Allá afuera, en los campos,
con Dios.
Las pequeñas preocupaciones que me
inquietaban
las olvidé ayer,
entre los campos, por encima del mar,
entre la brisa juguetona
y el rumor de los rebaños,
el murmullo de los árboles
el canto de los pájaros
y el zumbido de las abejas.
Los temores ridículos de lo que podía
pasar
se me olvidaron también
entre el césped lleno de trébol
y el heno recién segado,
entre el susurro del trigo
donde se mecen las amapolas,
donde
mueren los malos pensamientos y nacen los nuevos,
¡allá fuera, en los campos, con Dios!
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