inacabada es la de nuestra vida. Eso no es una novedad.
Todos los sabemos. Llegará el día en el que nuestros ojos se cierren
para siempre y nuestro cuerpo vuelva al polvo del que fue tomado.
Entonces, todo se habrá acabado. Nuestra vida aquí en la tierra habrá
quedado fijada para siempre, un recuerdo a olvidar.
Antes de que pase una generación sólo seremos un nombre en un registro
que nadie lee. Pero –y esta es nuestra esperanza- estaremos en la
memoria y en la realidad de Dios.
Ahora bien, este momento final de la vida todavía no ha llegado y no
tenemos ninguna prisa en que llegue. Estamos aquí y la tarea inacabada
no es esperar el fin de la vida, sino perfeccionarla, sacarle todo el
jugo posible, gozarla, hacerla plena y gozosa. Es vida de Dios y
mientras El nos la dé, hemos de vivirla en el gozo y la libertad de los
hijos de Dios.Esto no es siempre posible. La vida, la gozamos y la
padecemos al mismo tiempo. Tiene luces y sombras, sonrisas y lágrimas.
Cada uno de nosotros sube al tren de la vida en lugares diferentes y la
vivimos de manera diferente. Unos tienen todas las comodidades de los
pasajeros de primera y otros viajan agarrados a los estribos, a punto de
caer. Aquí no valen leyes ni derechos. Las cosas con como son y no
encontramos ninguna explicación a todo ello.
Pero, lo que Pablo nos dice en su carta a los Romanos capítulo5 es que, para el creyente, hay un ahora que está marcado por el amor de Cristo. Es un ahora
en la debilidad y en el dolor, pero que está lleno de oportunidades. La
vida es una tarea que nunca se acaba, un esfuerzo que nunca se ha de
dar por inútil. Es la tarea de dar contenido y sentido a la vida. Pablo
empieza con su realidad: la aflicción y la tribulación. Pero no las ve
como cosas negativas, sino como oportunidades de crecimiento. E,
incluso, puede encontrar en ello motivos de gloria. La tribulación lo
fortalece en la paciencia, sabiendo que, pase lo que pase, la victoria
final será suya. Y esta seguridad le da fuerzas, calidad de vida, para
vivir la esperanza en plenitud. Es toda una tarea de formación de una
persona en la que todo es aprovechable. Una tarea que incluye tratar de
ayudar a los que comparten su vida a su alrededor. Todo un programa de
acción.
La tarea inacabada es la de mi vida. Mientras estoy aquí, tanto si
las cosas son fáciles como si son difíciles, tanto si mi esperanza de
vida es corta o larga, he de continuar la tarea, he de perfeccionar la
vida, he de luchar para hacerla llena y que sirva de ayuda y de
bendición a los que viven junto a mi, aprovechando todos sus recursos. Y
estoy seguro que, en el momento en que El me la pida y la tenga
inacabada, El mismo la perfeccionará y le dará un final en plenitud.
Pastor Enric Capó
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